Capítulo I
Evaluación y manejo inicial
del paciente con trauma
en atención prehospitalaria
Alexander Paz Velilla
Consultor de Sistemas de Emergencias Médicas
ExDirector Centro Regulador de Urgencias y Emergencias - CRUE, Bogotá D.C. Miembro del Comité de Reanimación, S.C.A.R.E.
Instructor de Instructores en Soporte Vital Básico y Avanzado Cardíaco, en Trauma y en Atención Prehospitalaria
El desarrollo de la atención prehospitalaria en Colombia, cuyos esbozos y pasos iniciales se dieron ya hace algunos años gracias a la visión responsable y al denodado esfuerzo de unos pocos líderes y directivos, continúa hoy con altibajos. El personal que interviene en el ámbito extrahospitalario aún no vislumbra con objetividad su importancia en los Sistemas de Emergencias Médicas, ni tampoco ha adquirido el compromiso y, de forma complementaria, la responsabilidad a la hora de apropiarse de las competencias que les permitan ser profesionales en su actividad.
Mientras los candidatos a desempeñarse en la atención prehospitalaria no comprendan la importancia de formarse de manera adecuada, permanente y con periódicas actualizaciones, ya sea en el nivel técnico, tecnólogo o profesional de la medicina o de conducción de vehículos de emergencia, mientras el personal administrativo que los escoge y contrata en las instituciones públicas, privadas o empresariales no establezca los filtros y mecanismos que permitan certificar su idoneidad, mientras que la remuneración económica sea insuficiente o injusta de manera que no se ajuste a la norma con generosidad y sin mezquindades, y mientras que los responsables de legislar no establezcan lineamientos generales y específicos técnicos y normativos ajustados a las necesidades y realidades de atención, y no dependientes de las regiones o los recursos, los servicios de atención prehospitalaria públicos y privados seguirán dando tumbos y no tendrán un norte claro y definido que les permita presentarse en la sociedad de manera apropiada.
Ciudades como Bogotá, Medellín y Cali han dado los primeros pasos con firmeza para el desarrollo de proyectos y programas con calidad; sin embargo, el camino aún es largo y debe responder a las necesidades de las personas y a las políticas de salud pública enmarcadas en criterios técnicos y de salubridad.
Por fortuna, la academia, a través de las universidades y ante el llamado a la convergencia, han respondido y han creado espacios para la formación tecnológica de nuevos alumnos, e igualmente han incluido en sus programas de formación de ciencias de la salud en pregrado y posgrado alternativas de rotaciones o asignaturas correspondientes a los Sistemas de Emergencias Médicas y a la atención prehospitalaria.
Por todo esto, de manera enfática se reconoce que el recurso humano que labora en atención prehospitalaria tiene la obligación y responsabilidad de desarrollar las competencias apropiadas para ponerlas al servicio de los pacientes cuando sea necesario, ya que las víctimas de trauma están lejos de poder cuidarse a sí mismas.
Como lo vislumbró el Dr. James K. Styner, cirujano ortopedista que en 1976 propuso aglutinar esfuerzos de muchos profesionales y asociaciones científicas responsables para la creación del Advanced Trauma Life Support y luego del Prehospital Trauma Life Support, al recurso humano que se desempeña en este ámbito hay que formarlo y no culpabilizarlo.
La Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación (S.C.A.R.E.) se ha comprometido de manera responsable, permanente y ética con los procesos de fomento, formación y fortalecimiento de competencias del talento humano de las ciencias de la salud, por medio de sus diferentes comités. De manera especial, el Comité de Reanimación, en cabeza de su excoordinador, Dr. José Ricardo Navarro, ha liderado de manera generosa y experta esta tarea, lo que ha permitido el desarrollo de cursos/talleres para el manejo básico y avanzado del paciente traumatizado en los diferentes ámbitos (extra, intra e interhospitalario). En este contexto, el Dr. Navarro me ha invitado a escribir y compartir con usted, amable lector y simpatizante de la reanimación en trauma, el capítulo correspondiente a evaluación y abordaje inicial del paciente con trauma, que ahora ponemos su disposición y estudio, esperando que cumpla con las expectativas.
Es posible que a usted no lo seduzca la atención prehospitalaria; sin embargo, como personal de salud, puede verse inmerso en una situación en la que le corresponda prestar los primeros auxilios en una escena fuera del hospital (extrahospitalaria y prehospitalaria), y por tanto, los lineamientos técnicos aquí descritos le permitirán no correr riesgos (la premisa de máxima prioridad es no convertirse en víctima), evaluar la escena y asegurarla, y prestar ayuda teniendo en cuenta la cinemática incluida de las fuerzas que actuaron sobre su(s) paciente(s).
En particular, esta reflexión busca motivar el compromiso con las actividades que rodean la tarea de la atención prehospitalaria desde hace casi dos décadas, de forma que todos los que se inclinan por el servicio hacia sus congéneres sientan la pasión y participen sin egoísmos o intereses particulares en la construcción de entidades y asociaciones que promuevan la prevención y la atención precoz y segura del paciente traumatizado. Se busca también que los técnicos o tecnólogos de emergencias médicas progresen como profesionales y seres humanos y que se sientan orgullosos de su profesión o actividad; en otras palabras, que los profesionales o técnicos prehospitalarios sean reconocidos como responsables e idóneos y que ofrezcan cuidados sanitarios de urgencias de manera estandarizada, con calidad y calidez.
Evaluación y seguridad
en la escena
El paciente en el ámbito prehospitalario reúne unas condiciones especiales que obedecen a la matriz de Haddon, donde se considera la influencia de la víctima (premorbilidades, edad, sexo, etc.), del entorno y del agente causante del trauma.
Con frecuencia, para el personal que no conoce o conoce poco sobre la atención prehospitalaria, parece común interpretar como idénticos los conceptos de evaluación y aseguramiento de la escena, pero nada es más peligroso ni está más alejado de la realidad. De hecho, de manera rutinaria y sin análisis, en los diferentes cursos y procesos de formación se menciona la expresión “aseguro la escena”, sin percatarse de la profundidad de lo que esto significa.
Siempre hay que tomarse un tiempo para evaluar la escena, la cual, con mucha frecuencia, no se puede asegurar, y en estos casos no hay por qué arriesgar la vida. La reanimación exige la seguridad del reanimador.
Es responsabilidad del personal de atención prehospitalaria la evaluación de la escena donde se presenta el incidente. Para ello, es necesario que la Central de Despacho o el centro operativo del Centro Regulador de Urgencias/Emergencias respectivo le brinde toda la información que atañe a la activación de esta atención. Dicha información debe solicitarse previamente por protocolo al testigo, al primer respondiente o a la otra agencia que haya activado el servicio de emergencias. Idealmente, los datos deben ser validados y transmitidos al personal que se encuentra y se desplaza en el sistema de transporte con todo el recurso apropiado; este, a su vez, debe realizar las consideraciones especiales mientras se dirige y arriba al sitio del incidente, teniendo en cuenta las particularidades de la tipología de algunos eventos (atentado terrorista, asalto bancario con o sin rehenes, enfrentamiento con organismos de seguridad, vertimiento o derrame de materiales peligrosos, gases lacrimógenos, gas pimienta, etc.).
En determinados casos, después de esta evaluación se llegará a la conclusión de que la escena no es asegurable (no es segura), y en consecuencia no se ingresará a prestar los primeros cuidados hasta que la situación de peligro para los rescatistas haya sido resuelta. Esto puede implicar la activación de otras agencias de respuesta, como Policía, Bomberos, Ejército, Equipos Hazmat (Mat-Pel), Rescatistas, Escuadrones Antibombas, SWAT, Cruz Roja, Protección Civil, etc.
Una vez evaluada y asegurada la escena (el reanimador la puede encontrar asegurada por otra agencia, y sin embargo no debe bajar la guardia, ya que puede cambiar y volverse insegura, por lo que se exige ser un buen observador, tener una adecuada percepción y establecer una apropiada y amable comunicación como líder), es preciso observar a los familiares o acompañantes y al resto de los transeúntes, para estimar las consecuencias del incidente y obtener una imagen general panorámica (Figura 1.1).
Figura 1.1. Ejemplo de escena no segura
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El reanimador puede predecir y sospechar la mayoría de las potenciales lesiones, si conoce la cinemática y los efectos de las diferentes fuerzas involucradas. Se iniciará entonces la evaluación de los lesionados, aplicando las diferentes metodologías de triage establecidas de forma protocolaria por su institución, según las cuales, si hay varios de ellos, los más graves se examinarán primero.
Debe considerarse la posibilidad de que haya escenas con muchos lesionados en situaciones de emergencia o desastre, y al efecto determinar un cambio en el triage para que los recursos no se inviertan en los más graves, sino que se orienten a salvar el máximo número de vidas posibles; esto es, hacer que la ayuda beneficie al mayor número posible de víctimas (alguna(s) víctima(s) clasificada(s) como ‘triage rojo’ en primera instancia en Desastre Tipo I, será(n) clasificada(s) como triage negro en Desastre Tipo IV). Por lo demás, hay que prever las consideraciones y peligros que se pueden presentar (Tabla 1.1).
Tabla 1.1. Consideraciones y peligros potenciales
La principal consideración es la seguridad del personal de atención prehospitalaria y de los rescatistas. |
No se debe intentar realizar maniobras o acciones de rescate si no se está entrenado. |
Si el personal se convierte en víctima, no podrá ayudar. |
La asistencia sanitaria al personal deberá esperar hasta cuando la escena sea segura, y esto incluye la seguridad del paciente. |
Preguntas que se debe
responder el reanimador
L...