Badiou contra Trump
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Badiou contra Trump

  1. 100 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Información del libro

En este libro vibrante y profundo, el reconocido filósofo y escritor Alain Badiou sostiene que para enfrentar a Trump es necesario enfrentar el consenso generado en torno al capitalismo liberal que posibilitó su llegada al poder, y que el único camino es oponerle una opción que no puede llevar otro nombre que comunismo.

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Información

Año
2020
ISBN
9789876146111
Categoría
Philosophy

DECONSTRUIR PARA CONSTRUIR

Me gustaría motivarlos a hacer algunas reflexiones filosóficas sobre la elección de Trump. Esta elección no representa en sí misma un gran acontecimiento filosófico, pero es un hecho muy interesante por varios motivos. ¿Se trata de un verdadero desastre, del principio del fin de la libertad democrática, del triunfo del racismo, el sexismo o la violencia social? Sin duda, es una fecha oscura para la libertad, la justicia y la igualdad, y sé que muchas personas se sienten ansiosas, deprimidas y asustadas por el futuro de Estados Unidos y, en definitiva, del mundo entero. Entiendo también que estén enojadas, que se manifiesten en contra de todo lo que el nuevo presidente representa: la violencia, la vulgaridad, la corrupción y el desprecio por las vidas difíciles de millones de personas. Estoy del lado de las manifestaciones que están llevando a cabo miles de jóvenes, hombres y mujeres. Pero, en cierto sentido, hay que admitir que, de por sí, el propio Donald Trump es algo oscuro y no muy interesante. Por eso, debemos superar nuestra ansiedad y llegar a un punto de calma, determinación y lucidez. Después de todo, Trump es como una mancha en la cara del mundo político contemporáneo y hay que interpretarla como un síntoma detestable de la situación general, no sólo de Estados Unidos, sino del mundo entero, de ese mundo en el que vivimos. Sugiero, por ende, que tomemos la elección de Donald Trump como punto de partida para reflexionar sobre el mundo contemporáneo. Si se quiere, se trata de reconstruir a Trump como categoría filosófica –lo que sin duda representa una seria transformación– en tres etapas: primero, mediante la situación global del mundo contemporáneo; luego, mediante la crisis política de lo que se denomina “democracia”, esa forma de estado del mundo occidental que tiene como centro a Estados Unidos, Europa y Japón, y, por último, mediante las elecciones a las que nos enfrentan las respuestas a la vieja pregunta: ahora que Trump está en el poder, ¿qué hacemos?
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1. En primer lugar, es evidente –aunque aún es necesario insistir en este punto– que la situación general actual consiste en la completa victoria del capitalismo global. Esto tiene muchas consecuencias. Una de ellas son las enormes desigualdades; les voy a dar un solo ejemplo: hoy en día, doscientas sesenta y cuatro personas tienen tanto dinero como las demás siete mil millones. Esta es probablemente la mayor desigualdad económica que la humanidad ha conocido. Al menos, es mucho más grande que la que tuvo lugar en los tiempos de la monarquía absoluta y la aristocracia. Se trata de una diferencia real, en la medida en que conduce a dos mundos completamente diferentes, a dos visiones completamente diferentes de la vida misma. Como ustedes saben, la ley fundamental del capitalismo, es decir, el proceso de concentración del capital, está creciendo a un ritmo acelerado, lo que significa que mañana ya no serán doscientas personas, sino, tal vez, sólo dos o tres. Asistiremos, por tanto, a la transformación de una especie de democracia financiera en una monarquía financiera. Este primer punto es muy importante, ya que no se puede observar por completo desde Occidente, mientras que en África, Asia o América Latina es una verdad evidente. Pero si queremos comprender lo que ocurre aquí, tenemos que comprender la situación del mundo entero. Sería un error examinar sólo nuestra situación, sin pensar en su relación con la situación mundial.
2. Ahora bien, ¿qué es el “sujeto contemporáneo”?, ¿qué opciones tiene? En mi opinión, dentro del capitalismo globalizado, el sujeto contemporáneo tiene cuatro posibilidades. La primera es ser un propietario de tierras o industrial, es decir, un capitalista. La segunda es ser a la vez un asalariado y un consumidor, es decir, vender su fuerza de trabajo para adquirir mercancías. El sujeto contemporáneo se encuentra, por ende, entre dos mercados: el mercado laboral y el mercado de productos. Esta segunda posición es la que ocupan millones de personas hoy en día. La tercera posibilidad es ser un campesino pobre, verdaderamente pobre, en África por ejemplo, de aquellos que están siempre al límite de la supervivencia. Y la cuarta posibilidad es no ser nada en absoluto, ni un consumidor, ni un asalariado, ni un campesino, ni un capitalista. Es muy probable que hoy en día haya tres mil millones de personas en esta situación, errando por el mundo en busca de un lugar para vivir. Este segundo punto, que hay que tener muy en claro, se refiere entonces a la distribución de las subjetividades y a la manera en que vive la gente.
3. El tercer punto se desprende del anterior. Lo que constituye la unidad del mundo es la circulación de dinero, que es, en cierto modo, el resultado de la unidad monstruosa de todas estas determinaciones contradictorias. Este punto es muy importante hoy en día, pero también admito que es una hipótesis. De hecho, es un gran desafío entender por qué, por un lado, existen tantas personas que no tienen trabajo y erran por el mundo en busca de uno, mientras que, por el otro, a aquellos que sí tienen trabajo, la semana les resulta tan larga. En este contexto, resultaría razonable crear una semana de trabajo que se ajuste a dicha situación. Pero esto no es lo que sucede, sino todo lo contrario. En Francia, varios candidatos a presidente han propuesto ampliar la semana laboral de treinta y cinco a cuarenta horas. Sin embargo, en este país un gran porcentaje de la población está desempleada y erra en busca de trabajo. Parece, pues, que el capitalismo no es capaz de dar trabajo a la totalidad de la población mundial; es una especie de límite de sus posibilidades. Y es incapaz de darles trabajo a todos los individuos porque, como ustedes saben, los capitalistas sólo ofrecen empleos cuando pueden obtener beneficios. Esta es una ley a la vez compleja y evidente del capitalismo: el beneficio está íntimamente ligado a la duración de la semana de trabajo, y para obtener beneficios se necesita una semana de trabajo larga. Tal vez, el punto más importante hoy en día es que esta enorme masa de gente que erra en busca de un lugar donde vivir escapa a la dominación del capitalismo global. En otras palabras, si nos situamos en la perspectiva del capitalismo, tenemos un excedente de población, un excedente de personas sin futuro, sin razón para existir.
4. El cuarto punto, de naturaleza diferente, se refiere a la situación global y, más específicamente, a la constante afirmación de que sólo existe un camino para la humanidad, un único destino, a saber, la continuación del capitalismo global. Sería imposible entonces sostener una idea general que afirme la posibilidad de un camino diferente. A su vez, resulta sorprendente ver que hoy la verdadera naturaleza de la propaganda no consiste en argumentar que el capitalismo es algo maravilloso, ya que, con decir que no existe otra posibilidad, alcanza. El capitalismo es, de hecho, la primera organización social que puede proclamar que es muy mala sin que eso le traiga consecuencias. En el viejo mundo, bajo la monarquía, por ejemplo, estaba prohibido decir que el rey era malo, porque para que se mantuviera la estabilidad era necesario estar a favor del mundo tal como era. Se trataba de una subjetividad que tenía algo así como una fe en ese mundo. Pero eso ya no es así. En el capitalismo, basta con decir que nada más es posible. Tal era la posición de Churchill cuando declaraba: “Este no es un buen sistema, pero es el mejor”. El mejor, pero con la posibilidad de que pueda ser muy malo.
La falta de otro camino, de otra estrategia para la vida de la humanidad, es una cuestión muy importante hoy día. Nuestro mundo es muy diferente al de ayer, ya que entre 1917 (año de la Revolución Rusa) y fines de la década de 1970 (cuando fracasó la Revolución Cultural en China), sí existía otro camino estratégico. Por supuesto que sería necesario preguntarse por la validez de este otro camino, pero ese es otro problema; lo importante es que había dos posibilidades, ambas a escala global. Podríamos hablar largo y tendido sobre estas dos posibilidades y la relación entre ellas, o preguntarnos si la hipótesis comunista es verdaderamente aceptable, etc. Pero eso no quita que estas dos posibilidades existían y que la gran victoria del capitalismo globalizado ha hecho desaparecer, disolver, a los Estados socialistas, tanto a la Unión Soviética como a la China maoísta. Estas últimas son, sin duda, victorias empíricas concretas. Sin embargo, la victoria ideológica es aún más importante: se trata de la convicción de que, aunque el capitalismo no sea brillante y produzca monstruosas desigualdades, es lamentablemente la única posibilidad. Podemos decir que la reducción de dos posibilidades a una es un hecho crucial de los últimos tiempos: un consenso negativo, que no deriva en un entusiasmo general por el capitalismo. Sin embargo, el capitalismo no necesita un consens...

Índice

  1. Portadilla
  2. Legales
  3. Introducción: Trump o la desaparición de lo político
  4. El ascenso del fascismo democrático
  5. Deconstruir para construir
  6. Por un comunismo real