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Voces femeninas en la violencia

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Voces femeninas en la violencia

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Con el devenir del tiempo el derecho ambiental se ha venido consolidando en el ámbito jurídico a tal punto de ser considerado como una rama autónoma dentro del estudio del derecho, pero con una vocación transversal dado los efectos que sobre las instituciones jurídicas clásicas ha tenido, en especial en el derecho público. En este libro, expertos colombianos y extranjeros de primer nivel se reúnen para exponer sus puntos de vista en relación a la manera como deben interpretarse y aplicarse las instituciones más importantes del derecho administrativo y constitucional frente a las distintas materias que componen al derecho ambiental.

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Información

CAPÍTULO V
Leonor en el mundo
de los “limpios”108

UNA INFANCIA SOLITARIA EN MEDIO DE UNA FAMILIA EXTENSA

Leonor comienza su extenso relato refiriéndose a sus recuerdos más antiguos, cuando era muy niña:
Cuando empezó La Violencia resulta que nosotros teníamos un tío que se llamaba Drigelio, que era hermano de mi papá Luis Julio, un muchacho que crio mi mamá Romelia; no era hijo de ella, pero lo quería como si fuera su hijo. Mi mamá tuvo plata en ese tiempo, y como no había carretera, llevaban fríjol y queso para vender al Valle. No me acuerdo del año, yo estaba muy pequeña y no me acuerdo.
La primera intervención de la hija de Leonor es esclarecedora, como todas las que tendrá a lo largo de la entrevista:
Mi mamá y mi tía nacieron en 1943, lo que indica que para 1948, año del asesinato de Gaitán, ellas tenían cinco años. Por eso ellas no tienen claro el concepto de los movimientos agrarios que organizaba el tío-abuelo Drigelio, criado por mi abuela Romelia y medio hermano de mi abuelo Luis Julio. Hay que tener en cuenta que ya esa zona del sur del Tolima tenía un proceso adelantado en el tema de los movimientos agrarios y estaba bastante permeada por los odios entre liberales y conservadores.109
El tío Drigelio es una figura paradigmática de lo que fue un dirigente campesino liberal y analfabeta, dispuesto a no dejarse de nadie, como tantos campesinos en esas tierras tolimenses antes de La Violencia y durante esta. Las andanzas del tío Drigelio marcaron la vida de la niña Leonor de una manera indeleble, como lo dejará ver su relato:
El tío Drigelio llevó unas cargas de fríjol para un señor Cruz Bonilla que se alió con la policía chulavita. Cuando mi tío llegó llevaba como diez cargas pero Cruz le reclamó y le dijo que eran veinte. El tío mío nunca había conocido un fusil porque se crio en el campo con mi mamá y con los trabajadores; no había tenido nunca un fusil. Como el Sr. Cruz Bonilla ya tenía cuadrada a la policía dijo que eran veinte cargas, y Drigelio que no, que eran diez. Entonces llegó la policía a coger a mi tío y a decirle que tenía que conseguir las otras cargas de fríjol. Había cinco policías, un cabo y otros. Mi tío cogió el fusil, les disparó; ahí los dejó, y arrancó a correr. Le echó mano al fusil de dos o tres más. Arrancó a correr y se fue.
Según el relato de Leonor, el involucramiento de su tío Drigelio con la guerrilla liberal tuvo origen en el robo que pretendió hacerle un campesino conservador, en alianza con la Policía, de unas cargas de fríjol. Ese tipo de incidentes eran comunes durante La Violencia, pues los conservadores actuaban de la mano de la Policía para perseguir a los liberales, a lo que estos respondían armándose para defenderse:
Ya se volvió guapo y muy matón el tío Drigelio, hermano de mi papá. El arrancó por allá donde un Sr. José Mejía, que ya tenía guerrilla, estaba cuadrando gente para tener guerrilla, iba bien armado con fusiles. A mi tío lo recibieron y, de una vez, y lo nombraron comandante de la guerrilla. En ese tiempo eran los “chulos”, ya había “chulos” en Herrera. Los “chulos” eran los policías, los chulavitas. Les decían “chulos” y uno aprendía a decirles “chulos”.
La hija de Leonor aclara cuál era la relación que existía entre los policías y los conservadores en la zona:
Volviendo a las confusiones de mi mamá. Creo que ella habla desde esa época de los chulavitas, pero estos aún no habían llegado. Existían grupos armados que, aliados con la Policía y los gamonales de la zona, perseguían al incipiente Partido Comunista asociado con los liberales. Mamá habla de chulavitas, porque empezó a tener conciencia de los “enemigos chulavitas” a medida que fue creciendo, así antes de la muerte de Gaitán no se llamaran así; eran un fenómeno paramilitar que nunca ha dejado de existir. Los llamados chulavitas por mi mamá era la Policía que se había aliado con la gente del pueblo; ya la violencia estaba como establecida en ese momento. La familia de mi mamá era liberal y la Policía creó una encerrona para poder matar al tío Drigelio. El tío se les escapó, mató a los policías, se llevó los fusiles y llegó donde la gente que se estaba organizando en ese momento, que eran los liberales. Era una guerrilla liberal. Es la primera referencia que ella tiene de la violencia. Mi mamá era pequeña, debía tener como cinco o seis años.
Luego de la intervención de su hija, Leonor comenta lo siguiente:
Lógico que el tío ya tiraba a ser comunista. Se encontraron con don José Mejía, y siguieron reuniendo gente. Llegaban de noche y sacaban viejitos, se llevaban palas y machetes para armarse la guerrilla. En ese tiempo eran los… No les decían guerrilla… Les decían la “chusma”. Ya él era comandante; mi tío cogió su escuadrón y don José se fue aparte. Se formaron varios grupos de guerrilla y con la Policía se perseguían unos con otros, o sea, los liberales mataban a la Policía, la Policía llegaba a las casas… La Policía empezó a hacer más maldades.
Enseguida, Leonor se refiere a unos hechos escalofriantes que oyó contar cuando era niña, sucesos que eran cotidianos durante La Violencia y para los cuales no había ninguna explicación:
Yo tenía un tío que se llamaba Julián, creo que era hijo de mi abuela Josefina no más, pues no era hijo del papá de los otros, de Pedro. Él vivía por allá de Planadas para abajo y nosotros estábamos donde mi abuelito Pedro. Llegaron los “chulos” a la casa de ellos, la esposa de él estaba esperando bebé y la cogieron, no sé por qué, la rajaron, le sacaron el bebé, la colgaron de manos y pies y le echaron piedras en la barriga y le abrieron la boca y le metían el niño por la boca.
La escena que narra Leonor fue recurrente durante La Violencia. A las mujeres del bando contrario las violaban, las ultrajaban y luego las mataban. Son frecuentes los relatos donde aparecen mujeres embarazadas a las que les abrían el vientre, les sacaban el feto y les metían objetos como piedras o animales:110
Nosotros estábamos donde mi abuelo cuando llegó un muchacho. Mi abuelo Pedro tenía tres hijos varones fuera de mi mamá y de otra hermana que ella tenía. Un hijo de mi abuelo se llamaba Estanislao y lo llamaban tío Conejo, porque era chiquito. Mi tío Estanislao estaba recién casado y la esposa de él estaba batiendo huevo para hacer un ponche… Me acuerdo tanto de eso. El muchacho fue y le dijo que habían matado a Julián, le contó que cogieron a mi tío Julián, lo amarraron a un palo, le chuzaron los ojos, lo castraron, le hicieron todo lo que le pudieron hacer. Sí, fueron los “chulos”. Como sería la rabia de ellos que me acuerdo que mi tío Estanislao se arrodilló y le dijo a mi abuelito Pedro, “écheme la bendición, lo juro por Dios que de hoy en adelante me vuelvo el hombre más malo que hay sobre la tierra”, y salió y se fue. La esposa de Estanislao se quedó ahí en la casa de mi abuelo. La policía siguió yendo allá, no sé por qué se la montaron a ellos, por qué fue que se la montaron a toda la familia.
A la familia de Leonor la perseguían por el hecho de ser liberal; no hay que buscar más explicaciones. En su relato, Leonor se refiere a la soledad que sentía siendo una niña, en medio de tanta zozobra:
Yo de niña andaba por ahí en la casa, ponía cuidado. Uno se para a poner cuidado, ya no nos dejaban salir a ninguna parte ni nada, porque era peligroso, nos mataban. Ya mi mamá se había venido de la finca.
La familia de Leonor era de filiación liberal; pero estaba muy mezclada, pues también había familiares que eran conservadores. La polarización política o división partidista no respetaba los lazos familiares, y muchos de sus miembros acababan liquidándose por pertenecer a diferentes bandos, tal como lo relata Leonor:
La mía fue una familia trocada, unos eran liberales, otros eran conservadores. Entre ellos había un primo hermano de mi mamá por parte de mi abuela que se llama Juan Ángel Molano y era godísimo, de esos malos que se aliaron con la Policía para matar gente. Entonces el tal Juan Ángel Molano se la montó a mi mamá porque como no podía matar a su hijo Virgilio, que era hijo de él, pero criado por mi mamá, entonces la perseguía a ella. Se la montaron a mi mamá que le tocó venirse de la finca; ya estábamos donde mi papá Pedro, ya habíamos hartos niños ahí. Eso fue cuando el tío Drigelio empezó a matar, mataba policías solo por verlos morir. Entonces ya se empezaron a perseguir unos con otros, los unos porque eran liberales, los otros porque eran godos, chulos. Ya llegaban a las casas. Nosotros nos fuimos de ahí de la casa.
En este punto la hija de Leonor interviene y aclara quién era el tal Virgilio del cual acaba de hablar su mamá:
Virgilio era hijo de Juan Ángel Molano y había sido criado los primeros años por mi abuela Romelia. Pero hubo problemas familiares por cuestiones políticas y el señor Juan Ángel empezó a perseguir a mi abuela por ser liberal. En el fondo eran problemas de herencias también.
Toda esta violencia de la que habla Leonor es anterior al asesinato de Gaitán. Se trataba de una violencia que enfrentaba a liberales y comunistas contra conservadores y policías. Por lo tanto, el asesinato de Gaitán no inauguró la violencia en el sur del Tolima, más bien la continuó y la magnificó:
Cuando empezó la violencia fuerte, Gaitán todavía no se había muerto. Cuando lo mataron, estábamos en la finca de mi mamá. Eso ya se volvió terrible: la guerrilla sacaba viejitos y muchachitos; los liberales llevaban hachas, penillas, palas, lo que encontraran para pelear porque los chulos venían armados. Ya mi tío Conejo y mi tío Drigelio se volvieron los más malos.
En el relato de Leonor hay un tema rodeado de silencio que aparece insinuado, pero nunca es explícito: el de su relación de niña con el tío Drigelio, un hombre muy violento, pendenciero y de pocas palabras. Y aunque el otro tío, Estanislao, también se volvió vengador y pendenciero, Leonor nunca le tuvo miedo. Es evidente que en el momento de rendir su testimonio, es decir, cuando ella ya es una mujer mayor de 75 años, su relato deja traslucir un evidente rencor hacia dicha figura masculina, rencor que se hace evidente en las palabras despectivas que utiliza para referirse a él. Es más, su hija cuando comenta y complementa la entrevista de su mamá, deja entrever que hubo abusos y acosos sexuales por parte del tío, tema al cual Leonor nunca se quiso referir. Si tuviéramos que describir el sentimiento que se percibe en el relato de Leonor cuando habla de su tío Drigelio, hablaríamos de peligro. El tío —y no solo él, pues aparecen varias figuras masculinas que también lo encarnan— era una presencia que transmitía la sensación de peligro, un hombre de comportamientos violentos, impredecible y que nunca daba explicaciones:
No se oía sino decir que en la Herrera, en la Aurora, en Monte Loro, mataron a no sé quién, que el coma...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Agradecimientos
  5. Introducción
  6. Capítulo I El silencio del ángel
  7. Capítulo II Una herida reposa bajo la tierra
  8. Capítulo III La violencia, una enfermedad que aqueja a la nación
  9. Capítulo IV Trauma y peligro en el relato de las mujeres
  10. Capítulo V Leonor en el mundo de los “limpios”
  11. Capítulo VI Teresita en el mundo de los “comunes”
  12. Consideraciones finales
  13. Bibliografía