Acto cuarto
Escena primera
Es de noche. La sala del primer acto, desierta. Una lámpara sobre la mesa. La puerta al exterior está medio abierta.
Mara entra, viniendo de fuera, y cierra la puerta con precaución. Se queda un instante inmóvil en el centro de la pieza, vuelta hacia la puerta, intentando oír algo.
Luego toma la lámpara y sale por otra puerta sin hacer ruido alguno.
La escena queda a oscuras. Solo se ve el fuego de una brasa en el hogar.
Escena segunda
Toque de cuerno a lo lejos una y dos veces. Llamadas. Agitación en la granja. Después ruido de puertas que se abren y de una carreta chirriante que se aproxima. Golpean fuertemente la puerta.
Voz desde Fuera.— (Gritando) ¡Ohé!
(Ruido en el piso superior al abrirse una ventana)
Voz de Jacques Hury.— ¿Quién va?
Voz desde Fuera.— ¡Abrid!
Voz de Jacques Hury.— ¿Qué queréis?
Voz desde Fuera.— ¡Abrid!
Voz de Jacques Hury.— ¿Quién sois?
Voz desde Fuera.— ¡Abrid, os digo!
(Pausa. Jacques Hury, con una tea en la mano, penetra en la pieza; abre. Al instante entra Pierre de Craon llevando un cuerpo de mujer envuelto entre sus brazos. La deposita con precaución sobre la mesa. Luego se endereza. Los dos hombres se miran cara a cara a la luz de la candela)
Pierre de Craon.— ¿No me reconocéis, Jacques Hury?
Jacques Hury.— ¿Pierre de Craon?
Pierre de Craon.— Soy yo.
(Se miran)
Jacques Hury.— ¿Y qué es lo que me traéis aquí?
Pierre de Craon.— La he encontrado medio enterrada en mi arenal, allá donde voy a buscar lo que necesito
Para mis hornos de vidrio y también para el mortero;
Medio sepultada bajo una gran carretada de arena, bajo una carreta volcada a la que habían quitado la brida.
Vive aún. He querido traérosla yo mismo.
Aquí.
Jacques Hury.— ¿Por qué aquí?
Pierre de Craon.— ¡Que muera, al menos, bajo el techo de su padre!
Jacques Hury.— Aquí no hay más techo que el mío.
Pierre de Craon.— Jacques, he aquí a Violaine.
Jacques Hury.— No conozco a ninguna Violaine.
Pierre de Craon.— ¿No habéis oído nada
De la leprosa de Chevoche?
Jacques Hury.— A mí, ¿qué me importa?
Allá vosotros, leprosos; raeos las úlceras unos a otros.
Pierre de Craon.— Yo no soy ya leproso, hace tiempo que estoy curado.
Jacques Hury.— ¿Curado?
Pierre de Craon.— El mal se fue reduciendo de año en año y estoy sano de nuevo.
Jacques Hury.— Y esta también va a sanar de un momento a otro.
Pierre de Craon.— Sois más leproso que ella y yo.
Jacques Hury.— Pero yo no le pido a nadie que me venga a importunar a mi agujero en la arena.
Pierre de Craon.— Y, aun cuando se hubiese conducido mal, deberíais acordaros.
Jacques Hury.— ¿Es cierto que os besó en la boca?
Pierre de Craon.— (Mirándola) Es cierto, ¡mi pobre niña!
Jacques Hury.— Se mueve, veo que se...