capítulo 4
¿Eres piadoso?
¿Era acaso una voz? Samuel escuchaba algo, pero no estaba seguro, y no le quedaba claro. ¿Le habría caído mal la cena? ¿O era solo un sueño? No; parecía una voz. Corrió hacia Elí y le dijo: «Heme aquí; ¿para qué me llamaste?» (1 Sam. 3:5b). Perplejo, Elí lo envió de nuevo a la cama.
Pero sucedió de nuevo. Los cielos se abrieron, Dios habló, Samuel despertó. Una vez más, corrió hacia Elí.
Dada la reputación de Elí en la Biblia, debo darme el lujo de agregar unos detalles. Me lo imagino hundido en una cómoda silla con el control remoto en una mano y comida china en la otra, usando una playera de algún concierto cristiano al que asistió con sus hijos. Mientras se limpia la comida china de la boca, despide a Samuel diciendo: «¡Ya, hombre! Tómate una pastilla para dormir y deja de molestar» (1 Sam. 3:6, mi traducción). Samuel cierra la puerta y se queda solo, en silencio, anticipando algo, pero al mismo tiempo no escucha nada.
Dios lo llama por tercera vez. Samuel regresa con Elí… afortunadamente, durante un corte comercial. Y cuando el sacerdote está por decirle a Samuel que regrese a dormir, se da cuenta de algo. «Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven» (1 Sam. 3:8b). Elí pone la televisión en silencio y le dice a Samuel que, la próxima vez que escuche el llamado, responda: «Habla, Jehová, porque tu siervo oye» (1 Sam. 3:9b).
Samuel regresa a la cama. La implacable voz lo llama por cuarta vez. Esta vez, Samuel lo escucha. La Palabra de Dios hizo contacto con el hombre de Dios. Un ministerio estaba comenzando.
Samuel fue llamado, pero no podía escuchar. La mayoría de los hombres que enfrentan estas cuestiones se pueden identificar con él. Escuchamos lo que parece ser un llamado: las circunstancias hablan, nuestros deseos hablan, la gente nos habla. Pero ¿cómo sabemos que el llamado proviene de Dios? Samuel no lo sabía. Elí no lo sabía, al menos no al principio. ¿Cómo podemos estar seguros?
La siguiente sección de este libro está dedicada a explorar cómo puedes asegurarte de esto. Abordaremos seis preguntas, cuyas respuestas pueden revelar un genuino llamado a iniciar o liderar una iglesia. Estudiaremos en profundidad las epístolas pastorales porque es ahí donde los hombres que son llamados deberían pasar mucho de su tiempo.
De hecho, sugeriré un ejercicio ahora mismo. Deja este libro, toma tu Biblia y lee 1 Timoteo 3 y Tito 1.23 Después, regresa. Estos no son los únicos pasajes que estudiaremos en este capítulo, pero empezaremos allí. Tenemos algo emocionante por delante.
¿Puede alguien vivir a la altura de esto?
Muy bien, ya regresaste. Estos pasajes resaltan las cualidades bíblicas para los ancianos. Y allí encontramos la primera pregunta para explorar el llamado al ministerio: ¿eres piadoso?
Quiero empezar resaltando un par de puntos esenciales sobre esta pregunta. Si eres como la mayoría de las personas, la lista de cualidades en 1 de Timoteo y Tito parece difícil de cumplir. Es como si te nominaras tú mismo para la Suprema Corte: «No, senador, no sé nada de la ley, pero creo que un trabajo del que no pueden despedirme es algo en lo que yo sería bueno». A primera vista, en estos pasajes vemos ciertos estándares que parecen imposibles para el hombre común. ¡Parecen características apostólicas!
Por lo tanto, tenemos dos cosas que considerar. Primero, la mayoría de estas cualidades en realidad son mandamientos para todos los creyentes. Se debe ser «irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad» (1 Tim. 3:2-4)… Esto es para todos los cristianos. No significa que los pastores y ancianos no pueden beber, mientras que los creyentes son libres de emborracharse sin problemas. No, la mayoría de estas normas se aplican a todos los cristianos. Aun así, lo entiendo… Es un poco inquietante sentir la mirada del público cuando eres el luchador en la jaula.
Pero este es mi punto: el hombre llamado al ministerio no es un súper cristiano que se rige por una ley moral diferente. No, es solo un hombre llamado con dones que le permiten guiar al pueblo de Dios y con la gracia que lo ayuda a ser ejemplo. Joel Nederhood declara: «El ministro de la actualidad no es más que un miembro de la Iglesia de Cristo, llamado a expresar Su naturaleza como “hombre de Dios” de una forma especial».24
Otro punto que debo mencionar: los hombres que son llamados ven estos pasajes como normas inflexibles que demandan obediencia y castigan la desobediencia. Esto fue lo que le pasó a Freddie. Freddie fue llamado a dar su vida a la iglesia en el ministerio. Entonces, alguien le arrojó la lista de cualidades que citan Tito y Timoteo como un balde de agua fría. Cabizbajo y con sus aspiraciones destrozadas, buscó una salida. Apareció un buen trabajo en ventas y, en un abrir y cerrar de ojos, había abandonado el llamado. Freddie aún participa en su iglesia, pero lo atormenta la idea de que tal vez no debió dejar el ministerio con tanta facilidad. La idea de lo que «podría haber sucedido» queda siempre latente.
El llamado de Dios al hombre conlleva la gracia necesaria para la piedad necesaria.
Si este es tu caso, no te pierdas las buenas nuevas que contienen estos pasajes. Es el descubrimiento maravilloso de la gracia preveniente. El llamado de Dios al hombre conlleva la gracia necesaria para la piedad necesaria.
Este punto puede causar varios «¡ajá!», así que permíteme explicarlo con más detalle. En 1 Timoteo 3 y Tito 1, vemos evidencia de que la obra de Dios precede cualquier llamado. Examina la carta de Pablo cuando usa el tiempo presente «es necesario» en 1 Timoteo 3:2. Es necesario que el anciano sea irreprensible, sobrio, prudente, etc.25 Pablo no está enumerando objetivos de carácter por cumplir. Está hablando de cualidades presentes. Son prerrequisitos para los ancianos, no resultados futuros.
Entonces, ¿qué significa? Precisamente esto: Pablo dice que hay gracia que obra en ciertos hombres y produce una vida con determinadas características. Timoteo reconocería a aquellos hombres llamados porque la gracia ya estaba obrando para crear hombres piadosos. Identificar a hombres llamados no se trata de entrevistar candidatos o de revisar sus cualidades, sino de descubrir un depósito de gracia poderosa. La gracia resplandece a través de sus vidas y se convierte en una señal de que han sido llamados al ministerio pastoral.
De hecho, ningún hombre puede ser ejemplo de 1 Timoteo 3 y Tito 1 a menos que la gracia se encuentre en su alma. Jonathan Edwards dijo: «La gracia es un principio poderoso en el alma, y en el poder que se refleja en la naturaleza de sus acciones. No es algo débil, inactivo e ineficiente. Hay algo santo y vigoroso en las acciones de la gracia».26
La obra de Dios en el hombre demuestra el llamado de Dios al hombre.
Toma en cuenta que nunca vemos estas cualidades perfectamente expresadas en nadie. Pero aunque no son perfectas, estas deben ser evidentes, y lo serán en cualquier hombre llamado al ministerio. Mi amigo Jeff Purswell, decano de la universidad para pastores de Iglesia Gracia Soberana lo explica de forma sencilla: «La obra de Dios en el hombre demuestra el llamado de Dios al hombre».27
Esto también significa que nombrar pastores con la esperanza de que pronto cumplan los estándares bíblicos para los obispos carece de visión y es extremadamente peligroso. Es como pedirle a alguien que aterrice un avión solo porque lo ha hecho en un videojuego. Los hombres no se vuelven pastores por el potencial. Se vuelven pastores porque la gracia de Dios ya se encuentra obrando en ellos.
Entonces, ¿puede alguien vivir conforme a estas cualidades para el ministerio? Sí, porque el llamado de Dios imparte la gracia. Su convocatoria nunca es en vano; produce gracia que cumple el propósito del llamado. Dios nos llama y nos llena de Su gracia. Si eres llamado, puedes confiar en que Dios ya comenzó a obrar en ti (Mar. 3:13). Los estándares de Dios no son una carga; son una magnifica prueba del propósito de Su llamado en la vida del hombre. La gracia de Dios produce una vida piadosa. Y esa vida piadosa confirma el llamado de Dios.
Veamos detalladamente lo que en realidad significa ser piadoso.
Un hombre llamado es alguien convertido, y está seguro de ello
«[N]o un neófito» (1 Tim. 3:6a). Para explicarlo con claridad, empecemos con lo obvio: el hombre llamado debe ser un converso. Qué verdad tan profunda, ¿no es cierto? Los pastores deben ser cristianos… Qué sabiduría tan salomónica, Dave.
Pero implícito en este requisito se encuentra que el hombre ha sido probado. Su madurez y humildad lo han acompañado durante años y han probado ser confiables. Es por eso que Pablo continúa diciendo: «no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo» (1 Tim. 3:6b). El apóstol quería que Timoteo entendiera que nombrar hombres inmaduros para el ministerio es peligroso.
Una vez más, vemos que el evangelio debe ser lo que orienta nuestras vidas. Si un hombre no comprende correctamente el evangelio, cuando entra al ministerio, sus pruebas y tentaciones pueden destruir todo. No me refiero solamente a una exper...