Su hijo, una persona competente
eBook - ePub

Su hijo, una persona competente

Hacia los nuevos valores basicos de la familia

  1. Spanish
  2. ePUB (apto para móviles)
  3. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Su hijo, una persona competente

Hacia los nuevos valores basicos de la familia

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Ya desde su nacimiento, los niños son personas competentes, perfectamente capaces de expresar sus sentimientos y necesidades, y muy dispuestas a cooperar. Éste es el reconocimiento revelador que el terapeuta danés Jesper Jull presenta en esta relevante obra. Son por ende los padres los que deben trabajar para escuchar los mensajes explícitos e implícitos que les trasmiten sus hijos, tomarlos en serio y aprender de ellos.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Su hijo, una persona competente de Juul, Jesper en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Education y Education General. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2012
ISBN
9788425430145
Categoría
Education
AGRADECIMIENTOS
 
Las teorías y muchos de los ejemplos utilizados en este libro son fruto de mi trabajo en el Instituto Kempler de Escandinavia en Dinamarca. Quiero expresar mi más sincera gratitud a Walter Kempler, M.D., que hago extensiva a los demás miembros del instituto, por su inspiración y su incesante confianza en mí durante los largos años en que yo confiaba poco en mí mismo.
También debo dar las gracias a las familias de distintos lugares del mundo que me han dejado entrar en su vida personal y privada. Recuerdo con vergonzosa claridad mis prejuicios en el momento de conocer por primera vez a muchas de ellas: familias de Japón y de países islámicos, familias de diferentes orígenes étnicos en los campos de refugiados de Croacia, familias americanas destrozadas por el alcoholismo, entre muchas otras.
Mi hijo, de veintiséis años –ya una persona adulta–, me ha ayudado a integrar mis experiencias como sólo lo puede hacer alguien que busca de forma abierta y honesta su propio camino en la vida. Mi mujer también me ha sido de gran ayuda, pues su existencia me hace ver lo que espero que sean las últimas reminiscencias de mi egoísmo infantil.
ninop.webp
INTRODUCCIÓN
 
Como muchas de las personas de mi edad, me di cuenta durante mis dulces veinte de que la forma en que la generación de mis padres (y las generaciones precedentes) concebía la estructura familiar y la educación de los hijos no era muy correcta.
En el transcurso de la década siguiente, durante mi etapa de formación como terapeuta familiar (trabajando con los llamados niños y jóvenes «con desajustes» y con madres solteras), me di cuenta de que mis ideas sobre la familia y la educación de los hijos no eran ni mejores ni peores que las de mis padres. De hecho, nuestros conceptos compartían los mismos puntos débiles. En primer lugar, no tenían una base ética. Y, en segundo lugar, estaban formulados sobre un presupuesto arrogante y polarizador: hay gente que tiene razón porque actúa siguiendo unas actitudes correctas, y hay gente que no tiene razón porque actúa siguiendo unas actitudes equivocadas. Esta tendencia a clasificar también la veía en los comentarios que, sobre mi trabajo, realizaban mis compañeros y clientes. Algunos pensaban que era bueno en mi trabajo, otros no. Ingenuamente creía que todo iría bien, siempre y cuando el primer grupo fuera mayor que el segundo. Pasó cierto tiempo hasta que me di cuenta de que debí haber escuchado a los disconformes. No lo hice hasta que fui padre y pude experimentar mi propia incompetencia. En ese momento empecé a aprender; hasta entonces había permanecido en periodo de formación.
Antes de ser padre creía que las familias debían basarse en la tolerancia y la comprensión, y que las relaciones paterno-filiales debían ser democráticas. Éste era el concepto opuesto a una educación férrea, moralista e intolerante, que sabía que era destructiva para la vitalidad y autoestima de los niños. Pero a medida que pasaba tiempo con mi hijo, y después de mucho trabajo diario con familias con hijos, me fui dando cuenta de la superficialidad de mis conceptos. Es evidente que nuestra idea del papel de los niños en el seno de las familias y de la sociedad ha evolucionado enormemente desde que yo era niño. Nuestra concepción de la naturaleza humana, nuestras formas de castigo y nuestras ideas sobre la moral educativa y pública se han humanizado y son ahora menos restrictivas. Sin embargo, he tomado conciencia de dos factores que me han cambiado y dolido tanto profesional como personalmente. En mi tarea de profesor y tutor he visto demasiadas veces cómo los padres no podían seguir adelante. Se reunían con terapeutas para hablar de sus hijos y salían de esos encuentros sintiéndose perdedores, incapaces de decidir qué medidas tomar y más desorientados que cuando llegaron. Los terapeutas, a su vez, salían de las reuniones sintiéndose inútiles e incompetentes. Aun así, obligados por la fuerza de la costumbre, seguían apoyándose en la psicología tradicional, más preocupada por buscar problemas que por encontrar soluciones.
Como terapeuta familiar, he podido comprobar cómo los niños y adolescentes todavía tenían que hacer frente a la parte más dura de esta falta de conexión entre padres y terapeutas. Aún hoy, cargamos a los niños con una responsabilidad que pocos padres, políticos, educadores, profesores o terapeutas quieren para sí mismos. No obstante, no lo hacemos de mala fe; queremos a nuestros hijos y creemos que necesitan afrontar esta responsabilidad para así crecer y madurar. Sin embargo, esta lógica es errónea. Nuestro concepto fundamental sobre qué tipo de seres son los niños no es correcto.
La psicóloga sueca Margaretha Berg Brodén ha expresado esta idea en una sola frase, que además ha servido de inspiración para el título de este libro: «Quizá nos hayamos equivocado, quizá los niños sean personas competentes».
La idea de Brodén surge del contexto científico de su trabajo y de su gran interés por la interacción temprana entre niños y padres. Puesto que mi profesión es la de médico y no la de investigador, y puesto que mi área de experiencia es la interacción entre niños y adultos en lo más amplio del término, mis ideas difieren un poco de las de la psicóloga Brodén.
A mi parecer, hemos cometido un importante error al asumir que los niños no son personas reales desde el momento de su nacimiento. En los textos científicos y populares se tiende a considerar a los niños como seres en potencia (más que seres reales) y como semiseres antisociales. En consecuencia, asumimos, en primer lugar, que estos seres necesitan estar sujetos a una gran influencia y manipulación por parte de los adultos y, en segundo lugar, que tienen que llegar a una edad determinada para alcanzar la categoría de personas reales como los adultos. En otras palabras, admitimos el supuesto de que los adultos tienen que encontrar la forma de educar a los niños para que aprendan a comportarse como personas reales (es decir, como adultos). Así, hemos identificado ciertos métodos educativos y los hemos clasificado en una gama, desde los más permisivos hasta los más autoritarios. No obstante, nunca nos hemos cuestionado la validez de este supuesto.
En este libro se cuestiona dicho supuesto. Creo que gran parte de lo que tradicionalmente hemos entendido como «educación» es superfluo y perjudicial. Además, no es algo que perjudica únicamente a los niños, sino que también afecta a los adultos, ya que impide su crecimiento y desarrollo. Asimismo, influye negativamente en la calidad de las relaciones entre niños y adultos. Si perpetuamos este principio y no lo ponemos en duda, estamos creando un círculo vicioso que también interfiere en nuestros conceptos de educación, rehabilitación y política social relativos a niños y familias.
Hace veinticinco años, mi generación participó en la creación de una distancia ilusoria entre el individuo y la sociedad. Era la consecuencia lógica de nuestra ruptura con la autoridad. Sin embargo, esta distancia ha persistido durante todos estos años y se ha convertido en algo cada vez más peligroso, especialmente si tenemos en cuenta que la política se ha reducido a aspectos puramente económicos. Quizá ahora sea más cierto que nunca que nuestro modo de actuación ante nuestros hijos determinará el futuro del mundo. Se ha incrementado el acceso a la información hasta tal punto que difícilmente nuestra actitud hipócrita en la educación de los hijos quedará impune. Es decir, aunque prediquemos sobre ecología, solidaridad y pacifismo cuando nos referimos a la política mundial, tratamos a los niños y adolescentes de forma violenta. Durante muchos años, he tenido la suerte de viajar y trabajar en culturas distintas. Esos viajes me han enseñado que el modo en que las relaciones entre niños y adultos han cambiado en Escandinavia puede servir de modelo para otros países. Quienes visitan los países escandinavos quizá observen que algunos adultos tratan a los niños de un modo que a primera vista puede parecer débil, confuso y sin sentido. Pero, en el fondo, estas relaciones contienen la semilla de lo que únicamente puede entenderse como un gran avance en el desarrollo humano. Por primera vez en la época moderna, los adultos consideran seriamente, desde un punto de vista exento de dogmatismo y autoritarismo, el derecho inalienable del individuo al crecimiento personal. Por primera vez, tenemos la base para creer que la libertad existencial de cada individuo no supone una amenaza para la comunidad, sino que es un aspecto fundamental para mantener el buen estado de salud de la comunidad.
Los adultos y los niños se pueden relacionar de muchas y distintas formas. Asimismo, se observan grandes diferencias entre familias de Europa y América, pero también dentro de estos continentes: las familias del norte de Europa son distintas de las que encontramos en el sur, que, a su vez, difieren de las de Europa del este. Por otro lado, podemos encontrar diferencias entre regiones de un mismo país. Obviamente, la cultura, la historia política y las creencias religiosas son un aspecto importante de la conciencia de cada nación. Los recién llegados a un país suelen percatarse de dichas diferencias. En Dinamarca he oído decir muchas veces a algunos inmigrantes que no quieren que sus hijos sean como los niños daneses y, al mismo tiempo, los daneses se escandalizan ante el trato físico que se da en las familias de la Europa meridional.
Estas diferencias, por sí solas, ya son bastante difíciles de abordar. Pero la tendencia, especialmente en Estados Unidos y en muchos países europeos, es crear sociedades multiétnicas y multinacionales. Por eso, creo que es importante que seamos capaces de ver más allá de esas diferencias culturalmente determinadas. La importancia social de la familia varía entre distintas culturas, pero su importancia existencial es siempre la misma. La satisfacción que obtenemos de las relaciones sanas y constructivas (y el dolor que sufrimos por culpa de las relaciones destructivas) es siempre el mismo, en todo el mundo, aunque pueda expresarse de distintas formas.
En este libro compararé lo «viejo» con lo «nuevo«, sin ánimo de criticar lo viejo, sino con el objetivo de identificar posibilidades concretas de acción. En mi trabajo diario con familias y profesionales de la salud mental, he observado que muchos padres tienen una mentalidad muy abierta. Interiormente saben que actúan de un modo inadecuado, pero son incapaces de cambiar porque necesitan consejos concretos. Sin embargo, puesto que el paradigma de interacción que se propone en este libro es radicalmente nuevo, todavía no existen modelos que sirvan de ejemplo. La psicología tradicional cuestiona a menudo las emociones de las personas: ¿cuánto quieren los padres a sus hijos? ¿Cuánto odia un niño a su padre? ¿Está muy enfada la hija con su madre? Estas preguntas son importantes, ya que permiten a la gente expresar un dolor real. Pero quisiera destacar el hecho de que jamás he conocido a padres que no quisieran a sus hijos o hijos que no se sintieran ligados a sus padres. Sin embargo, he conocido a muchos padres e hijos que son incapaces de expresar sus sentimientos de amor mutuo en un comportamiento realmente afectuoso. Por primera vez, estamos preparados para crear relaciones genuinas que confieran la misma dignidad a hombres y mujeres, a adultos y niños. En la historia de la humanidad no había ocurrido a tan gran escala. La demanda de un mismo nivel de dignidad también implica que haya franqueza y respeto hacia la diferencia, lo que supone que debemos dejar de lado muchas de nuestras ideas sobre lo que está bien y lo que está mal. No podemos seguir sustituyendo un modelo educativo por otro; no podemos, simplemente, seguir actualizando nuestros conceptos erróneos. Juntos, con nuestros hijos y nietos, estamos explorando un territorio completamente nuevo.
Las anécdotas y ejemplos que aparecen en el libro tienen como objetivo inspirar la experimentación individual, no se han incluido para que sean copiados literalmente. Los padres no son sólo personas de distintos géneros; son seres humanos que se han unido después de haber vivido experiencias completamente distintas en sus familias, aunque, sin embargo, tienen muchas cosas en común. De niños todos aprendimos que hay distintas formas de relacionarnos con otras personas y que sólo algunas funcionan. Cuando nos unimos para formar una familia, contamos con el potencial para aprender lo que no pudimos aprender en nuestra primera familia.
Cuando afirmo que los niños son personas competentes quiero decir que son capa...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Índice
  5. AGRADECIMIENTOS
  6. INTRODUCCIÓN
  7. 1. VALORES FAMILIARES
  8. 2. LOS NIÑOS COOPERAN
  9. 3. AUTOESTIMA Y CONFIANZA EN UNO MISMO
  10. 4. PODER, RESPONSABILIDAD Y SER RESPONSABLE
  11. 5. LA RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LOS NIÑOS
  12. 6. LÍMITES
  13. 7. FAMILIAS CON HIJOS ADOLESCENTES
  14. 8. PADRES
  15. Información adicional