Línea Educación, Lenguaje y Comunicación: acotaciones epistemológicas, temáticas y metodológicas
MARIO RAMÍREZ-OROZCO
(coordinador de la línea)
MÓNICA MARÍA DEL VALLE IDÁRRAGA
MIRTA YOLIMA GUTIÉRREZ RÍOS
RUTH MILENA PÁEZ MARTÍNEZ
Consideraciones
Lo transdisciplinar
La enumeración “educación, lenguaje y comunicación” tiene un aire tautológico cuando se la contempla desde los actuales estudios sobre la cultura, pues en las perspectivas contemporáneas sobre estos tres campos, las temáticas y los problemas de uno son transversales a los otros: no bien se invoca uno, reverberan junto a él los demás. Esta reverberación explica que los trabajos más refinados en torno a tales campos impliquen pesquisas transdisciplinarias o, por lo menos, trabajos en colectivo en los cuales cada investigador contribuye a la visión del objeto y propicia así los enlaces. De acuerdo con ello, las perspectivas conceptuales y metodológicas que se combinan para abordarlos van desde la sociología hasta la etnografía, pasando incluso por los estudios literarios.
En consecuencia, la línea Educación, Lenguaje y Comunicación no contempla ni teórica ni metodológicamente estos tres frentes por separado, sino que le interesa su conjunción, sus puntos de cruce, que provienen del modo como la línea entiende la cultura, lo político y lo pedagógico-didáctico, y donde el lenguaje se asume como componente esencial que constituye al ser humano y le posibilita ser humano.
La cultura
Siguiendo la transformación de la visión de la cultura en la antropología y el giro culturalista que caracteriza a las ciencias humanas y sociales de los últimos años, la cultura no se comprende como un conjunto de rasgos fijos y transmitidos por la tradición, que son esenciales a un grupo humano, asociado a su vez a un territorio particular. No se la lee tampoco como una oposición a la naturaleza; más bien, se entiende la cultura como un espacio denso de intercambios simbólicos y económicos, de construcción de sentidos y de circulación de representaciones, de luchas, conflictos y negociaciones (cfr. Gramsci, Martín-Barbero, Hall, Fals Borda). En ese campo denso de la cultura, el lenguaje, la comunicación y la educación se revelan de lleno como puntos donde los sujetos manifiestan lo que imaginan que los constituye como sujetos y como miembros de una sociedad, los valores y contextos que crean o reciben, aceptan, transmiten o, por el contrario, rechazan y luchan por modificar.
En América Latina, los estudios sobre la comunicación han dado un viraje hacia la cultura, porque en la coyuntura que viven estos países la comunicación determina económica, social y políticamente estas sociedades, bien sea por la implantación de la sociedad de la información, la necesidad de actualización tecnológica o las expectativas sobre el papel de los medios y la informática en la sociedad.
La cultura (en su relación con la educación, el lenguaje y la comunicación) invita, por todo ello, a ser leída desde una perspectiva crítica en la cual se reconoce el poder de las transmisiones en la configuración de las agrupaciones humanas, así como las posibilidades de intervención y posicionamiento ante este espacio donde los medios de masas ejercen seducción y coacción, y los sujetos reaccionan, adoptan, transforman y no son simples entes pasivos y alienados por ellos.
Lo político
La interrelación entre educación, lenguaje y comunicación lleva implícito un componente de compromiso que trasciende el orden individual para plantearse con una potencialidad colectiva. Más aún, la naturaleza colectiva del acto comunicativo, la transmisión de conocimientos y la calidad de los lenguajes —los sociolectos utilizados— obligan a una toma de criterio, en esencia político, que determina las formas y métodos para abordar al otro y su entorno social.
Sin embargo, lejos del criterio del lenguaje como analogía conservadora de Saussure, una línea de estudio como la nuestra se interesa por los escenarios donde las oralidades confrontan el orden existente para, de manera crítica, descifrar los ocultamientos que producen los discursos del poder (Barthes, 1985). Por ello, tiene en cuenta a la educación y sus lazos con la reproducción sistémica de las dominaciones, y en este punto quienes participan se mueven en una serie de disciplinas cerradas, en las que no opera una opción de presente, mucho menos de futuro, sino el aferramiento intrínseco a un pasado que se resiste a ser transformado.
De ahí que el reto académico se concentre, como valor agregado, en la apuesta por el desarrollo de capacidades que generen, en todos los participantes del acto educativo, el análisis de los lenguajes que intervienen en los discursos educativos y en los mecanismos de reproducción del orden social imperante, para alcanzar una acción que impacte —buscando el mayor grado de eficiencia— las estructuras en las que se sostiene la capacidad de convencimiento del poder mediático.
En otras palabras, siguiendo a Paul Ricoeur, hasta alcanzar un estadio de tensión que propicie nuevas posibilidades políticas en torno a una “reflexión sobre las condiciones de una razón práctica” (Calvo y Ávila, 1991). Es decir, apropiándose de los dictados de Paulo Freire relacionados con una educación transformadora, en la que lo importante no se queda en la simple denuncia, en el diagnóstico, sino que se pasa a un plano propositivo donde lo esencial es la apuesta-propuesta de un nuevo orden.
En resumen, la línea se propone posicionar en los estudios de educación relacionados con los lenguajes y sus mediaciones comunicativas frente a la política, o mejor a lo político, una necesidad de formación de criterio que, más que resolver la simple proyección académica formal de carácter individual, se comprometa con el destino manifiesto de poblaciones mayoritarias y marginadas, a fuerza de naturalizaciones de mensajes de exclusión, transmitidos por medios de comunicación de los que no son propietarios y, mucho menos, protagonistas.
Lo pedagógico y didáctico
El carácter vinculante de la educación, el lenguaje y la comunicación pone de manifiesto los desafíos propios de las aceleradas mutaciones de la sociedad-mundo y la necesidad de una educación con diferentes alternativas para afrontar su impacto. Considerarla un campo ampliado forjado por distintas instituciones, organizaciones y agentes empeñadas en el desarrollo humano en todos los espacios de la sociedad implica dar nuevos horizontes de sentido al hecho educativo para encontrar las claves de la acción transformadora y la mejora de la condición humana. Significa una toma de distancia reflexiva para anclar aparatos conceptuales y nuevas formas de desafiar los modos de opresión que dificultan la formación del pensamiento crítico, autónomo y creativo.
Los estudios socioculturales de los procesos de enseñanza y aprendizaje han contribuido a caracterizar pródigamente el hecho educativo como un lugar para el debate intelectual, desde el cual sea posible despejar los caminos minados por las agendas políticas de adoctrinamiento y dominación. Desde ahí, lo pedagógico se constituye también en un espacio relacional de discursos y prácticas inmanentes al saber pedagógico que invitan a confrontar experiencias, conocimientos, avances y dificultades en la contingencia de los diversos contextos.
Asimismo, los estudios en torno a lo didáctico han ido favoreciéndose con las potencialidades formativas de la interacción humana a través de la mirada antropológica, que posibilita reconocer contextos epistemológicos particulares y extiende así el foco del aula de clase al de comunidad capaz de generar reflexiones rigurosas, profundas y sistemáticas frente a las implicaciones y reconfiguraciones del enseñar y aprender en los escenarios particulares donde ocurren. Esta práctica reflexiva viabiliza otros modos de relación entre la diversidad de actores, acciones y objetos en juego en los procesos educativos, y deja abierta la posibilidad de crear espacios para el diálogo e interacción entre prácticas y teorías con componentes investigativos, evaluativos e innovadores en clave de construcción de conocimiento (cfr. Gramsci, Chevallard, Schön, Shulman, Vygotsky, Bruner, Freire, Carr, Apple, Dussel, Vasco).
Los conceptos educación, lenguaje y comunicación se presentan a veces por separado, a veces en conjunto, pero siempre se tienen en cuenta o se asimilan a partir de su interrelación. En esta sección primero se muestran los conceptos gruesos (educación, lenguaje y comunicación) y luego aquellos conceptos derivados que hacen parte de los campos temáticos de la línea (procesos sociales, subjetivación, medios, mediaciones, formación humana, lectura, escritura, formación en lenguas, bilingüismo).
Delimitemos. La educación como un proceso favorecedor del desarrollo y la formación humana en distintos contextos de acción social y como un escenario potencial de transformación que no se reduce a los espacios ni escolares ni universitarios. El lenguaje como aquello que constituye al ser humano, aquello que lo hace humano y posibilita su construcción personal, social y cultural. Y la comunicación como los procesos, “los problemas y las operaciones del intercambio social, […] como las matrices de la identidad y los conflictos que articula la cultura” (Martín-Barbero, 2012, p. 80). Pero también, desde la antropología simbólica que permite acercarse al ser humano como un ser de “palabra” en sus diversos lenguajes, como un “ser de mediaciones”, de comunicación, que se mueve entre el encuentro y el desencuentro, la interacción y la transacción con los otros (Duch y Chillón, 2012). En suma, educación, lenguaje y comunicación se asumen en una perspectiva sociocultural.
La educación, el lenguaje y la comunicación se comprenden como los lugares donde se producen, se cifran, se reproducen y se transforman los imaginarios y las representaciones culturales; de modo que las políticas, los saberes y los valores quedan englobados en esos tres conceptos que a menudo los determinan y los dirigen. De ahí que valga la pena considerarlos en tres relaciones: como campo de tensión de prácticas, de mediaciones y de poder.
Los conceptos de educación, lenguaje y comunicación, como un campo de tensión, crean la necesidad de resignificar a cada uno de ellos en la medida en que su contacto genera nuevas posibilidades de interpretación, pero en especial de aplicación. De ahí que surjan con fuerza polisémica para acomodarse frente a las diversas varia...