Ejecuciones extrajudiciales en Colombia 2002–2010: obediencia ciega en campos de batalla ficticios
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Ejecuciones extrajudiciales en Colombia 2002–2010: obediencia ciega en campos de batalla ficticios

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Ejecuciones extrajudiciales en Colombia 2002–2010: obediencia ciega en campos de batalla ficticios

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Este libro es un estudio de casi una década, que le revela al lector cómo los falsos positivos no han sido producto de errores militares, ni de actuaciones aisladas de individuos pertenecientes a las Fuerzas Militares, sino que constituyen una práctica sistemática que compromete a los comandantes de brigadas, batallones y unidades tácticas. Estas ejecuciones extrajudiciales constituyeron una empresa criminal en la que participaron no solo miembros de fuerzas militares sino también paramilitares, desmovilizados, integrantes de las redes de informantes del ejército, taxistas, finqueros, desempleados, reservistas, unidades no combatientes, además de áreas administrativas.

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Información

Año
2017
ISBN
9789587820621
Categoría
Sociología

Capítulo 1

Aproximaciones metodológicas para un estudio naturalista alrededor de las ejecuciones extrajudiciales

Las ciencias requieren un nuevo estilo de pensar, una nueva lógica, otro modo de formar las construcciones teóricas: un estilo de ciencia y paradigma que respete y no deforme o desvirtúe la naturaleza de las realidades que estudia.
HERBERT PIETSCHMANN
Medio siglo después de que soldados alemanes condujeran a millones de judíos a los campos de concentración para ser asesinados, del otro lado del continente europeo, como si de la memoria de la humanidad se hubieran borrado las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial, soldados colombianos condujeron cerca de ocho mil obreros, campesinos, habitantes de la calle e indígenas, sin ideologías que afectaran el régimen constitucional, a campos de batallas simulados donde eran asesinados a sangre fría. En los campos de batalla ficticios, las víctimas eran desvestidas y uniformadas desde los pies hasta la cabeza con prendas militares para que la sociedad los percibiera como integrantes de grupos armados ilegales. Los cuerpos eran arrojados a lo largo y ancho del país, y sobre las manos de las víctimas depositadas armas de fuego siendo accionadas por los militares, con el propósito de que los investigadores dictaminaran que los muertos se habían enfrentado, con fuego y metralla, a sus victimarios. Pero la historia no iniciaba ni terminaba allí.
No han bastado nueve años para que las heridas de quienes perdieron a sus hijos, hermanos y padres en las ejecuciones extrajudiciales sanen. Para las víctimas no existe voluntad del Estado para aclarar los hechos, aplicar justicia, reparar, comprometerse con la no repetición, ni mucho menos interés para llevar ante los tribunales judiciales a quienes orquestaron la estrategia, como tampoco investigar a cientos de militares comprometidos que hasta la fecha no han sido vinculados a los acontecimientos. Al ser los falsos positivos un fenómeno de impacto social, tanto por la calidad de los victimarios, militares, como por la calidad de las víctimas, no combatientes, existe una responsabilidad social y moral de los sectores culturales o académicos que tienen la responsabilidad de capacitar y formar a colombianos respecto a la violación de los derechos humanos y el rescate de la memoria histórica de los silenciados o víctimas de los repudiables asesinatos, objeto de estudio de esta investigación.
Ejecuciones extrajudiciales en Colombia 2002–2010. Obediencia ciega en campos de batalla ficticios penetró subjetividades de comprometidos en los falsos positivos, como también subjetividades de quienes rechazan, aceptan o niegan que los sucesos se hubiesen llevado a cabo. La intención de esta investigación consistió en realizar una aproximación a los acontecimientos registrados durante el período 2002–2010, época que evidencia las cifras más altas relacionadas con el fenómeno a fin de deshilar la realidad y para ello se recurrió al método naturalista.1 Desde su inicio se determinó que el diseño de la investigación debía caracterizarse por ser crítica, al tiempo que debía estar sujeta a la reflexividad de sus autores, con el propósito de alcanzar a percibir y entender las formas de pensar, sentir, actuar y desear de los actores involucrados dentro de su cosmovisión o dimensión simbólica (Davis, 1979; Goffman, 1979; Guber 2001; Hall, 2003). En virtud de lo anterior, se recurrió a diversas técnicas de recolección y análisis de la información como la observación, las entrevistas estructuradas y semiestructuradas, los diálogos informales, los análisis de testimonios, las historias de vida, la confrontación de relatos e informes, la revisión de expedientes judiciales y sentencias, la escucha de grabaciones y la revisión de estudios y documentales, entre otros, que sobre los falsos positivos se encuentran al alcance del público.
Metodológicamente se llevó a cabo un cotejo o triangulación de la información obtenida (Bogdan y Taylor, 1984), recurriendo a fuentes emanadas de la Fiscalía General de la Nación, organismos de defensores de los derechos humanos, informes académicos y periodísticos, además de proyecciones generadas con base en los testimonios de las víctimas, victimarios o conocedores de los hechos. Pero la triangulación no solamente se llevó a cabo sobre los datos, sino que se realizó un contraste interdisciplinario al recurrir a sociólogos, historiadores, antropólogos y psicólogos para el desarrollo del estudio. Es pertinente anotar que no se partió con la intención de buscar la representación del fenómeno denominado como saturación en la información; más bien, la investigación se centró en capturar la percepción que sobre los hechos tienen las personas comprometidas y las no comprometidas en los eventos.
Tres grandes interrogantes, además de la conceptualización y el modus operandi, aborda el capítulo “Lealtades impuestas, obediencia ciega: en las profundidades de campos de batalla ficticioscon el propósito de contribuir en la reconstrucción de la memoria para la verdad, la justicia, la reparación de las víctimas y el compromiso de no repetición. El primer interrogante ¿Después de una década de registrarse las ejecuciones extrajudiciales de no combatientes por parte de integrantes de las Fuerzas Armadas, el Estado colombiano tiene identificado los eventos y el número de víctimas?, posibilitó una aproximación más real que la conocida y difundida por la opinión pública frente al número de eventos y de asesinados en los falsos positivos. El segundo interrogante ¿Dentro del contexto de conflicto social colombiano, cuáles han sido las respuestas del Estado, la sociedad y del ente castrense, para erradicar de las Fuerzas Armadas estrategias que afecten la vida y la integridad de los ciudadanos?, permitió, desde su respuesta, identificar de manera concreta las acciones que el Estado y la sociedad han desarrollado para erradicar los falsos positivos, tanto en la institución militar como en el contexto social. El tercer interrogante ¿Qué circunstancias motivaron a oficiales, suboficiales y soldados rasos a asesinar personas no combatientes en los denominados falsos positivos?, al presentar y describir la razón o las razones por la cuales los militares procedieron de manera criminal, permitió esclarecer si los falsos positivos responden al accionar individual de los militares involucrados o si por el contrario revela una estrategia planeada, sistematizada y generalizada.
El capítulo del libro “Cosmovisión guerrerista de una sociedad con sueños pacifistas” intentó comprender tanto la situación registrada como la percepción de los victimarios, desde su óptica, la visión de quienes conocieron de una u otra forma los acontecimientos, además de quienes no han dimensionado los acontecimientos. Para alcanzar el objetivo se recurrió, en primera instancia, a conversaciones informales en espacios igualmente informales, pero también a entrevistas en profundidad las cuales tuvieron el propósito de no ser una serie de preguntas con respuestas, sino conversaciones direccionadas y registradas en contextos específicos, este trabajo se apoyó en un instrumento previamente establecido de percepción. Las conversaciones y entrevistas se realizaron con personal activo de las Fuerzas Armadas, personal de la reserva, personas con algún tipo de vínculo con militares y policías, personas sin ninguna relación con militares y policías, y parientes de las víctimas. En segunda instancia, se recurrió a la lectura de expedientes y artículos periodísticos difundidos en los medios de comunicación.
En ocasiones la lectura de un artículo o una confesión generaba, aceleradamente, que los investigadores se sintieran enfrentados a bestias asesinas, pero la investidura de investigador los conducía a mirar que se encontraban al frente de seres humanos “atravesados” por una serie de poderes e intereses que era menester desentramar. En este aspecto, se recordó lo planteado por Juan Luis Álvarez-Gayou Jurgenson (2003, p. 26) al precisar que al momento de estudiar a las personas cualitativamente se llega a conocerlas en lo individual, y al experimentar lo que ellas sienten en sus luchas cotidianas en la sociedad, se aprende sobre sus conceptos de belleza, dolor, fe, sufrimiento, frustración y amor. En palabras de Burgess (2003, p. 26), como lo evidencia Álvarez-Gayou, en esa aproximación se aprende sobre la vida interior de las personas, sus luchas morales, sus éxitos y fracasos en el esfuerzo por asegurar su destino en un mundo caracterizado por las discordias, las esperanzas y los ideales. El trabajo de campo permitió penetrar en conceptos relacionados con la labor netamente militar como lealtad, cumplimiento de órdenes y código de silencio. No se intentó entender la subjetividad de un actor específico, puesto que también se tuvo la intención de llegar a conocer la cosmovisión de sus pares, de sus iguales, de quienes representaban lo que ellos son, en este caso los integrantes de las Fuerzas Armadas o funcionarios públicos, y a su vez personas del común y corriente.
El producto alcanzado responde a un largo e intenso contacto durante una década aproximadamente, dando sus primeros pasos antes de que en el país se conocieran los falsos positivos, momento en el cual, azarosamente, uno de los investigadores tuviera contacto con circunstancias que con el tiempo terminaron siendo parte del engranaje de los acontecimientos. Dado que la realidad social y la realidad subjetiva se encuentran íntimamente relacionadas, se recorrió gran parte de la geografía colombiana buscando victimarios, víctimas y testigos; se buscó información alrededor de las guarniciones militares, instalaciones de policía y toda clase de escenarios donde se “olía” que podía encontrarse información conducente a la comprensión de los acontecimientos.
No fue difícil, pero sí peligroso, buscar en el contexto colombiano víctimas, victimarios y testigos silenciosos de las ejecuciones extrajudiciales. El peligro recaía tanto en la cabeza de las víctimas como de los propios investigadores, quienes en la medida que fueron conociendo parte de la historia no contada, gradualmente cayeron presas del temor por todas las implicaciones que acarrearía develarla. Por momentos los investigadores reflexionaban acerca de la liberación de la verdad pero también de la forma como ésta se encargaba de atar. Así, a pesar de amenazas y circunstancias de riesgo decidieron continuar en la búsqueda de este fin. Combatir el miedo no fue tarea fácil y para eliminarlo, las víctimas desarrollaron un papel relevante, sus rostros e historias, además de provocar estremecimientos, les señalaba su responsabilidad ética, social y profesional de continuar con el proyecto. Los investigadores expusieron sus vidas; siempre existió el temor de ser una víctima más, era el precio de la osadía por investigar no de una manera judicial sino con un claro tinte científico social. Se sintió el miedo que algunos periodistas manifiestan cuando realizan trabajos sobre el crimen, sobre la violencia.
Para localizar a las víctimas bastaba con acercarse a dependencias judiciales u organizaciones defensoras de los derechos humanos quienes, con cierto recelo, terminaban accediendo a una conversación informal acerca de su realidad dado que eran y son conscientes de la necesidad de visibilizar la problemática para alcanzar, como se ha mencionado, la verdad, la justicia, la reparación y el compromiso de no repetición. De no ser por la metodología del estudio no se habría podido localizar las víctimas ni a los victimarios. El método era un hilo conductor para ubicarlas, para que hablaran, y para conseguir sumergirse en sus subjetividades.
Las víctimas, conociendo riesgos y amenazas, con una mirada esperanzadora para liberarse y poder vivir el duelo, se limitaban a contar sus historias, que no solamente eran las suyas sino también de toda una colectividad de víctimas. Colectividad, como afirman, debe servir para presionar al Estado con el fin de que investigue los acontecimientos, y para generar que los victimarios asuman su responsabilidad. El desconsuelo de una de las madres, después de caminar todos los días en los despachos judiciales, la llevó a no volver a pronunciar palabra con extraño alguno; al interrogarla sobre la muerte de uno de sus hijos en los falsos positivos, simplemente presenta algunas viejas y arrugadas hojas de periódicos en la que se relata el viacrucis que vivió su hijo y el viacrucis por el que pasa su familia.
Con el paso de los años, algunas de las víctimas han decidido no hablar en nombre propio, sino en nombre de todas las víctimas. Máximo cuando descubren que no fueron las únicas que perdieron a sus hijos o familiares y que por el contrario, fueron miles de hijos de colombianos los que perdieron la vida en manos de quienes tenían la responsabilidad constitucional de proteger y garantizar la vida. En las víctimas se encontró la necesidad urgente de conocer la verdad, toda la verdad y por sorprendente que parezca, fueron contados los familiares de los ajusticiados que hablaron de la esperanza de recibir reparación. Un gran porcentaje de las víctimas se encuentran gritando, en diversos escenarios, no por ellas sino por los que todavía no son víctimas pero pueden llegar a serlo o que siendo víctimas de esa modalidad hoy lo desconocen.
Pero la verdad no debe venir sola, afirma categóricamente una de las madres: “verdad sin que los autores materiales e intelectuales pidan perdón no es nada”. Otra de las víctimas solo espera que las Fuerzas Armadas, que el Ejército, responsable del asesinato de su hijo, pida delante de toda la sociedad perdón y que se comprometa a la no repetición, por ello vive pregonando un no al fuero militar, y un no a la justicia penal militar, cuna, para ella, de la impunidad militar. Frente a esto, después de terminar el trabajo de campo, se concluyó que, además de la verdad y el perdón, la reestructuración de las Fuerzas Armadas acompañado de un trabajo ontológico en su interior, es una tarea prioritaria, especialmente al encontrarse la sociedad en un proceso de construcción de paz y armonía social.
Por razones de confidencialidad, muchos de los nombres de familiares de las víctimas o testigos, así como circunstancias que pudiesen ser comprometedoras para estas personas fueron cambiados u omitidos en el presente libro.
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1 El presente estudio acerca de los falsos positivos parte de los postulados de la investigación cualitativa, naturalista, donde el plan, como proceso reflexivo y en construcción, una vez determinado el problema tiene un carácter modificable. Permanentemente, cada una de las etapas del proceso de investigación es susceptible de transformación, revisión y cuestionamiento por parte del equipo de investigadores. El diseño de investigación es abierto, emergente; cambiará y se configurará de acuerdo a las características, las condiciones, los propósitos y los hallazgos, no tanto por el temor que puede despertar en una primera instancia el tema de las ejecuciones extrajudiciales en el periodo 2002-2008, sino por los mismos postulados de la investigación naturalista, de ahí que la investigación se caracterice por ser semiestructurada y flexible en cuanto al volumen y la calidad de la información, así como a los medios para obtenerla (Álvarez y Jergenson, 2009; González, 2010; Ruiz, 2012; Denzin, y Lincoln, 2012).
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Capítulo 2

Lealtades impuestas, obediencia ciega: en las profundidades de campos de batalla ficticios

Es un error terrible el de aquellos países que han tratado de olvidar su historia, su pasado, porque cuando eso sucede, y la gente simplemente sigue adelante con su vida, es cuando la venganza y el odio aparecen.
BALTASAR GARZÓN
Ante la ausencia de investigaciones de carácter global y transversal alrededor de los falsos positivos y de la no voluntad para que se conozca toda la verdad, se pretende determinar si las ejecuciones extrajudiciales del período 2002–2010 son producto de la actividad criminal de militares que obraron como “ruedas sueltas” o son producto de órdenes de mandos superiores, emitidas con anterioridad a la comisión de los hechos. Para ello se recurre al trabajo judicial realizado por autoridades colombianas y a la revisión de informes periodísticos producto de declaraciones de victimarios, víctimas y personas que rodearon los acontecimientos.
Historias de vida, autobiografías, conversaciones formales e informales, registros, documentos, inf...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Página legal
  4. Contenido
  5. AGRADECIMIENTOS
  6. PRÓLOGO
  7. PREÁMBULO
  8. Capítulo 1. APROXIMACIONES METODOLÓGICAS PARA UN ESTUDIO NATURALISTA
  9. Capítulo 2. LEALTADES IMPUESTAS, OBEDIENCIA CIEGA: EN LAS PROFUNDIDADES DE CAMPOS DE BATALLA FICTICIOS
  10. Capítulo 3. COSMOVISIÓN GUERRERISTA DE UNA SOCIEDAD CON SUEÑOS PACIFISTAS
  11. Capítulo 4. A MANERA DE CONCLUSIÓN. A LAS PUERTAS DEL POSTCONFLICTO
  12. BIBLIOGRAFÍA
  13. ANEXOS
  14. Cubierta posterior