La Biblia según Dios
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  1. 420 páginas
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Dios te explicará cómo se originó la mayor fake news de todos los tiempos.¡Nunca pensaste que te reirías tanto con la Biblia!En efecto, la Biblia es el libro más leído de todos los tiempos, pero ninguna de las numerosas versiones que conocéis es la buena. ¿Por qué? Porque todas fueron escritas por hombres. Y como toda obra humana, está repleta de fallos, imperfecciones. La Biblia contiene numerosos errores históricos, científicos, geográficos, lingüísticos... y contradicciones. Ahora me dispongo a ofreceros la versión definitiva, la buena, la mía, la divina, la del protagonista: La Biblia contada por Dios, por @diostuitero. Tomad y leed.Si, seas creyente o no, desde pequeño te dijeron que todo era pecado. Quizás no todo lo que te contaron fuera cierto.Si no has leído la Biblia y no piensas hacerlo nunca te estás perdiendo Juego de Tronos, El Señor de los Anillos, Harry Potter y Walking Dead juntos. A ver qué libro incluye zombies, batallas con miles de muertos, gigantes, demonios, peleas de magos y un hippie que está todo loco. Y prepucios, muchos prepucios.

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Información

Editorial
Malpaso
Año
2019
ISBN
9788417893200
Edición
1
Categoría
Bibles

LA BIBLIA

PENTATEUCO

GÉNESIS

ASÍ EMPEZÓ TODO

LA CREACIÓN

La vida sin Satanás volvía a ser muy tranquila, pero también mucho más aburrida. No me lo podía creer, pero a veces echaba de menos sus charlas sentando cátedra sobre esto y lo otro, diciéndome lo que tenía que hacer o dejar de hacer. Volvía a aburrirme como una mona.
Pasaron varios millones de años y un buen día pensé: «he creado seres y se me han rebelado buena parte de ellos. Crearé cosas, a ver qué tal». Y así fue como di origen al Universo.
Comienza el Génesis diciendo que «En el principio creó Dios los cielos y la Tierra». Vamos a ver, los cielos ya los tenía hechos, ¿dónde iba a vivir si no? Todo el mundo sabe que Dios vive en el Cielo. Hice la Tierra. Al principio era plana, cuadradita y estaba en el centro del Sistema Solar. Luego ya vinieron los científicos y la corrigieron.
Dije «hágase la luz», y desde entonces la factura no ha dejado de subir. Y separé la luz de las tinieblas. Al tercer día creé la hierba y los árboles que dan fruto. ¿Que cómo hacían la fotosíntesis si no había creado el Sol? Yo qué sé, supongo que de milagro, el que escribió esta historia seguía la secuencia egipcia de la Creación.
Fue después cuando por fin se me ocurrió crear «lumbreras en el firmamento» para «separar la luz de las tinieblas». Se me había olvidado que las había separado ya el primer día. Es que como sólo tengo un ojo en medio del triángulo a veces no veo bien. También puede ser porque, como dicen los que saben, el Génesis recoge dos tradiciones contradictorias, y el resultado es esta chapuza.
El caso es que hice la «lumbrera mayor», el sol, «para que presidiese el día» y la «lumbrera menor», la luna, para «presidir la noche». Lo sé, ¡la luna no es una lumbrera, ya que no tiene luz propia, sino que refleja la del sol! A veces digo algún disparate, perdonadme.
En los días siguientes creé los animales. Se me ocurrió que sería muy divertido que para sobrevivir tuviesen que matarse y comerse los unos a los otros. Fue una gran ocurrencia que luego dio lugar a los documentales de la 2. Es que estoy en todo.
Hice también a los dinosaurios, pero luego se extinguieron porque en el Arca de Noé no cabían.
Y entonces me di cuenta: ¡había vuelto a crear seres! ¡Los animales son seres vivos! ¡Y las plantas! Ya que la había vuelto a liar, me tiré del todo a la piscina y decidí crear al animal más animal de todos: el hombre.
Algunos chiflados como Darwin dicen que era un mono, pero yo os juro que lo hice a mi imagen y semejanza, y que era un guaperas de 1,80, atlético, con pelazo, barbita y conocimientos de arameo nivel avanzado. Lo llamé Adán, que significa «hombre», y también «tierra», pues fue hecho de este material. Nunca fui muy original con los nombres, tened en cuenta que yo me llamo Yahveh, que quiere decir: «Yo soy el que soy». Bueno, algo de misterio sí tiene la cosa, porque Yahveh proviene de YHWH, que es la traducción occidental de mi verdadero nombre en hebreo: yod-hei-vav-hei, pues la escritura hebrea antigua descartaba las vocales.
Como soy un tipo muy importante, la Biblia me da más de veinte nombres, uno de los cuales aparece en este libro del Génesis y es un poco lioso: Elohim, porque significa «dioses». ¿Pero no habíamos quedado en que mi religión era monoteísta? No pasa nada, mi libro lo usa asociado al singular y listo. De todas formas, algo de politeísmo sí hay, porque yo soy una Trinidad, y si le sumas todos los santos y la Virgen tenemos una religión donde se adora hasta al gato.
A Adán lo creé con barro porque no quería gastar mucho. Normal que luego me hayáis salido como me habéis salido. Con esa materia prima no os puedo pedir más.
Habían pasado ya seis días (los mismos que señala el Corán, aunque en otra parte dice que fueron ocho). Miré mi creación entera y vi que era bueno. Ya sabéis que la autocrítica no es uno de mis fuertes.
Satisfecho como estaba, al séptimo día descansé. Desde entonces, por mucho que recéis, sigo de vacaciones.

ADÁN Y SUS MUJERES

De toda mi creación, el Jardín del Edén era la joya de la corona. Tenía un río precioso que se dividía en otros cuatro, dos de los cuales era el Tigris y el Éufrates, y árboles bellísimos y otros que daban fruto. Como yo ya estaba de vacaciones indefinidas, coloqué allí al hombre con el encargo de que «lo labrara y lo guardase». ¡A ver si resulta que él también iba a vivir como Dios!
Formé las bestias del campo y las aves del cielo y se las envié para que le ayudaran, pero dice mi libro que «puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él».
Continúa mi libro diciendo que entonces sumí a Adán en un sueño profundo y le extraje una costilla de la cual creé a la mujer (primer caso de reproducción asistida de la historia, aunque ahora la Iglesia diga que está en contra), a la que dimos por nombre hembra, pues había salido del hombre. Ya os dije que no nos rompíamos la cabeza con los nombres. Después de la expulsión del paraíso la llamamos Eva, que queda mucho mejor. Por culpa de esta historia os tirasteis siglos y siglos pensando que el hombre tenía una costilla menos que la mujer.
Vamos a ver. Este asunto quiero dejarlo bien claro, que no quiero que me tilden de más machista de lo que soy. Yo no creé a la primera mujer de una costilla del hombre, y mucho menos como mula de carga para que le ayudase a labrar el huerto del Edén.
Esto es una historia del capítulo 2 del Génesis, pero ya os dije que el Génesis mezcla dos tradiciones distintas sobre la creación, así que antes, en el capítulo 1 digo otra cosa: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó».
Es decir, que creé al hombre y a la mujer a la vez, y por supuesto, ninguno salió de ninguna costilla del otro. La literatura hebrea es muy prolija al respecto, y cuenta perfectamente la historia de esa primera mujer: Lilit.
Lilit fue la primera mujer de Adán, antes de la pánfila de Eva. Vivía con su churri muy tranquila en el huerto, pero tenían muchas discusiones de pareja, y todas las veces por el mismo motivo: Adán quería hacer el amor siempre en la postura del misionero (en esto era muy religioso) y Lilit le decía que ella estaba creada del mismo barro que él y que era su igual y que por tanto podían cambiar de vez en cuando y dejarle a ella fornicar encima.
Sí, amigos, en los albores de la humanidad, y esto era lo que os preocupaba.
Adán se negaba siempre, hasta que ella un día se hartó, invocó mi nombre, que estaba prohibido (ya no me acuerdo por qué, mi paranoia con los nombres es digna de estudio) y elevándose por los aires se largó con viento fresco hasta una zona del Mar Rojo que estaba habitada por lujuriosos demonios. Allí se dedicó a fornicar con ellos todo el día en todas las posturas posibles, engendrando miles de hijos demoníacos. Hay quien dice que es la madre de los vampiros.
Tuve que mandarle tres ángeles con la advertencia de que o regresaba o le mataría cien hijos al día. Fue la primera vez que descubrí el placer del matar. Matar recién nacidos. A veces soy peor que el diablo.
Lilit tenía mucha personalidad, y no había Dios que la achantase. Se negó en redondo y les dijo a mis ángeles que como represalia ella mataría a los hijos de Adán.
Y así ha sido desde entonces. Yo le mato cien niños cada día, y ella asesina a vuestras crías, y según dicen los antiguos, merodea por vuestras sábanas en busca del semen que expulsáis en las poluciones nocturnas, que ella utiliza para engendrar más hijos.
Durante la Edad Media colocabais un amuleto en la puerta de vuestras casas con la leyenda: «Lilit abi», que quiere decir, «Lilit, aléjate», para salvar a vuestros recién nacidos. Hoy apenas os acordáis de Lilit, pero cuando le cantéis una nana a vuestros niños, no olvidéis que en inglés se dice Lullaby, Lilit abi.
La historia de Lilit es muy entretenida, pero hoy todo el mundo conoce mucho más la de Eva.
Eva era un chica sumisa y con ella Adán podía hacer el amor en su postura favorita todos los santos días. Parecía que por fin todo mi plan universal funcionaba. Hasta que algo ocurrió. Algo ajeno a mi control.
Aunque el Paraíso era un sitio fetén, tenía fallos de seguridad. Por alguna rendija vino a colarse una serpiente que resultó ser el demonio, el malvado Satanás. No vuelve a salir en todo el Pentateuco, pero no veáis la que me lió. Las malas lenguas afirman que esa serpiente está tomada de la forma que adoptó el dios egipcio Set, cuando se transformó en la serpiente Apotis, enemiga de Ra, dios del Sol, del cielo y del origen de la vida como yo. Da igual, el caso es que era un bicho.
Había plantado yo dos árboles muy especiales en el jardín: el Árbol de la Vida, y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Y les había advertido a Adán y a Eva que podían comer de todos los árboles menos de este último. Esto de los frutos prohibidos lo copié de los mitos sumerios que describen la vida en el Paraíso, como el de Enki y Ninhursag, del que también tomé la historia de la costilla y que luego conocieron los hebreos cuando estuvieron cautivos en Babilonia e hicieron suyos. La propia palabra Edén es de origen sumerio, y significa «planicie», con lo que debemos suponer que el Paraíso no tenía cuestas, ideal para montar un carril bici. Era un sitio estupendo, un verdadero «jardín de las delicias», no en vano en hebreo Edén se traduce por placer.
El «Enuma Elish», el poema babilónico que narra el origen del mundo, cuenta también que este fue creado en siete días, comenzando en un jardín y que fue obra de una diosa con forma de serpiente gigante llamada Tiamat. ¡Cuántas coincidencias! ¿verdad?
Ya conocéis la historia: la serpiente le dijo a Eva que comiese, que así adquiriría sabiduría, y ella, curiosa, comió. Y como no se cansó de repetir mi Iglesia, por culpa de una mujer entró el pecado en el mundo. La culpa siempre es de una mujer. Los griegos decían que todos los males se esparcieron por el mundo cuando otra mujer demasiado curiosa, Pandora, abrió la caja que los contenía. Se nota que los mitos f...

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