Heidegger: el ser es lo sencillo
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Heidegger: el ser es lo sencillo

Hacia una pedagogía del habitar

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Heidegger: el ser es lo sencillo

Hacia una pedagogía del habitar

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El ser latinoamericano ha existido, existe y existirá fermentándose siempre en nuestra cotidianidad sensible, pues no hay identidad sin cercanía material, sin objetos queridos, sin lugares amados, sin espacios habitados, sin autorreconocimiento estético. Partiendo de este convencimiento, nos hemos arriesgado con el presente trabajo a responder por fin la esquiva pregunta heideggeriana: ¿qué es el ser?... Sin lugar a duda, ¡el ser es "lo sencillo"! Solo basta con internarnos en "El camino en el campo" para develar, desde un diálogo muy propio con Heidegger, que el ser es la relación sublime del hombre con todo aquello que cuida, protege, mantiene, ama y habita.

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Información

Año
2018
ISBN
9789587820928

Capítulo IV

Segundo paso del método fenomenológico heideggeriano

La reducción fenomenológica: mostrar lo sencillo en El camino en el campo por fuera del discurso de la metafísica

§ 23. Recapitulación

En el capítulo III se vio cómo, mediante la destrucción, la hermenéutica fenomenológica heideggeriana quiebra el discurso de la metafísica y la ontología tradicional. Para que el pensar-pensante vuelva a acercarse a la pregunta que interroga por el sentido del ser, destruye todo aquello que la tradición ha pensado sobre él para interpretar al ser-ahí desde la totalidad y el surgimiento del sentido, que lo involucran con el entorno fecundo de la cotidianidad.
Por eso, en este segundo momento del método fenomenológico, la reducción muestra lo sencillo en El camino en el campo por fuera del discurso tradicional del pensamiento metafísico que separa, divide y quiebra la interacción total del ser-ahí con el mundo. El objetivo es volver a mirar el ente desde nuevas valoraciones ontológicas, asumir otras nociones de tiempo, espacio y ente, para plantear de nuevo la pregunta que interroga por el sentido del ser.

§ 24. La reducción fenomenológica y la nueva mirada del ente

Con la reducción, Heidegger le exige a la fenomenología no concebir el ser como una realidad puramente ontológica, pues su posibilidad está referida de vuelta al ser, que es siempre óntico. Como lo aclara en el §5 de Problemas fundamentales de la fenomenología (2000c), “Al clarificar el carácter científico de la ontología, la primera tarea es la demostración de su fundación óntica y la caracterización de esta misma fundación” (p. 46).
En este segundo paso metodológico, la visión fenomenológica —de vuelta desde la aprehensión de los tilos, la colina, el roble, el campanario, el banco de madera y demás entes del camino— implica que estamos positivamente remitidos hacia el ser. Al tomar estos entes como paradigma óntico del ser de lo sencillo, la reducción que Heidegger propone en el mencionado parágrafo pide tener en cuenta que “El ser es instalado y retenido y hecho nuestro tema. El ser es siempre ser de los seres y en consecuencia se hace accesible al principio sólo comenzando con algún ser” (p. 47).
Mediante una nueva forma de mirar, lo que se pretende es mostrar y abrir el ente por fuera del discurso de la metafísica, que previamente lo ha “diseminado”; es decir, por fuera del lenguaje que solo trata al ser en cuanto tal, como una unidad racional de propiedades, principios y causas primeras, como se expuso en el capítulo IV Con la reducción fenomenológica, Heidegger invita a la ontología a pensarse ahora desde el lenguaje apofántico, entendido como decir-poético o decir-pensante, desde donde la fenomenología podrá darle un nuevo significado al concepto de logos, rumbo a la construcción de una nueva mostración del ser.
Esta renovada concepción de la reducción le exige a la hermenéutica fenomenológica no concebir al ser-ahí como una realidad puramente ontológica. Pues la posibilidad de tal ontología está referida de vuelta a un entorno que determina su mirada. En el presente estudio, el objetivo de la reducción será guiarse por el cómo, desde lo sencillo, para dirigir la mirada desde los entes de El camino en el campo hacia al ser mismo y mostrar que aquello que los une no es una relación lógica, sino un mundo cobijado a su vez por la estructura ser-en-el-mundo y el a priori de una temporalidad óntica propia.
Para Heidegger el ser es dado solo si se da la apertura, es decir, si hay verdad. Pero hay verdad solo si un ser existente se destapa, se abre; efectivamente, en el modo donde se abre, pertenece él mismo al modo de ser de este ser. Desde aquí lo sencillo se seguirá presentando como una variante mediante la cual la ciencia ontológica puede volver a plantear la pregunta que interroga por el sentido del ser, pues solo si lo sencillo logra abrir los entes del camino desde una determinada mirada, podremos afirmar que hay verdad en los entes, y que esta verdad es un camino válido para llegar al sentido del ser.
¿Qué muestra lo sencillo cuando es “reducido” con un nuevo modo de mirar? ¿Cuál es el modo como habrá de mostrase desde una nueva forma de reducción?, ¿cómo, a partir de ella, lo sencillo revela nuevas estructuras ónticas y ontológicas? No podemos olvidar que el acto de “reducir la mirada” por fuera del discurso de la metafísica es esencialmente fáctico. Esto nos lleva a que la verdad y, por tanto, el ser, sean fácticos. ¿Qué sería entonces lo fáctico de lo sencillo mediante esta nueva objetivación de los entes? Y por ser nosotros, el ser-ahí, quienes habremos de interpretar lo sencillo con miras a entenderlo como un nuevo sentido del ser, ¿cómo habrá de ayudarnos esta nueva interpretación heideggeriana de la reducción fenomenológica en esa pretendida comprensión del sentido del ser? Heidegger lo aclara en el §4 de Problemas fundamentales de la fenomenología:
Cada ser con el cual tenemos algún trato puede ser aludido y hablado diciendo “eso es”, sin considerar su específico modo de ser. Nos encontramos con un ser del ser en el entendimiento del ser. Ese es el entendimiento que primero que todo “destapa”, o como decimos, “abre” o “revela” algo como el ser. El ser “es dado” sólo en la apertura específica que caracteriza el entendimiento del ser. Pero nos referimos a la apertura de algo verdadero. Aquel es el concepto apropiado de la verdad, como nació ya en la aurora de la antigüedad. El ser “es dado” sólo si hay apertura, es decir, si hay verdad. Pero hay verdad sólo si un ser existente que se destapa, que se abre, y que efectivamente, en tal modo que se abre, pertenece él mismo al modo de ser de este ser. (Heidegger, 2000c, p. 44)
Como propiciadora de esa apertura futura, la reducción conducirá nuestra mirada hacia el ente primero que reposa en su carácter óntico y desde donde generará el despliegue ontológico posterior. Pero, ¿desde qué miradas y postulados tendremos que mirar ahora lo sencillo en El camino en el campo? En este momento que prescindimos de lo dicho por la tradición ontológica, que se produjo la destrucción fenomenológica, ¿desde qué perspectiva tendremos que construir el nuevo acercamiento al ser oculto de los entes del camino? Heidegger plantea cuatro miradas en este segundo momento fenomenológico para acercarnos al ser de lo sencillo:
La Gelassenheit del místico medieval, el Maestro Eckhart.
El morar poético del poeta alemán Friedrich Hölderlin.
La comprensión en acto de la totalidad ontológica del monje y poeta japonés, Basho.
La verdad redonda del filósofo griego Parménides.
En el presente capítulo se analizará cómo lo sencillo es visto y entendido mediante estas cuatro propuestas de reducción fenomenológica, teniendo en cuenta que ya estamos insertos plenamente en el a priori de la temporalidad ontológica, y en la estructura ser-en-el-mundo. El tercer nivel ontológico, el del acontecimiento del ser como verdad, se revelará en el capítulo V de construcción fenomenológica. Por ahora, antes de ser testigos del acontecimiento del ser de lo sencillo, se adoptan estas cuatro “nuevas formas de ver” para apreciar todo el sentido que habrá de otorgarnos la apertura de lo sencillo como variante de comprensión del sentido del ser.

§ 25. El Maestro Eckhart: el fenómeno de lo sencillo desde la mirada de la Gelassenheit

El Maestro Eckhart (1260-1328) es uno de los inspiradores fundamentales del pensar-pensante de Heidegger. En el pensamiento del monje, Heidegger encontró los argumentos necesarios para proponer el concepto de Gelassenheit como actualización de la noción de desasimiento, del dejar ser el ente, para mostrar el ser como acontecimiento de la verdad.
Para entender en qué consiste realmente la Gelassenheit debemos aclarar el contexto de totalidad ontológica de la que emanó y que Heidegger reivindicó con su pensar-pensante. En su obra, recopilatoria, Tratados y sermones, el Maestro Eckhart propone una experiencia absoluta de unidad con Dios mediante una experiencia de la totalidad de los entes del mundo. La manifestación de lo divino es la experiencia de lo total.
Para que pueda darse esta unidad total es indispensable que el hombre se libere de cualquier intención manipuladora de la voluntad. Esto lo logra deshaciéndose de los vicios e incluso de las mismas virtudes, para llegar así a experienciar la infinitud como un vacío fecundo que lo hace uno con lo eterno.
El hombre no se salva por sus buenas obras ni por su mérito. Pues incluso ellas son una “pura nada”. La única condición válida de salvación para el Maestro Eckhart es la capacidad humana de borrar el yo y hacerlo desaparecer. El logro más grande del alma consiste en la liberación progresiva de la multiplicidad. El alma debe vaciarse, incluso de las imágenes de Dios, hasta liberarse y despojarse a sí misma. Solo así podrá alcanzar la totalidad que es el mismo Dios.
Abre cita Pues, en cada caso, el hombre tiene que hacer una sola cosa, no puede hacerlas todas. Ha de ser una sola cosa por vez, y justamente en ésta, deben agarrarse todas. Porque si el hombre quisiera hacerlo todo, esto y aquello, y abandonar su modo y adoptar el de otra persona, que en ese momento le gustaba mucho más, en verdad, se produciría así una gran inconstancia. Resulta que un hombre que abandonara el mundo y entrara de una vez por todas en una sola orden, llegaría fácilmente a la perfección a diferencia de otro que pasara de una orden a otra, por santa que fuera […] Pero si se demuestra que no hay armonía de manera que una cosa no tolera a otra, entonces tómalo como señal certera de que no procede de Dios. Un bien no está en contra de otro, pues según dijo Nuestro Señor. “Todo reino que está dividido en sí mismo, debe perecer” (Lucas 11,17), y como dijo también: “El que no está conmigo, está contra mí y el que conmigo no recoge, desparrama” (Lucas 11, 23). Así pues, ha de ser para ti una señal certera: aquel bien que no admite a otro, ni siquiera un bien menor, o que lo destruye, no proviene de Dios. (Eckhart, 2013, pp. 160 y 161)
Todas estas reglas y prácticas encaminadas a la realización total del alma habrán de darse a partir de un constante intercambio de sentido con el mundo, entendido como unidad completa de sentido. Para el Maestro Eckhart, el hombre no tiene por qué huir del mundo. La vida misma de Eckhart fue el testimonio de un hombre que viajaba constantemente y se interesaba por la realidad de “lo otro”.
Hay algo que se halla en mucha gente y el hombre, si quiere, lo alcanza con gran facilidad: consiste en que las cosas con las que tiene que habérselas no lo estorban ni proyectan en él ninguna representación fija; pues allí donde el corazón rebosa de Dios, las criaturas no pueden tener ni encontrar lugar alguno. Pero no debemos contentarnos con esto; debemos aprovechar en gran medida todas las cosas, sea lo que fuere, estemos donde estemos, veamos o escuchemos lo que sea, por extraño y poco apropiado que nos resulte. Sólo entonces estamos bien y no antes, y en esto el hombre nunca debe llegar a un fin sino que puede crecer en ello sin cesar y lograr cada vez más en un progreso verdadero. (Eckhart, 2013, pp. 119 y 120)
La ontología del Maestro Eckhart reivindica el carácter circular e integrador del tiempo cuando el hombre se funda a partir de una reactualización total del sentido. Para el monje, el sentido de Dios se resignifica una y otra vez en la totalidad temporal.
«El “ahora” en el cual Dios creó el mundo se halla tan cerca del tiempo actual como el instante en que yo hablo en este momento, y el Día del Juicio se halla tan cerca de ese “ahora” como el día que fue ayer. En consecuencia, el tiempo existe en un “ahora presente”, y “el Día de Dios” es allí donde el alma se mantiene en el día de la eternidad, en un “ahora esencial”. Entonces coinciden “el Día de Dios” con “el día del alma” donde “todo” sigue siendo uno. (Eckhart, 2013, pp. 76 y 77)
Como puede verse, las nociones de totalidad, de temporalidad circular y de compenetración del hombre con el mundo, exploradas por el Maestro Eckhart, encontraron un eco poderoso en el pensar-pensante. Sin embargo, a pesar de este contexto de similitudes, la noción ontológica del Maestro Eckhart que más influencia habrá de tener en Heidegger será la de desasimiento, en alemán Gelassenheit.
Del desasimiento es un breve tratado del Maestro Eckhart compilado en sus Traktate, donde propone el abandono...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Página legal
  4. Contenido
  5. EPÍGRAFE
  6. INTRODUCCIÓN: Reflexiones previas sobre las búsquedas heideggerianas
  7. CAPÍTULO I: Lo sencillo y su etimología
  8. CAPÍTULO II: La provincia y el nuevo método fenomenológico
  9. CAPÍTULO III: Primer paso del método fenomenológico heideggeriano
  10. CAPÍTULO IV: Segundo paso del método fenomenológico heideggeriano
  11. CAPÍTULO V: Tercer paso del método fenomenológico heideggeriano y conclusiones generales
  12. CONCLUSIONES
  13. REFERENCIAS
  14. Cubierta posterior