El ajolote
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El ajolote

Biología del anfibio más sobresaliente del mundo

  1. 64 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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El ajolote

Biología del anfibio más sobresaliente del mundo

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Información del libro

Remitiéndose al estilo de un cuaderno de un naturalista, este libro se adentra en el mundo biológico del ajolote, un animal que ha despertado el interés constante de gente muy diversa: se ha concebido mitológicamente, comido por placer y usado como remedio; habita en la obsuridad del agua, quizás con discreción, pero es quintaesencial para la cultura del valle de México. Se ha venerado como fetiche y ha sido la musa involuntaria de toda clase de artistas en gran parte del mundo. Y biológicamente es enigmático, tanto para científicos como para aficionados; por ejemplo: toda salamandra, en su etapa joven, fue un ajolote, pero el que aquí nos ocupa, el ambystoma mexicanum, el ajolote de Xochimilco, no madura, nunca deja de ser "niño" y aún así puede reproducirse. Por si fuera poco también puede regenerar su cuerpo; vamos, si le cortan una pata: la repone. Se trata de un fenómeno biológico —tristemente en peligro de extinción— que sólo existe en el valle de México. Este libro explora sus características y forma de ser.

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Información

Año
2018
ISBN
9786079321314
Edición
1
Categoría
Ecology

MONOGRAFÍA DEL AJOLOTE

EL FAMOSO AMBYSTOMA MEXICANUM VISTO DE CERCA

SEMBLANTE DEL MONSTRUO HERMOSO

Antes de comenzar la monografía de nuestro protagonista es importante aclarar algunos puntos con respecto a su nombre.
El término ajolote es una castellanización del náhuatl AXOLOTL, que proviene de ATL (“agua”) y XOLOTL (“perro o monstruo”), en conjunto significan: PERRO DE AGUA o MONSTRUO DE AGUA. En la literatura muchas veces se utilizan indistintamente ambos nombres o el intermedio axolote, y de alguna manera ninguno es equívoco; no obstante, en español la forma más correcta de referirse a ellos es: ajolote. Y si se prefiere utilizar una nomenclatura más rigurosa también puede emplearse su nombre científico: AMBYSTOMA MEXICANUM, acuñado por Shaw y Nodder cuando describieron a la especie en 1798. (El género AMBYSTOMA significa “boca en forma de copa invertida o boca achatada”.)
Habiendo aclarado el asunto del nombre de pila de este MONSTRUO HERMOSO, prosigamos con nuestra labor descriptiva.
El semblante del ajolote es difícil de olvidar. Su aspecto remite a un ser arcaico, extravagante en extremo, propio de un mundo perdido o de una película de ciencia ficción. Con toda facilidad se le podría encontrar como un ingrediente primordial en los calderos de las brujas o como la mascota de un extraterrestre. Es un organismo tan singular que si no existiera en la naturaleza seguramente sería parte de la zoología fantástica de Borges.
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Al verlo flotando en el agua se tiene la sensación de que la evolución con él se portó un poco más imaginativa que con el resto de los seres vivos, moldeando a través de los años a un ente casi surrealista. Una pequeña bestia del pantano integrada por adaptaciones llamativas cuyo análisis cercano invariablemente resulta inquietante.
Si por separado sus atributos físicos pueden calificarse como extraños, en conjunto conforman un perfil gracioso; podría decirse que casi absurdo. Su gran boca y ojos diminutos sugieren que está siempre de buen humor y el gran penacho de branquias que se dispara por detrás de su cabeza ovoide lo asemeja a un dragón chino. Su piel es suave y está cubierta por mucosa, es blanda y gelatinosa. Su textura recuerda a la pulpa de un mango y, si se le sostiene fuera del agua, su cuerpo podría ser comparado con el interior de una penca de sábila. Hay quien incluso se ha aventurado a proponer que su consistencia es idéntica a la del fango que los rodea en su entorno natural.
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Lo que es seguro es que esta complexión resbaladiza los dota con la habilidad de escabullirse rápidamente. Si se sienten acorralados, se escurren entre rocas y plantas con singular maestría. Evaden la embestida con agilidad sorprendente y desaparecen en la espesura. Basta intentar atrapar a uno dentro del agua, y a mano limpia, para comprobar su gran destreza escapista. Quien lo intente, tras repetir unas cuantas veces la acción, quedará completamente frustrado, puesto que su piel membranosa resulta imposible de afianzar.
En un primer acercamiento los ajolotes sugieren una tranquilidad casi pasmosa. Una quietud digna de pieza arqueológica. Suspendidos en el fluido emulan a la perfección el concepto de la ingravidez. Su inmovilidad es tan rotunda que ha cautivado a escritores de la talla de Cortázar.
Aunque es cierto que pasan mucho tiempo inertes sobre el fondo lodoso, únicamente meciendo su protuberantes branquias, ante amenaza o impulso alimenticio se convierten en animales veloces. Como látigo, pasan del reposo absoluto a la actividad frenética en un segundo. Explosión súbita. Energía potencial convertida en cinética al instante. Contorsionan su cuerpo trazando movimientos en forma de “S” y se deslizan con gracia por la corriente.
La concepción generalizada, y ligeramente equivocada, de su constante letargo, se debe en gran medida a que los ajolotes son criaturas de hábitos nocturnos, lo que implica que la mayoría de quienes los han observado en el zoológico, lo han hecho durante el día, mientras los anfibios duermen; por eso no es de extrañar que se tenga la falsa noción de que prácticamente no se mueven.
No obstante, al caer la noche, su identidad cambia. Con la llegada de la oscuridad, el pacífico ajolote se transforma en un voraz depredador. Forrajea el fondo acuático en busca de cualquier presa que quepa en su boca: embosca, acecha y engulle. Visto de esta manera no es difícil comprender por qué el día sorprende al anfibio inmóvil. Permanece estático porque está digiriendo, descansando, recobrando fuerzas para la nueva vorágine que se avecina al final de la jornada.
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ESPERANZA DE VIDA

Para su pequeño tamaño los ajolotes son criaturas relativamente longevas. Bajo condiciones óptimas, se calcula que en vida libre pueden alcanzar entre los diez y quince años de edad. En cautiverio incluso un poco más, el récord para la especie ronda los treinta años.
Pero para llegar a viejos, es necesario que los organismos corran con mucha con suerte y estén al máximo de sus potenciales, ya que su hábitat natural se encuentra gravemente deteriorado. La alarmante contaminación y desecación de los canales de XOCHIMILCO representa, sin duda, el mayor desafío para la esperanza de vida de estos animales. De ahí que, como aseveran algunos, hoy día sea infrecuente que los ejemplares que habitan en libertad lleguen a su quinto cumpleaños. Por si esto fuera poco, el brutal impacto sobre su ecosistema no es el único obstáculo que deben superar. Si el ajolote pretende vivir suficiente tiempo, se verá forzado a evadir los ataques frecuentes de múltiples depredadores; algunos de ellos naturales a su entorno, y muchos otros, probablemente los peores, introducidos artificialmente por el humano. Y en su difícil lucha por la supervivencia deberá, además, librarse de nosotros como especie, evitando caer en las redes que lo cazan para convertirlo en taco, mascota o ejemplar de laboratorio.
No, la vida del ajolote no es fácil, pues no sólo se ve obligado a estar constantemente atento para no terminar como parte del menú de algún extraño, sino que también debe procurar, él mismo, su sustento diario. Y si la intención de su efímera vida es realizarse como individuo, y pasar sus genes a la siguiente generación, deberá buscar durante su tiempo libre una pareja con la cual reproducirse.

RETRATO ANATÓMICO

El cuerpo del ajolote es alargado y ligero, podría decirse que casi serpentoide. Cuenta con un tronco compacto —sobre el que se dibujan doce pliegues transversales a cada costado—, de éste sobresalen cuatro extremidades cortas y una gran cola que se proyecta en línea recta hacia la parte posterior; más larga que el resto del individuo.

LISTA DE CARACTERÍSTICAS

1. Llegan a medir hasta 30 centímetros de largo y a pesar más de 200 gramos.
2. La cabeza suele ser ligeramente más ancha que el resto del cuerpo.
3. Los ojos son pequeños, como cabezas de alfiler, con el iris dorado.
4. La posición de los ojos, les permite ver hacia arriba y hacia los lados al mismo tiempo.
5. No tienen párpados.
6. Los diminutos orificios nasales se encuentran en la parte frontal de la cabeza.
7. La boca recorre todo el rostro, como si se tratara de una sonrisa eterna.
8. Sobre el borde interior de la boca, se localiza una hilera de minúsculos dientes.
9. La lengua es retráctil, como la de las ranas.
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10. En total se presentan tres pares de branquias externas (tres a cada costado de la cabeza) con filamentos rojizos.
11. El penacho branquial se proyecta a la altura del cuello, que asemeja una melena de plumas o las ramas de un coral.
Las cuatro extremidades son del mismo tamaño. Emergen del tronco sobre la línea de intersección entre el vientre y el costado; se proyectan perpendiculares al cuerpo y después se doblan ligeramente hacia abajo. Las patas frontales cuentan con cuatro dedos y las posteriores con cinco, todos ellos rematados por yemas redondas y traslúcidas. La membrana interdactilar es reducida.
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Sobre el lomo se levanta una CRESTA (ALETA) DORSAL de piel fina y traslúcida que se extiende de manera creciente hasta el final de la cola. La cola es l...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Créditos
  4. Portada
  5. ÍNDICE
  6. INTRODUCCIÓN
  7. MONOGRAFÍA DEL AJOLOTE
  8. SEMBLANZA HISTÓRICA
  9. BIBLIOGRAFÍA SELECTA
  10. REFERENCIAS ELECTRÓNICAS