Los ochenta son nuestros
eBook - ePub

Los ochenta son nuestros

Ana Diosdado

Compartir libro
  1. 79 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Los ochenta son nuestros

Ana Diosdado

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Obra de teatro de Ana Diosdado. Un referente del teatro de la época, en la que se muestra el despertar de la sociedad española.ANA DIOSDADO. Hija de actores españoles, Ana Diosdado nace en Buenos Aires poco después de la guerra civil española, regresando con su familia a España en los años cincuenta. Compaginándolo con sus estudios, y con su carrera de actriz, escribe desde su primera juventud, colaborando con artículos y cuentos en diversas publicaciones, hasta que se edita en 1964 su primera novela, "En cualquier lugar, no importa cuándo...". Desde 1970 estrena con regularidad las siguientes obras de teatro: "Olvida los tambores", "El okapi", "Usted también podría disfrutar de ella", "Los comuneros", "Y de cachemira, chales", "Cuplé", "Los ochenta son nuestros" y "Camino de plata".

Preguntas frecuentes

¿Cómo cancelo mi suscripción?
Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
¿Cómo descargo los libros?
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
¿En qué se diferencian los planes de precios?
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
¿Qué es Perlego?
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
¿Perlego ofrece la función de texto a voz?
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¿Es Los ochenta son nuestros un PDF/ePUB en línea?
Sí, puedes acceder a Los ochenta son nuestros de Ana Diosdado en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literatura y Arte dramático europeo. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2015
ISBN
9788491141327
Edición
1
Categoría
Literatura

Segundo acto

CRIS.–(Incorporándose y arreglándose maquinalmente la ropa y el pelo.)... ¡Y yo que pensaba empezar el año triste y sin ganas de nada!... ¿Sabes una cosa? Cuando te he traído aquí sabía lo que quería, pero tenía un poco de miedo. No me imaginaba que podía ser así.
JUAN.–(Acariciándola un poco distraído, como pensando en otra cosa.) El amor es siempre así, Cris.
CRIS.–Pero yo tenía miedo. Ten en cuenta lo que me pasó.
JUAN.–Olvídate ya de esa historia.
CRIS.–No creas que es tan fácil.
JUAN.–Olvídala. El amor es siempre así. Ya lo verás.
CRIS.–(Feliz.) Bueno, la verdad es que estaba segura de que sería así... contigo.
JUAN.–Conmigo o con otro. Será así siempre que sea verdad.
CRIS.–(Empezando a inquietarse.)... ¿Contigo o con otro?
JUAN.–Eso he dicho.
CRIS.–¿Es una broma?
JUAN.–¿Una broma, por qué?
CRIS.–Es que yo pensaba... (Comprendiendo de pronto.) Perdóname. Soy tonta... Te vas a marchar de todas formas, ¿no?
JUAN.–(Mirando su reloj.) En realidad, deberíamos habernos marchado ya.
CRIS.–(Muy digna.) Siento haberte entretenido.
JUAN.–(Con cierto reproche.) Cris..., ¿a qué viene esto? Tú ya sabías...
CRIS.–Soy tonta. Te lo acabo de decir.
JUAN.–Y vas a hacer que me sienta yo como un idiota.
CRIS.–Supongo que tengo que darte las gracias: «Gracias, Juan Gabriel, has sido muy amable, no tenías por qué molestarte.»
JUAN.–Cris..., por favor.
CRIS.–(Triste de pronto.) ¿No volveremos a vernos?
JUAN.–(Divertido.) Pero, ¿por qué eres tan dramática? Claro que nos veremos. Nos hemos estado viendo desde que éramos niños, ¿no?
CRIS.–... Ya.
JUAN.–Cris, escucha...
CRIS.–(Muy burlona.) ¡Por Dios, no vayas a llorar! Te sobrepondrás. Hay otras mujeres. No como yo, que soy divina, pero las hay. (Ya en serio.) ¿O no son las mujeres lo que a ti te gusta, Juan?
JUAN.–(Sin alterarse lo más mínimo.) Todas, no, desde luego.
CRIS.–... No te ha sorprendido la pregunta.
JUAN.–¿Por qué me iba a sorprender?
CRIS.–A la demás gente le sorprende.
JUAN.–¿Estás haciendo una encuesta?
CRIS.–No me has contestado, te has salido por la tangente.
JUAN.–(Cada vez más divertido.) ¿Y a ti que más te da? Hemos hecho el amor. ¿No era eso lo que pretendías?
CRIS.–Pero no me quieres.
JUAN.–Pues claro que sí. Siento un gran cariño por ti.
CRIS.–O sea, que no me quieres.
JUAN.–(Suspirando, un poco harto.) Cris, ni tú a mí tampoco.
CRIS.–(Indignada.) ¿Que yo...? Mira, si no te importa, preferiría no discutir eso.
JUAN.–Y yo. Es un tipo de conversación que me pone enfermo.
CRIS.–Si no te quisiera, ¿qué habría venido a hacer contigo al balancín? ¿Qué te crees? ¿Que voy por ahí acostándome con todo el mundo?
JUAN.–Ya sé que no. Rafa cree que te horroriza la simple idea, desde que... (Juan se interrumpe, comprendido que acaba de cometer un error. Cris se pone en pie, muy despacio, sin dejar de mirarle.)
CRIS.–Así que era eso... Lo has hecho por eso.
JUAN.–(Pacientemente.) Cris...
CRIS.–Para librarme del trauma, ¿no?
JUAN.–¿Quién te crees que soy yo? ¿Teresa de Calcuta?
CRIS.–(Haciéndole burla.) «¡Pobre niña ultrajada!» ¡Yo le enseñaré que el amor es otra cosa mientras hago tiempo para coger el tren!» Pues, enhorabuena. Misión cumplida. Ya has hecho tu buena obra del día, y ahora... (Juan la coge de la mano, a tiempo de impedir que se vaya.)
JUAN.–Siéntate y no seas idiota.
CRIS.–Suelta.
JUAN.–No quiero. Siéntate.
CRIS.–¿Para qué?
JUAN.–(Obligándola a ...

Índice