De trabajadores a proveedores
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De trabajadores a proveedores

La responsabilidad social empresarial y la tercerización laboral en los ingenios azucareros

  1. 175 páginas
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De trabajadores a proveedores

La responsabilidad social empresarial y la tercerización laboral en los ingenios azucareros

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Información del libro

Desde el análisis cualitativo, mediante entrevistas a profundidad a trabajadores, sindicalistas, profesionales, empresarios y actores claves de la industria azucarera, esta obra analiza los cambios en los tipos de contratación de los corteros, avaladas por iniciativas legales, que han incidido en la precarización, la tercerización laboral y la fragmentación del colectivo de trabajadores. La adhesión al Pacto Global y la posterior publicación de informes anuales de sostenibilidad basados en los principios del GRI, marcaron una nueva forma de relación entre los trabajadores y la patronal.Esto implicó, además, la revisión de antiguas ayudas sociales personalizadas y arbitrarias, manejadas por el patrón y la iglesia; la instalación de nuevas áreas de bienestar social al interior de los ingenios; y la consecuente reorganización de la relación de los ingenios con sus colaboradores, proveedores, accionistas y la comunidad.Este libro se estructura en tres capítulos donde se reconstruyen los cambios en las condiciones laborales y el impacto de las nuevas formas de relación mediadas por la responsabilidad social empresarial, una introducción que sitúa al lector espacial, temporal y conceptualmente y unas conclusiones.

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Información

Año
2019
ISBN
9789587843217
Categoría
Law

Capítulo 1
Paternalismo y neoliberalismo: dos ejes para el análisis de las condiciones de vida y trabajo en los ingenios

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Cultivo de caña de azúcar en el Valle del Cauca
Fotografía de Luz Stella Nicholls Ramírez.
El objetivo de este capítulo es exponer cómo el paternalismo (relación obrero-patronal) y el neoliberalismo (ideal y práctica política-económica) inciden en las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores de la industria azucarera. En el primer subcapítulo se hace un recuento del contexto en el que se desarrolla el sistema paternalista empresarial, enunciando las condiciones políticas y económicas del país hacia la segunda mitad del siglo XX. Después, se describen las condiciones de vida y trabajo de aquellas personas que vivían en los ingenios, que por su oficio y la organización de la producción debían estar disponibles en todo momento.
En el segundo subcapítulo se enuncia qué se entiende por neoliberalismo y algunas características de las empresas neoliberales. Posteriormente, el texto se detiene en el contexto normativo que ha permitido al gremio azucarero tercerizar a los corteros en el marco de la ley, proceso en el que se superponen varias formas de subcontratación. La exposición de este capítulo se articula alrededor de lo sucedido en el ingenio El Dorado, no obstante se realizan algunas alusiones a El Centenario con el fin de hacer énfasis o marcar alguna diferencia entre ambos ingenios.
El ingenio El Dorado se ubica en el centro del Valle del Cauca. Fue fundado a principios de la década de los cuarenta por Marcelo Cano,8 quien después invitó a su hermana Margarita y otros accionistas minoritarios a hacer parte de la empresa con el fin de disponer de una mayor cantidad de tierras. Durante los primeros años de funcionamiento el mayor accionista y gerente era “don”9 Marcelo. Él vivía en el ingenio junto con su esposa y sus cinco hijos. Julián Lorza, un contador de la época, cuenta que para la década de los sesenta empleaban alrededor de 1200 personas, y la mayoría trabajaba en el campo en labores de siembra, corte, alce y transporte (22 de julio del 2015).
El Centenario está ubicado en el sur del Valle del Cauca, fue fundado a finales de la década de los treinta por la pareja de esposos Juliana María y Trasíbulo; aunque en principio comenzó como un trapiche de caña, fue creciendo hasta llegar a ser una de las compañías agroindustriales más grandes del sector. Con el desarrollo del ingenio, la mano de obra disponible en sus alrededores resultaba insuficiente, lo cual impulsó una búsqueda hacia otras regiones, especialmente del Pacífico nariñense.
Así, muchos trabajadores migraron a trabajar al ingenio, llegando algunos sin sus familias a vivir en campamentos cerca de El Centenario. Miriam Salazar, directora del área de bienestar social, explica que este fue uno de los motivos por los que, en principio, la empresa trajo a las familias de sus trabajadores y les brindó viviendas dignas. Esto puede interpretarse tanto como un mecanismo para mejorar su calidad de vida, como una manera de disciplinar a estos nuevos asalariados, según Miriam, que presentaban altos niveles de ausentismo y alcoholismo. Hoy por hoy, muchas de las personas que trabajan allí son hijos o familiares de los primeros trabajadores, empleados y fundadores del ingenio.

1. Paternalismo como eje de análisis de la relación obrero-patronal y sus formas de contratación

El objetivo de este subcapítulo es tomar como eje de análisis el paternalismo para estudiar tanto la relación entre el Estado, la Iglesia y la empresa, y las implicaciones que esta tenía en las condiciones de vida y trabajo al interior de los ingenios, como algunos hitos de la coyuntura nacional que ayudan a caracterizar el contexto en que se desarrollan dichas relaciones.
La era paternalista clásica en los ingenios, a la que se hace referencia en este capítulo, se sitúa temporalmente en los gobiernos del Frente Nacional y en el gobierno posterior. El Frente, según González (2016), era la alternancia en el poder entre los partidos liberal y conservador por cuatro periodos consecutivos como una forma de frenar la violencia bipartidista que se vivía, principalmente, en el campo colombiano.
Los primeros años del Frente Nacional estuvieron marcados por una supuesta paz y tranquilidad en las ciudades que permitió la reconciliación entre la Iglesia y el Partido Liberal. No obstante, en el campo la situación era diferente. Durante las dos primeras administraciones (Alberto Lleras Camargo 1958-1962 y Guillermo León Valencia 1962-1966) la violencia generó grandes migraciones de los campesinos a las ciudades, que generaban una demanda en la ampliación de la cobertura educativa y en general de servicios, pero que el Estado se mostró incapaz de proporcionar o suplir (González, 2016).
Durante el gobierno de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) se instaló la política de la sustitución de importaciones: por un lado, se impulsó la construcción de vías para proveer el mercado interno del centro del país, y, por el otro, se dio una intervención activa para proteger e incentivar el sector industrial mediante la adjudicación de subsidios a la producción interna y altos aranceles a las importaciones (Urrea-Giraldo, 2010). Según González (2016), esto ayudó a la concentración de crecimiento económico entre Medellín, Cali y Bogotá, donde “los altos aranceles a las importaciones industriales funcionaron como un subsidio para las regiones comprendidas en el triángulo y como un impuesto para el resto” (p. 357).
Después de los cuatro periodos presidenciales que duró el Frente Nacional comenzó la administración de Alfonso López Michelsen (1974-1978) en la cual se realizó una reforma laboral que permitió el pago del salario integral, es decir, la empresa pagaba una cantidad de dinero por el trabajo sin diferenciar el salario de las prestaciones sociales. Esta administración además dio vía libre a las empresas temporales, la subcontratación y los contratos a término fijo (Urrea-Giraldo, 2010), que, como veremos más adelante, tuvieron consecuencias negativas para los trabajadores de la industria.
En este contexto se desarrolló de manera evidente una etapa paternalista en los ingenios, que según ­Valero (2013), funcionó como un instrumento de control a ­través de “compromisos recíprocos” entre quien ejerce el ­poder y quienes obedecen: el primero aporta protección y deferencia a cambio de lealtad y obediencia. El accionar personalizado y dadivoso de los empresarios desborda la concepción clásica de la compra de la fuerza del trabajo, pues se enmarca dentro de una “calculada obsequiosidad” que tiene como fin controlar y tener autoridad y legitimidad sobre sus trabajadores, quienes además son vistos como incapaces de “previsión y ahorro”.
En el caso específico de los ingenios, cuando los trabajadores vivían en las empresas junto con los fundadores, los padres y las monjas de la Iglesia católica, las formas paternalistas de relación obrero-patronal se expresaban en los servicios que brindaban los empresarios a sus trabajadores que no eran impuestos por el mercado o el Estado, sino que eran entregados de manera voluntaria y ejecutados por los representantes de la Iglesia católica. Se trataban todo tipo de temas como matrimonio, enfermedades, accidentes, vivienda, educación, ocio sano, pensión por invalidez y viudez. La Iglesia jugó un papel fundamental en el desarrollo y la puesta en marcha del paternalismo de las primeras décadas de funcionamiento de la industria.10
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Ilustración 1. Primer trapiche del ingenio Pichichí
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Ilustración 2. Capilla del ingenio Pichichí
En esa época se crearon pequeños pueblos que no tenían alcaldía pero sí tenían un comisariato [tienda], una carnicería, una peluquería, un teatro, una enfermería, unas canchas de tenis o fútbol e incluso una escuela. Al interior del ingenio estaba “su vínculo familiar y su vínculo comercial, de aquí nadie salía. Esto era como un municipio pequeño dentro de estas instalaciones” (Miriam Salazar, jefa del departamento de bienestar social, 4 de agosto del 2017).
Muchos trabajadores y empleados, e incluso el dueño del ingenio, vivían en los terrenos de El Dorado hasta bien entrada la década de los noventa. El pueblo tenía más o menos cincuenta casas con acueducto, red de energía y telefonía (para comunicarse entre ellos y con el dueño), pero, principalmente, los teléfonos eran para que don Marcelo “desde su casa pudiera llamar a la oficina y al chofer. Después se tiró la red desde aquí hasta allá y usábamos radioteléfonos donde uno llamaba a la Defensa Civil para que lo comunicaran con quien uno quisiera” (Julián Lorza, 22 de julio del 2015). Los corteros vivían en campamentos al interior o cerca de los terrenos del ingenio, particularmente los solteros o quienes tenían a sus familias lejos.11
Al pie de la montaña, al fondo del ingenio, hay un lugar donde vivía el fundador y su familia, al que le llaman La Hacienda. Más abajo y por fuera del perímetro de La Hacienda, está el pueblito y la iglesia donde vivían, y aún hoy lo hacen, trabajadores y empleados como el contador, el administrador, el director de campo, el quími­co, etc. En el pueblo vivía un médico que iba por días, hasta que el dueño del ingenio le dijo: “se me queda aquí, le doy casa y les doy otras cuestiones y ya estaba todo el tiempo. Lo mismo que los profesores tenían casa, y las monjas vicentinas tenían su convento al lado de la capilla” (Julián Lorza, 22 de julio del 2015).
En El Dorado, según la narración de los entrevistados, existían dos barrios o espacios diferentes en el perímetro del ingenio: uno era el pueblo a las afueras de La Hacienda y el otro era el campamento a donde en principio llegaron a vivir los corteros que migraron solteros. En el pueblito de El Dorado había “capilla, tenía dos escuelas: una para mujeres y otra para hombres. La de mujeres, manejada por las monjas vicentinas y la de hombres, manejada por civiles” (Julián Lorza, 22 de julio del 2015) o hermanos de La Salle (Óscar Coronel, 24 de julio del 2015).12 Los hijos de los administrativos y los empleados que vivían en el pueblito no asistían a la escuela que quedaba dentro del ingenio, sino que iban a instituciones educativas en Buga, para lo cual contaban con transporte cuatro veces al día.
En esa época existía una tienda llamada comisariato que era administrada por el hijo del dueño del ingenio y ­cumplía varias funciones como vender mercado a crédito, que se descontaba del siguiente sueldo. También era un espacio para el ahorro de los trabajadores que decidían entregar una porción semanal de su sueldo: “uno decía: ‘sáqueme de mi pago tal suma y póngalo en el comisariato’, suma que podía pedir en cualquier momento”. Además, a través del comisariato se realizaban diferentes encargos, como electrodomésticos, que los trabajadores podían pagar a través de los ahorros programados o descuentos en cuotas del sueldo. La junta directiva del comisariato incluía algunos trabajadores y su contabilidad se hacía por separado de la del ingenio (Julián Lorza, 22 de julio del 2015).
Al principio, cuenta Henry Parra, topógrafo jubilado y hoy contratista de El Dorado, había un alambique13 en el ingenio que dejó de funcionar de manera temprana, porque a don Marcelo “como era tan católico, no le gustaba el trago y menos le iba a gustar tener un montón de borrachos por ahí. En el ingenio habían casinos donde uno almorzaba y se podía jugar ajedrez, parqués y billar” (Julián Lorza, 22 de julio del 2015). La distinción de jerarquías entre trabajadores y empleados no se marcaba solo por los lugares de residencia (pueblo-campamentos), sino también por el casino que frecuentaban:
Este mundo siempre ha sido así, uno más elitista que otro. Uno del pobre, del cortero de caña, [que] no iba a entrar al casino de los empleados altos, él tenía que ir a su propio casino. Pero si se cachaqueaba, se arreglaba, se bañaba sí podía entrar, porque no se cobraban acciones, pero por costumbre no se metían ahí. Uno era para los administrativos y otro para los de la fábrica y los de campo. Era más parrandero y más fácil que los administrativos fueran al de los ­trabajadores, porque se gozaba más y se charlaba más y se reía más, porque acá era más cachaco. (Julián Lorza, 22 de julio del 2015)
Al personal que trabajaba en el campo lo recogían y lo llevaban hasta sus lugares de trabajo en unos aparatos que se llamaban calambucos (ilustrac...

Índice

  1. Portada
  2. Resumen
  3. Portadilla
  4. Página legal
  5. Contenido
  6. Autora
  7. Listado de ilustraciones y tablas
  8. Índice de abreviaturas
  9. Introducción El Valle del Cauca y la agroindustria de la caña de azúcar
  10. Capítulo 1 Paternalismo y neoliberalismo: dos ejes para el análisis de las condiciones de vida y trabajo en los ingenios
  11. Capítulo 2 Relaciones laborales: ingenios, sindicatos y corteros de caña
  12. Capítulo 3 Responsabilidad social empresarial
  13. Conclusiones
  14. Referencias