La Coleta del barón de Münchhausen
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La Coleta del barón de Münchhausen

Psicoterapia y realidad

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La Coleta del barón de Münchhausen

Psicoterapia y realidad

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Información del libro

Los distintos capítulos de este libro de Paul Watzlawick se ocupan de la realidad de «estilos de vida» que impiden que no sólo individuos sino también sistemas enteros de relaciones humanas puedan ver posibilidades alternativas. Con muchos ejemplos el autor muestra cómo mediante reestructuraciones constructivas se desvanecen imágenes anticuadas del mundo y surgen «realidades» nuevas.

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Información

Año
2013
ISBN
9788425431821
PREFACIO
Esta miscelánea intenta ofrecer una panorámica sobre el desarrollo del modelo de pensamiento, que como miembro del Mental Research Institute (MRI) en Palo Alto (California) he conocido de cerca y expuesto en artículos y conferencias. Es un desarrollo que va unido inseparablemente al influjo de cuatro personalidades extraordinarias y determinantes en la orientación seguida.
A principios de los años cincuenta, el antropólogo y experto en comunicación Gregory Bateson había comenzado, en el marco de un encargo de investigación de gran envergadura, a sustituir la concepción de causalidad lineal (de causa a efecto), en la que se basa la psicoterapia clásica, por la perspectiva antropológica, circular. Dicho de otro modo: En lugar de preguntar «¿por qué?» (p. ej., «¿Por qué, es decir, en base a qué causas determinantes en el pasado individual este hombre se porta hoy día de esta forma irracional?»), Bateson preguntaba: «¿Qué efectos del efecto tienen influencia sobre sus propias causas?» o «¿Cómo tiene que estar formado el contexto actual, interpersonal, en el que el comportamiento en cuestión es adecuado, lleno de sentido e incluso la única reacción posible?» Con este modo de plantear el problema Bateson fue uno de los primeros que introdujeron en la psiquiatría la concepción teórica, y por consiguiente sistémica, de la comunicación. (El capítulo 5 de este libro aborda detalladamente esta temática.)
Cuanto más el grupo de Bateson se dedicaba, en el marco de sus investigaciones generales, a los efectos relativos al comportamiento (pragmáticos) de la comunicación e interacción humana, también a los fenómenos perturbados del comportamiento, tanto más crecía la necesidad de la colaboración de un especialista formado en este ámbito. Bateson lo encontró en la persona del psiquiatra y psicoanalista Don D. Jackson, ya entonces famoso internacionalmente. La elección difícilmente habría podido ser más afortunada. Para esa época Jackson ya se había apartado del análisis clásico de las causas en el pasado y había empezado a tratar sistemas de relaciones humanas (matrimonios y familias). Lo que tan especialmente le caracterizaba, era su extraordinaria capacidad para comprender en el aquí y ahora modelos de interacción que originaban y afianzaban los problemas y para influir a través de intervenciones terapéuticas atinadas y activas. De la época de su cooperación tiene su origen una serie de publicaciones que abren nuevos rumbos, sobre todo la primera formulación de la teoría del doble vínculo.
En el año 1959 Jackson fundaba el MRI. Originariamente fue un Departamento de la Palo Alto Medical Research Foundation y en 1963 se hizo autónomo. El encargo de investigación de Bateson terminó en 1962, y hasta ese momento ambas instituciones estuvieron en una estrecha cooperación; de aquí que con frecuencia fuese considerado por los profanos como un grupo con el nombre imaginario de «Palo Alto Group».
Las otras dos personalidades que influyeron mucho en nuestro pensamiento e investigación fueron el famoso hipnoterapeuta Milton H. Erickson y el biocibernético conocido internacionalmente, el profesor Heinz von Foerster. En las introducciones a los capítulos 4 y 7 se hace constar la importancia de sus contribuciones,
La evolución posterior se va describiendo brevemente en la nota en cursiva que se pone al principio de cada capítulo.
Mayo 1989
Paul Watzlawick
1
ESENCIA Y FORMAS DE LAS RELACIONES HUMANAS
El capítulo primero se basa en los resultados de la colaboración del llamado «Palo Alto Group», descrita en el prólogo, y al mismo tiempo hace una reseña del desarrollo ulterior de los aspectos cibernéticos, teórico-sistémicos y pragmáticos de la comunicación humana y de sus problemas.
Cibernética, teoría general de sistemas y pragmática como base del estudio de las relaciones humanas
Supongamos que un inexperto en ajedrez observa en un país extranjero a dos personas que están realizando una actividad claramente simbólica: están moviendo figuras en un tablero. Puesto que no conoce el idioma del país, no les puede pedir una explicación de su comportamiento. En cambio, a través de una observación suficientemente larga de los diferentes comportamientos entre los dos jugadores (probablemente a lo largo de varias partidas), le es posible deducir todas las reglas del juego de ajedrez y reconocer el jaque mate como su meta. Lo conseguirá analizando el comportamiento de los jugadores en su regularidad y constatando de este modo que ciertas formas de comportamiento (jugadas) se producen frecuentemente para determinadas figuras y nunca para otras. Esto le hace suponer que los jugadores siguen determinadas reglas deducibles de la observación.
De esto tenemos que retener: el observador sacó sus conclusiones sin tener la posibilidad de preguntar directamente. Consiguió este resultado sin la necesidad de atribuir al mismo juego ningún sentido más profundo ni de explicar nada en el sentido habitual. El resultado de sus observaciones es más bien un conjunto de reglas sencillas (una «gramática» o un algoritmo, cálculo, código, programa o plan; Miller 1960), que es válido para las miríadas de las posibles variantes de comportamiento entre los jugadores. Y finalmente el observador consiguió esta deducción de las reglas del juego sin necesidad de ninguna comprensión de los motivos, intenciones, sentimientos o personalidades de los jugadores. El intento de una definición del punto de partida de este procedimiento se puede efectuar según tres puntos de vista que se complementan mutuamente:
1. En la medida en que a este respecto se estudia la totalidad de las posibles formas de comportamiento y en la medida en que se analiza la regularidad de la aparición o no aparición de estas formas, el método es cibernético. Lo fundamentalmente nuevo en la cibernética es precisamente el hecho de que no analiza las características de partículas elementales sueltas o de variables aisladas artificialmente, sino las interacciones entre estos componentes.
Así, por ejemplo, W. A. Ashby (1956, p. 11) en su discusión sobre transformaciones (o sea, cambios de estado) llama la atención sobre el hecho de que desde un punto de vista cibernético no importa ni definir en qué consisten «realmente» las transformaciones ni investigar los motivos del cambio aparecido; sólo es esencial el establecimiento de un conjunto de operadores y la descripción de sus cambios de estado. Por tanto, la transformación se refiere a lo que sucede y no a por qué sucede.
2. En la medida en que el observador comprende a los dos jugadores y su comportamiento recíproco como totalidad, su procedimiento es sistémico. Dondequiera que totalidades se conviertan en objeto de análisis, se hace patente que éstas están sujetas a regularidades en cuanto a su estructura, a su éxito y a su eventual fracaso, las cuales son más complejas y cuantitativamente diferentes de lo que se podría deducir de la suma de las características de cada uno de sus componentes. El biólogo von Bertalanffy (1950, p. 134-165) basó su teoría general de sistemas en este hecho fundamental cuyo objetivo, como es sabido, es la investigación de isomorfias en el comportamiento de totalidades sea que estas últimas se compongan de átomos, moléculas, células, grupos de células, organismos, individuos, sociedades, culturas, etc.
3. El orden inmanente a todos los sistemas presupone, sin embargo, que en ellos todas las partes están relacionadas mutuamente, es decir, que comunican entre sí. En la medida en que el observador investiga el comportamiento comunicativo de los jugadores (sus jugadas), es decir, en la medida en que analiza el empleo de signos (las figuras de ajedrez) y la acción de éstos sobre los que los emplean (los jugadores), su comportamiento cae en el ámbito de la pragmática.
De las tres disciplinas que acabamos de mencionar, es sin duda la pragmática la más importante para la comprensión de las relaciones humanas. Morris la ha definido como aquella parte de la semiótica (de la teoría general de los signos e idiomas) que trata del uso de signos y de su acción sobre los que los emplean. Morris se apoya, entre otros, en Peirce (1934), Gallie (1966),)ames, (1907), Dewey (1950) y Mead (1968), mientras que por su parte, su obra influyó en el Círculo de Viena de los positivistas lógicos (Kraft 1968), entre los que hay que mencionar ante todo a Carnap (1934, 1942). También para Carnap la investigación de un idioma no consiste sólo en el estudio de su estructura formal (de su sintaxis), sino también de su relación con los objetos significados por ella (semántica) y con los individuos que la emplean (pragmática).
Por lo que se refiere a la interdependencia de estos tres ámbitos se ofrece, por su fácil retención, la formulación que hace George de la semiótica (1962), según la cual «es pertinente, desde muchos puntos de vista, decir que la sintaxis corresponde a la lógica matemática, la semántica a la filosofía y/o a la teoría de la ciencia y la pragmática a la psicología y, sin embargo, no se pueden separar claramente estos ámbitos unos de otros». Sobre el mismo tema Cherry (1967, p. 263) señala, en su libro sobre análisis de la comunicación que realmente merece la pena leer, que estos tres ámbitos parciales no están completamente separados unos de otros «sino que más bien se superponen, de la misma forma que se superponen, por ejemplo, la química, la geología y la física».
Ahora bien, sucede que la escasa literatura sobre la pragmática se ocupa casi exclusivamente de la relación entre el usuario de un signo (es decir, el emisor o el receptor) y el signo mismo. Sin embargo, no nos parece solamente permitido sino imprescindible el concebir la tríada emisor-signo-receptor como la unidad más pequeña de cualquier análisis pragmático y el tratarla como indivisible. No es la intención de este trabajo responder a la pregunta del buen obispo Berkeley si el árbol que se está cayendo en el bosque aislado causa un ruido aun cuando no hay nadie que lo oiga. Creemos que incluso desde el punto de vista de la investigación básica (por no hablar ya desde una perspectiva de la investigación práctica de la comunicación) es inútil analizar la relación entre emisor y signo sin tener también en cuenta al receptor y la reacción de éste, o la relac...

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