What reference point/tertium comparationis is necessary in contrastive linguistics?
This paper presents some reflections on the comparability of languages within the framework of contrastive linguistics. The author discusses in depth the complementary perspectives taken by linguistics, translatology and communication studies in characterizing the ‘tertia comparationis’ between languages, providing examples of their applicability in comparing different morphosyntactic, lexical and discursive aspects of Spanish and German.
1. Introducción
La lingüística contrastiva ha recibido un impulso decisivo, sobre todo, con los conocidos libros de Robert Lado (1957) y Di Pietro (1978) y, al mismo tiempo, se ha visto ligada estrechamente a la enseñanza de lenguas extranjeras. Desde sus inicios hasta los años 1980, la orientación predominante se centró en el estudio del sistema de las lenguas y en aspectos morfosintácticos y fonético-fonológicos (cfr. también Nickel 1972; Vernay 1980; Kühlwein/Thome/Wilss 1981; Sternemann 1983; Wotjak 1988). No es de extrañar que solo posteriormente haya surgido un interés, cada vez mayor, por los aspectos semánticos y pragmáticos de los pares de idiomas comparados, donde destacaban, por un lado, los análisis del inglés y, por otro, de lenguas germánicas, eslavas y románicas. Únicamente después de haberse demostrado que no todos los errores gramaticales comunes que cometen los aprendices de una lengua extranjera se deben a divergencias sistémicas existentes entre esta y la lengua materna, parece que ha disminuido la motivación por investigaciones en esta área. Los análisis contrastivos con fines didácticos han podido poner de relieve que no solo desempeñan un papel importante las divergencias evidentes, sino más bien los contrastes débiles o difíciles de detectar. Con el giro pragmático y el deseo de los estudios lingüísticos por ir más allá del sistema y adentrarse en la norma y el habla —en la terminología de Coseriu (1970, 1981)—, aumentó también la complejidad de los análisis, fortaleciéndose el interés por cuestiones teóricas, que incluían el concepto de tertium comparationis como punto de referencia. Surgen, entonces, intentos de desarrollar una textología contrastiva junto a una descripción de los fenómenos semánticos y pragmáticos basados en el habla o en los actos comunicativos concretos, tendencia que se ha visto estimulada, no en última instancia, por la traductología, así como por el aumento considerable de estudios tipológicos.
Los análisis contrastivos, en parte, han tenido que encontrar una justificación y probar su factibilidad frente al postulado neohumboldtiano, tal como lo había difundido y agudizado Leo Weisgerber en 1950. Este último había proclamado su convicción de que somos práctica e inexorablemente prisioneros de nuestra propia lengua materna, ya que solo tenemos acceso al mundo que nos rodea (o que imaginamos que nos circunda) a través del prisma o filtro conceptual de la peculiar visión del mundo, de la cosmovisión lingüística impuesta por la lengua materna. Ya la mayoría de los lingüistas han vencido esta barrera epistemológica y ya no siguen preocupándose de si los idiomas son comparables o incomparables, tal y como lo había tematizado el conocido romanista Mario Wandruszka en 1972.
2. La comparabilidad de las lenguas
Es bien sabido y comúnmente admitido que si un lingüista se aventura en la descripción de aspectos de otro idioma que no sea el materno, se enfrenta inevitablemente con problemas de diversa índole, ya que se ve obligado a emitir juicios de aceptabilidad explícitos o implícitos a la hora de describir la lengua extranjera, sin poder recurrir a los conocimientos e intuiciones subconscientes, pero bastante fidedignos, de que dispone en su lengua materna. La inseguridad se potencia cuando se analizan aspectos semánticos (denotativos y connotativos) y pragmáticos, en parte vagos y de difícil descripción, incluso cuando se trata de la propia lengua materna (Olesky 1984). Además, suelen existir divergencias terminológicas, incluso para la descripción de un único idioma, y con más razón para la de dos. Los análisis contrastivos exigen una pormenorizada descripción por separado de ambas lenguas, basada en una misma metodología, una terminología unificada o, por lo menos, tan bien definida que se establezcan correlaciones claras. No por último, es imprescindible un buen dominio de la lengua extranjera con que se compara la materna.
La comparación de dos idiomas como el español y el alemán, tipológicamente pertenecientes a dos familias distintas del mismo grupo indoeuropeo, ha experimentado en los últimos lustros un auge considerable tanto en lo que se refiere a los aspectos morfosintácticos, especialmente de verbos (véanse análisis de valencias, actualmente también de sustantivos), como también a los aspectos lexicológicos y last but not least también a los fraseológicos. Ante todo, la orientación traductológica y comunicativa llevó a dedicar mayor atención a lo que puede servir como punto de referencia o tertium comparationis para los respectivos análisis (cfr. García Yebra 1982; Beerboom 1992; Schmitt 1993; Siebold 2008; Albrecht / Gauger 2001).
2.1. La búsqueda de un tertium comparationis/TC legítimo, apropiado para contrastar fenómenos escogidos de dos idiomas distintos, nos llevará a consideraciones bastante complejas, abstractas y teóricas (cfr. Krzeszowski 1984; Lehmann 2005; Lavric 2005). La naturaleza bastante abstracta de tales tertia comparationis/TC puede explicar la evidente carencia de intentos de definir cabalmente lo que les sirve de TC, esto es, de punto de referencia común, para no pocos análisis contrastivos. Tanto los análisis contrastivos, generalmente de dos idiomas, como también los tipológicos, mediante un rastreo de varias lenguas no emparentadas y muy disímiles, se han interesado, por ejemplo, por los recursos que suelen utilizarse para designar conceptos genéricos como POSESIÓN o PERTENENCIA, DIMENSIÓN, RELACIÓN (Seiler 2007 y su grupo de universalistas tipólogos de Colonia), CONCOMITANCIA (Lehmann 2005), ASPECTUALIDAD, TEMPORALIDAD, MODALIDAD, etc. (Comrie 1981), MOVIMIENTO/ DESPLAZAMIENTO.
Pensamos que los desarrollos prometedores de la lingüística cognitiva y los estudios de los aspectos culturales en su interrelación con la cognición, comunicación y lengua favorecen también este tipo de comparaciones y explican por qué se está revitalizando la lingüística contrastiva, en parte, bajo la forma de comunicación intercultural. Esta incipiente recuperación se debe también, no en última instancia, al hecho de que los análisis contrastivos han ampliado su campo de acción deliberadamente, extendiendo sus descripciones más allá de los fenómenos del sistema e integrando la descripción de textos y discursos. Esta ampliación del campo de estudio no solo ha liberado la lingüística contrastiva de un apego dogmático a lo sistémico, sino que también ha ido acompañada por nuevos y serios problemas en aras a establecer el TC que pueda servir de punto de referencia común supra- o transidiomática para la comparación y el establecimiento de una invariante óptima entre los fenómenos contrastados.
2.2. A primera vista, parece plausible que lenguas emparentadas y pertenecientes a una misma familia, en nuestro caso las románicas, hayan heredado del latín vulgar, como fuente etimológica común, elementos y hasta ciertos patrones de combinatoria sintagmática, morfosintáctica y sememotáctica, es decir, construcciones. Gracias a este caudal etimológico común, las lenguas románicas se prestan con mayor facilidad a comparaciones interlingísticas, donde, además de no pocas convergencias o congruencias totales, también se destacarían divergencias menos esperadas entre lenguas emparentadas y congruencias sorprendentes con idiomas no tan estrechamente emparantados como, por ejemplo, el alemán. Podemos postular que nuestros dos idiomas, el español y el alemán, también poseen elementos y estructuras/construcciones convergentes o, al menos, comparables, así como procedimientos comunicativos comparables, que se manifiestan en el uso que hacen los usuarios del repertorio de palabras simples, compuestas y complejas (incluyendo colocaciones, locuciones y fórmulas rutinarias), inventario disponible en la mente de los hablantes de los respectivos idiomas.
Sin pretender exhaustividad ni jerarquización de acuerdo a su importancia alegaremos a continuación las siguientes características genéricas comunes que garantizan la comparabilidad:
a) Cualquier lengua actúa como medio de comunicación privilegiado y asegura el funcionamiento normal de la interacción interindividual e interinstitucional, indispensable para la supervivencia de cualquier sociedad o comunidad lingüística y étnico-cultural. Y todo ello, gracias a la referencia o denotación factible de mundos, universos o dominios designativos, reales o ficticios, y a la estrecha e indisoluble correlación con la cognición.
b) Los usuarios de cualquier idioma aprovechan los órganos fisiológicos, el cerebro y, por ejemplo, el aparato articulatorio, para producir sonidos y cadenas de alófonos y descifrarlos por vía auditiva. Pensamos que nuestros dos idiomas, el alemán y el español, disponen de un plano de la expresión y un plano del contenido esencialmente comparables y que su descripción podría basarse en el modelo del potencial comunicativo de las unidades léxicas que reproduciremos en el gráfico 1.
Gráfico 1: El potencial comunicativo de las unidades léxicas
2.3. Los fonemas, como elementos mínimos diferenciadores de significado, constituyen —por combinaciones en parte idiosincrásicas— las unidades mínimas formales portadoras de significado: los morfemas. Estos últimos, con su carga denotativo-referencial y/o connotativo-valorativo-emotiva, socializada y convencionalizada, se combinan dando lugar a unidades léxicas/UL, generalmente polimorfemáticas. Estas UL en su combinatoria lineal oracional sintagmática, conforman oraciones, coactivan macroestructuras semánticas sintagmáticas y contribuyen a la isotopía y progresión temática de los discursos/ textos. En nuestra memoria, como parte de nuestro lexicón subjetivo, hemos interiorizado estas UL recurrentes y reproducibles en unión de su forma citativa material (cuerpo sígnico) junto con su(s) respectivo(s) significado(s) léxico(s)/ microestructura(s) semémica(s). Estos significados permiten coactivar configuraciones cognitivas de distinto tamaño y variada estructura interna, pues abarcan elementos del conocimiento enciclopédico, operacional y axiológico, que comparte la virtual totalidad de los miembros de una misma comunidad lingüística y para- (dia)cultural.
Las lenguas, como medios de comunicac...