La universidad. Estudios sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias
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La universidad. Estudios sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias

Vol. 6. Organización universitaria

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La universidad. Estudios sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias

Vol. 6. Organización universitaria

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Información del libro

La Pontificia Universidad Javeriana se complace en ofrecer al mundo universitario la presente obra, que recoge la mayoría de los escritos del P. Alfonso Borrero Cabal, S.J., sobre la historia, la naturaleza, las características, funciones, realidades y proyecciones futuras de la universidad. Se trata de una colección de trabajos gestada a lo largo de muchos años, fruto de su intensa experiencia universitaria, de una paciente investigación personal, y de una continua interacción con sus colaboradores, colegas y amigos universitarios. La obra, tal como se presenta en la presente edición, consta de siete tomos organizados de la siguiente manera: los cuatro primeros recogen las conferencias relativas a la Historia de la universidad; el tomo V agrupa las conferencias sobre los Enfoques o la filosofía universitaria; el tomo VI se refiere a la Organización de la universidad y el tomo VII a la Administración universitaria. Confiamos en que los lectores sabrán descubrir y gustar la pureza del pensamiento del autor, considerado como uno de los mejores conocedores contemporáneos de la universidad.

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Información

Año
2008
ISBN
9789587167825
Categoría
Education

Capítulo 1

LOS SISTEMAS EDUCATIVOS FORMALES Y EL NIVEL POSTSECUNDARIO

INTRODUCCIÓN

El concepto de estructura utilizado a propósito de la administración universitaria1 nos será útil para entender el conjunto institucional orgánico de las unidades académicas y la relación entre las instituciones educativas y universitarias dentro del más amplio y complejo concepto de los sistemas educativos.2
Nuestro actual interés toma en cuenta, ante todo, los sistemas educativos formales y la secuencia de sus niveles clásicos: el primario, el secundario y el superior, cuyo lesivo fraccionamiento institucional debería adaptarse a la naturaleza continua y casi inconsútil de la educación, mediante la dócil flexibilidad de la educación no formal y la apertura a los influjos informales del firmamento cultural.3
Por ello, se acude al modo como John E. Craig y Norman Spear sintetizan el sistema educativo en el cruce de las tres diagonales de un octaedro: la diagonal del actor primario o natural de la educación, la familia, en la que se incluye el actor artificial o corporativo, como la vida escolar; la diagonal de la educación formal o escolarizada, tan afín en sus actos pedagógicos, didácticos y sus secuelas a la educación no formal; y en fin, la diagonal del orden cultural, gran gestor de la educación informal.4
Esta concepción geométrica quizás ayude a comprender el drama de la educación, destinada a la integración del individuo al medio en donde ha de vivir.
El presente capítulo estudia, en su primera parte, el origen de la escuela y de los sistemas educativos escolarizadamente formalizados. La segunda parte viene dedicada a la conformación histórica de algunos sistemas educativos. La tercera ensaya una teoría de la polifacética organización de los sistemas postsecundarios.
El capítulo concluye advirtiendo la presencia de la tecnología y la educación tecnológica en la conformación y el estado actual de los sistemas postsecundarios, ligados, a su vez, a la organización del trabajo y a los conceptos sobre el desarrollo.

Primera parte

LA ESCUELA. ORIGEN Y DESARROLLO DE LOS SISTEMAS EDUCATIVOS FORMALES
Por semántica, escuela significa desahogo, descanso, ocio intelectual, entretenimiento del espíritu. Pero dicho término acepta designar líneas concretas del pensar colectivo, y también distinguir los establecimientos escolares de la época helenística, donde la niñez y la adolescencia eran iniciadas en letras y costumbres ciudadanas, conforme a las edades de la vida. Bajo el concepto de escuela se abrigaban, entre muchas otras, la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles. Fueron notables las instituciones escolares del Imperio romano e, inspiradas por el cristianismo, las fundadas por la Iglesia al abrigo de monasterios y catedrales.5

1. ESCUELA: EDUCACIÓN Y ESCOLARIZACIÓN EN LA EDAD MEDIA

Desde tiempos inmemoriales, la educación era desescolarizada. El saber, los oficios y las buenas maneras se aprendían en casa y en los intercambios cotidianos, en el trabajo tan dependiente de las estaciones atmosféricas, en los mercados y en los talleres pueblerinos, casi siempre callejeros, y en la vida corriente y sencilla. Nada de espacios institucionales interpuestos entre el niño y los adultos, ni entre los aprendizajes informales de trasmisión oral, más que escrita, nutridos en el oficio y la convivencia familiar.
Para el caso de nuestra civilización occidental, Roma heredó de Grecia las etapas educativas escolarizadas y, al desplome del Imperio, la sociedad, la Iglesia y la muy remota semilla de los Estados modernos las recogieron para prolongar la educación a lo largo de los siglos medievales, en instituciones denominadas scholae, collegia, studia, universitates...
Pero el primer término, schola o escuela, es comprenhesivo de los restantes. En tal sentido ha de entenderse el siguiente texto de Jacques Verger:
Para quienes la transitaban, la escuela, en la Edad Media y en cualquiera otra época, era ante todo un lugar de aprendizaje de saberes. Allí eran inculcados, según los principios pedagógicos propios de esos tiempos, los conocimientos y los métodos del razonamiento y del trabajo que constituyeran para cada quien lo esencial del bagaje intelectual y práctico requerido para su vida.
La escuela medieval, sin pretender identificarla con la de siglos futuros, “era un sitio de sociabilidad y descubrimiento. Allí se aprendía a comportarse, a afirmar la personalidad y a intercambiar con otros en disciplina colectiva”. La escuela, “experiencia existencial inseparable de la adquisición de los saberes, contribuía a diseñar el perfil colectivo de los letrados medievales”. Y “más allá de la utilidad de los estudios, la escuela era un enjambre político”.6
En sentido más restringido, Verger y otros autores señalan el modo de ser de las escuelas de nivel elemental, con enseñanza en la lengua vernácula. Eludido todo anacronismo, en ellas se ve algo equivalente a nuestros niveles primario y secundario. Investigadores de hoy se ocupan de explorar el sentido concreto, en esos tiempos, de términos como schola, schola publica, schola privata, scholae grammaticae, escuelas de latinidad. Estaba en juego la educación de los niños, de la mujer, de los hijos de nobles, militares y burgueses de todo corte, y de los laicos, a diferencia de los eclesiásticos. “El niño medieval –escribe Danièle Alexandre-Bidon– no era una petit chose, un eventuel déchet ni un animal, sino un ser humano al cual desde muy pequeño se le prestaba gran atención para educarlo con ayudas prácticas y métodos adaptados a su edad biológica y a su sensibilidad”.7
Las palabras studium y universitas, cuyos significados específicos nos son ya conocidos, caen, según lo dicho, bajo la comprehensión verbal de schola; pero son, prosigue Verger, “establecimientos de enseñanza poseedores de una infraestructura institucional y económica más sólida (demostrada por la abundancia de archivos) y gozosos de más alto y estable prestigio social e intelectual. Esos establecimientos monopolizaron la atención, los favores y la tutela de los poderes públicos, eclesiásticos o laicales”.8 También se acoge al género escuela el término collegium, usado en esos tiempos para denominar los establecimientos educativos escolarizados, de vida colegial, conventual, de internado en algunos casos. Muchas instituciones denominadas collegia gozaron del renombre universitario.
Verger completa su descripción del panorama educativo escolarizado medieval con las denominadas “Nuevas” –nouvelles– fundaciones o institutions provenientes del siglo XIV. De carácter muy local y dispares propósitos, las nuevas escuelas nacen adyacentes a la institucionalidad universitaria, sin dejar de lado los saberes en ella atesorados. Eran formas, en términos de hoy, de “enseñanza abierta”, con métodos pedagógicos en principio adaptados a los intereses y capacidades de los usuarios.
Quizás pioneras de este fenómeno fueron, lo dice Verger, las órdenes mendicantes. Desde 1220-1230, la Orden de Predicadores; poco después la Franciscana y, hacia fines del siglo XIII, los Carmelitas y los Ermitaños de San Agustín, pusieron en marcha estudios conventuales, studia conventualia, para la formación, en casa religiosa, de los jóvenes monjes dotados de especial inclinación intelectual, al ritmo y paso de sus capacidades para la gramática, la lógica, la filosofía natural, la Sagrada Escritura y la teología. Eran casas de formación religiosa, no excluida alguna admisión de estudiantes externos. Venidos de las provincias de las Órdenes religiosas, los jóvenes lograban así el reconocimiento de lectores y, en casos, aun de licenciados al modo de las universidades.
Desde el siglo XIV, a estas y similares instituciones les fue ya común la denominación de colegios, collegia, en razón de la forma de vida, si no conventual, sí colegiada, y suplente, para propósitos como los aquí apuntados, de la escasez de facultades de artes en las universidades. De este corte colegial fueron las fundaciones en Francia, que no subsistieron, de los papas Urbano V y Gregorio XI; los colleges de Inglaterra y el Ave Maria (1334) fundado por Jean de Hubant; las escuelas de los Hermanos de la Vida Común y algunas de toque muy profesional para la formación de mercaderes italianos con fundamento en las teorías numéricas de Leonardo Fibonacci (h.1170-h.1240); las primeras escuelas de cirugía y las Inns of Courts de Inglaterra (s. XV) para el aprendizaje práctico de las leyes, y las de naciente tendencia humanista de Italia en los siglos XIV y XV.
Todos estos y otros ejemplos –concluye Verger– muestran cómo en el siglo XV, y bien mantenido el prestigio del modelo universitario tradicional, empezaron a diferenciarse las ofertas escolares, por causa, sin duda, de la importancia y la complejidad funcional de los grupos sociales.9

2. EL HUMANISMO

No resulta fácil definir el humanismo renacentista, tan henchido de cambios en la visión del mundo. De renovación en las formas e intereses del saber humano. De ensanchamiento y hondura en las fuentes del arte y la literatura clásicas. De optimismo creativo fundado ...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Capítulo 1
  5. Capítulo 2
  6. Capítulo 3
  7. Capítulo 4
  8. Capítulo 5
  9. Capítulo 6
  10. Bibliografía