Filosofía de la metanoética
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Tanabe Hajime está considerado como la figura más destacada de la filosofía japonesa contemporánea después de Nishida. Es, junto con este, uno de los máximos representantes de la Escuela de Kioto, un movimiento de ideas filosóficas, religiosas, sociales y políticas que surge en el convulso Japón de la primera mitad del siglo XX, y que se caracteriza por una apropiación de la filosofía occidental desde la tradición milenaria del budismo Mah?y?na. Filosofía como metanoética (1945), obra magna del autor, confronta el budismo de Shinran (1173–1262) con pensadores occidentales como Eckhart, Kant, Schelling, Hegel, Pascal, Kierkegaard, Nietzsche y Heidegger. El resultado es una relectura de la mística y un replanteamiento de la religión desde la dinámica de la nada. Así, constituye un valioso marco de relanzamiento histórico, ya que la nada es uno de los motivos más recurrentes en el ambiente espiritual de nuestro tiempo, en el cine, la poesía y la literatura. Como James Heisig señala en la introducción, esta traducción es el fruto de décadas de esfuerzo colectivo para dar a conocer la Escuela de Kioto, ya que los cataclismos históricos que sus representantes vivieron hacen que dicha escuela tenga mucho que aportar a la historia del pensamiento y a nuestras sociedades en crisis.

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Información

Año
2014
ISBN
9788425433368
1
El significado filosófico
de la metanoética
El término «metanoética» (zangedō), como será utilizado en los próximos capítulos, no recibe todavía aprobación general como término filosófico. Nunca me he encontrado con la palabra en el campo de la filosofía. Alguien podría objetar en este punto: ¿no estás meramente tratando de encubrir una obsolescencia de tu propio pensamiento, pretendiendo originalidad para tu filosofía al acuñar un neologismo? A esta cuestión no responderé con ninguna apología. Puesto que me parece algo absolutamente innegable el hecho de que la filosofía solo es posible como metanoética y no importa si mis puntos de vista levantan tales sospechas. Si hay algunos motivos egoístas en mi pensamiento que distorsionen la objetividad de mi aproximación, yo soy responsable de ello, y esto es lo que debo reflexionar sobre mí mismo y, para ello, efectuar zange.
Para mi vergüenza debo confesar que estoy lejos de ser impecable y totalmente libre de errores en este aspecto. La tentación está siempre acechando en mi corazón y, de hecho, si examino mis motivos cuidadosamente, el solo hecho de que crezca la pregunta por mí mismo muestra un síntoma de esto. Sea como sea, la reflexión metanoética exige examinarme completamente para reconocer esta tendencia vergonzosa en mi interior y efectuar zange para este fin. Una vez que me he subsumido a este requerimiento y me he dedicado a la práctica de zange, soy encontrado por un maravilloso Poder que alivia el tormento de mis vergonzosos actos y me llena de un profundo sentido de gratitud. Zange es, por decirlo así, un bálsamo para el dolor del arrepentimiento y, al mismo tiempo, la fuente de una luz absoluta que paradójicamente hace que la oscuridad brille sin expulsarla. La experiencia de aceptar este poder transformador de zange como una gracia desde tariki (Otro-poder) es, como veremos en breve, el corazón de la metanoética.
De ahí la afirmación de que la metanoética es la única vía de resurrección filosófica, y que ninguna otra filosofía es concebible por mí, a menos que esté basada sobre semejante autodespertar metanoético, el cual apunta a una realidad objetiva más allá de toda posibilidad de duda, a menos que algún motivo arbitrario, subjetivo o deshonesto se albergue en mi pecho. Tan poderosa es la metanoética que hace a un lado toda duda acerca de ella. Esto puede ser tomado como evidencia de su verdad. Yo puedo, por tanto, confesar, francamente y con convicción, que la metanoética es, la filosofía necesaria para mí. Hasta donde sé, ninguna filosofía es posible sin tal confesión (μoλoγία) y sin zange (arrepentimiento, μετάνoια). El autodespertar al camino de zange o zangedō es precisamente lo que constituye la metanoética. Es intrínseco al camino de zange tanto el autodespertar de quienes lo siguen, como la sabiduría así obtenida. Por esta precisa razón la metanoética puede ser designada una filosofía.
Hay otra razón para utilizar «metanoética», una palabra derivada del lenguaje occidental, junto con el término japonés, zangedō. «Metanoética» trae consigo el sentido de «meta-noético», denotando filológicamente una trascendencia de lo noético o, en otras palabras, una trascendencia de la filosofía metafísica basada en la contemplación o intuición intelectual lograda por el uso de la razón. «Meta-noética» significa trascendencia de la filoso­fía especulativa de la intuición intelectual en cuanto está usualmente fundada en el ámbito del pensamiento basado en la razón. Aquí tenemos un aspecto muy importante que distingue la metanoética de la mística ordinaria o de la filosofía de la intuición intelectual: esta no es una filosofía fundada sobre la razón intuitiva de jiriki (propio-poder), sino una filosofía fundada sobre la acción-fe-iluminación (gyō-shin-shō) mediadas por el poder transformador de tariki (Otro-poder). En este punto me permito introducir dos conceptos clave,1 característicos de las enseñanzas de la secta de la Tierra Pura del budismo Shin —ōsō o «ir hacia» la Tierra Pura y gensō o «regreso a» este mundo desde la Tierra Pura—: la metanoética puede ser descrita como una filosofía de la acción al seguir el camino de gensō, mientras que la mística ordinaria puede ser descrita como una especulación contemplativa que sigue el camino de ōsō. La doctrina de gensō es, entonces, de importancia especial al permitir a la metanoética la resurrección de la filosofía. El término «metanoética» ayuda a expresar estas ideas claramente, de tal manera que implica, por un lado, un autodespertar a través de la «vía» del arrepentimiento, un «pensamiento posterior» (μετάνoια) y, por el otro, sugiere una trascendencia autoconciente de la contemplación (μετανόησις). Es por eso que zangedō puede ser nombrado una μετανoητική o «metanoética». El significado pleno de la metanoética será explicado con detalle más tarde, a medida que se desarrolle este trabajo. No obstante, me pareció pertinente ofrecer estos breves comentarios para empezar.
Como mencioné antes, el solo hecho que entienda la filosofía misma como metanoética es ya una elección por el camino de zange. Solo a través de la metanoética puedo reflexionar sobre su importancia filosófica. En otras palabras, discuto la «filosofía como metanoética» metanoéticamente. Por lo tanto, no estoy preocupado por cómo otros tomarán esto. Acepto voluntariamente toda crítica de mi punto de vista como una nueva oportunidad para efectuar zange. Al ser malvado y falso por naturaleza, siento un profundo sentido de vergüenza y miedo de que mi confesión, o zange, deba contener necesariamente falsedad e impureza. Peor aún, me siento incapaz de superar la intrínseca maldad de sentir orgullo por realizar zange. No importa cuán severa pueda ser la crítica que se me haga, no puedo excusar mi vanidad, locura, perversidad y debilidad: estoy preparado para aceptar tal crítica con humildad. Estoy determinado a reflexionar sobre mí completamente tanto como sea posible, y realizar zange por mi deshonestidad y vergüenza. Creo que es la única vía que me queda. En verdad, mi poder por sí solo es tan ineficaz, y mi locura y debilidad, tan tenaces, que si fuera solo por mí no podría ni siquiera realizar zange. No obstante, el tariki (Otro-poder) que actúa en mí ejerce este poder de una manera tan sobrecogedora que me obliga a realizar zange. Así, yo solo realizo la acción de zange siguiendo este poder. Y esta es la razón, como dije antes, por la cual la metanoética me obliga a tratarla metanoéticamente. En este sentido, puedo decir que la evidencia o iluminación (shō) de la verdad existencial de la metanoética se hace presente. Metánoia no está confinada a ser una «meta-noia», esto es, un «pensamiento posterior», o un arrepentimiento que implica un doloroso recuerdo de los propios pecados del pasado, o un sentimiento de remordimiento acompañado por el deseo profundo de que aquellos pecados no hubiesen sido cometidos. Es preferible el atravesamiento (Durchbruch) de un yo que hasta ahora se ha movido dentro del ámbito del pensamiento y la reflexión. En realidad, mientras el yo afirme su ser directamente, el verdadero arrepentimiento no es posible. Por esta razón, a pesar de que el arrepentimiento es un acto que realiza el yo, es también un atravesamiento y un abandono de sí mismo. Como dice Hegel, cuando nosotros reconocemos nuestra responsabilidad por aquellas de nuestras acciones que inevitablemente resultaron pecaminosas, este reconocimiento de nuestro propio pecado implica la trágica caída de nuestro propio ser y una sumisión al juicio del destino. Así, también zange o metanoesis implica la caída y el abandono del yo. Como tal, zange significa simplemente seguir una vía disciplinada hacia la propia muerte.
Además, el pecado y el mal no son fenómenos accidentales; ni significan meramente actos malvados de personas individuales. Ellos constituyen una determinación negativa de nuestro ser que descansa en el fundamento de la existencia humana en general, algo como lo que Kant llamó «mal radical». Mientras la Existenz se establece por medio de determinar la existencia del yo espontáneamente por sí mismo, uno es dotado de una libertad análoga a la libertad del absoluto, para responder al poder transformador del absoluto. Pero, al mismo tiempo, como consecuencia de esta libertad, existe una tendencia oculta a olvidar la propia relatividad y presumir ser el absoluto. Esto es claramente arrogancia humana y muestra cuán propensos estamos a extender la estructura análoga de nuestro ser hasta la presunción de ser directamente «idénticos» —a saber, confundir nuestro rol de actividad mediadora ejecutada en absoluta negatividad en nombre del absoluto con una inmediata afirmación de nuestra libertad—. Esto implica hacer caso omiso del hecho de que nuestra existencia solo puede ser fundada en un principio de transformación o conversión, que se presenta a sí mismo a través de la autonegación, como resultado de sostenerse en una confrontación contradictoria. Una «existencia» cuyo principio es la libertad no puede por sí misma eliminar la clase de mal latente que vemos producirse por una tendencia innata a la arrogancia, el mal que con exactitud ha sido nombrado «pecado original».
La libertad humana en su verdadero sentido está enraizada únicamente en la gracia del absoluto. Esta gracia niega nuestro ser para convertirnos en un nuevo ser por el despertar en nosotros de la conciencia de la insondable profundidad de nuestro pecado y, por lo tanto, nos conduce a reconocer que esta libertad innata es, en realidad, la causa misma de nuestra carencia de libertad, en su verdadero sentido y, que solo la negación de la primera nos asegura la segunda. Solo cuando nos abandonamos a nosotros mismos y confiamos nuestro ser a la gracia de tariki (Otro-poder), nuestra existencia puede acceder a la verdadera libertad. En síntesis, la vida consiste en la continua práctica de «muerte-y-resurrección». Metanoesis es práctica y también estar hecho para la práctica de esta «muerte-y-resurrección», de acuerdo al criterio del valor y significado de nuestra existencia o, más correctamente, de acuerdo a la falta de valor y falta de significado de nuestra existencia. Esto debe empezar con un despojamiento del yo que ya no está calificado para existir porque se ve forzado a reconocer, a través de penas y sufrimientos, que su ser es carente de valor.
Esto significa que metanoesis (zange) es el opuesto exacto de la desesperación en el sentido ordinario, la cual consiste en descorazonarnos de nosotros mismos, afirmando nuestro yo negativo y dirigirnos cada vez más a olvidar el hecho que hemos sido condenados al pecado original. En contraste, zange es una verdadera autorenuncia que no consiste en una desesperación recalcitrante sino sumisa, una desesperación en la cual uno renuncia a toda esperanza y anhelo de justificación. La desesperación sumisa preserva el deseo permanente de que nuestro ser sea como tiene que ser. A través de tal desesperación sufrimos desde la seria discrepancia en nuestro ser entre lo que «debería ser» y lo que es «tal y como es». A través de zange consideramos que no merecemos ser, y entramos plenamente en un estado de genuina desesperación que nos lleva a la verdadera autorenuncia.
Sorprendentemente, el poder que nos conduce a abandonarnos a nosotros mismos es, al mismo tiempo, el mismo poder que reafirma nuestro ser negado. Después del reconocimiento sumiso y de la franca confesión de nuestro escaso valor y significado, después de nuestra falta de rebeldía y a pesar de nuestra carencia de valor, nosotros redescubrimos nuestro ser. Por esta vía, nuestro ser padece al mismo tiempo ambas, negación y afirmación, a través de la transformación absoluta. En otras palabras, el ser que efectúa la metanoesis (zange) experimenta resurrección por la salvación. Además, aun cuando este ser resucitado peque otra vez, el resultado no será añadir negatividad a la naturaleza de su nuevo ser. Mientras nosotros efectuemos zange continuamente, no hay cambio en el proceso de nuestro ser —es decir, en la transformación de la negación en afirmación a través de tariki—. Alguien que verdaderamente efectúa continuamente zange se ve obligado a renunciar a la autoafirmación y siempre experimenta el maravilloso poder a través del cual la negación es constantemente transformada en afirmación. Esta constancia en la práctica de zange es lo que se llama «fe inamovible e irreversible». En este sentido, la estructura de la metanoesis es la de un proceso espiral infinito. Es un «eterno retorno» en el verdadero sentido del término, una genuina «repetición» a través del poder de lo trascendente. Y, por lo tanto, una realización plena de la eternidad en el ins...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Índice
  4. Créditos
  5. Prólogo
  6. Introducción
  7. Memorias sobre el maestro Tanabe
  8. Prefacio
  9. 1. El significado filosófico de la metanoética
  10. 2. Crítica absoluta. La lógica de la metanoética
  11. 3. La crítica absoluta y la historicidad
  12. 4. La metanoética y la filosofía de la libertad
  13. 5. La mediación absoluta en la metanoética
  14. 6. De Pascal a Shinran. La metanoética como gensō absoluto
  15. 7. La metanoética y la teoría de las tres mentes
  16. 8. La metanoética como visión religiosa de la sociedad
  17. Notas
  18. Información adicional