Miradas sobre la reconciliación
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Miradas sobre la reconciliación

Reflexiones y experiencias

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Miradas sobre la reconciliación

Reflexiones y experiencias

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El libro recoge las reflexiones que enmarcan la reconciliación como una posibilidad real y punto de partida para la construcción de un tejido social que paulatinamente siembre la paz, no como utopía, sino como una expresión concreta de relación y acción, tal como lo muestra el mismo texto cuando aborda en su parte final algunas experiencias concretas, nacionales e internacionales que han dejado en los contextos sociales en los que se han desarrollado evidencias significativas de una cultura cierta y posibe.

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Información

Año
2010
ISBN
9789588572277
Categoría
Sociología

Universidad, reconciliación y posconflicto

WILSON ACOSTA VALDELEÓN{*}
El presente artículo es fruto de las reflexiones realizadas por el autor, en su calidad de relator en las diferentes sesiones de la cátedra lasallista, que en 2009 tuvo como objeto la reconciliación en el escenario del posconflicto. En la primera parte, se abordan a manera de introducción los conceptos de reconciliación y posconflicto. La segunda parte tiene como objetivo intentar construir respuestas a cinco preguntas planteadas como hilo interrogador a las diferentes experiencias de reconciliación que se expusieron a lo largo de las sesiones de la Cátedra. Finalmente, y a partir de estas respuestas, se enuncian cuatro grandes funciones que la Universidad colombiana pudiera cumplir en el escenario del posconflicto.
Posconflicto y reconciliación: dos conceptos en construcción
La cátedra Lasallista, en su versión 2009, centró su reflexión en torno al problema de la reconciliación. Las sesiones de la cátedra estuvieron dedicadas a entablar conversaciones con experiencias concretas de reconciliación que se han desarrollado dentro y fuera del país. La pregunta básica desde la que se parte es si es verdad que el país se encuentra en un momento sui generis en su historia en el que la guerra civil existente parecería entrar en su fase final. Porque, visto así, nos hallaríamos en un momento antecedente a un escenario cercano al cese de la guerra al que algunos han dado en llamar el posconflicto Ante este escenario, se haría necesario enfrentar procesos de reconciliación entre los participantes en la guerra dado que sin este requisito no se podría asumir la vida civil pacífica. Así pues, la Cátedra Lasallista 2009 se inauguró en medio de una pregunta concreta por la forma como se deben asumir estos dos conceptos: posconflicto y reconciliación.
Luego de un periodo ininterrumpido de guerra civil, que traspasa seis décadas, algunos analistas han empezado a utilizar el término posconflicto para señalar una fase en la cual el país habría superado el estado de confrontación y, por tanto, se debe preparar para retornar a una vida pacífica (Rettberg et ál. 2002). Entre los argumentos que utilizan estos académicos para advertir la cercana ocurrencia del fin del conflicto, se pueden situar en diversos planos. Desde una mirada de la política internacional, la democracia liberal habría triunfado rotundamente, dejando sin margen político a los extremismos de derecha y de izquierda, de los cuales sólo quedarían en pie algunos ruidos estertores que tarde o temprano terminarán extinguiéndose. Así las cosas, tanto los movimientos marxistas insurgentes como los ejércitos paramilitares conformados para combatirlos no tendrían razón de ser e, incluso, en caso de un arribo al poder por la vía militar su posición en el concierto nacional y mundial resultaría insostenible.
En el plano puramente nacional, el surgimiento de nuevos movimientos políticos alternativos al bipartidismo que han logrado llegar a gobernar las principales ciudades y a ocupar un número importante de posiciones en los órganos del Estado, estarían demostrando que la vía armada es no sólo obsoleta, sino también improcedente e innecesaria, pues el acceso a la dirección del Estado sería más fácil y legítima por vías no violentas. Las demostraciones masivas de la sociedad civil contra las fuerzas insurgentes de izquierda, primero, y luego de la extrema derecha, abogando por el respeto a la vida democrática muestran el descrédito que ha cobrado la vía militar en grandes sectores de la sociedad colombiana.
Desde el punto de vista puramente militar, los continuos éxitos que ha logrado el proyecto de seguridad democrática en los dos últimos periodos de gobierno han mostrado importantes éxitos en la reducción de los grupos paramilitares y en el número de acciones guerrilleras contra objetivos militares y población civil. Visto así, el fin del conflicto estaría muy cerca por el agotamiento ideológico de la vía armada, la consolidación del proyecto democrático liberal y la inminencia de un sometimiento militar de las fuerzas insurgentes y del paramilitarismo.
Ahora bien, contra quienes pregonan un país posconflictual se han venido levantando una serie de voces desde la academia, las organizaciones no gubernamentales y los movimientos políticos críticos de la política de seguridad democrática. Estas críticas también son de diversa índole: en primer lugar, algunos analistas han hecho énfasis en que las condiciones objetivas en las cuales el capitalismo mundial ha sumergido a grandes masas de la población siguen estando vigentes y, por tanto, la derrota del proyecto comunista no ha ocurrido aún y la toma del poder por la combinación de formas de lucha es justificable para remediar la situación de millones de seres humanos que se debaten en la pobreza y en la marginación.
En el plano nacional, a no pocos analistas, les seduce la idea de hablar sobre el supuesto del posconflicto, entre otras razones, porque existe el pleno convencimiento de que el triunfo militar o político que se pregona y eventualmente pueda ocurrir no sea más que un episodio eufórico que rápidamente puede ser derrumbado por la emergencia de nuevos actores violentos como se puede ejemplificar con el surgimiento de las bandas paramilitares que surgieron luego de los procesos de negociación con el paramilitarismo (Duncan, 2006).
Incluso, argumentando desde el resurgir de estos movimientos, los organismos que vigilan la observancia de los Derechos Humanos cuestionan las victorias militares del proyecto de seguridad democrática aduciendo un repliegue estratégico de la subversión o mostrando la ilegitimidad del triunfo a partir de la ilustración de los desmanes de las fuerzas armadas contra la población civil. Espacio aparte demandan los casos de falsos positivos que han puesto en interrogación las cifras que las autoridades militares ofrecen a la sociedad civil (ONU, 2009). En consecuencia, decir que estamos en un escenario cercano al posconflicto es una afirmación que tiene tantos adeptos como críticos y que por ahora resulta de difícil demostración para uno u otro extremo.
Si la enunciación del escenario posconflictual presenta dificultades, al tocar el tema de la reconciliación, la tarea no se torna menos compleja. Y es que como lo anotó el padre Mauricio García Durán, cuando se habla de reconciliación existe una diversidad de significantes sobre los cuales parece no existir consenso alguno. La reconciliación ha comenzado a emerger como un eslogan que esgrimen quienes promocionan un momento de no guerra, pero existen todavía muchos interrogantes a su alrededor que no se han siquiera planteado:
¿Qué es lo que está en juego: el proceso en cuanto tal? ¿O el estado de las relaciones al final del proceso?, ¿Es un proceso individual, de carácter psicológico, e incluso religioso? O por el contrario, ¿es un proceso societal y político, de carácter nacional? ¿La requiere la sobrevivencia de la democracia?, ¿implica el perdón? ¿Están las víctimas obligadas a perdonar a sus victimarios sin haber ganado suficiente justicia por su sufrimiento? ¿Se puede perdonar obligadamente?, ¿Es posible avanzar hacia la paz sin perdón y reconciliación? ¿Es posible avanzar en la reconciliación sin conocer la verdad de los abusos cometidos? ¿Sin que se haga justicia a las víctimas? ¿Sin que se repare a las víctimas por el mal recibido? (García Durán, 2009).
Y es que la falta de claridad conceptual sobre aquello que entendemos por reconciliación permite que al discutir sobre ella, se trabajen sobre falsas verdades que actúan como implícitos que se derrumban en la praxis política. La reconciliación supone un estado de armonía social y feliz convivencia entre antiguos enemigos, una redefinición de la interacción intersubjetiva entre el ofendido y el ofensor en la cual se ponen en juego los sentimientos más íntimos de la persona, planteando así una exigencia moral que obliga al acercamiento, supone que el ofendido deberá ofrecer su perdón al ofensor, pues, sin ello no podría existir la reconciliación. Y es que como advierte Dwyer citado por Bloomfield :
La reconciliación no debe ser presentada como si su propósito fuera la convivencia feliz y armoniosa de los antiguos enemigos. Una cosa es alcanzar alguna medida de coherencia narrativa de cara a la atrocidad, y otra muy distinta llegar a amar a su torturador (Bloomfield, 2006, p. 11).
Estas falsas verdades implícitas en los imaginarios que circulan sobre la reconciliación parten de un maximalismo moral íntimamente imbricado con posiciones religiosas que no siempre coincide con los mínimos éticos y políticos que demanda reconstruir la coexistencia entre víctimas y victimarios después de un conflicto armado. El papel que pueden jugar estas falsas concepciones resulta vital a la hora de entablar cualquier diálogo, pues las expectativas maximalistas pueden ser un inalcanzable en medio de un proceso en el que con mucho esfuerzo acaso se podrían lograr acuerdos mínimos.
Cómo se puede deducir de todo lo anterior, el sólo hecho de tratar de clarificar qué entendemos por reconciliación, presenta enormes dificultades, por lo que como acto prudente y obrando con mucha cautela; lo máximo que se puede hacer a fin de no paralizar la reflexión es adherir a una definición provisional que se acerque a la postura que compartimos sobre estos dos procesos. En esta tarea Mauricio Durán aporta al construir una definición que integra la posición restaurativa de Bloomfield y la procesual de Lederach:
Reconciliación es el proceso de gradualmente (re)construir amplias relaciones sociales entre comunidades afectadas por una violencia sostenida y ampliamente extendida, de forma tal que puedan con el tiempo llegar a negociar las condiciones y compromisos que implica una realidad política compartida (Bloomfield, 2006, p. 12, citado en Durán).
En otras palabras, la reconciliación luego de un violento conflicto social es el largo, amplio y profundo proceso de construir relaciones intercomunitarias, que incluye como componentes constitutivos la justicia, la verdad, la sanación y la reparación-reconciliación como “lugar de encuentro (Lederach, 1999).
Pretensiones y alcances de la cátedra lasallista 2009
En consecuencia, la tarea de la cátedra, antes que un ejercicio intelectual por buscar la definición “correcta” de lo que se debería entender por reconciliación, optó por otra vía: invitar a los protagonistas de experiencias de reconciliación que hubieran realizado sistematizaciones sobre ellas, a fin de poder realizar un conversatorio que nos permitiera, como comunidad educativa, comprender la reconciliación no tanto como un problema académico, sino más allá de esto, como una praxis política en medio de un país en guerra.
Para realizar estas conversaciones, el autor propuso cinco preguntas al comité organizador de la cátedra que ayudarían como hilos interrogadores de cada una de las ponencias. Estas preguntas son las que en la actualidad sirven de columna vertebral para...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Introducción
  5. Cátedra Lasallista: Miradas sobre la reconciliación
  6. “Miradas sobre la reconciliación”: planteamientos en la búsqueda de la justicia social como acción política
  7. Reconciliación, sentido de la vida y comunicación
  8. Una mirada teológica sobre la reconciliación
  9. Sobre el perdón Una reflexión desde Paul Ricreur
  10. Pedagogía para la paz en tiempos contemporáneos
  11. El sentido de la Carta de la Paz Construir la paz desde la Carta de la Paz
  12. Niños, niñas y jóvenes constructores de paz
  13. En la búsqueda de espacios juveniles para la reconciliación: reflexiones para el diálogo*
  14. Universidad, reconciliación y posconflicto