Nuestro iceberg se derrite
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Nuestro iceberg se derrite

Como cambiar y tener éxito en situaciones adversas

John Kotter, Holger Rathgeber

  1. 144 Seiten
  2. Spanish
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Nuestro iceberg se derrite

Como cambiar y tener éxito en situaciones adversas

John Kotter, Holger Rathgeber

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Nuestro iceberg se derrite es una fábula sobre como salir adelante en un mundo siempre cambiante. El relato, basado en el premiado trabajo de John Kotter, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard, se ha utilizado para ayudar a miles de personas y organizaciones. Es la historia de una colonia de pinguinos que ha vivido en la Antartida durante años, hasta que uno de ellos descubre un problema potencialmente devastador y que pone en peligro su habitat, pero casi nadie le presta atención. Los personajes se asemejan a muchas personas que conocemos... Su historia es una historia de resistencia al cambio, obstaculos aparentemente invencibles e ingeniosas tácticas para hacerles frente. Es una historia que se desarrolla a diario, de una manera u otra, en todas partes, pero los pinguinos manejan los desafíos mucho mejor que la mayoría de nosotros.

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Information

Verlag
Granica
Jahr
2019
ISBN
9789506417741
¿Un problema? ¿Qué problema?
En los días que siguieron Alicia se entrevistó con todos los miembros del Consejo Directivo, incluso Luis, el jefe superior de los pingüinos. Les pidió a todos que hicieran la misma excursión que ella había hecho con Fico. La mayoría la escucharon pero se mostraron muy escépticos. ¿Tendrá Alicia problemas personales, tal vez con su matrimonio?
Ninguno manifestó entusiasmo ante la idea de nadar bajo el agua para ir a ver una gran cueva oscura. Algunos miembros del Consejo ni siquiera tuvieron tiempo para recibir a Alicia. Dijeron que estaban muy ocupados con otros asuntos importantes. Estaban atendiendo la queja de un pájaro que vociferaba porque otro pingüino le hacía caras a su espalda. (Esto era un poco confuso puesto que los pingüinos no pueden hacer caras.)
También se habían enzarzado en un debate sobre si las juntas semanales debían durar dos horas o dos horas y media, cuestión de grave importancia tanto para los que gustaban de parlotear como para los que no gustaban.
Alicia pidió a Luis, jefe de los pingüinos, que invitara a Fico a la próxima reunión del Consejo Directivo, para que presentara y defendiera sus conclusiones. «Después de lo que usted me ha contado de él, ciertamente estoy muy interesado en oír sus ideas», dijo el pingüino jefe... muy diplomáticamente.
Sin embargo, no señaló hora alguna para la exposición de aquel pingüino relativamente desconocido, que nunca había hablado ante el grupo de líderes. Pero Alicia insistió, recordando a su superior que tenían que correr algunos riesgos, «algo que usted ha hecho muy valerosamente durante toda su vida». Esto era cierto, más o menos, y Luis se sintió alabado oyendo a Alicia hablar de esa manera (pese a que los motivos que la animaban eran bastante obvios).
El pingüino jefe convino en que se invitara a Fico, y Alicia procedió a transmitirle a éste la invitación.
Como preparación para hablar ante los dirigentes, Fico pensó en escribir una conferencia en la que les daría datos estadísticos sobre la contracción del volumen del bloque de hielo, de los canales y las cavernas llenas de agua, el número de fisuras causadas sin duda por el derretimiento, y otros fenómenos. Pero hablando con unos cuantos miembros del Grupo de los Diez se enteró de que:
• A dos miembros del Consejo Directivo les encantaba cuestionar cualquier dato estadístico. También les encantaba discutir horas y más horas. Ambos eran partidarios e insistían en que se celebraran más juntas y en que éstas fueran más largas.
• Durante una exposición larga y con datos estadísticos, uno de los miembros del Consejo Directivo por lo general se quedaba dormido, o por lo menos en un estado de sopor muy cercano al sueño. Sus ronquidos podían incomodar a los demás.
• Otro miembro no entendía de números y trataba de disimular ese fallo sacudiendo mucho la cabeza de arriba abajo. Este continuo movimiento de la cabeza molestaba a otros miembros del grupo, lo que podía producir mal humor y altercados.
• Por lo menos otros dos miembros del Consejo dejaban ver muy claramente que no les gustaba que nadie les dijera nada que ellos no supieran; ellos eran los que decían a los demás lo que ocurría.
Después de mucho pensarlo, Fico eligió para la reunión una táctica enteramente distinta de su plan original.
Construyó un modelo del iceberg. Medía 1,50 m de alto por 1,20 m de ancho y estaba hecho de hielo de verdad. La construcción le dio bastante trabajo (sobre todo porque Fico no tenía manos ni dedos ni pulgares que se contrapusieran).
Cuando terminó, comprendió que no le había quedado perfecto, pero a Alicia le pareció una idea muy creativa y sin duda suficientemente buena para ayudar a los líderes a iniciarse en el conocimiento del problema.
La víspera de la reunión, al atardecer, Fico y sus amigos llevaron el modelo al lugar donde iba a reunirse el Consejo Directivo, que desafortunadamente era el monte más alto del iceberg. A medio camino cuesta arriba comenzaron las quejas. «Recordadme por qué estoy haciendo esto» fue uno de los comentarios más suaves de sus amigos.
Si los pingüinos pudieran refunfuñar y murmurar, ambas cosas se habrían oído en abundancia.
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A la mañana siguiente, cuando Fico llegó los líderes ya se habían congregado en torno al modelo. Unos se habían enfrascado en un vivo debate. Otros parecían desconcertados.
Alicia presentó a Fico al grupo.
Luis abrió la sesión como jefe principal de los pingüinos. «Fico, quisiéramos oír qué es lo que has descubierto.» Fico hizo una respetuosa reverencia. Veía una disposición abierta en Luis y algunos otros miembros. Otros parecían neutrales. Unos pocos no hacían ningún esfuerzo por disimular su incredulidad.
Fico reordenó sus pensamientos e hizo acopio de valor y enseguida les contó la historia de su descubrimiento. Explicó los métodos de que se había servido para estudiar el iceberg, describió cómo había encontrado el deterioro, los canales abiertos, las grandes cavernas expuestas llenas de agua todo lo cual tenía que ser consecuencia del derretimiento.
Usó constantemente el modelo para orientar a su auditorio e ilustrar sus tesis. Todos los pingüinos que constituían el Consejo Directivo, menos uno, se acercaron más al modelo.
Cuando Fico separó la parte superior de su modelo para mostrar la gran caverna y explicar su desastroso impacto, se hizo tal silencio que se habría oído caer un copo de nieve al suelo.
Al terminar la demostración todos callaron.
Alicia inició la discusión diciendo: «Todo esto lo he visto yo con mis propios ojos. La gruta llena de agua es enorme. Da miedo. Vi todos los demás síntomas de destrucción causados con seguridad por el derretimiento. Ya no podemos seguir cerrando los ojos».
Algunos hicieron señales de asentimiento.
Uno de los miembros del Consejo ...

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