La prodigiosa trama
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La prodigiosa trama

Variaciones en clave de red

  1. 184 páginas
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La prodigiosa trama

Variaciones en clave de red

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"Somos red", expresa la Dra. Sonia Abadi en el título del primer capítulo de su nuevo libro, y así la autora comienza el camino de las experiencias vividas tras predicar y practicar el modelo Pensamiento en Red. Una senda que inició hace varios años. Se trata de una selección de casos reales que dejan al desnudo el entramado de las conexiones humanas. Pueden leerse de modo individual, aunque todos se conectan desde algún lugar. Son anécdotas breves, algunas en primera persona, que nos muestran nuestras luces y sombras. Y en cada una están el humor, la ternura, el ingenio, y también la colaboración y la solidaridad. Provocan esa singular experiencia de sentir sorpresa y reconocimiento a la vez. El lector se descubre así mismo y descubre algo nuevo que nunca quizá se detuvo a pensar, pero que ahí estaba, muy en su interior esperando salir. Abadi describe con creatividad y delicada prosa, pero también con rigurosidad científica, el vínculo invisible entre los lazos laborales, formales, y los personales, informales. Y de cómo se entrelazan emociones, pasiones, esperanzas, éxitos, también, traumas, fobias, miedos, frustraciones. Las historias de este libro son todas "variaciones en clave de red", que nos acompañan a dar los pasos necesarios hacia el futuro y que nos muestran la trama prodigiosa en su extraordinario poder, dinámico y exponencial.

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Información

Año
2020
ISBN
9789878659602
Interior

PARTE 1

Hilos1

Somos red

¿Cómo definir en pocas palabras qué son las redes vivas? En los últimos años se publicaron diversos libros y artículos que explican los modos en que se organizan los grupos y las comunidades. Los investigadores de las redes sociales descubrieron que hay patrones que se replican en la forma en que las personas se conectan entre sí.
La ciencia de las redes, heredera de la física y la sociología, nos enseña que existen dinámicas que las definen y estrategias para crearlas y gestionarlas.
A su vez, la neurociencia viene revelando la manera en que se ensamblan las redes neuronales. Se habla de plasticidad neuronal y de cómo, a partir de cada nueva experiencia o acontecimiento, se activan diferentes circuitos en el cerebro.
En ambos casos se trata de la dinámica de las redes vivas.
Por su lado, el psicoanálisis ya conocía el modelo que explicaba cómo el pensamiento se construía en forma de redes. Formales y predecibles del pensamiento lógico, ordenado y secuencial. Azarosas e informales las que dan lugar a la intuición, la empatía, la creatividad y el sentido del humor.
Lo asombroso resultó ser que las neuronas, las ideas, las personas y las organizaciones se conectan y activan de modos muy similares. Hoy se sabe que todos los sistemas vivos se comportan como redes, con dos tipos de conexiones llamadas lazos fuertes y lazos débiles. Los lazos fuertes son formales y previsibles, y los débiles, informales y azarosos.
Albert Laszlo Barabasi, el físico de las redes, afirma en su libro Linked, que el descubrimiento de que tanto los sistemas vivos como las personas en una sociedad funcionan como redes complejas, que incluyen el orden y lo aleatorio, no es una revolución sino una revelación. Esto siempre fue así pero no lo sabíamos.
Pero hay más. Hoy sabemos que las interacciones con otras personas cablean el cerebro diseñando nuevos circuitos neuronales. A la vez, las conexiones múltiples y variadas entre ideas nos hacen más aptos para generar nuevos vínculos y relacionarnos asociativamente. Casi se podría decir que esta doble vía es la base de la co-creación y la innovación abierta.
Cuando incorporamos una idea original, la mente activa nuevas conexiones. Y lo mismo sucede con las relaciones entre las personas. Al interactuar con alguien nuevo, no sólo se ampliará la red de nuestros contactos, sino también la trama de nuestras ideas.
Imaginemos un grupo de cuatro o cinco parejas que se reúnen habitualmente a cenar en casa de una de ellas. Tienen mucho en común, se conocen hace tiempo, comparten varios temas de conversación. Esa tarde, un miembro del grupo llama al anfitrión: “Ayer llegó mi hermano, el ingeniero hidráulico que vive en Ámsterdam, ¿lo puedo invitar a la cena?”. El invitado resulta ser alguien interesante, que ha vivido experiencias desconocidas para los integrantes del grupo.
Esa noche se hablará de otros temas, y algunos contarán experiencias o mostrarán conocimientos que los otros desconocían. Surgirán nombres e historias de amigos en común. La dinámica del evento cambiará y cada uno volverá a su casa pensando cosas nuevas.
¿Cómo explica esto la ciencia de las redes? Con un teorema. Cada vez que a una red de lazos predecibles se le agrega un lazo azaroso, aumenta la conectividad de toda la red. Y esto sucede en la mente y también en los vínculos.
Imaginemos ahora que un equipo de profesionales decide crear una red que los integre y pueda convocar a otros de la misma especialidad. O que una empresa se proponga crear la red de clientes con el objetivo de ampliar su presencia en el mercado.
En este caso se están eligiendo los nodos que van a ser parte de esa red y también el eje que los conecta. Lo que van a obtener es un círculo de lazos predeterminados que representan los objetivos compartidos y fortalecen la red. Pero para ser una genuina red viva, se necesita detectar otras afinidades imprevistas, por fuera del denominador común. Un deporte, un hobby, algún interés que promueva otras interacciones. Esos lazos informales agregan valor, ya que aportarán a la red dinamismo, diversidad y, lo más interesante, expansión.
Otro elemento clave de las redes vivas son los hubs o grandes conectores. Nodos que atraen y distribuyen gran cantidad de conexiones. Aquellos que en la vida social o laboral convocan a otros y los conectan entre sí. Y aquí otro teorema. Los hubs acortan la distancia entre todos los otros nodos. Esto quiere decir que facilitan que personas que no se conocían puedan encontrarse e interactuar.
Todos conocemos a aquellos que, por intuición, vocación, talento y oportunidades, viven y trabajan naturalmente en red. Desarrollan intereses y experiencias en múltiples áreas, y les interesa participar y colaborar.
¿Y existen hubs también en el plano mental? Sí, allí los hubs son los conocimientos y experiencias de calidad que sirven de articulador para conectar y procesar las nuevas ideas.
Por definición, las redes vivas son sistemas abiertos que se caracterizan por el contagio, la autoorganización y la viralización.
Pero el rasgo más notable de la dinámica de las redes es el llamado tipping point o punto de inflexión. Un sistema viene creciendo de manera lineal, y parece que nada está ocurriendo. Y en un momento inesperado, se dispara la propagación acelerada y expansiva, el crecimiento exponencial.
Estamos rodeados de fenómenos exponenciales, y es esencial conocer la dinámica de las redes vivas para poder intervenir en ellas. A veces con el objetivo de hacerlas colapsar y otras para facilitar su expansión.
En una epidemia, por ejemplo, el contagio sucede al comienzo de modo gradual, pero a medida que aumentan los casos la transmisión se multiplica. Debido al nivel de conectividad que existe entre las personas y las comunidades, más allá de estudiar las características de un virus, los expertos necesitarán investigar las redes de contactos.
Por eso, el modo de desarticular la red de contagios es aislar el núcleo, el primer círculo, impidiendo que se incorporen nuevos contactos. También detectar a los hubs, los nodos más activos que difunden el virus o bacteria en cuestión. Y lo mismo aplica a las redes terroristas o a las redes de tráfico. Habrá que investigar cuáles lazos y nodos hay que desactivar para hacerlas colapsar.
Al contrario, cuando se necesita difundir una idea, un producto, un proyecto, o promover un candidato político, se busca generar el efecto exponencial. Y aquí entran a jugar las nuevas herramientas virtuales. Lo digital ya no es sólo un modelo tecnológico sino un nuevo paradigma acelerador de todos los fenómenos. Hoy las redes sociales se viralizan a una velocidad que antes no conocíamos, con una dinámica de boca a boca en una dimensión descomunal. Y esto se puede replicar en cada persona y su propósito.
¿Si soy un joven emprendedor que quiere tener éxito, un vintage millennial que necesita seguir vigente, un ciudadano de a pie que cree que tiene algo valioso para compartir y difundir?
Tendré que evolucionar en mi modo de pensar, y aprender a generar conexiones inéditas entre personas, proyectos y recursos. Y abrirme a crear nuevas relaciones por fuera de mis círculos cercanos, activando la diversidad y los encuentros inesperados. Convocar a los conectores, esos que saben contagiar ideas y conectar personas. Desplegar la intuición para leer entre líneas el contexto y la empatía para sintonizar con los que me rodean.
Así, cuando pensamos y trabajamos en red nos abrimos a la posibilidad de que el tipping point nos sorprenda, y nos invite a participar del prodigio de lo exponencial.
Hilos1

Del círculo a la red
¿acaparar o compartir?

Finalmente entendimos que el futuro es asociativo, conectivo y colaborativo. En los negocios, las artes, la ciencia y la tecnología. Y que nuestras redes humanas trascienden los círculos de poder y nos abren infinitas posibilidades.
Sin embargo, cuando iniciamos un nuevo proyecto solemos aspirar a ser parte de un grupo influyente, esperando recibir favores, ventajas o beneficios. Y si queremos hacer crecer nuestro emprendimiento o empresa, tratamos de encontrar el respaldo de ese capital de contactos importantes. Ésos se cuidan, se reservan, se trata de no agotarlos, ya que una vez que se los utiliza, no es fácil volver a recurrir a ellos.
Entonces, si estamos en la primera etapa y necesitamos ayuda, no los vamos a convocar hasta que el proyecto tome forma definitiva, para no incomodarlos. Tampoco compartimos ni prestamos nuestros contactos a otras personas, ya que nos los podrían gastar o quemar. El efecto Bala de Plata se reserva para un solo impacto.
Algo bien diferente sucede con las conexiones informales, amigos, compañeros de deportes, conocidos de un viaje, amigos de mis amigos. Toda gente diversa, con intereses en ámbitos alejados de mi trabajo, con quienes tenemos afinidades y complementariedades de vida.
Estas conexiones, siempre interesantes, tienen la cualidad de que cuanto más las convocamos, más vitales y activas se mantienen. Por eso, nos conviene compartirlas y hasta prestarlas, ya que es así como se fortalecen.
Podemos hacer de puente, de facilitadores, de celestinos, entre dos o varias personas. También podemos contarles un proyecto que recién comienza y aprovechar sus propuestas y sugerencias para mejorarlo, así como colaborar desinteresadamente en el proyecto de otro aportando nuestras ideas, recursos y conexiones.
Esta disponibilidad es gratificante, pero además nos brinda una pertenencia y un prestigio que resultará atractivo para otros que podrían interesarse en colaborar con nuestros proyectos. ¿Qué ganamos? Que nos conozcan, recuerden y nos tengan en cuenta. Y el hacer de intermediarios nos posiciona como conectores, como nodos que conectan a los demás entre sí.
Pero no se trata sólo de acumular conexiones informales y variadas en el trabajo, en el gimnasio o en un viaje, sino de la disposición a integrar lo diverso de un modo creativo y original. De entender por dónde pasan los lazos posibles entre las ideas, las personas y los proyectos, y hacerlos jugar.
Si vamos a todos los after office de networking, ¿estamos creando redes? No necesariamente, ya que puede que vayamos sólo en busca de contactos útiles y poco dispuestos a abrirnos a lo imprevisto, a aquello que nos pueda sorprender, motivar o inspirar.
Si tenemos un millón de amigos en Facebook, ¿pensamos en red? No necesariamente. Para eso hace falta crear una trama, tejer vínculos, conectar a nuestra gente y sus ideas, no sólo con nosotros sino también entre ellos.
Este modo de estar en el mundo, ¿nos hace mejores? ¿Más generosos? ¿Más solidarios? Sin duda. Pero más aún, nos hace ser parte del nuevo paradigma en el que el más valioso no es el que más tiene sino el que más aporta al espacio común. Nos posiciona en nuestro mundo social y laboral como nodos atractivos, convocantes y prestigiosos.
Atesorar los contactos o las ideas responde a la vieja lógica de fronteras, lo que es mío debo vigilarlo y cuidar que no me lo roben. Compartir las conexiones y co-crear, responde a la lógica de las redes, lo que se comparte se multiplica, revitaliza y crece.
La red promueve y facilita un modelo de pensamiento conectivo, trabajo colaborativo y hasta una economía colaborativa. Esta lógica está presente también en la web, no sólo como espacio compartido de información, sino como lugar de encuentro de las inteligencias y de creación conjunta de oportunidades.
Hoy sabemos que este modo de moverse y pensar no sólo es interesante como experiencia, también lo es en la forma en que se genera la innovación en nuestras vidas, profesiones o empresas.
Las personas en red no buscan contactos, sino que tejen conexiones formales e informales. Así encuentran, ofrecen, intercambian, capitalizan, generan recursos a mediano y largo plazo, tanto para fines puntuales como para fines diversos.
Y lo más sorprendente de esta modalidad es que vamos encontrando ideas y personas que no son consecuencia de lo que estamos buscando ahora, sino que terminan siendo el origen de un proyecto en el que aún no habíamos pensado.
Hilos1

La web y la memoria
¿aliadas o enemigas?

Cuando alguien necesita información o no se acuerda de algo, el primer reflejo es ir a googlearlo. Sin embargo, se ha instalado un mito, sin ningún fundamento científico, que sostiene que, con los nuevos medios, vamos a ir perdiendo cada vez más memoria.
Este polémico punto de vista no es nuevo. En su Diálogo Fedro, Platón le hace decir a Sócrates que la escritura es la mayor amenaza para la memoria: “La escritura no producirá sino el olvido en las almas de los que la conozcan, haciéndoles despreciar la memoria; fiados en este auxilio extraño abandonarán a caracteres materiales el cuidado de conservar los recuerdos, cuyo rastro habrá perdido su espíritu(...)”. “Porque cuando vean que pueden aprender muchas cosas sin maestros, se tendrán ya por sabios, y no serán más que ignorantes, en su mayor parte, y falsos sabios insoportables en el comercio de la vida”.
Del mismo modo que siglos atrás, así lo hacen los que hoy denuestan a la web en nombre de la preservación de la memoria. Y toman como ejemplo que ya no nos acordamos los números de teléfono de nuestra familia ni de amigos cercanos porque de todos modos están en el celular. Pero ¿cuánto importa acordarse de un número?
Es mucho más interesante recordar hi...

Índice

  1. Variaciones en Clave de Red
  2. PARTE 1
  3. INTERVALO
  4. PARTE 2
  5. Agradecimientos
  6. Acerca de la autora
  7. ¡Sigamos en red!
  8. Acerca de Muiños de Vento