Justicia restaurativa en Colombia
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Actualmente se promueve de forma universal la justicia restaurativa, lo que la hace un modelo y método prometedor; pero ¿en qué consiste? ¿por qué se diferencia de otros mecanismos alternativos de solución de conflictos? ¿cómo se adapta al contexto colombiano? ¿ofrece beneficios psicológicos y jurídicos? ¿qué aplicaciones tiene en las problemáticas delincuenciales y procesos de reconciliación? Aquellas preguntas las responde el presente libro dentro de esta recopilación de investigaciones científicas realizadas en la Maestría de Psicología jurídica de la Universidad Santo Tomás.

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Información

Año
2017
ISBN
9789586319935

Implementación de justicia restaurativa en mecanismos alternativos de solución de conflictos y justicia restaurativa

ÁNGELA CRISTINA TAPIAS SALDAÑA1

Introducción

Reza un adagio popular: “es mejor un mal arreglo que un buen pleito” y otro “es mejor una paz imperfecta que una buena guerra”. Esta sabiduría pública atañe a los profesionales, pero también a todos a los ciudadanos colombianos, atascados en congestión judicial civil y penal y en un conflicto interno por más de 60 años. ¿Qué se puede hacer para disminuir los conflictos violentos? No es posible contestar satisfactoriamente esta pregunta tan compleja, pero sí parcialmente, se puede aprender a resolver los problemas pacíficamente y de manera participativa.
Este capítulo presenta el panorama genérico de los mecanismos alternativos de solución de conflictos, sus figuras, fortalezas, aplicaciones, normatividad colombiana relativa a cada una de sus métodos y técnicas de comunicación que se puedan aplicar. Inicialmente presenta la naturaleza y bondades de las alternativas de solución de conflictos avaladas por el sistema judicial, pues interesa presentar este campo como uno prolífico para la psicología jurídica, para el derecho y para la sociedad en general. Luego profundiza la información en torno a lo que es la justicia restaurativa, en razón a que es la figura de alternatividad más reciente y menos implementada en el país, situación que también motivó su inclusión en la malla curricular de la Maestría de Psicología Jurídica de la Universidad Santo Tomás de Bogotá y la generación de investigaciones aplicadas que son los capítulos subsiguientes de este libro, ya que es la expectativa que sea un conocimiento que oriente implementaciones a nivel nacional.
Cuando un ciudadano acude al sistema judicial, reconoce que tiene un conflicto, pero sobre todo la incapacidad de resolverlo por sí mismo, por lo cual acude a la autoridad formal para que ella sea la que dirima el asunto, no obstante, esto no garantiza que se resuelva adecuadamente el problema, ya que existen datos contundentes en torno a la dilación de los procesos judiciales. Coronado (2009) citando al Banco Mundial, evidencia que Colombia ocupa el puesto 147 entre 178 naciones en las que hay más represamientos en trámites jurídicos, los juzgados se demoran en promedio 1.346 días para resolver una demanda, lo que equivale tres años y medio de espera. Pese a esta situación, los colombianos no tienen la cultura de dirigirse a los jueces de paz o de hacer conciliaciones, se acercan con más frecuencia al Juez de justicia ordinaria.
Estos datos permiten inferir que la justicia tradicional es una forma de resolver los conflictos, empero no es la mejor y en la línea de favorecer la convivencia y el restablecimiento de las relaciones sociales, valdría la pena explorar mecanismos que le devuelvan poder de resolución a las partes, al tiempo que acompañen en el aprendizaje de los mecanismos alternativos.
El conflicto es un fenómeno social tan frecuente que resulta connatural a la especie humana, en cambio de pensar en eliminarlo, lo fundamental es aprender a manejarlo, es decir, como realidad inevitable implica retos para su canalización.
Mucho se menciona que la crisis, antes que un problema puede ser concebida como una oportunidad, una encrucijada que puede fomentar la madurez, la fortaleza, el desarrollo de nuevas habilidades comunicativas y de novedosas estrategias de afrontamiento de problemas.
Dentro de la sofisticación del manejo del conflicto se han generado estructuras jurídico sociales para su resolución y se puede mencionar básicamente dos líneas de manejo: (a) litigio judicial y (b) jurisdicción voluntaria.
La primera, centrada en la justicia ordinaria, consiste en confiar que la autoridad dirima la cuestión e imponga una decisión, la cual debe acatarse por fuerza de ley. Verbigracia cuando se lleva a una corte de familia el proceso por la custodia de los hijos tras el divorcio de los progenitores, quienes no han logrado dirimir sus derechos equitativamente y el juez decide por ellos e impone el cumplimiento de su sentencia. Sin embargo, estas estructuras pueden disolverse porque los profesionales receptores del asunto, más que ser expertos en dilemas relacionales, son juristas investidos de autoridad y sus intervenciones pueden resultar muy técnicas, burocráticas, prolongadas por congestión de demandas, etc, de forma que implican más la delegación del problema a un tercero y no necesariamente una respuesta satisfactoria o eficaz.
A este escenario se agrega que las partes pueden sabotear el fallo de la corte, pues si no se encuentran satisfechas probablemente sigan expresando su conflicto a través del incumplimiento de lo ordenado. Como resultado de esto puede haber replicación del conflicto, circularidad de solicitudes judiciales, desbordamiento del sistema de administración de justicia, menor eficacia y mayor impunidad. Por el reconocimiento de estas situaciones el litigio generalmente ha previsto como requisito preprocesal una audiencia de conciliación, en la cual se intente resolver oportuna y conjuntamente con las partes el debate.
La segunda estructura de jurisdicción voluntaria, ofrece un acompañamiento a las partes en la resolución del conflicto, es decir, provee un tercero que facilita la negociación, pero intenta devolver el poder de decisión a las partes. Se convierte en una vía más expedita, aunque también entraña un mecanismo avalado legalmente. Dentro de las figuras previstas para esto se encuentran en Colombia mecanismos alternativos autónomos como la conciliación, mediación, la amigable composición, la justicia restaurativa y otros heterónomos, empero también alternos, como el arbitraje y los jueces de paz, más parecidos a la justicia tradicional porque invisten de autoridad a terceros que son quienes finalmente deciden basados en aspectos técnicos, en derecho o en equidad.
Estos mecanismos alternos a la justicia tradicional son reconocidos porque cuentan con mayor voluntariedad de las partes tanto en la decisión como en la ejecución, llegan a acuerdos menos gravosos para las partes, lo que desemboca en mayor satisfacción, al tiempo que resultan más económicos y rápidos. Estos no requieren de intimidación legal o del uso de la fuerza pública.
Las herramientas alternas de solución de conflictos son pedagógicas porque protegen los derechos de todas las partes, generan nuevas formas de relación, fomentan la responsabilidad y el poder de los enfrentados, se centran en el problema presente y su prospectiva a futuro. Sin embargo, hay que prevenir que no se confunda las formas de mediación con psicoterapia, es decir, no se centra en la sanación de las personas, ni se remonta al pasado para comprender el conflicto, ni implica demasiadas sesiones de intervención, ni se ubica en la psique individual, no aborda psicopatologías, etc.

Formas de mecanismos alternativos de solución de conflictos

La ley siempre ha considerado la inclusión de los mecanismos alternativos, de hecho en Colombia la Constitución Política faculta a los mediadores de estos procesos como administradores de justicia acorde con el segundo párrafo del artículo 116 “…Los particulares pueden ser investidos transitoriamente de la función de administrar justicia en la condición de jurados en las causas criminales, conciliadores o en la de árbitros habilitados por las partes para proferir fallos en derecho o en equidad, en los términos que determine la ley”.
Hay varias formas de apreciar las ventajas de estas modalidades, por ejemplo, la Ley 23 de 1991 modificada por la ley 446 de 1998 considera esta vía principalmente como un mecanismo para descongestionar los despachos judiciales y otras disposiciones sobre eficiencia y acceso a la justicia. No obstante, estos mecanismos son mucho más que una forma de descongestión, ya que implican una alternativa pacífica, más humanizada y menos costosa a nivel material e inmaterial.
Otra de las principales columnas normativas que sustentan estos mecanismos está en la ley 640 de 2001 por la cual se modifican normas relativas a la conciliación, la cual cubre en el art. 19: “Se podrán conciliar todas las materias que sean susceptibles de transacción desistimiento y conciliación, ante los conciliadores de centros de conciliación, ante los servidores públicos facultados para conciliar a los que se refiere la presente ley y ante los notarios”.
Dentro de las figuras alternativas se encuentran el arbitraje, los jueces de paz, los conciliadores en equidad y la justicia restaurativa, todas ellas se explican seguidamente.

Arbitraje

Es un mecanismo heterocompositivo, en el cual las partes otorgan la facultad a un tercero especializado en el asunto concreto, el árbitro, para que emita un fallo denominado laudo arbitral, que establecerá con los mismos efectos de una sentencia judicial, los alcances de la solución dada a la controversia presentada (Ministerio de Justicia, 2015).
Hernández (2011) cita a la sentencia C-098 de 2001 de la Corte Constitucional para definir el arbitramento como un mecanismo alternativo de resolución de conflictos, que ha de entenderse como la derogación que hacen las partes involucradas en un conflicto o precaviendo su existencia, de la jurisdicción en cabeza del Estado y en favor de un particular (árbitro), quien queda investido de la facultad temporal de resolver con carácter definitivo y obligatorio, a través de una decisión denominada laudo arbitral, las diferencias que se susciten entre ellos. Los laudos arbitrales hacen tránsito a cosa juzgada y prestan mérito ejecutivo (Márquez, 2012).
Con frecuencia en grandes contratos, se incluye una cláusula para recurrir a la figura del arbitraje si se dieran controversias entre las partes, esto en razón a que es un mecanismo más expedito que la justicia tradicional y puede brindar garantías similares. Este mecanismo tiene la particularidad de la fijación de honorarios y gastos para los árbitros, basándose en la cuantía de las pretensiones. Aunque los centros de arbitraje deben promover jornadas de arbitraje social para la prestación gratuita de sus servicios.
Esta figura tiene antecedentes en el Decreto 1818 de 1998 artículo 115, sin embargo la norma vigente más relevante es la Ley 1653 de 2012, Estatuto de Arbitraje Nacional e Internacional. Acorde con esta norma la decisión arbitral o laudo puede hacerse en derecho, en equidad o técnico; el arbitraje se rige por principios como imparcialidad, idoneidad, celeridad, igualdad, oralidad, publicidad y contradicción. El arbitraje puede ser institucional, si es administrado por un centro de arbitraje o ad hoc, si es conducido directamente por los árbitros.

Caso: Dos grandes organizaciones

Dos empresas multinacionales se han asociado para la explotación de un pozo petrolero, una de ellas se encarga de la excavación y la otra de la extracción; sin embargo, entran en una gran controversia porque la excavación se tardó mucho más tiempo del que se había proyectado y esto afectó la labor de extracción, los costos del proyecto, en general el cumplimiento de tiempos contractuales, lo que conllevó a perder el contrato y entrar en pérdidas.
Dentro del contrato inicial habían incluido una cláusula que indicaba que de haber controversia lo resolverían ante un tribunal de arbitramento y por eso llevan el caso ante un árbitro de cámara de comercio, quien a su vez es experto en obras civiles. Allí las partes equitativamente aportan los costos económicos del proceso. Él árbitro es quien dirime el asunto, intentando inicialmente que las partes asuman solidariamente las pérdidas, sin embargo, no se logra el consenso, y al analizar las pruebas nota que incurre en mayor responsabilidad la compañía extractora porque no realizó exhaustivamente el estudio de los suelos, por lo cual decide finalmente que la organización extractora asuma el 80% de las pérdidas.
Esta decisión arbitral es cosa juzgada, de forma que resuelve y abrevia situaciones más onerosas si se derivan al sistema judicial tradicional.

Jueces de paz

Los Jueces de Paz son líderes de la comunidad y mediadores de los conflictos derivados al interior de la misma y/o producidos por factores externos que puedan afectar los intereses de ésta (Ministerio de Justicia, 2015).
Corresponde a una figura arraigada en la Constitución Política artículo 247 que crea los Jueces de Paz, para que resuelvan en equidad conflictos individuales y comunitarios y en la Ley 497 del 10 de febrero de 1999, “por la cual se crean los jueces de paz y se reglamenta su organización y funcionamiento”, la cual incluye facultar al Consejo Nacional Electoral, para reglamentar la votación de los Jueces de Paz, los cuales pueden ser ciudadanos corrientes mayores de edad, que cumplan como requisito básico el haber residido un año en la comunidad donde se postulen y no estén inhabilitados por haber sido condenados, declarados interdictos, ni se hallen bajo medida de aseguramiento, enfermedad grave física o mental, ni acusación por delito contra la administración pública, ni hayan realizado actividad política o alzada en armas. El cargo de Juez de Paz, dada la gratuidad del servicio, es compatible con el oficio de servidor público e incompatible con las actividades de proselitismos político o armado (Márquez, 2012).
Su difusión está regulada por el Decreto 413 de 2002 “Por el cual se crea la comisión intersectorial de políticas, divulgación y capacitación comunitaria sobre justicia de paz”. Es una herramienta pedagógica que deben difundir el Ministerio de Justicia y los alcaldes, a través de canales de comunicación comunitarios y en donde éstos no existan por los medios más idóneos.

Caso: Los vecinos y la familia alegre

Este es un conflicto originado en el barrio, en el cual los vecinos han entrado en disputa porque una familia que se mudó recientemente es “demasiado alegre” y organizan fiestas con frecuencia y otros días colocan música a alto volumen, lo cual incomoda a varios residentes tradicionales quienes han expresado agresivamente sus quejas y no han logrado ningún cambio.
Los vecinos acuden al despacho a un Juez d...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Página legal
  4. Tabla de contenido
  5. INTRODUCCIÓN
  6. IMPLEMENTACIÓN DE JUSTICIA RESTAURATIVA EN MECANISMOS ALTERNATIVOS DE SOLUCIÓN DE CONFLICTOS Y JUSTICIA RESTAURATIVA - Ángela Cristina Tapias Saldaña
  7. DISEÑO, APLICACIÓN Y EVALUACIÓN DE UN PROGRAMA DE JUSTICIA RESTAURATIVA POR PANELES DE IMPACTO, DIRIGIDO A ADOLESCENTES EN CONFLICTO CON LA LEY PENAL - Néstor Ricardo Ávila Murillo
  8. DISEÑO Y EVALUACIÓN DE UNA PRUEBA PILOTO DE JUSTICIA RESTAURATIVA PARA DISMINUIR LA ACTITUD PROCLIVE EN LOS ADOLESCENTES A INGRESAR A GRUPOS ARMADOS ILEGALES Y DELINCUENCIALES ORGANIZADOS. PROGRAMA DE JUSTICIA RESTAURATIVA PARA LA PREVENCIÓN DE RECLUTAMIENTO - Osvaldo Ernesto Méndez Martán
  9. ACTITUDES HACIA LA JUSTICIA RESTAURATIVA EN JÓVENES VINCULADOS AL SISTEMA DE RESPONSABILIDAD PENAL ADOLESCENTE (SRPA) - Yohana Marcela Méndez González
  10. IMPLEMENTACIÓN Y EVALUACIÓN DE JUSTICIA RESTAURATIVA EN UN CASO DE RESPONSABILIDAD PENAL PARA ADOLESCENTES - Clara Isabel Ramírez Castro
  11. MUJERES PRIVADAS DE LIBERTAD - Ángela Cristina Tapias Saldaña - Raúl Oyuela Vargas - Andrea Catalina Lobo Romero - Oscar Fernando Acevedo Arango - Jazmín Andrea Guerrero Zapata - Carolina Gutiérrez de Piñeres
  12. Cubierta posterior