Perspectiva e ideología de género
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Perspectiva e ideología de género

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Perspectiva e ideología de género

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Hay indicios claros de que se está desarrollando en Latinoamérica un programa ideológico que, bajo el nombre de "perspectiva o teoría de género", trata de imponer una agenda que ya ha aterrizado, enraizado y producido frutos muy amargos en otras latitudes.La tarea de abordar la perspectiva e ideología de género no es sencilla debido a su vigencia en la hora actual: falta perspectiva y sobran experiencias. Se corre el riesgo de combatirla sin comprenderla, de abrazarla desde la ignorancia o de considerar que se trata de algo que no nos incumbe, pecando así por irresponsabilidad y por omisión.Bernardo Olivera nos presenta en este libro una mirada clara y abarcativa sobre la mujer; los hitos personales, grupales y fácticos que confluyen en la ideología de género; su lenguaje, objetivos y agentes; el juicio crítico según el Magisterio de la Iglesia entre otros temas absolutamente desafiantes.

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Información

Capítulo 1
EVANGELIO PARA LA MUJER
Toda antropología de sello cristiano ha de tomar a Jesús como punto de partida y modelo. El Unigénito de Dios encarnado nos enseña en qué consiste ser humano.
Lo que Jesús creía
Jesús era Judío, estaba inmerso en esa tradición religiosa. Conocía muy bien los relatos de la creación de todo lo existente, sobre todo, del ser humano.
Sabemos que estos relatos provienen de dos tradiciones diferentes separadas entre sí por varios siglos. El relato más antiguo (Gn 2-3), el de la tradición Yahvista, proviene del reino del sur y data de la época de la monarquía (ss. IX-VIII a. C.). El autor se vale del género literario mítico a fin de comunicar su mensaje: explica lo habitual y cotidiano mediante un relato que se ubica fuera de la historia; es decir, explica la historia desde la metahistoria. El relato más reciente (Gn 1), el de la tradición Sacerdotal, proviene de la época posterior al exilio en Babilonia (ss. VI-V a. C.). Finalmente, un grupo de sacerdotes y sabios laicos juntó este doble material a fin de elaborar un relato continuo al que juntaron su propia visión teológica, esto habría tenido lugar en el siglo IV, es decir entre el 400 y el 300 antes de Cristo.
Consultemos ahora estos textos antiguos y actuales al mismo tiempo. En ellos encontramos una respuesta a la pregunta que nosotros también hoy nos hacemos: la identidad específica de la mujer y su relación con el varón y viceversa.
Dijo Elohim: a imagen y semejanza
El primer texto que nos ocupa dice así: Dijo Elohim: “Hagamos al Adam a imagen nuestra, según nuestra semejanza, y dominen en los peces del mar, en las aves del cielo, en los ganados y en todas las alimañas, y en toda sierpe que serpea sobre la tierra.” Y creó Elohim al Adam a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; macho y hembra los creó (Gn 1:26-27).
Intentemos una exégesis, siguiendo a los grandes maestros, de estos dos importantes versículos del Libro sagrado, buscamos comprender mejor lo que nos dicen los autores inspirados.
Hagamos al Adam:
- Dios crea al ser humano mediante la misma palabra con la que había creado todo el resto. Curiosamente, para la creación del ser humano el autor usa un plural, más que un plural mayestático parece ser un plural “deliberativo” (Cf. Gn 11.7; Sal 8:6; Heb 2:7). Adam es un nombre colectivo y está en singular: el Dios de Israel es el Dios de toda la creación, el Dios creador de todo ser humano, creador de la “humanidad”, creador del “terráqueo”.
A imagen nuestra, según nuestra semejanza:
- La diferencia entre la imagen y la semejanza es mínima: imagen (tsélem) significa imagen estructurada y con volumen; mientras que semejanza (demut) indica una realidad más abstracta, habría que traducirla por “similitud”, sirve para atenuar la materialidad de la imagen. El aspecto material del término imagen es algo tan concreto que el autor lo utilizará más tarde para referirse a Set, hijo de Adán (Gn 5:3). En la perspectiva del autor Sacerdotal el ser humano forma un todo del cual no se excluye el cuerpo.
Ser a imagen de Dios es una cualidad constitutiva del ser humano, varón y mujer. Por el hecho de ser imagen de Dios el ser humano es diferente tanto de Dios cuanto de los otros seres vivientes. La imagen coincide con la creaturidad humana, definida como totalmente “relativa” a Dios. Más concretamente, la imagen significa:
~ La apertura y la capacidad para encontrarse con Dios.
~ Que el ser humano no está subordinado a un fin ulterior (trabajar, procrear...), no es un medio o un instrumento, sino que es un fin en sí mismo.
~ Dios ha creado al ser humano para donársele y para que se le done.
~ La mutua relación entre el varón-esposo y la mujer-esposa es a imagen de la donación del mismo Dios.
Y dominen...:
- Si bien el nombre imagen estaba en singular, ahora el verbo está en plural: ¿quiénes han de dominar? El ser humano, varón y mujer, reciben la orden divina de dominar. Creados a imagen de Dios, él y ella, son sus virreyes respecto al resto de la creación (Cf. Sal 8:6-9).
Creó Elohim:
- En el AT Dios es el único sujeto del verbo crear; cuando se usa este verbo nunca se menciona una materia a partir de la cual Dios crea. La afirmación de la “creación a partir de la nada” aparecerá después en el segundo libro de los Macabeos (7:28).
Macho y hembra los creó:
- ¿Qué significa la diferenciación sexual, macho y hembra, en relación con la imagen de Dios?: la corporeidad y la sexualidad son usadas como metáforas para hablar de Dios y de su misterio; Dios se “refleja” en una imagen de corporeidad sexualmente diferenciada. Lo divino se revela en la comunión de dos personas diferentemente sexuadas. Y el proceso de “divinización” de la persona humana pasa por esta misma comunión.
El relato concluye con una bendición en referencia a la fecundidad y al sometimiento y dominio de todo lo creado. Tanto el varón cuanto la mujer son los destinatarios de la bendición y los sujetos de la fecundidad y el sometimiento (Gn 1:28).
El sentido general de Génesis 1:26-27 es claro. El varón y la mujer, creados conjuntamente a imagen de Dios, son sus virreyes en esta tierra: el virrey y la virreina gobiernan la tierra bajo la bendición divina. Uno y otro, gracias a su realidad sexuada, son relacionables y complementarios. De igual modo, por el mismo hecho de ser criaturas sexuadas, son reflejo de un Dios que es comunión y comunicación.
Dijo Yahvé: ayuda adecuada
El segundo texto, de origen más primitivo, dice: Dijo luego Yahvé-Elohim: “no es bueno que Adam esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada” (...) De la costilla que Yahvé Elohim había tomado de Adam formó una mujer y la llevó ante Adam. Entonces este exclamó: “Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona, porque del varón ha sido tomada”. Por eso deja el varón a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne (Gn 2:18, 22-24).
La preocupación del autor reside en explicar, de alguna manera, la diferencia entre el varón y la mujer, pero respetando al mismo tiempo la igualdad entre ellos. Valgan, una vez más, algunas precisiones exegéticas destinadas a una mejor comprensión de algunas palabras del presente texto.
Ayuda adecuada:
- La palabra ayuda (‘ézer) se emplea frecuentemente para designar una acción divina en cuanto acción salvadora (Ex 18:4; Dt 33:7, 26-29; Sal 33:20...). Es decir, la ayuda permite huir de una situación que pondría en serio peligro la existencia humana. El aspecto salvífico que denota el término implica una cierta superioridad o capacitación en un campo determinado.
- La ayuda es especificada con la palabra adecuada (kenegdó). El término néged denota estar frente a alguien, en presencia de él, a su lado; se refiere a una relación de reciprocidad, un “cara-a-cara”, denota un interlocutor. Frente a la soledad de Adam, que no es buena, Yahvé decide hacer un ‘ézer kenegdó, es decir: una presencia de reciprocidad y mutualidad. La creación de la ayuda adecuada:
~ Sitúa al ser humano ante la posibilidad de la comunicación, es así como se supera la soledad negativa.
~ Supone la alteridad para iniciar la comunión abierta a la comunidad.
~ Da lugar a la aparición del “otro”, del “interlocutor”.
~ La presencia de la mujer está destinada a sacar al varón de la soledad de muerte a fin de hacerlo vivir.
Esta sí:
- El Adam ya no solo puede dar nombres (Gn 2:19), sino que ahora puede expresarse verbalmente, hablar, exclamar: la primera palabra humana expresa inocencia, admiración y gratitud: ¡Esta vez sí! El motivo y razón de la separación y creación de la mujer es el gozoso placer del encuentro y unión de esta con el varón y de este con la mujer (la fecundidad de la relación es una razón posterior). Las palabras del varón ante la vista de la mujer son como el prototipo bíblico del Cantar de los cantares: la profundidad y la fuerza de esta primera y originaria emoción del varón ante la humanidad de la mujer, ante la feminidad del otro ser humano, son algo único e irrepetible. Estas palabras implican también una declaración de amor. Solo se puede hablar de enamoramiento cuando el amor ha sido declarado, la declaración manifiesta la donación de sí mismo.
Hueso de mis huesos y carne de mi carne:
- En la antropología bíblica, los huesos expresan un componente importantísimo del cuerpo y el cuerpo era considerado como manifestación exterior de la personalidad; en consecuencia, los huesos significan, por sinécdoque (pars pro toto), el ser humano (Sal 139, No desconocías mis huesos; Cf. Mt 16:17). La frase hueso de mis huesos se pueden entender como el “ser del ser”.
Esta será llamada varona, porque del varón ha sido tomada” (Gn 2:23).
- En la relación de comunión es posible nombrarse a sí mismo y nombrar al otro. Ahora el ser humano se distingue en su manera de ser: un mismo ser humano pero en dos modalidades diferentes. El que hasta ahora era el Adam (terráqueo), se convierte en varón (‘ish) cuando ve frente a él una mujer (‘ishá). El ser humano sale del anonimato y es ya capaz de identificarse: frente al otro, igual y diferente, nace la autoidentidad.
Por eso deja el varón a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne (Gn 2:24).
- ¿Qué significa dejar a su padre y madre cuando se trata del primer ser humano? La presencia del “otro” no solo hace posible la comunicación (el habla) y la autoidentificación, sino también la atracción del deseo que pone en movimiento para dejar un lugar seguro y conocido (padre y madre) para correr el riesgo de ir hacia... el otro. El Adam, que había experimentado un vacío que Dios rellenó con carne tiende hacia el otro –como varón hacia la mujer– para hacerse ambos una sola carne. “Una sola carne” implica la unidad en la totalidad: el compromiso fiel y amoroso que liga el uno al otro con todas las fibras del ser y de la existencia.
El Papa Juan Pablo comenta el corazón de este texto de esta forma: En la creación de la mujer está inscrito, pues, desde el inicio el principio de la ayuda: ayuda, mírese bien, no unilateral, sino recíproca. La mujer es el complemento del varón, como el varón es complemento de la mujer: mujer y varón son entre sí complementarios. La feminidad realiza lo “humano” tanto como la masculinidad, pero con una modulación diversa y complementaria (...) Solo gracias a la dualidad de lo “masculino” y lo “femenino”, lo “humano” se realiza plenamente. (6)
En el relato de la “caída” nos encontramos que la serpiente se dirige a la mujer y transforma mintiendo el precepto de Dios. Luego, esta ejerce un poder de persuasión sobre el varón. La consecuencia del engaño y desobediencia es que se les abrieron a ambos los ojos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; peor aún, dice el Adam: “tuve miedo, porque estoy desnudo, por eso me escondí”. La vergüenza, la división y la desobediencia ocupan el lugar de la armonía, la comunión y la inocencia. A causa del pecado el varón y la mujer deben reconstruir con fatiga el significado del recíproco don desinteresado. Y es así como entran en el mundo las mutuas acusaciones y la maldición. Pero todo no está perdido; en la misma experiencia de la muerte se ubica la promesa de la victoria: Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar (Gn 3:1-19).
Conclusiones
Todos los elementos antropológicos constitutivos de adam (alma, aliento de vida, polvo, carne) pertenecen por igual al varón y a la mujer. Se trata de un ser creado limitado que recibe la vida. Todo se inscribe en un nudo de relaciones: con Dios, relación de criatura; con la tierra, relación de “agri-cultura”; con los animales, relación de dominio; con el otro, relación de comunión recíproca.
La mujer está ante el varón en un cara a cara de igualdad de naturaleza (tomada de la costilla) pero al mismo tiempo diferente (construida): ella suscita la palabra de admiración, la atracción y la apertura.
El ser profundo y la tarea de la mujer en relación con el mundo es idéntica al varón, la única diferencia existente reside en la corporeidad y es de orden biológico: la diferencia biológica no es causa de ninguna diferencia en la función social, aunque sí será diferente el “modo” de desempeñar dichas funciones sociales.
El cuerpo de la mujer, cuerpo construido y cuerpo imagen, es algo que también la especifica en relación con el varón: y no solo como destino biológico a la maternidad sino como ...

Índice

  1. Portadilla
  2. Introducción
  3. 1. Evangelio para la mujer
  4. 2. Hitos históricos
  5. 3. Definición descriptiva
  6. 4. Juicio crítico
  7. 5. Amenaza y oportunidad
  8. 6. Mujer vestida de sol
  9. Conclusión
  10. Bibliografía