Ética de la salud mental
eBook - ePub

Ética de la salud mental

  1. Spanish
  2. ePUB (apto para móviles)
  3. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Ética de la salud mental

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

La salud mental es un fenómeno que no solo afecta a las ciencias de la salud, sino también a la sociología, a la economía y a la política. Este libro es un ejercicio pedagógico de acción y de transformación para inscribirse en una visión más amplia y multidimensional de la salud mental. Esta cualidad pluridisciplinar requiere que los profesionales revisen su modelo de acción para hacerlo más amplio e integrador, superando así el paternalismo clásico de la psiquiatría y reforzando su función tanto en las personas afectadas como en las de su entorno y en la comunidad. En este contexto, es necesario que se sienten unas bases para una ética que permita gestionar la multiplicidad de factores a tener en cuenta a la hora de tomar decisiones sobre la persona y su mente. Precisamente de esto trata Ética y salud mental: de continuar con el debate crítico sobre cómo mejorar la práctica asistencial y resituarla en una perspectiva bio-psico-social. Tanto las personas afectadas como los familiares, los profesionales clínicos y cualquier persona interesada en el tema encontrarán en estas páginas una reflexión profunda y unas propuestas rigurosas sobre para qué y cómo debería ser la atención a los problemas mentales.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Ética de la salud mental de Ramos Montes, Josep en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Filosofía y Historia y teoría filosóficas. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2018
ISBN
9788425438486
FUNDAMENTOS ÉTICOS Y JURÍDICOS
EN EL EJERCICIO DE LA AUTONOMÍA
DE LAS PERSONAS CON PROBLEMAS
DE SALUD MENTAL
Los valores, la moral y la ética
A menudo oímos decir que estamos viviendo una época caracterizada por la falta de valores o por su pérdida. O que los niños o los jóvenes no tienen valores, y que por eso la sociedad no funciona. Seguramente nos estamos refiriendo a que, en el mundo actual, nos cuesta ver valores como el respeto a la autoridad de los padres o maestros, la honestidad y el juego limpio, el valor de la palabra dada, la sinceridad, el valor del esfuerzo u otros que tanto contribuyeron a hacernos personas «como es debido», es decir, personas con convicciones morales propias. Y es que los valores cambian: cambian históricamente y son diferentes en las distintas culturas. Además, a muchos el término «valor» los remite a «un mundo oscuro, proteiforme, poco o nada racional, subjetivo, inaprehensible, en el que cada uno dice lo que quiere, porque todo vale. Y donde vale todo, no vale nada».1
Pero valores, tenemos todos. De hecho, los humanos no podemos pensar o decidir nada sin aplicar valores.
Consideremos una pequeña escena cotidiana: ir al mercado. ¿Cómo elegimos los productos? Por supuesto, nos basamos en la observación objetiva. ¡Los hechos también cuentan! Pero, aunque reconocemos los datos de la realidad, siempre están mezclados con los valores:2 el primer valor, el precio, y también las preferencias personales respecto, por ejemplo, del color de las manzanas o la dieta que queremos practicar en casa. Son apreciaciones personales, subjetivas, cualidades de un objeto o persona que, para nosotros, lo hacen estimable. Los valores, cuando son auténticos, deben ser prescriptivos y suponen, por tanto, un imperativo para actuar de una manera determinada, en coherencia con ellos. Constituyen el centro de la moral. Cuando juzgamos la realidad desde nuestros valores, estamos aplicando una visión moral de las cosas. Usamos una especie de «gafas invisibles» para decidir si lo que vemos es correcto o incorrecto, bueno o malo. Es así como «humanizamos» la realidad, permitiéndonos de esta manera integrarnos en ella y, en algunos aspectos, dominarla. Yuval Noah3 nos cuenta en un libro reciente que la especie Homo sapiens logró prevalecer por encima de todas las otras de homínidos no porque dominara antes el fuego, dispusiera de mejores armas o perfeccionara las técnicas de caza, y ni siquiera por la adquisición operativa del lenguaje, sino por su utilización para la creación de símbolos, mitos, modos de ver el mundo, cultura. Esta «revolución cognitiva», que significó la posibilidad de crear conceptos capaces de definir una cosmogonía, fue la condición necesaria para la cohesión del grupo, lo que permitió a los humanos vivir juntos y cooperar entre ellos.
Moral procede de una palabra latina que significa «costumbre». En realidad, la moral nos llega por herencia cultural: es el conjunto de valores que una sociedad concreta tiene por costumbre aplicar a la realidad para decidir qué es bueno o aceptable y qué es malo o inaceptable. Y así, se entiende que los individuos que participan de los mismos criterios sean considerados personas correctas y adaptadas, al contrario que aquellos que no lo hacen. Por eso los conflictos generacionales entre padres e hijos han existido en todas las épocas pasadas y es muy probable que sigan en las futuras. Poner en cuestión la moral de los padres, la moral social heredada, es una necesidad para llegar a la madurez psicológica personal.
La forma en que se adquiere el juicio moral fue investigada a mediados del pasado siglo por Jean Piaget, y más tarde por su continuador, el psicólogo estadounidense Lawrence Kohlberg. Al principio, el niño pequeño entiende que la moralidad de un acto solo depende de si trae como consecuencia un premio (bueno) o un castigo (malo), ya que no tiene aún una idea clara de las normas, que son impuestas desde fuera por los adultos. Poco a poco va adquiriendo la idea de justicia y de respeto mutuo entre iguales. A partir de los 10 años, en paralelo con su desarrollo biológico y emocional, comienza a entender que, si hay necesidades humanas o derechos en juego, las normas pueden ser violadas y valora más la intencionalidad del acto que sus consecuencias. Entre los 12 y los 15 años se inicia la etapa convencional, donde ya se es capaz de aceptar la conveniencia de un contrato social que determine derechos y deberes, y los criterios morales serán asumidos de una manera más personal, más auténtica. Según este autor, solo un 20% de las personas superan esta etapa y son capaces de entender que hay que desafiar la ley cuando esta es injusta, o pueden argumentar sus propios criterios morales sin miedo ante los demás, aunque estén en minoría.
Así pues, la adquisición de un sistema de valores, una moral propia, es una condición necesaria para la maduración psíquica de las personas. A este proceso de apropiación de valores morales, y a la reflexión crítica que comporta, lo llamamos ética. Una manera de entender la ética, al menos una de sus caras, es verla como la aplicación de la razón crítica a los comportamientos y las actitudes humanas, a fin de decidir su bondad o no. La ética pone en cuestión las morales y exige argumentos racionales que sostengan la moralidad de una conducta;4 no le resultan válidas las fundamentaciones que se refieren a la tradición, a la historia, a la calificación de natural o antinatural, o el argumento de la mayoría.
La moral propia, nuestros criterios acerca de lo que es correcto o incorrecto, nos responden al qué (qué debemos hacer: esta acción, este hábito que ya tenemos asumido), mientras que la ética nos pide el porqué (por qué debemos hacerlo: este argumento, esta razón). El pensamiento ético tiene éxito de verdad cuando, después de contestar a los qué, es capaz de constituirse en acto con criterio moral propio, ahora por convicción y válido para todos. Para que una moral sea realmente buena o aceptable, debería cumplir al menos dos requisitos: 1) que sea autónoma, producto de la propia reflexión y sostenida en argumentos, y no anclada en las etapas infantiles de las morales basadas en la tradición, y 2) que cumpla el criterio de universalidad (si algo es bueno para mí, y lo quiero, también lo quiero para todos). Si aplicamos estos dos criterios sobre la moral heredada en relación, por ejemplo, con que los hombres no deben implicarse en las tareas del hogar, la discriminación basada en criterios de género resultaría, simplemente, insostenible, a menos que: 1) argumentemos que los hombres tienen una superioridad moral sobre las mujeres, por lo que deben enfocarse a tareas «más elevadas», y 2) aceptemos la aplicación del criterio de universalidad y entonces nadie se ocupe de proveer alimentos, ordenar las cosas, limpiar la suciedad o lavar la ropa.
Ética procede de una palabra griega que, entre otras acepciones, significa «carácter». Quiere decir que el pensamiento crítico acerca de los valores morales nos fortalece el carácter, o si se quiere, nos hace personas más íntegras y más coherentes. La adhesión a un determinado valor sin juzgarlo se denomina pre-juicio, habitualmente heredado o impuesto. Como dice la profesora Begoña Román, un bien moral impuesto, ni es bien ni es moral.5 Sobre esta base, ¿es aceptable una moral que impone a las mujeres tener que ir completamente tapadas por la calle? Si una acción es un deber, es, en las mismas circunstancias, el mismo para todos, necesariamente y desde la convicción. En tanto que construcción cultural, las morales cambian en sus atribuciones y preceptos a lo largo de la historia, pero su legitimación principal no debería ser la tradición o la moda, sino la razón: las acciones morales deberían ser, además de autónomas y universalizables, necesarias —lo correcto es lo adecuado y necesario a las circunstancias, y no podría ser por razones contingentes, ni arbitrarias, ni relativas a los gustos.6
Cambio social, cambio en los valores
Sin embargo, los valores son históricamente cambiantes en el individuo y las culturas. Y en este inicio de siglo, «más que una época de cambios, afrontamos un cambio de época, como en su momento fue el paso a la sociedad industrial».7 En la época capitalista clásica, la redistribución de la riqueza tenía un papel clave y se consideraba que la superación de la pobreza, junto con la ampliación de la base de la clase media y un buen «ascensor social», sentaban las bases de una sociedad más próspera y equilibrada.8 En este modelo, el papel del estado era decisivo.
Para Richard Sennett9 la reducción de la capacidad de inclusión de nuestras sociedades actuales —el nuevo capitalismo— se relaciona con la pérdida de la asociación entre poder y autoridad del Estado, provocada por las redes empresariales de intereses, para las que no existe un futuro colectivo como proyecto, lo que determina y conforma «un poder sin responsabilidad».
Los grandes avances tecnológicos atraviesan por completo la vida diaria de millones de personas en el mundo y pueden ser decisivos en algunos momentos de la vida —la salud, por ejemplo—, pero pueden conllevar también graves amenazas para la humanidad. Un nuevo poder del hombre, «que acelera el deterioro climático, que agrede a su propio hábitat, que se obsesiona por las cifras de la macroeconomía, pero al mismo tiempo se despreocupa de la felicidad cotidiana de millones de individuos».10
Los problemas sociales también han cambiado. Los factores de riesgo para una vida saludable y digna se van sumando. La asociación de algunos como habitar en barrios depauperados, la precariedad laboral o el paro de larga duración, la monoparentalidad y la falta de protección social, se asocian al fracaso escolar y a la aparición de problemas de salud mental, y contribuyen a di...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portada
  3. Créditos
  4. Índice
  5. Dedicatoria
  6. PRESENTACIÓN
  7. INTRODUCCIÓN
  8. LA SALUD MENTAL EN NUESTRA SOCIEDAD
  9. FUNDAMENTOS ETICOS Y JURÍDICOS EN EL EJERCICIO DE LA AUTONOMÍA DE LAS PERSONAS CON PROBLEMAS DE SALUD MENTAL
  10. MANEJO DE LAS SITUACIONES CLÍNICAS Y PRINCIPALES ENFOQUES ÉTICOS EN LA PRÁCTICA ASISTENCIAL DE LA ATENCIÓN A LA SALUD MENTAL
  11. NUEVOS RETOS PARA LA SALUD MENTAL
  12. BIBLIOGRAFÍA
  13. Información adicional