La categoría teológica Signos de los Tiempos
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Es habitual en los ambientes teológicos y pastorales la llamada a discernir los signos de los tiempos. Desde el Concilio Vaticano II y hasta nuestros días, mucho se habla de ellos. El texto que presentamos se dedica al estudio de esta categoría teológica. Intenta responder a preguntas, tales como: ¿Qué entiende la Iglesia por signos de los tiempos? ¿Cuáles son los orígenes de la expresión signos de los tiempos? ¿Cómo la ha usado la teología católica y especialmente América Latina? ¿Cuáles son los criterios que permiten su discernimiento? Se trata no sólo de un estudio que hace un recorrido histórico de esta categoría, sino también, de un análisis teológico que permita su discernimiento.

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Información

Año
2015
ISBN
9789586318563
Categoría
Religión

CAPÍTULO I

ORIGEN DE LA CATEGORÍA SIGNOS DE LOS TIEMPOS

MÁS AÚN, SIGUIENDO LOS CONSEJOS DE CRISTO EL SEÑOR QUE NOS EXHORTA A RECONOCER LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS (MT 16,3), EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS TAN SOMBRÍAS, PERCIBIMOS NUMEROSOS INDICIOS QUE PARECEN AUSPICIAR UN TIEMPO MEJOR PARA LA HUMANIDAD Y PARA LA IGLESIA.

Antecedentes: Los Signos de los Tiempos en el magisterio de Juan XXIII y Pablo VI

La categoría Signos de los Tiempos alcanzó su visibilidad teológica de la mano del Concilio Vaticano II. Sin embargo, podríamos incluir como uno de sus antecedentes más próximos su uso en las publicaciones de la revista La Vie Intellectuelle dirigida por los dominicos franceses, la cual desde 1949 incluyó una sección titulada “Les signes du temps” destinada a recoger y comentar los hechos significativos de cada mes a la luz del Evangelio. Por otra parte, el Papa Pío XII la usó en dos mensajes transmitidos por radio fechados el 24 de diciembre de 1947 y el 21 de abril de 19571, respectivamente. Sin embargo, fue Juan XXIII quien al emplearla en la convocatoria del Concilio Vaticano II le dio notoriedad magisterial a la categoría Signos de los Tiempos2:
Más aún, siguiendo los consejos de Cristo el Señor que nos exhorta a reconocer los Signos de los Tiempos (Mt 16,3), en medio de las tinieblas tan sombrías, percibimos numerosos indicios que parecen auspiciar un tiempo mejor para la humanidad y para la Iglesia3 (HS, n. 6).
Con estas palabras programáticas de Juan XXIII los Signos de los Tiempos aparecen como acontecimientos característicos de una época que son esperanzadores y positivos. Cabe hacer notar, que para ello cita explícitamente su inspiración bíblica en Mateo 16, 3.
Algunos años después, el mismo Papa Juan XXIII en su encíclica Pacem in Terris (PT) del 11 de abril de 1963, dedicada a la fundamentación de la paz mundial en el respeto a los derechos humanos y al orden establecido por Dios, utilizó una variante, hablando de “notas (características) que distinguen a nuestra época” (PT, n. 267)4, dentro de las que destaca por ejemplo: la emancipación de las clases trabajadoras, el reconocimiento del lugar de la mujer en la vida pública, la emancipación de los pueblos sometidos a régimen colonial y la conciencia mundialmente expandida de la igual dignidad de todos los hombres basada en su naturaleza humana5. Al respecto, el teólogo M.D. Chenú, comentando el hecho de que Pacem in Terris no contenga en el original latino la expresión Signos de los Tiempos, destaca que:
… la idea se halla presente hasta tal punto que preside todo el dispositivo de la Encíclica, cada una de cuyas tres partes concluye con un análisis de los rasgos que caracterizan nuestra época, y que son como otros tantos síntomas de la gracia divina, de la presencia de la Iglesia en el mundo. (Chenú, 1970, p. 255)6
Una interpretación similar da Y. Congar:
Con la Encíclica de Juan XXIII Pacem in Terris, al menos en su versión pero especialmente con el Concilio y su Esquema XIII, Gaudium et Spes, la noción de Signos de los Tiempos, se ha implantado claramente en la conciencia que la Iglesia tiene de sí misma en su relación con un mundo que es historia al mismo tiempo que naturaleza. (Congar, 1983, p. 238)
Chenú también comenta que estas características de la época o los Signos de los Tiempos actuales a que hace referencia Juan XXIII, servirán de principio y de maqueta a la comisión conciliar para establecer el proyecto de un texto sobre la misión pastoral de la Iglesia en el mundo (Chenú, 1970, p. 255).
Continuando con el camino abierto por Juan XXIII, el Papa Pablo VI recogió en su primera encíclica una expresión similar al hablar de: “señales de nuestro tiempo”. En efecto, en Eclesiam Suam (ES) del 6 de agosto de 1964 nos dice:
La palabra, hoy ya famosa, de nuestro venerable predecesor Juan XXIII, de feliz memoria, la palabra “aggiornamento”, nos la tendremos siempre presente como norma y programa; lo hemos confirmado como criterio directivo del Concilio Ecuménico, y lo recordaremos como un estímulo a la siempre renaciente vitalidad de la Iglesia, a su siempre vigilante capacidad de estudiar las señales de los tiempos y a su siempre joven agilidad de probar… todo y de apropiarse lo que es bueno (1 Tes 5, 21); y ello, siempre y en todas partes. (ES, n. 632)7
En otra ocasión, en la audiencia del 9 de octubre de 1964, Pablo VI, refiriéndose al Concilio hace una diferenciación entre signos de nuestro tiempo y signos de Dios:
Un Concilio debe tener por un lado, la mirada alerta para descubrir los Signos de los Tiempos como dijo Cristo (Mt. 16, 3), es decir, los acontecimientos humanos, las necesidades de los hombres, los fenómenos de la historia, las vicisitudes de nuestra vida, etc. Y por otro lado, la mirada del Concilio debe buscar y descubrir los signos de Dios, su voluntad, su presencia operante en el mundo y en la Iglesia. (Pablo VI, 1964).
Como comprobaremos más adelante, el Concilio Vaticano II, especialmente en su Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo de hoy, acoge la invitación de Pablo VI a mirar con apertura la situación del mundo actual, para quedarse con lo mejor y discernir en ella los signos de la presencia de Dios. Luego de finalizado el Concilio, el magisterio de Pablo VI continúa utilizando la expresión Signos de los Tiempos en distintos documentos. En concreto, la Encíclica Populorum Progressio (PP) del 16 de marzo de 1967, hace eco de Gaudium et Spes 4 y manifiesta que la Iglesia debe escrutar a fondo los Signos de los Tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, ayudándoles de este modo, a conseguir su pleno desarrollo, tomando parte en las mejores aspiraciones de los hombres y sufriendo al no verlas satisfechas, porque la Iglesia les propone lo que ella posee como propio: una visión global del hombre y de la humanidad (PP, n. 264)8.
Años más tarde, en la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi (EN) del 8 de diciembre de 1975, en el contexto en el que se refiere al Espíritu Santo como el agente principal de la evangelización, se dice que es Él quien ayuda a discernir los Signos de los Tiempos que el proceso de la evangelización descubre y valoriza en el interior de la historia. En el mismo documento identifica como un Signo de los Tiempos la búsqueda de la autenticidad, la cual, debe mover a que los agentes de la evangelización se pregunten si verdaderamente creen lo que anuncian y viven lo que creen9 (EN, n. 66). A partir de esto llama la atención sobre la necesidad de dar testimonio, como condición esencial para una eficacia real de la predicación.
Finalmente, a modo de síntesis, nos parecen muy iluminadoras las ideas expresadas en la audiencia general del 16 de abril de 196810 en las que se refiere a los Signos de los Tiempos en términos de que éstos ayudan a interpretar teológicamente la historia contemporánea. Para Pablo VI la historia considerada en sus grandes líneas ha ofrecido al pensamiento cristiano la ocasión e invitación de descubrir en ella un designio divino. Más específicamente, se trataría de una invitación a descifrar en la realidad histórica presente los signos, es decir, las indicaciones de un sentido ulterior y más profundo del que descubriría un observador pasivo. Se trata de discernir en el transcurrir de los acontecimientos aquellos indicios que nos pueden dar noticia de la presencia de Dios y que pueden ser vistos en relación con el Reino de Dios. Sin embargo, advierte Pablo VI la existencia de algunos peligros. El primero de ellos, sería el de un profetismo carismático que degenere en una crédula fantasía que atribuya a coincidencias fortuitas o a interpretaciones milagreras una intervención de Dios. A este habría que agregar, según Pablo VI, una observación puramente fenomenológica de los hechos que usen solamente elementos técnicos de juicio. Bajo una visión cristiana, junto con mirar los problemas en sí mismos, siempre éstos deben ponerse en relación con el gran acontecimiento y presencia histórica de Cristo. Debido a los peligros señalados, la actitud cristiana de la vigilancia se concreta en el arte del discernimiento de los Signos de los Tiempos.
Para concluir conviene hacer notar que Pablo VI, además de continuar utilizando la expresión Signos de los Tiempos en concordancia con Juan XXIII, acentúa dos aspectos. En primer lugar, no solo considera los Signos de los Tiempos como síntomas o características de una época, sino también, en un sentido más profundo, como signos que interpelan a la Iglesia a descubrir en ellos la presencia de Dios que actúa por medio de su Espíritu en el mundo y la historia. En segundo lugar y consecuentemente con lo anterior, recalca la necesidad de su discernimiento. Ambos aspectos, serían para Pablo VI parte integrante de la misión evangelizadora de la Iglesia.

La recepción de la categoría Signos de los Tiempos en el Concilio Vaticano II

El Concilio Vaticano II acogiendo las orientaciones de Juan XXIII y Pablo VI consagró para el magisterio universal de la Iglesia Católica la expresión Signos de los Tiempos. Por ello, junto con el análisis de los distintos contextos y usos en que los diferentes documentos conciliares utilizaron la expresión, diremos algunas palabras acerca de las novedosas aportaciones que hizo el Concilio, especialmente sobre la relación entre la Iglesia y el mundo, puesto que fue en este contexto donde tuvo lugar la incorporación de la categoría Signos de los Tiempos en los documentos conciliares.

La Constitución Pastoral Gaudium et Spes como marco para la comprensión de la categoría Signos de los Tiempos

El contexto de la Gaudium et Spes (GS)
Todo el acontecimiento del Concilio Vaticano II supuso para la Iglesia una gran renovación. Ahora bien, para nuestro tema concerniente a investigar los orígenes y el uso de la categoría Signos de los Tiempos, resulta clave estudiar la Constitución Pastoral Gaudium et Spes ya que esta Constitución es la que se dedica ampliamente a la relación de la Iglesia con el mundo. Para Evangelista Vilanova (2002, pp. 12-17), la principal novedad de todo el Concilio, manifestada plenamente en la GS, fue no anatemizar, sino sugerir respuestas positivas a las cuestiones del mundo de hoy. Junto con ello, estarían la superación de la cultura puramente deductiva a la hora de hacer teología y el redescubrimiento de la dimensión histórica de la fe, también, de la experiencia cristiana, ideas que potenciaron el uso masivo de la categoría Signos de los Tiempos en los documentos conciliares. Una de las consecuencias de fondo de esta consideración positiva del mundo y de la dinámica de la historia, fue la de abrir nuevas perspectivas para las relaciones entre la Iglesia y el mundo de hoy.
En este sentido, resulta muy interesante constatar el contraste de la concepción de la relación Iglesia-mundo entre la perspectiva del Syllabus de 1864 y la del Concilio Vaticano II, cien años después. El contexto al que el Syllabus buscaba hacer frente era el de una filosofía moderna que configuraba una divinidad hecha a la medida de la razón, con pretensiones de señalar lo que ese Dios puede y debe hacer para mantenerse en los límites de la razón (Rovira, 1985, p.18)11, es decir, una perspectiva reduccionista. Por otra parte, por aquella época la perspectiva eclesiológica que primaba era la de una imagen jurídica política de la Iglesia12, con una actitud de diálogo con el mundo que no traslucía de la mejor manera su esencia sacramental (Rovira, 1985, pp. 18-19), como se trataría de hacer decenios después. Frente a esto, los cambios que se produjeron al interior de la reflexión teológica sobre la Iglesia en cien años fueron muy grandes. En las décadas posteriores al Syllabus la Iglesia afrontó cuestiones pendientes que pueden resumirse así: deseos de reconciliación con el sujeto libre (con el individuo emancipado); reconciliación crítica con la cultura moderna, con la sociedad democrática, con la clase obrera, con el mundo de los jóvenes, con las aspiraciones de la mujer; y reconciliación religiosa con las Iglesias y confesiones que proceden de las antiguas rupturas. Indicios de esta actitud reconciliadora aparecen en los calificativos de concilio pastoral (como una nueva manera de acercarse a los hombres y mujeres de hoy) y de “puesta al día” como vivo deseo de reconciliación y renovación en fidelidad a los orígenes.
En la GS se aprecia la sintonía con la actitud de optimismo, los valores del diálogo y cierta simpatía con el mundo moderno (GS, nn. 2. 41-42). Se aprecia un nuevo método para enfrentarse a los desafíos, más inductivo, valorizando la experiencia y partiendo no de grandes principios desde los cuales deducir otros, de modo que la expresión escrutar los Signos de los Tiempos se convierte en una de sus mejores concreciones. Así, escrutar los Signos de los Tiempos a la luz del Evangelio, equivale a afirmar que la iniciativa gratuita de la salvación de Dios, tiende a manifestarse en una concepción más dinámica de la revelación, que tiene su punto culminante en Jesucristo, dándole a la historia una capacidad de transparentar a Dios en las necesidades y logros de los hombres en cada momento de la historia.
La constitución Gaudium et Spes
Estas nuevas perspectivas ...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Página legal
  4. Tabla de Contenido
  5. PRESENTACIÓN
  6. CAPÍTULO I ORIGEN DE LA CATEGORÍA SIGNOS DE LOS TIEMPOS
  7. CAPÍTULO II DESARROLLO Y ACENTOS DE LA CATEGORÍA EN EL POSTCONCILIO
  8. CAPÍTULO III USO DE LA CATEGORÍA SIGNOS DE LOS TIEMPOS EN LA TEOLOGÍA LATINOAMERICANA
  9. CAPÍTULO IV SIGNOS DE LOS TIEMPOS EN CUANTO CATEGORÍA TEOLÓGICA
  10. CAPÍTULO V LA IGLESIA LLAMADA A DISCERNIR LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS
  11. CAPÍTULO VI TEOLOGÍA DE LA HISTORIA Y CATEGORÍA SIGNOS DE LOS TIEMPOS
  12. PALABRAS FINALES
  13. BIBLIOGRAFÍA
  14. Cubierta posterior