1. SUSPENSIONES DEL SEXO
Foucault y Derrida
“Intento imaginar todavía la respuesta de Foucault. No lo consigo. Necesitaría que él mismo se encargara”.
JACQUES DERRIDA, “‘Ser justo con Freud’. La historia de la locura en la edad del psicoanálisis”
“Se ve cuán lejos estamos de un análisis en términos de deconstrucción (toda confusión entre estos dos métodos sería imprudente)”.
MICHEL FOUCAULT, “Problema, política y problematizaciones”
LA SUPERVIVENCIA DE FOUCAULT
Un aire post-foucaultiano caracteriza un amplio número de relaciones contemporáneas y entusiastas con el legado del filósofo francés. En un variado número de disciplinas, teóricos que incluyen a Giorgio Agamben, Didier Fassin y Wendy Brown continúan respondiendo los planteos que en el trabajo de Foucault son susceptibles a una corrección o, como lo formula Roberto Esposito, inevitabilidades contenidas en la obra pero no desarrolladas por el propio Foucault. Fassin responde a las limitaciones en la obra de Foucault en torno a la vida a través de una “entrada” con el fin de “volver al lugar donde [Foucault] dejó el biopoder”. Los recursos que Foucault puso en disposición con su obra han sido transformados profundamente por la teoría biopolítica posterior, operando específicamente a través de instancias de inequidad o en legitimidad política o en necropolítica o en estados de desorden e inseguridad o en los extremos del paradigma inmunitario.
Estos modos contemporáneos de contestar, corregir, repudiar o reconfigurar pueden ser también caracterizados como una sobrevida de Foucault. De una punta a la otra, el mismo léxico de este desafío (el lenguaje, por ejemplo, de la rectificación o del reingreso o de las inevitables consecuencias) ha sido raramente desafiado. Excepto, un poco a pesar suyo, por Derrida. Cuando Agamben encuentra la dirección de su propio argumento como algo “lógicamente implícito” en la obra foucaultiana, mientras persiste un “punto ciego” en el propio trabajo de Foucault, Derrida no puede consigo mismo y afirma: “¡Pobre Foucault! Nunca tuvo un admirador tan cruel”. Sin embargo, renovando sus propias interrogaciones a intervalos de diez años en seminarios y ensayos, Derrida pertenece a ese conjunto de pensadores que no ha deseado despedirse, de manera concluyente, del trabajo de Foucault.
Mientras que sus críticas a la obra de Foucault son ampliamente conocidas, mi discusión en torno a sus intercambios estará orientada a uno solo de los elementos, aparentemente mucho más breve que cualquier otro: las objeciones expresas de Derrida hacia el enfoque biopolítico. De hecho, este tipo de observación nos permitirá revisar con más ahínco la propia formulación foucaultiana: en un sentido más amplio, sus entendimientos en torno al poder, al estatuto de la vida y de la muerte, y el presente. El mismo significado del presente de Foucault se ha transformado con la emergencia de una teoría entendida como “post-foucaultiana”. Derrida explora estas cuestiones con sutileza: ¿cuál, qué Foucault, sería “post”? En ese sentido, ¿cuál, qué Foucault, sería el del presente?
Este libro se abre con algunos de los elementos que resultan más relevantes para el entendimiento de Derrida de la temporalidad de Foucault y su supervivencia. El trabajo nos llevará luego a repensar una serie de medios para poder reflexionar sobre las reservas de Foucault, también caracterizadas como sus capacidades suspendidas, movilizadas en los siguientes capítulos.
LAS RESERVAS DE FOUCAULT
¿Qué pasaría si miramos con simpatía las preguntas dirigidas por Derrida al proyecto de Foucault sin estar menos interesados en los recursos foucaultianos para formular una posible respuesta? Esta necesidad no significa postular que los textos de Foucault anticipan las preguntas realizadas por Derrida, ni tampoco que ellas resultan tan deconstructivas como aparentan. Es un argumento bastante común ese que indica que los filósofos deconstruidos por Derrida, como Edmund Husserl o Jean-Jacques Rousseau, ya tienen en su propia producción las intervenciones atribuidas a Derrida. En lugar de eso, propongo un medio alternativo de desarrollo de las mutuas capacidades que emergen en tales encuentros. Formulado de esta manera, el encuentro entre Foucault y Derrida puede proveer un modelo guía para posteriores provocaciones metodológicas. Por ejemplo, ¿cómo puede una capacidad productiva emerger de la intersección entre teóricos alrededor de los problemas que ellos mismos ocluyen? ¿Cómo puede esa misma capacidad productiva emerger de la presión analítica que cada uno puede extraer de los recursos del otro, y de las líneas críticas estimuladas por sus más incómodas aproximaciones?
Tal como veremos, Derrida interrogó críticamente el estatuto de época y el umbral de la obra de Foucault. Pero nos distanciaremos con respecto a esta aproximación, revisando la posibilidad de que Foucault también puede ofrecer los materiales necesarios para poder preguntar en torno a la autoidentidad de la modernidad, de la época, de los modos, de las tácticas, del poder, del aparato, del presente, reuniendo así un conjunto de principios también indagados en el trabajo de Derrida. Preguntar qué es hospitalario en la obra de Foucault a tal línea de cuestionamiento es ir más allá de los límites reconocibles establecidos por las respuestas efectivas de Foucault a Derrida. Y es también considerar que Derrida esquiva la posibilidad de repensar la presencia, o los principios, del poder foucaultiano a través de la propia dehiscencia de las técnicas de poder, su perpetua ambigüedad y auto-diferenciación, excepto en lo que con respecto a lo último es identificado por la contra-lectura de Derrida. Él pasa por alto las posibilidades interpretativas dentro del propio Foucault más en afinidad con la contra-lectura. Por ejemplo, cuando Foucault analiza las técnicas de poder como segmentándose y reensamblándose en múltiples temporalidades ofrece una alternativa a las referencias a épocas y edades que dominan la respuesta crítica de Derrida.
Eso, en definitiva, contribuye al complejo estatuto del “presente” de Foucault, cuyas consecuencias metodológicas van a probar ser sumamente extensivas. Trabajando en pos de este argumento, primero voy a reconstruir cuatro elementos presupuestos en la más compleja versión del presente de Foucault. Estos son, primero, la idea de Foucault de los sujetos y los objetos como unidades transaccionales, un concepto que debe ser relacionado con su noción de formaciones contingentes de vida y muerte. Segundo, la dehiscencia del presente foucaultiano. Esto se encuentra relacionado con el tercero: la segmentación, y la capacidad de descomposición, de las técnicas foucaultianas de poder. El cuarto puede ser caracterizado como las suspensiones de Foucault (para usar una imagen de Derrida), su plasticidad (para evocar el desarrollo temprano de este término llevado adelante por Catherine Malabou) o, como será llevado adelante en los siguientes capítulos, el potencial de su obra para operar a través de una proximidad transformativa.
VIDA Y MUERTE COMO UNIDADES TRANSACCIONALES
Uno de los muchos rechazos de Foucault acerca de la historia convencional incluye el desafío de ir más allá de la idea de los objetos entendidos como universales: “Parto de la decisión, a la vez teórica y metodológica, que consiste en decir: supongamos que los universales no existen; y planteo en ese momento la pregunta a la historia y los historiadores: ¿cómo pueden escribir historia si no admiten a priori la existencia de algo como el Estado, la sociedad, el soberano, los súbditos?”. Por ejemplo, Foucault repudia las investigaciones intelectuales en las cuales la vida y la muerte son “el afuera del discurso” a favor de analizar la formación de unidades transaccionales en las cuales tanto el sujeto como el objeto toman forma en una relación de mutuo alumbramiento.
Una “historia crítica del pensamiento”, tal como Foucault entiende el término, estaría dedicada a la formación de estas unidades transaccionales, ofreciendo un “análisis de las condiciones en las cuales son formadas o modificadas ciertas relaciones de sujeto a objeto, en la medida en que estas son constitutivas de un saber posible”. En una versión más temprana, El nacimiento de la clínica describía las condiciones de posibilidad para los campos de la visibilidad de los objetos, y Las palabras y las cosas describía las condiciones epistémicas de una simultánea emergencia de nuevos “objetos cognoscibles […] nuevos conceptos y nuevos métodos”. De acuerdo con la suposición metodológica que funciona como una guía para el filósofo, a medida que nuevos objetos toman forma, así también lo hacen los sujetos. “La cuestión es determinar aquello que debe ser el sujeto, a qué condición está sometido, qué status debe tener, qué posición debe ocupar en lo real o lo imaginario, para devenir sujeto legítimo de tal o cual tipo de conocimiento”. Un acercamiento correspondiente al estudio de las formaciones de la vida y la muerte puede ser encontrado en gran parte de la obra foucaultiana: en El nacimiento de la clínica, en Las palabras y las cosas y en su trabajo sobre sexo, degeneración y biopolítica. Él describe esas condiciones bajo las cuales la vida y la muerte de manera diferente, y contingente, se convierten en algo posible para un correspondiente contingente de sujetos. En El nacimiento de la clínica, la enfermedad y la mortalidad emergen como posibles objetos de conocimiento en la medida en que los signos y los síntomas se manifiestan en los cuerpos orgánicos. En Las palabras y las cosas da un número de variantes en la formación de la vida y de la muerte. Encontramos allí resonancias de la disposición analítica y el principio de Marcos de guerra de Butler, cuando evoca el lenguaje arqueológico de Foucault y su consideración del “espacio” del conocimiento, de la experiencia y de la percepción con su referencia a los “marcos epistemológicos” e “interpretativos” de la vida. La base fundamental de su análisis de ese hacer (diferencialmente) una vida llorada y precaria es el punto de partida metodológico para decir “no existe la vida ni la muerte sin que exista también una relación a un marco determinado”.
Las diferentes muertes consideradas por Foucault (repudiadas como universales, descritas como formaciones) incluyen el acecho de la muerte dentro de la vida, y dentro de los cuerpos físicos de la historia de la medicina, como un principio patológico cuyos signos y síntomas hacen a los sujetos investigadores hermenéuticos. Habría que comparar esto con el interés posterior de Foucault en la degeneración como la preocupación central de aquellos interesados en la medicina psiquiátrica, en la sexualidad y en las formas tempranas de eugenesia, así como en un amplio número de gubernamentalidades correspondientes. De nuevo los cuerpos, manifestando desórdenes tales como el alcoholismo, la disipación, la vida licenciosa y la inmoralidad, se convierten en sitios sintomáticos. Pero en las profundidades en las cuales el sujeto de conocimiento busca la verdad, la situación es por demás diferente. Aquel que investiga, que pregunta, cuando está preocupado por la degeneración, busca dentro de los profundos espacios de la historia genealógica del paciente por síntomas y por los antecedentes hereditarios entendidos como principios explicatorios. También el investigador busca hacia delante, anticipando el impacto en las futuras generaciones. Las conductas asociadas son diferentes. Los “profundos” espacios corporales en El nacimiento de la clínica son investigados por las conductas del anatomista, el médico y la clínica. La “degeneración” se integra con el intento de calcular y administrar el peligro de la reproducción percibido como destructivo para las personas, comparado con el interés en Seguridad, territorio, población por la mortalidad distribuida a lo largo de las poblaciones. Las conductas acordes a estos esquemas no son hermenéuticas, sino que incumben el problema del riesgo en la administración. La muerte se convierte en algo asociado a ciertos umbrales de tolerancia. Su distribución en las poblaciones puede ser entendida de manera estadística, así como cuando las muertes y las enfermedades son contempladas como posibles dentro de determinados índices o niveles en la pob...