Filosofía de la educación
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Filosofía de la educación

Apuntes de su último seminario de doctorado

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Filosofía de la educación

Apuntes de su último seminario de doctorado

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-Símbolo y testimonio de una academia sin imposturas, una ciudadanía solidaria y una comunicación de doble vía, el profesor Guillermo Hoyos Vásquez no fue inferior al reto de pensar en un momento histórico como el nuestro, en el que no solo han hecho cris

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Información

Año
2014
ISBN
9789586652865
Parte I
Seminario Filosofía de la Educación
15-17 de septiembre de 2011
PRESENTACIÓN DEL SEMINARIO: UNA PERSPECTIVA DE «FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN»
Guillermo Hoyos: Pienso en la intuición con la que ustedes entraron al doctorado… Hay aquí una cosa muy interesante, y es que un doctorado de estos, precisamente, por ser un poco más concentrado, tiene la gran ventaja de que puede convocar gente de diversas ciudades. Es una experiencia muy polifacética la que ustedes traen, y en este momento este doctorado da la impresión de que cada oportunidad es una posibilidad de intercambiar experiencias muy diversas.
Precisamente, la iniciativa de montar este doctorado surgió porque algunos pensaron que debían dejar una serie de universidades sueltas, a pesar de que en Colombia hay una tradición de pedagogía y educación. Yo creo que este es el beneficio que tiene este doctorado al que yo estuve muy vinculado desde el inicio. Siempre he pensado que este doctorado debería tener la audacia de influir muy fuertemente en el sentido de la educación; la educación en Colombia no se la podemos seguir dejando a los que no les interesa, a los que les interesa únicamente la «ciencia», la «técnica», la «tecnología»; la «innovación» para la «productividad», la «competitividad», la «gobernabilidad». Las «ciencias sociales», los «procesos de formación», la «formación ciudadana», todas estas cosas, parecen dejadas a la mano invisible de Dios, y resulta que la «mano invisible de Dios» es el mercado: al mercado le interesa el ciudadano que cotiza, pero, más de eso, no.
Miren, a la hora de la verdad, en dos, tres, cuatro años de doctorado, es esta la última oportunidad que van a tener en su vida de leer los clásicos; olvídense de que van a volver a leer a Kant, Heidegger, Habermas... Una vez que ustedes estén en el trabajo —ya la mayoría de ustedes tienen experiencia de trabajo—, lo máximo que leerán es lo último que salió en Internet, y la última resolución del Ministerio de Educación. Entonces, este es el momento; aprovéchenlo para tener una formación sólida. Suerte que nuestros seminarios se pueden dar el lujo de ser ­inútiles, en el buen sentido de la palabra; clásicos... Normalmente, hay mucha gente que desprecia la estética y la literatura porque dicen que son muy teóricas, muy intelectuales; el que diga eso no necesita el doctorado. Uno, para trabajar directamente en cualquier cosa, lo que necesita es una especialización, y es directa; prepararse para lo que le va a tocar hacer ahí.
Saqué un doctorado un poco para entrar a la tradición de ese saber, para formarme en esa tradición con la garantía del trabajo en un autor, por ejemplo, la pedagogía de Kant, la «idea de Universidad» alemana de Humboldt; en eso uno se enfrasca cuatro o cinco años, aprovechando que tiene calma para hacerlo. Yo lo único que les puedo garantizar es que una formación sólida, en la tradición de Occidente o de Oriente, los capacita para comprender otra serie de tradiciones, otras escuelas. A mi maestro en Alemania, recuerdo que en un momento le preguntaba: «bueno, a la hora de la verdad, uno aquí gasta seis años estudiando la fenomenología de Althusser, y entonces, ¿eso para qué?». Es decir, yo sí les garantizo que si ustedes se enfrentan —y entienden— la fenomenología de Althusser, ustedes por analogía, el día que se enfrenten a Heidegger, o a Kant, o a Aristóteles, o a Platón, los van a entender, los van a comprender.
Yo sé que hay posiciones un poco más eclécticas, que piensan que si uno, durante el doctorado, no ha visto hasta el último ángulo de los estudios culturales, queda mal formado. Hay gente que lo defiende; yo, personalmente, nunca simpaticé con esto.
Dentro de eso, pues yo soy filósofo y creo que me ha ido bien como educador. Entonces, voy a tratar, en estos dos o tres ciclos que tenemos, de tocar temas de «filosofía de la educación» y tocarlos, naturalmente, desde la perspectiva filosófica que conozco.
En este primer ciclo voy a tratar de familiarizarlos con la «teoría de la acción comunicativa» de Jürgen Habermas. Me interesa que ya, en la primera sesión, ustedes conozcan esa perspectiva, que yo la he caracterizado normalmente como la posibilidad de tener una «teoría discursiva de la educación». A la hora de la verdad, educación es «comunicación». Todo es, a la hora de la verdad, «actos de habla» y depende mucho de la utilización del lenguaje. Entonces, educación es «comunicación» y yo doy un paso más tratando de mostrar —y eso lo hace Habermas, que es el gran teórico; sí, «el gran teórico de la democracia», podríamos decir— que «comunicación» es «competencia ciudadana», es «mayoría de edad». Entonces, yo pienso que, precisamente, el proceso educativo, hasta su fase de educación superior, tiene que enfrentarse con la formación de ciudadanos.
De manera que, desafortunadamente, en la educación nos dejamos echar el cuento de que el modelo weberiano era perfecto. La vocación del científico, un librito de Max Weber, «La educación del político», otro proyectico de Max Weber, y casi que yo me imagino a Max Weber con sus alumnos, diciéndoles: «Señores, hasta las seis de la tarde es la vocación del científico; el que quiera darle a la política, lo espero a las seis en el Parlamento bávaro».
Yo creo que la educación colombiana tiene una responsabilidad sumamente grande de formar ciudadanos. Yo no voy a decir que los ciudadanos tienen que ser algo determinado. No; yo lo que voy a decir es que la educación ciudadana es educación en cultura política. «Cultura política» no es lo mismo que hacer política; «cultura política» es comprender la cuestión del «Estado de derecho», la cuestión de las «instituciones», qué significa «sociedad civil», qué es lo que constituye a los «ciudadanos», qué es esto de la «democracia». Porque nosotros nos dejamos, durante ocho años, adjetivar la democracia; la democracia ya no fue «sustantivo», fue «adjetivo».
La perspectiva mía en estos dos o tres ciclos que trabajo sí es una perspectiva de «filosofía de la educación». Y yo quiero saber qué preconcepto tienen de «filosofía de la educación» para saber dónde empiezo; si tengo que empezar desde cero, no hay ningún problema, empezamos desde Sócrates. Pero, si ya hay algo, podemos ir profundizando. Algo enriquecedor —y fácil, a la hora de la verdad—, es meterse en un clásico y desentrañarlo hasta que ustedes sean capaces de establecer cuál es su idea de educación.
Prohibido «definir», se puede «caracterizar». La ventaja de la caracterización es que da la posibilidad de que otro le añada una notica más, un elementico más, porque si ustedes definen —«definir» es limitar—, ya estamos perdidos. Ahora, tienen que caer en cuenta de que estamos en la minoría. La mayoría cree que esto no sirve para eso. Esto es «capitalismo cognitivo», esto es «Producto Interno Bruto», esto es «inversión en educación»; es decir, el «capital humano»: esto es «ciencia», «tecnología», «sociedad», «innovación» para la «competitividad», la «productividad». Entonces, no crean que hay muchos que están de acuerdo con que la educación es para formar ciudadanos; la educación es para aumentar la «competitividad». De manera que tienen que partir del principio de que somos minoría.
Existe un librito muy sencillo de Schiller, el autor del «Himno de la alegría» de la Novena Sinfonía de Beethoven. Él tiene un librito muy bello que se llama Cartas sobre la educación estética del hombre. Lean ese librito antes de que se arrepientan de seguir en esto del doctorado; una vez lo hayan leído, no creo que se vayan a arrepentir.
Hay un texto de Kant que es imprescindible, se llama La religión dentro de los límites de la mera razón. Un texto como este sirve un poco para defender a los ciudadanos de los fanáticos religiosos, de toda esta godarria.
Todo eso hay que decirlo después de que uno ha dado la batalla por una concepción de «ciencia» y «tecnología», partiendo de la comprensión de la sociedad, y no simplemente «ciencia», «tecnología» e «innovación» en la linealidad del primer mundo; o, si se quiere, en la linealidad de la sociedad del conocimiento de la «competitividad», de «capitalismo político», toda esta cosa que critica Boaventura de Sousa Santos.
El tema de las TIC es muy importante si uno lo toma como referente; como «acción instrumental», a partir de una concepción de educación, que ojalá no fuera únicamente TIC.
LA «COMUNICACIÓN» COMO «CAMBIO DE PARADIGMA»
Guillermo Hoyos: Habermas, los dos volúmenes de su Teoría de la acción comunicativa van a ser una constante en este curso. La filosofía de la conciencia es un poco la que ustedes han estudiado; «teoría crítica del conocimiento», «epistemología», la «fuerza de la reflexión», algo muy distinto a la «teoría de la acción comunicativa». Teoría de la acción comunicativa son los dos tomos, 1 200 páginas, de las cuales 196 páginas son la introducción. La introducción va a tener cinco subcapítulos, uno que es «introducción a la introducción» y tiene un «prefacio» —que podríamos pensarlo como una primera parte—, pero inmediatamente empieza a enumerar cuatro partes de la introducción. En un articulito, que es mi ensayo en los ochenta años de Habermas —en 2009—, recojo una serie de ensayos de esta índole. Esto es lo que vamos a tratar de ver: caracterizar la filosofía después del «cambio de paradigma». El cambio de paradigma se llama: «de la filosofía de la conciencia y de la reflexión a la “teoría del actuar comunicacional”»; es ver si nosotros podemos hacer filosofía y teoría social a partir de «actos de habla», a partir de la comunicación, en lugar de «a partir de la reflexión». En el «cambio de paradigma» tendríamos que pensar en el aula de clase, que es donde estamos en acciones/comunicaciones. La introducción consta de cuatro partes; si me haces el gran favor y me lees el primer subtítulo...
Estudiante 1: «Accesos a la problemática de la racionalidad» y, segundo, «Algunas características de la comprensión mítica y de la comprensión moderna del mundo».
Guillermo Hoyos: Ese es. Tercero…
Estudiante 1: «Relaciones con el mundo y aspectos de la racionalidad de la acción en cuatro conceptos sociológicos de acción…».
Guillermo Hoyos: «Cuatro conceptos sociológicos de acción». Y, ¿el cuarto?
Estudiante 1: El cuarto es «La problemática de la comprensión en las ciencias sociales».
Guillermo Hoyos: Muy bien. Entonces, esa es la introducción al «cambio del paradigma» y la filosofía y las ciencias sociales, concebidas ahora desde el «actuar comunicacional». Vamos a hablar de cuatro capítulos.
Estudiante 1: «“Racionalidad”: una determinación preliminar del concepto».
Guillermo Hoyos: O sea, señores, ¿qué vamos a entender por «racional», por «razonable», comunicando? Cuando tú estás en la Gran Asamblea, en el Gran Paro, paro indefinido… yo tengo que hacer un esfuerzo por «comprender» lo que ella me está diciendo. Y Habermas nos va a mostrar que conversando, comunicando, dialogando, yo puedo acceder a «lo racional» y «lo razonable». Habermas dice: «¿eso cómo se logra?»; comunicando. Eso es el primero; entonces nosotros vamos a tratar de ver cómo comunicando ejercemos la razón.
Punto dos.
Estudiante 1:«Algunas consideraciones de la comprensión mítica y de la comprensión moderna del mundo».
Guillermo Hoyos: Muy bien. Entonces, podríamos decir que el primer capítulo de la introducción —que tiene cuatro subcapítulos— aborda, en general, las posibilidades de ser «racionales» y «razonables», dialogando, discutiendo, debatiendo, etcétera. Y ahí Habermas dice: «toda ciencia social que se respete —por tanto la pedagogía— tiene tres componentes: primer componente, un componente histórico; segundo componente, un componente teórico; tercer componente, un componente metodológico». Esos tres componentes, en la introducción, van a ser el numeral dos: «componente histórico». Léelo.
Estudiante 1: «Algunas características de la comprensión mítica y de la comprensión moderna del mundo».
Guillermo Hoyos: ¡Eso es historia! Es decir, la revolución histórica de la modernidad es el paso de una comprensión mítica del mundo a una comprensión moderna del mundo, que Habermas va a llamar la «sociedad abierta». La «sociedad mítica» es «cerrada»; todo tiene que ver con todo y viceversa. Y él se va a apoyar en Godelier, en Malinowski —ahí está Malinowski ya—, Lévi-Strauss, para caracterizar la «sociedad mítica»; no estamos haciendo ninguna valoración moral, estamos hablando de las sociedades premodernas, del Medioevo, donde todo era Dios; el matrimonio tenía que ver con Dios, y la riqueza tenía que ver con Dios, y el mercado tenía que ver con Dios, todo. Ahora, en el momento en que se van los dioses —«los dioses nos aman tanto que nos dejan ser», dice Hölderlin— es el hombre moderno el que abre el mundo; la ciudadanía, la «modernidad», eso lo vamos a estudiar muy detenidamente. Segundo elemento —primero un elemento histórico—, un elemento teórico.
Número tres.
Estudiante 1: «Relaciones con el mundo y aspectos de la racionalidad de la acción en cuatro conceptos sociológicos de acción».
Guillermo Hoyos: «Racionalidad de la acción en cuatro conceptos sociológicos de acción», que son —los anticipo de una vez—: «acción teleológica», orientada por fines; los fines orientan los medios —«medios» y «fines»: Max Weber—, y por eso el segundo capítulo va a ser «Max Weber» —el tercer capítulo va a ser Durkheim, etcétera—. Segundo: «acción orientada por normas», de manera que el proceso de elecciones presupone unos candidatos que se inscriben previamente. Tercero: «acción dramatúrgica», que es la «acción» que me permite representar públicamente lo que yo estoy pensando. O sea, me permite abrirme públicamente —esas son las humanidades y las artes—. ¿Y cuáles son los tres mundos? «Mundo objetivo» —«ciencias duras»—, «mundo social» —«ciencias blandas»—, «mundo subjetivo» —humanidades y artes—. «Componente histórico»: del mito al mundo moderno; «componente teórico», cuatro tipos de acción: «acción teleológica», «acción orientada por normas», «acción dramatúrgica», «acción comunicativa». Tercer componente: «metodológico». ¿Cómo se titula el cuarto subcapítulo?
Estudiante 1: «La problemática de la comprensión en las ciencias sociales».
Guillermo Hoyos: Claro: la metodología de las ciencias sociales no es la «causalidad», es la «comprensión del sentir», y ese capítulo va a estar dedicado a dialogar con Georg Gadamer —con la hermenéutica gadameriana, que es la hermenéutica de la comprensión—. Bueno, entonces, ¿nosotros qué vamos a hacer? Yo voy a rasguñar unos textos centrales de esas doscientas páginas, lugares que quiero resaltar para su lectura de esas doscientas páginas.
El libro comienza con esta caracterización de la filosofía, una caracterización de la filosofía, distanciada… ¿De qué trata la filosofía? Acerca de la «racionalidad» —de las «opiniones» y de las «acciones»—, es un tema que tradicionalmente se ha venido tratando en filosofía. ¿Quién me explica esa frase? Yo les digo una cosa: «por favor, no se preocupen todavía por el proyecto de doctorado», porque si ustedes hacen el proyecto sin haber leído, les queda un proyecto que después ya no pueden realizar. Entonces, lo primero que hay que descubrir es el problema, no se aflijan; tírense uno, dos años, leyendo bien rico, lo que quieran leer, lo que les va cayendo en la mano. Y si en algún momento se distraen y dicen: «no, yo quiero leer, de todas maneras, otra vez El nombre de la rosa», léanlo tranquilos y no se aflijan por si eso sirve o no sirve para el proyecto de tesis. Mejor dicho, no gasten cinco, seis años, con un proyecto de tesis. Lean, lean tranquilos, que yo les garantizo que ya encontrarán cuál es el problema y ya encontrarán el proyecto de tesis. Pero bueno, esa es la posición mía; esperamos que el doctorado sepa responder a eso de alguna manera. Entonces, hay que saber leer, hay que aprender a leer y por eso estamos leyendo.
O sea, ¿hay acciones que son racionales y acciones que no son racionales? Una acción puede ser «racional», si tengo razones para hacerla; pero resulta que esas razones de pronto no son compartidas, y una acción puede ser «no racional». Yo frente a paros indefinidos soy un poco crítico, porque pienso que un paro indefinido no es «razonable»; ¿ustedes se dan cuenta de que ya estoy introduciendo el término «racional»/«razonable»? Yo quiero aquí introducirlo, desafortunadamente Habermas, en los años ochenta, no lo distingue muy explícitamente. Yo creo que la distinción del término se la debemos a John Rawls y su Liberalismo político, de una vez apúntenlo por ahí, para que el día que encuentren este libro lo compren de una vez, y se apoderen de él, porque es un libro obligatorio de leer, hoy en día, para tener «cultura política».
Pues bien, John Rawls, en Liberalismo político, hace la siguiente distinción, que me parece muy importante para todo lo que estamos conversando: «cada persona humana, cada uno de nosotros, tiene su proyecto de vida, su plan de vida». Entonces, cada quien tiene su programa de vida, hay uno que tiene su programa de vida y es ser un gran financista, muy bien; otro que tiene su programa de vida y es ser un gran líder político, fantástico; otro tiene su programa de vida y es ser un buen profesor universitario, muy bien; ser un buen profesor de secundaria, muy bien; «bueno, es una persona sin ambiciones», ¿cómo que sin ambiciones?, quiere ser un gran profesor de bachillerato, formar generaciones de generaciones. Y bueno, cada quien tiene… y el mahometano tiene su programa de vida, y el católico, y el Opus Dei, y el librepensador… Afortunadamente ya no hay dioses; bueno, sí los hay, pero afortunadamente ya hay varios, hay diversas iglesias —ya uno no tiene que, simplemente, oír al papa, que es lo que dicen que tienen que hacer los católicos—. Pero, resulta que en la sociedad contemporánea es cada vez más explícito que hay judíos, hay protestantes, hay librepensadores, masones, hay Opus Dei, hay islamistas, hay afrocolombianos, hay aborígenes. Hay capitalistas, hay neoliberales, hay utilitaristas; hay gente que dice: «mire, yo no me voy a tirar la vida simplemente tratando de ser un gran banquero», etcétera. «Profesor, ¿y cuál es el mejor?». Para cada uno lo suyo. «¿Y qué es “lo racional”?», pues «lo racional» es que cada uno obre de acuerdo con su plan de vida, eso es «lo racional».
Pero, resulta que cuando yo voy a obrar, me puedo cruzar con el plan de vida del vecino. De manera que el plan de vida del movimiento estudiantil es «paro indefinido», y el plan de vida del rector de la universidad es triunfar políticamente. Y, por tanto, no puede darse el lujo de que los muchachos le cierren su universidad, ento...

Índice

  1. Portada
  2. Título
  3. Derechos de autor
  4. El último seminario de Guillermo Hoyos, Por Julián Serna Arango
  5. Guillermo Hoyos: un perfil filosófico-político, Por Carlos Rincón
  6. Parte I
  7. Parte II