Martín Rivas
eBook - ePub

Martín Rivas

  1. 390 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Martín Rivas

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Desde su inicio esta novela muestra su estilo realista y expone los conflictos de Martín Rivas, recién llegado a Santiago de Chile con la intención de abrirse mundo. A principios del mes de julio de 1850, atravesaba la puerta de la calle de una hermosa casa de Santiago un joven de veintidós a veintitrés años. Su traje y sus maneras estaban muy distantes de asemejarse a las maneras y al traje de nuestros elegantes de la capital. Todo en aquel joven revelaba al provinciano que viene por primera vez a Santiago. Sus pantalones negros embotinados por medio de anchas trabillas de becerro, a la usanza de los años de 1842 y 43; su levita de mangas cortas y angostas; su chaleco de raso negro con grandes picos abiertos, formando un ángulo agudo, cuya bisectriz era la línea que marca la tapa del pantalón; su sombrero de extraña forma y sus botines, abrochados sobre los tobillos por medio de cordones negros, componían un traje que recordaba antiguas modas, que solo los provincianos hacen ver de tiempo en tiempo por las calles de la capital. La trama de Martín Rivas es muy intrincada, contiene deseos, ambición, diferencias de clase, intrigas políticas y malentendidos que convierten su vida de Martín en una carrera épica por el reconocimiento social y el amor.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Martín Rivas de Alberto Blest Gana en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Literature y Classics. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Linkgua
Año
2014
ISBN
9788498974942
Edición
1
Categoría
Literature
Categoría
Classics

XL

Dejamos a doña Bernarda Cordero camino de su casa, después de oír de boca de don Dámaso la revelación del secreto que le ocultaba su hijo.
Durante la marcha, la irritación que esta noticia le había causado se aumentó, como era de figurarse. Destruía aquella revelación tan ambiciosas esperanzas, concebidas por causa de Amador, que, al verlas desvanecerse, su encono contra el que, engañándola, se las hiciera abrigar, crecía en proporción del prestigio que cualquiera esperanza adquiere cuando es perdida. Así fue que al entrar en su cuarto arrojó sobre una silla el mantón y llamó a su hija mayor con desabrida voz.
Adelaida se presentó al momento.
—¿Y tu hermano? —le preguntó doña Bernarda.
—En su cuarto estará —contestó la hija.
—Llámalo, tengo que hablar con ustedes.
Pocos instantes después llegaron a la pieza en que doña Bernarda esperaba Adelaida y Amador.
Doña Bernarda miró a su hijo con expresión de ira reconcentrada.
—Conque me has estado engañando, ¿no? —le dijo apoyando ambas manos en la cintura y con un singular movimiento de cabeza.
—¡Yo! ¿Por qué, pues? —contestó Amador, que, como todo el que vive con la conciencia vigilante por causa de alguna falta, sospechó al momento el significado de aquella pregunta, que le hizo palidecer.
—¡No sé, pues! Estaré tonta que hasta mis hijos me engañan. ¡Era lo que faltaba! Conque Adelaida está bien casada, ¿no?
—Pero, madre, ¿no le he estado diciendo estos días que ya todo estaba arreglado?
—¡Bonito el arreglo! ¡No hagáis otro y quedarais limpio! Arreglado, quedando nosotros como unos negros. ¿Con qué caras vamos a andar por la calle? Hasta los chiquillos nos señalarán con el dedo.
—¡Las cosas suyas! —dijo Amador confundido.
Doña Bernarda se exasperó con esta exclamación, que en su estado de irritabilidad creyó poco respetuosa. Ésta fue la señal para que, descargando sobre Amador y sobre Adelaida todo el peso de su furor, prorrumpiese en desatinadas maldiciones, horrorosos insultos y amenazas terribles, que la decencia nos impide transcribir. Adelaida, más tímida que Amador, creyó libertarse de aquella granizada de improperios que amenazaba degenerar en vías de hecho, dando con temblorosa voz esta disculpa:
—Yo no tuve la culpa, mamita.
A lo que Amador replicó en tono sarcástico:
—Sí, pues, la habré tenido yo. ¡No ve que era yo el que me iba a casar! Bueno, pues, yo no me ando con santos tapados.
—Y ¿quién es entonces? —exclamó doña Bernarda—. ¿No fuiste tú quien me vino a hablar del casamiento? ¿Para qué me engañaste? Algún interés tenías.
—¿Qué interés quiere que tuviese? ¡Esto sí que es bonito!
—¿Y cómo ésta dice que no tuvo la culpa? —preguntó doña Bernarda señalando a su hija.
—Sí, pues, porque ella lo dice ya fue cierto.
—En la carta dices que tú trajiste a un amigo vestido de padre.
—¿En qué carta?
—En la que escrebistes a don Dámaso.
—Así fue; pero yo no lo hice por mí, sino por Adelaida.
Doña Bernarda se volvió hacia ésta con la vista inflamada de cólera.
—Yo no tengo la culpa —repitió Adelaida en contestación a esa mirada.
—Eso es, pues, échame la culpa a mí ahora —dijo Amador picado y respondiendo a otra mirada de su madre.
Luego añadió:
—Si ella no tiene la culpa, pregúntele por qué lo hacía yo.
—A ver, responde, pues —dijo a Adelaida doña Bernarda.
—¿Por qué...? ¿Cómo sé yo? Tú me dijiste que me convenía.
—¡No ves! —exclamó doña Bernarda—, bien lo decía yo; tú solo tienes la culpa.
A su exclamación agregó la señora una nueva granizada de insultos dirigidos a su hijo, que solo pudo hacerla interrumpirse con estas palabras:
—Averigüe bien primero lo que pasa en su casa y no me insulte sin razón.
Adelaida dirigió una mirada suplicante, que Amador no pudo ver porque solo pensaba en calmar a su irritada madre.
—¿Qué pasa en mi casa? —preguntó ésta.
—Que le diga Adelaida si no fue por ella que yo lo hice. Nada le cuesta decir que no tiene la culpa; yo no tengo nada que tapar y ella sí que tiene.
Adelaida conoció el peligro en que estaba si su hermano seguía hablando y tomó la palabra para echar sobre ella toda la responsabilidad de lo acaecido; mas aquel recurso era tardío después que las sospechas de algún nuevo misterio entraron en el espíritu de la madre con lo que acababa de oír. En vano Adelaida juró que ella había incitado a su hermano solo por el deseo de casarse con un caballero, doña Bernarda repetía solo por contestación esta pregunta:
—Sí, pero algo tienes que tapar cuando éste lo dice.
Hubiéranse calmado las sospechas de doña Bernarda si Amador hubiese confirmado las aseveraciones de su hermana; pero se guardó bien de hacerlo...

Índice

  1. Créditos
  2. Presentación
  3. Al señor don Manuel Antonio Matta
  4. I
  5. II
  6. III
  7. IV
  8. V
  9. VI
  10. VII
  11. VIII
  12. IX
  13. X
  14. XI
  15. XII
  16. XIII
  17. XIV
  18. XV
  19. XVI
  20. XVII
  21. XVIII
  22. XIX
  23. XX
  24. XXI
  25. XXII
  26. XXIII
  27. XXIV
  28. XXV
  29. XXVI
  30. XXVII
  31. XXVIII
  32. XXIX
  33. XXX
  34. XXXI
  35. XXXII
  36. XXXIII
  37. XXXIV
  38. XXXV
  39. XXXVI
  40. XXXVII
  41. XXXVIII
  42. XXXIX
  43. XL
  44. XLI
  45. XLII
  46. XLIII
  47. XLIV
  48. XLV
  49. XLVI
  50. XLVII
  51. XLVIII
  52. XLIX
  53. L
  54. LI
  55. LII
  56. LIII
  57. LIV
  58. LV
  59. LVI
  60. LVII
  61. LVIII
  62. LIX
  63. LX
  64. LXI
  65. LXII
  66. LXIII
  67. LXIV
  68. LXV
  69. Libros a la carta