Del este de Europa al Sur de América
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Del este de Europa al Sur de América

Migraciones soviéticas y Post Soviéticas a la ciudad de Bucarmanga, Santander

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Migraciones soviéticas y Post Soviéticas a la ciudad de Bucarmanga, Santander

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Este texto presenta las diferentes nociones y opiniones frente al más novedoso fallo de la Corte Constitucional en materia de salud. Es claro para los diferentes sectores de la sociedad que el marco regulatorio y la aplicación de la normativa en materia de seguridad social en salud con dos esferas completamente diferentes que pone de presente la existencia de una realidad que escapa a muchas situaciones previstas por el derecho. La Corte Constitucional ha proferido muchos fallos relacionados con el aspecto de salud del Sistema de Seguridad Social lo cual ha generado incluso tendencias del fallador ante la existencia de una serie de elementos y factores en casos determinados. Sin embargo la Sentencia T 760/08 pretende presentar una posición frente a la constante evolución del sistema de seguridad social en salud dinámico por esencia y establecer el alcance que debe predicarse respecto de sus normas y así mismo tratar de ubicar toda situación fáctica en un marco jurídico realmente aplicable.

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1. Capítulo I. Dos historias paralelas

1.1. Latinoamérica: una mirada general a las inmigraciones
Los mayores movimientos migratorios que llegaron a la región de Latinoamérica y el Caribe lo hicieron desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, la mayoría provenientes del sur de Europa.1 Se calcula que en parte de estas dos centurias más de 52 millones de personas salieron de Europa para establecerse en otros continentes.2 La región latinoamericana y del Caribe recibió el 21 % de las migraciones totales a América. Argentina y Brasil, seguidos por Uruguay, Cuba y Chile fueron los países que más inmigrantes recibieron. Italia, España y Portugal y, en menor medida, Alemania y Rusia fueron los países de procedencia de la mayoría de inmigrantes que arribaron a la región.3
La llegada de un porcentaje tan alto de migrantes europeos a Latinoamérica se debió en parte a que, para la época, los países latinoamericanos compartían la idea de la migración europea como instrumento de modernización y progreso.4 Los países que además de tener una gran demanda de mano de obra para la agricultura y la industria ofrecían al inmigrante estímulos tales como leyes de protección e incentivos económicos, rutas de llegada, infraestructura adecuada y una economía estable fueron los que lograron con éxito esta tarea.5
Producto de la transformación económica favorable que vivió Europa, para la segunda mitad del siglo XX, el panorama migratorio cambió en la región. La migración a la región latinoamericana se redujo significativamente y se registró un retorno de inmigrantes hacia sus países de procedencia. Según datos del proyecto de Investigación de la Migración Internacional en Latinoamérica (Imila), entre 1970 y 1990 la migración intercontinental a Latinoamérica y el Caribe se redujo casi un 50 %, estableciéndose un nuevo patrón migratorio: la migración intrarregional.6 En adelante, las migraciones de europeos a Latinoamérica cesaron para ser sustituidas por migraciones entre países vecinos.
Para los años sesenta y setenta, como consecuencia de las dictaduras y los problemas sociopolíticos que empezaron a generarse en la región latinoamericana y del Caribe, la migración hacia países fronterizos dentro de América Latina se duplicó, mientras que para los años ochenta, por el impacto de la crisis económica que sufrió la región y que afectó a los países receptores, las migraciones entre países fronterizos disminuyeron.
Con el cese de la migración intercontinental y la estabilización de la migración intrarregional en Latinoamérica, para las décadas de los ochenta, noventa y lo corrido del siglo XXI, la región entró en una nueva etapa, caracterizada por las emigraciones extraregionales, es decir, de ciudadanos de Latinoamérica hacia otros continentes y subcontinentes, siendo una de las principales la que se presenta hacia los Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, aunque la migración intrarregional no alcanza las magnitudes anteriores, aún existe una migración al interior de la región. De igual forma, aunque la migración extrarregional se disminuyó de manera considerable, esta no fue nula. Las inmigraciones, aunque menores en escala numérica a las emigraciones, también son parte preponderante en la historia de la región.
1.2. El sueño que no se hizo realidad: el inmigrante ideal y los debates políticos en Colombia
Al igual que el resto de Latinoamérica, para el siglo XIX Colombia compartió el deseo de migración europea, vista como sinónimo de modernización y “blanqueamiento” de la población. Pero, a diferencia de otros países de la región, Colombia no fue receptor de grandes flujos migratorios, pues no necesitaba la importación de mano de obra agrícola para trabajar la tierra –existía mano de obra nativa de sobra. Además, el país no contaba con una actividad económica consolidada, estable e importante. Por tanto, el deseo de inmigración y las leyes constituidas para su realización “se basaron principalmente en el ideal de los gobernantes colombianos de impulsar la importación de ciudadanos, de preferencia europeos blancos, como material de progreso, más que en una necesidad real”.7
La migración apareció entonces como un instrumento del Estado. Se trató de un afán del gobierno por homogeneizar y civilizar a los colombianos mediante la ocupación y transferencia de territorios a los inmigrantes europeos. El inmigrante ideal para el Estado era aquel que además de traer conocimiento –capital cultural–, capital económico y herramientas de su país de origen, estimulara la inmigración de más de sus compatriotas e invirtiera en los terrenos baldíos que les iban a ser concedidos. Además, estaba dentro de sus tareas la de propender por los valores morales y cívicos de la población a la que llegase, siendo uno de los objetivos del gobierno educar y civilizar las clases inferiores a través de la inmigración.
El Estado, intentando incentivar el arribo de extranjeros, planteó distintas leyes durante el siglo XIX, que contemplaban, entre otras cosas, la concesión de tierras y el apoyo económico a los inmigrantes. Las más destacadas fueron las leyes de inmigración de extranjeros de 1847, la Ley de 1871 y la Ley de 1892. La Ley de Inmigración de Extranjeros de 1847 propuesta por Manuel Ancizar, el secretario de relaciones exteriores para la época, estipulaba la concesión de tierras y la ayuda financiera de 50 pesos a cada inmigrante que decidiera establecerse en la Nueva Granada. Además, el plan contemplaba subsidios y bonos a los cónsules que incentivaran la migración en los que ejercieran su labor, propendiendo por dar a conocer el país como un lugar propicio para el arribo y establecimiento de europeos.8
El proyecto Ancizar fue un total fracaso por dos razones: en primer lugar hubo poca voluntad política de diplomáticos dentro y fuera del país para “importar” extranjeros, y en segundo lugar, porque los presupuestos necesarios eran demasiado altos. Igualmente, la no aprobación del presupuesto estimado para la ayuda económica del inmigrante, por falta de capital del Estado, provocó que los proyectos de inmigración que se habían puesto en marcha tuvieran que ser cancelados. Aunque ineficaz e inaplicable, la Ley 1847 de Inmigración de Extranjeros siguió vigente hasta 1890, suscitando esporádicos debates a lo largo de este tiempo.
Para la década de los cincuenta del siglo XIX, el ideal de la inmigración europea como forma de progreso y civilización siguió estando presente en la agenda del gobierno. Diego Paredes, secretario de relaciones exteriores para 1850, estimuló la firma de contratos con empresas de migración. Esta nueva estrategia tampoco dio muchos resultados, aunque para 1852 se estableció Geo Von Lengerke en el Estado soberano Santander, quien atrajo a la región a más familias alemanas que impulsaron el comercio y la explotación de la quina en el departamento.
Para la primera mitad del siglo XIX el Estado se concentró en impulsar la llegada de europeos blancos, de agricultores de la Europa industrializada que supieran manejar las máquinas modernas, como es el caso de suizos alemanes y de suecos. Ya para la segunda mitad del siglo XIX las miradas fueron más realistas y aceptaron que Colombia no tenía las mismas posibilidades de otros países de tener una migración exitosa, y que resultaba absurdo seguir guiándose por modelos de inmigración de países como Estados Unidos y Argentina.
Para 1871 se dio otro intento por legalizar la entrada de extranjeros al país. Salvador Camacho Roldán propuso para este año la Ley “sobre la protección de extranjeros” que, a diferencia de la Ley de 1847, en lugar de perseguir el arribo de grandes masas migratorias, intentó establecer un ambiente jurídicamente propicio para los inmigrantes que llegasen a establecerse. Esta ley era más realista, en cuanto al hecho de aceptar que la migración que se daba a la región era una migración esporádica, individual o que solo involucraba el núcleo familiar. La ley buscaba la creación de juntas que ayudaran a los extranjeros pobres que arribasen a los puertos de la Nueva Granada a conseguir donde instalarse, prestarles la información necesaria, respaldarlos y ayudarles a conseguir dónde establecerse al interior del país, ya que el clima de la zona costera no era el más propicio para los inmigrantes europeos. Otro punto importante de la ley establecida por Roldán se refirió al hecho de ampliar las posibilidades de procedencia de los extranjeros que llegasen al país, advirtiendo que no solo la migración proveniente de Europa podría ayudar al progreso de la nación.
A diferencia del plan Ancizar, la Ley “para la protección de extranjeros” contó con la voluntad política y con la aprobación y concesión del presupuesto requerido. Gracias a la ley se crearon con éxito las juntas para el apoyo de inmigrantes en Barranquilla y Santa Marta y se emprendieron nuevos proyectos de inmigración. Sin embargo, los nuevos proyectos migratorios fracasaron y las corrientes q...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Agradecimientos
  5. Introducción
  6. Preguntas de investigación e hipótesis
  7. Metodología
  8. 1. Capítulo i. Dos historias paralelas
  9. 2. Capítulo ii. “Nunca imaginé vivir en Colombia”
  10. 3. Capítulo iii. “Yo soy un ruso con sabor colombiano”
  11. 4. Conclusiones
  12. 5. Referencias