Jóvenes, culturas y poderes
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-Por dónde pasan hoy la(s) agencia juvenil(es), la elaboración y articulación de afirmaciones en torno a un -yo joven-, en contextos cada vez más precarizados y desinstitucionalizados? -Cuál es su capital político, su horizonte biográfico, su opción de es

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Información

Año
2011
ISBN
9789586653176
Categoría
Social Sciences
Categoría
Social Theory
Capítulo III
LO PÚBLICO COMO ESPACIO DE LO COMÚN AMPLIADO: SIGNIFICADOS Y PRÁCTICAS DE ORGANIZACIONES Y REDES JUVENILES EN COLOMBIA1
Victoria Eugenia Pinilla S.
y Nelvia Victoria Lugo A.
INTRODUCCIÓN
Desde el año 2007, la Organización Iberoamericana de Juventud, en colaboración con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo y el Consejo de la Juventud de España, ha venido impulsando la realización de estudios regionales en América Latina que permitan avanzar en el conocimiento de las formas de organización juvenil de la región y favorecer el diseño de líneas de acción tendientes a brindarles visibilidad, importancia e incidencia en los asuntos públicos. Es así como en el 2007 se realizaron estudios en Centroamérica (Guatemala, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Panamá) y en el Cono Sur (Chile, Argentina y Paraguay).
A comienzos del 2008 se inicia el estudio “Asociacionismo juvenil en la Región Andina: situación, desafíos y propuestas”, en los países de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y la República Bolivariana de Venezuela, cuya intención, como se plantea en el informe regional, fue
[…] coadyuvar a mejorar y ampliar las competencias de las organizaciones juveniles, mejorar los criterios en el diseño de políticas públicas a partir de la construcción de ciudadanía, y enriquecer las herramientas para recrear y ampliar la interacción entre los actores sociales. (Organización Iberoamericana de Juventud, 2009, p. 19)
El estudio andino reconoce el distanciamiento que los jóvenes y las jóvenes han mostrado de las formas políticas tradicionales de participación, y el consecuente surgimiento de nuevas formas de participación política, las cuales deben enfrentar situaciones de falta de visibilidad, inexistencia de marcos normativos que formalicen las organizaciones, dificultades para establecer acuerdos y consensos con las instituciones públicas y deficientes estrategias para promover la participación real de los sujetos jóvenes en los asuntos públicos.
Por tanto, un desafío del estudio andino consistió en reconocer las formas de organización que interactúan en el espacio público, y sus pautas de relación. Se planteó como necesario estudiar las formas de organización juvenil, porque demuestran una trayectoria, naturaleza y particularidades que escapan a los análisis teóricos y metodológicos tradicionales.
Existen múltiples manifestaciones de organización juvenil que, desde diversos perfiles, buscan tener injerencia en los asuntos públicos de su comunidad, región o país. Su impronta transita por temas variados y específicos como derechos humanos, preservación del medio ambiente, derechos de salud sexual y reproductiva, fomento de la cultura de la paz, derechos de los pueblos indígenas y afrodescendientes, promoción de la democracia, respeto al voto, derechos de la mujer, entre otros. (Organización Iberoamericana de Juventud, 2009, p. 37)
También se reconoce que algunas organizaciones juveniles pueden ser fugaces, virtuales, informales, o no pretender una adscripción identitaria, sin que por ello no tengan una incidencia en lo público.
A partir de estos supuestos, el estudio andino se propuso: a) caracterizar los actores y factores que a nivel del contexto nacional de cada país inciden, favorable o desfavorablemente, en la situación actual del tejido asociativo juvenil; b) identificar y caracterizar algunas redes de organización juvenil existentes en cada país incluido en el estudio, enfatizando en su estructuración, dinamismo y proyección hacia la sociedad; c) proponer acciones concretas orientadas al fortalecimiento del tejido asociativo juvenil en los países de la región, tomando en cuenta los diversos actores y las condiciones particulares de cada país.
En el presente documento pretendemos mostrar los hallazgos de la categoría “Incidencia en lo público”, de la investigación realizada en Colombia, en el marco del estudio de la Región Andina. Los propósitos y metodologías fueron comunes, aunque cada país tuvo la libertad de insertar algunas variaciones en el marco teórico de referencia y en la metodología, de acuerdo con sus características de contexto, las cuales exponemos brevemente a continuación.
Los datos suministrados por la Cepal (2004) y Colombia Joven (2004) muestran un panorama complejo para los individuos jóvenes colombianos: exclusión y marginalidad con altas tasas de desempleo, niveles elevados de deserción escolar, incremento de la pobreza, aumento de la migración interna y externa, posibilidades deficientes de integración social en detrimento del ejercicio de derechos ciudadanos, asunción obligada de roles adultos y limitadas opciones de acceso a la educación superior. Los jóvenes y las jóvenes de Colombia son hijos e hijas de una sociedad que limita sus oportunidades, su inclusión social y sus posibilidades de educarse, trabajar, cuidarse y expresarse. El contexto de conflicto y pobreza que sufre Colombia ha restringido las posibilidades de participación y de movilización social de los sujetos jóvenes.
La población juvenil colombiana vive en un contexto sociopolítico e histórico marcado por las múltiples violencias y específicamente por la presencia del narcotráfico y del conflicto armado de más larga tradición en América Latina; esto ha traído como consecuencia, entre otras muchas cosas, el incremento de muertes de hombres jóvenes, más por efecto de la violencia que por otras causas. Asimismo, se estima que de cada diez personas vinculadas a los grupos guerrilleros y paramilitares, siete tienen entre 14 y 26 años, dos son niños o niñas y solo uno cuenta con más de 26 años (Humans Rigths Watch, 2003; Cejil, 2007).
A partir de la vinculación de los jóvenes y las jóvenes a los procesos de violencia en el país, se han creado visiones contradictorias y estereotipadas, entre las que prevalecen las que ven a los sujetos jóvenes como un peligro social. Esta noción favorece reacciones autoritarias y coercitivas que intentan someter a los jóvenes y a las jóvenes al orden social establecido.
A pesar de este contexto social, hay en la actualidad evidencia de un creciente número de organizaciones juveniles que ponen en el escenario de lo público a los individuos jóvenes organizados como actores colectivos (Márquez, 2005; Henao, Pinilla y Ocampo, 2008). Sus acciones dan cuenta de un proceso naciente de movilización social que se está generando, por un lado, frente a las condiciones de pobreza, marginación y exclusión social en las que viven los jóvenes, y por otro, ante un Estado debilitado a causa de la degradación del conflicto armado, de una progresiva corrupción administrativa y de la pérdida de credibilidad de la sociedad civil en la política tradicional.
Este fenómeno se explica también a partir del cambio en las dinámicas de poder social, pues se han generado unas nuevas relaciones que se expresan a través de los movimientos sociales y la acción colectiva. La transformación de las relaciones de poder se inicia en acciones de resistencia que responden a luchas contra formas de poder institucionalizado, en especial el poder del Estado, que es percibido como ente de acciones aisladas que ignora las necesidades de la comunidad, y que está matizado por corrupción y clientelismo (Foucault, 1983).
Las organizaciones juveniles comienzan a abrirse un espacio de participación, también a partir de las políticas de juventud que el país ha venido construyendo en los últimos 15 años, gracias al reconocimiento de los jóvenes y las jóvenes como sujetos de derechos que hizo la nueva Constitución Política de Colombia (1991). Entre 1992 y 1995, se discutieron y aprobaron diversas Políticas Nacionales de Juventud, y en 1997 se expidió la Ley 375 o Ley de la Juventud, que logra avanzar en la inclusión de la juventud en la agenda de la política social. Los impactos más claros de la Ley son la creación de los Consejos Municipales de Juventud y la formulación de políticas, planes y programas de juventud a nivel regional y local.
Si bien se ha abierto la posibilidad de participación en lo público a través de los Consejos Municipales y Departamentales, los jóvenes y las jóvenes han cuestionado la capacidad real de acción de dichos Consejos debido a diversas limitaciones de tipo legal, presupuestal y de control adulto. Colombia actualmente cuenta con una Política Nacional de Juventud 2005, un Plan Decenal de Juventud 2005-2015 y una Ley de Infancia y Adolescencia 1098 (2006), lo que ha incorporado el asunto juvenil a la agenda pública; y aún los individuos jóvenes conservan la esperanza de que se materialicen las propuestas en oportunidades reales de participación y desarrollo.
Otro aspecto que se ha observado en Colombia, en los últimos años, es un creciente interés por el tema de la participación juvenil en escenarios académicos, organizaciones no gubernamentales y organismos de cooperación internacional. Esto se ha hecho visible en el incremento de trabajos investigativos y experiencias de apoyo a las formas de organización juvenil, aunque siguen siendo insuficientes. Aparecen reportadas en la literatura investigaciones relacionadas con las formas de organización y gestión juvenil, sus manifestaciones en lo público, lo estético, lo político y lo cultural, la comunicación que se establece en su interior y su emergencia como referente para la construcción de identidad de los sujetos jóvenes.
Se ha destacado en algunos estudios realizados en Colombia que la organización juvenil es un espacio de formación, crecimiento personal, socialización y proyección comunitaria de los jóvenes y las jóvenes (Corporación Paisajoven et al., 2005). La organización juvenil es un escenario para la socialización de vivencias y conocimientos en donde circulan diversos sentidos y formas de pensar, habitar, actuar e interpretar su realidad. Dicha organización les permite a los jóvenes y a las jóvenes posicionarse en el entramado de las relaciones sociales; les brinda la oportunidad de compartir sus iniciativas, experiencias personales y vivencias, traducidas en sus propias narrativas: es un espacio de pertenencia y referente de identificación.
El vínculo afectivo se destaca como el elemento fundamental en los procesos de organización y movilización juvenil. La amistad y la lealtad son por excelencia los valores más apreciados para la conformación y afianzamiento en estos colectivos; generan un clima de confianza y posibilitan relaciones cargadas de sinceridad, confiabilidad y confidencialidad entre los miembros que están asociados (Delgado, 2005, 2007).
Las organizaciones se configuran desde la vinculación y movilización de sus integrantes en torno a objetivos comunes, sean estos de tipo afectivo, económico o político. Resulta importante precisar que, si bien los jóvenes y las jóvenes se organizan, no todos los grupos se configuran con el propósito de incidir en lo público. Desde esta perspectiva se identifican dos tipos de grupos: el primero, las organizaciones conformadas por individuos que comparten características comunes, tienen conciencia de su pertenencia al grupo, diferenciación de roles y, por tanto, estructura específica, lo que permite una regulación interna del comportamiento; su principal interés es la transformación de las condiciones sociales o culturales de su contexto. Y el segundo, las tribus urbanas, configuradas a partir de las condiciones sociales y culturales que potencian colectivos desde el hecho de estar juntos, sin fines políticos (Maffesoli, 2004).
El presente estudio lo centramos en organizaciones juveniles, definidas como todas aquellas asociaciones integradas por la voluntad de sus miembros, jóvenes entre 15 y 29 años, que tienen objetivos y proyectan acciones en relación con asuntos de interés público —que pueden ser locales, regionales, nacionales o globales— y se interesan por temas que abarcan desde los derechos humanos hasta el medio ambiente. En este tipo de formas de organización juvenil, los miembros no necesariamente tienen afinidades culturales, como en el caso de las tribus urbanas. Su punto de convergencia es incidir en los asuntos públicos —modificar una situación preexistente— y su interés puede no estar contenido en propósitos estrictamente políticos.
Los objetivos que tienen algunas organizaciones juveniles en Colombia —según estudios realizados— son: participar en espacios de decisión, promover el desarrollo sociocultural de la comunidad (Corporación Paisajoven et al., 2005) y recrear el espacio público barrial y comunitario mediante la resolución de aspectos concretos (Urán Arenas, 2000). Así, las organizaciones juveniles tienen como uno de sus referentes centrales de acción la participación comunitaria, desde la perspectiva del desarrollo y la integración socio-cultural. Hoy, dichas organizaciones asumen la participación como posibilidad de modificar los contextos locales de los que hacen parte, teniendo como objetivo la solución de problemas concretos de la realidad local, más que la búsqueda por alcanzar un cambio social generalizado o el desarrollo de grandes utopías (Escobar y Mendoza, 2003); tienen una percepción de futuro eminentemente pragmática (Urán Arenas, 2000).
Según algunos investigadores e investigadoras, las organizaciones juveniles en Colombia se caracterizan por ser espontáneas, voluntarias, autónomas y pluralistas-no excluyentes (Mejía et al., 1994); se desarrollan en espacios y organizaciones informales, poco estructurados, más horizontales, como son los grupos de amigos y amigas, el agrupamiento en torno a iniciativas artísticas, estéticas, musicales, muchas de ellas con vocación de incidencia en lo público pero de manera localizada (Márquez, 2005). Se concluye que las organizaciones juveniles han encontrado en la cultura un medio para llevar a cabo el ejercicio de la participación, la acción política, la presentación de iniciativas y las inconformidades (Delgado, 2005, 2007).
Como puede observarse, estas organizaciones son un ejemplo de acción colectiva y de acción política, pues el objetivo de la conformación del grupo es transformar las dinámicas de poder institucionalizadas, a través de un proceso de reflexión que se consolida en acción y discurso.
Para Arendt (1997, p. 45) la política es el “estar juntos y los unos con los otros de los diversos”; relación que se establece en un entre y que...

Índice

  1. Portada
  2. Título
  3. Derechos de autor
  4. Presentación. LA TRAYECTORIA DEL GRUPO DE INVESTIGACIÓN “JÓVENES, CULTURAS Y PODERES” Germán Muñoz González
  5. Capítulo I. EL CONCEPTO DE GENERACIÓN EN LAS TEORÍAS SOBRE LA JUVENTUD Carmen Leccardi y Carles Feixa
  6. Capítulo II. LA RELACIÓN DE LOS JÓVENES Y LAS JÓVENES CON LA CULTURA Y EL PODER Germán Muñoz González
  7. Capítulo III. LO PÚBLICO COMO ESPACIO DE LO COMÚN AMPLIADO: SIGNIFICADOS Y PRÁCTICAS DE ORGANIZACIONES Y REDES JUVENILES EN COLOMBIA Victoria Eugenia Pinilla S. y Nelvia Victoria Lugo A.
  8. Capítulo IV. LA CONFIGURACIÓN DE LAS PRÁCTICAS POLÍTICAS EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS José Rubén Castillo García
  9. Capítulo V. IMAGINARIOS DE JUVENTUD Y CIUDAD EN MAESTRAS Y MAESTROS DE LA CIUDAD DE POPAYÁN Deibar René Hurtado Herrera y María Andrea Simmonds Tabbert
  10. Capítulo VI. ADSCRIPCIONES IDENTITARIAS DE JÓVENES COMO HORIZONTE DE SENTIDO DE DINÁMICAS CONFLICTIVAS JUVENILES Diego Alejandro Muñoz Gaviria y Luis Alfredo García
  11. Capítulo VII. LA CONDICIÓN JUVENIL: OPCIONES METODOLÓGICAS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UN OBJETO DE CONOCIMIENTO Juan Manuel Castellanos Obregón
  12. Capítulo VIII. SUBJETIVIDAD, POLÍTICA Y MULTITUD: TRES REFERENTES PARA ABORDAR LA JUVENTUD Jorge Eliécer Martínez P.
  13. Capítulo IX. FORMAS ASOCIATIVAS JUVENILES: APUNTES PARA UN TRABAJO ETNOGRÁFICO René Unda L.
  14. AUTORES