Equipamiento militar romano
eBook - ePub

Equipamiento militar romano

  1. 352 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Equipamiento militar romano está considerado como la obra de referencia principal para cualquier estudioso de la historia militar de Roma. La transformación de la urbe del Lacio en imperio se ha identificado a menudo con la eficacia y habilidad militar de su ejército, y también con su superioridad tecnológica respecto a la de sus oponentes. Pero, ¿en qué consistían esos "avances" realmente? ¿Cuáles fueron sus orígenes y su posterior desarrollo?Los autores han escrutado el enorme cúmulo de evidencias textuales, iconográficas y arqueológicas que encontramos a lo largo y ancho de lo que fuera el Imperio romano, en un recorrido cronológico que nos lleva desde la República al Dominado, para ofrecer una síntesis completa y transversal del equipamiento militar romano. Lejos de estar ante un mero estudio tipológico, tarea ya de por sí titánica por la amplitud del tiempo y espacio abordados, este libro apunta además a aspectos muy plurales, tanto tecnológicos y de producción de armas, como a otros relacionados con los hombres que las empuñaron, su identidad, la propiedad del equipo, gustos decorativos, innovaciones y tradición, etc.Equipamiento militar romano, publicado por primera vez en 1993, contiene ilustraciones especialmente preparadas para esta edición, un detallado texto que ha sido completamente revisado para incluir los hallazgos de más de una década de investigación, así como las numerosas nuevas publicaciones fruto del auge internacional experimentado por la investigación en la materia.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Equipamiento militar romano de Mike Bishop, John Coulston, Marco Aurelio Balbás Polanco en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Storia y Storia militare e marittima. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2020
ISBN
9788412168747
Edición
1
Categoría
Storia

1

___________
LAS EVIDENCIAS ICONOGRÁFICAS

Antes del siglo XIX, las representaciones de soldados en el arte romano suponían, en la práctica, la única fuente para el estudio del equipamiento militar. Esto dio lugar a algunas curiosas armaduras decorativas, cuando los artesanos renacentistas trataron de satisfacer el gusto imperante por el estilo «antiguo». Hasta la reevaluación de las fuentes pictóricas realizada por Robinson en la década de 1970, las esculturas en piedra se habían empleado para crear un marco conceptual en el que la evidencia artefactual trató de encajarse, a menudo de una forma muy poco satisfactoria, en lugar de ser las evidencias físicas quienes guiaran la investigación. En particular, este campo estuvo dominado por los grandes monumentos de carácter propagandístico erigidos en Roma, de los que la Columna Trajana fue la gran protagonista. Después de que Robinson publicara su Armour of Imperial Rome en 1975, las fuentes iconográficas pasaron a ocupar una posición más subordinada, aunque estas aún ejercen una gran influencia en el vestuario del cine y la televisión. Sin embargo, dichas fuentes siguen siendo valiosas en muchos aspectos, sobre todo porque los monumentos metropolitanos muestran diversas facetas sobre la imagen que se tenía de los ejércitos en el centro del poder, mientras que las obras realizadas en provincias (en especial, las representaciones funerarias de soldados) fueron realizadas por individuos muy familiarizados con el material sujeto a estudio, por lo que incorporan un gran nivel de detalle empírico.1
Al estudiar cualquier representación artística nos debemos hacer ciertas preguntas. ¿Para qué función fue concebida? ¿Quién fue el artista que realizó la obra, y cuáles fueron sus probables objetivos? ¿Para quién tuvo que trabajar, y cuáles fueron sus requisitos? ¿Cuál es el trasfondo técnico y cultural del artista? ¿Qué tipo de piedra empleó, y qué grado de detalle le permitía alcanzar en la talla? En ciertos casos, algunas de estas preguntas pueden ser imposibles de responder, pero ayudan a crear modelos conceptuales acerca de la producción, el suministro, el patrocinio y la intención artística de la obra, los cuales pudieron influir en su contenido y, por tanto, en nuestra interpretación del equipamiento militar representado.
En un marco ideal, el estudio de la escultura en piedra pasa por un examen de primera mano de las piezas para investigar. Si bien tal cosa parece obvia, cabe señalar que muchos investigadores se basan únicamente en fotografías publicadas, sin haber analizado el material en persona. Por supuesto, existen limitaciones prácticas y financieras para el trabajo museístico y de campo y, sin embargo, por muy «famosa» y bien publicada que esté la pieza, esta ha de ser estudiada de primera mano siempre que sea posible. Lo cierto es que resulta muy difícil realizar una fotografía a una escultura en piedra que muestre bien todos sus detalles. De nuevo, lo ideal es que se publiquen una serie de fotografías generales y en detalle, tomadas con varios tipos de iluminación. Pero, sobre todo, debería hacerse un dibujo que registre todas las características y complicaciones que esta presente como elemento arqueológico.2
Existe una amplia literatura centrada en la evidencia iconográfica. La mayor parte resulta útil para contextualizar y datar los hallazgos, y para conocer su ubicación actual, pero solo una pequeña proporción de esas publicaciones aborda directamente el equipamiento militar. La mayoría de los monumentos de propaganda de mayor entidad se estudian en monografías, mientras que las piezas más modestas a menudo se hallan en los catálogos de museos o en el corpus regional. Sin embargo, la cobertura geográfica de estos últimos por lo general se limita a Europa occidental y central, con España, el norte de África y el Levante poco representados. Esta situación mejorará, sin lugar a dudas, sobre todo gracias al Corpus Signorum Imperii Romani.3
A efectos inmediatos, las fuentes iconográficas pueden ser convenientemente clasificadas en una serie de categorías muy amplias: monumentos de propaganda; monumentos funerarios; esculturas diversas y de origen no romano; y obras menores. Tales clasificaciones no resultan excluyentes entre sí, ni son en ningún caso categorías destinadas a establecer una jerarquía de valor. La preeminencia que se le atribuye a las esculturas en piedra es, por supuesto, una consecuencia de su durabilidad en comparación con la de otros soportes.

ESCULTURA DE PROPAGANDA (FIGS. 1-2)

La mayor parte de las esculturas romanas fueron, en cierto sentido, creadas con una intención propagandística, ya sea un arco de triunfo que conmemora la victoria de un emperador, o una lápida que nos informa de la posición social y los logros del difunto. A efectos del presente estudio, por «propaganda» entendemos aquellas obras que poseen un mensaje público específico, erigidas por gobernantes, funcionarios o emperadores. Los soldados aparecen principalmente en representaciones de viajes imperiales (profectiones, adventus), sacrificios rituales, la quema pública de registros de deudas, discursos a las tropas (adlocutiones), batallas y desfiles triunfales. Estas escenas genéricas encarnaban la imagen que los gobernantes deseaban proyectar sobre sus logros, identificándolos con los actos que cabría esperar de un «buen» gobernante, según los valores propios de las elites de la sociedad romana. Por supuesto, el público más numeroso se hallaba en la capital, por lo que la mayoría de los monumentos propagandísticos fueron erigidos en Roma o Constantinopla. De hecho, una significativa proporción de ese público estaba formado por soldados en activo, y esta relación simbiótica del emperador con su ejército a menudo nos informa sobre el contenido propagandístico de la escultura metropolitana.4
De cara a nuestros propósitos, la principal limitación de las obras de propaganda reside en que se tratan, en gran medida, de la obra de escultores de la capital, normalmente formados en un estilo helenizante y cuyo conocimiento sobre la realidad militar se limitaba a las guarniciones de Roma. Una de sus preocupaciones era mostrar el cuerpo humano sin que lo ocultara, por ejemplo, grandes carrilleras, escudos o caballos. Por otra parte, las figuras humanas a menudo se hallan agrupadas de acuerdo con una composición estereotipada, más deudora del ceremonial religioso, el ritual cortesano o los motivos de batalla griegos que de la realidad bélica romana. Algunos detalles del equipamiento militar griego perduran, de forma anacrónica, en el arte romano, tales como el asa (antilabe) y la abrazadera (porpax) típicos del sistema de sujeción del escudo hoplita de las épocas arcaica y clásica. Resulta improbable que el principal objetivo de los artistas fuera una reproducción minuciosa y exacta de los artefactos militares. Por otro lado, los escultores eran a menudo consumados expertos en la talla realista, y en Roma trabajaban con los mejores mármoles, cuya compacta estructura permitía obtener un elevado grado de detalle.5
En el ambiente de servicio público y rivalidad política propio de la República, se erigieron muy pocos monumentos propagandísticos que incluyeran figuras militares. Las únicas excepciones son el llamado Altar de Domicio Ahenobarbo en Roma (Fig. 21), datado en el siglo I a. C., que recrea a unos soldados asistiendo a un sacrificio ritual; y el Monumento de Emilio Paulo (Fig. 1), erigido por los griegos de Delfos para conmemorar la victoria en Pidna (168 a. C.). Los dos muestran soldados romanos de infantería con cota de malla y escudos ovales y curvados de considerable longitud.6
Illustration
Figura 1: Detalles del Monumento de Emilio Paulo (Delfos). a) un legionario corriendo; b) un legionario de pie. (Sin escala)
Durante el periodo Julio-Claudio, Roma tuvo una gran cantidad de éxitos militares, pero se erigieron pocos monumentos con esculturas de carácter figurativo, y menos aún con representaciones de soldados. El Arco de Orange (probablemente de época tiberiana) muestra romanos y galos, tanto de infantería como de caballería, en escenas de batalla de estilo helenístico en su remate en ático. Aparecen armaduras de malla y de escamas, además de modelos contemporáneos de cascos y escudos legionarios. En los pilares del arco, las armas amontonadas (congeries armorum) nos aportan unos interesantes bodegones formados por escudos, estandartes y equipo ecuestre. Otras imágenes excepcionales de soldados en armadura fueron probablemente talladas en el Arco de Claudio en Roma, pero, si los fragmentos que han sobrevivido se fecharon correctamente, las figuras eran de estilo arcaizante; poseen yelmos de tipo helenísticos, corazas musculadas y escudos con un agarre de tipo hoplita. Tan solo un grupo escultórico, el panel «Pretorianos» del Louvre, que ahora cuenta con una datación segura de época Claudia (y no de Adriano), refleja el uso de equipos militares contemporáneos.
Un importante modelo propagandístico fue la efigie del emperador acompañado de su escolta militar, ya fuera durante un triunfo militar o un trayecto por las inmediaciones de la capital. Aparece por vez primera en las monedas (vid. infra, pág. 20), aunque a partir de la época flavia también en la escultura monumental. Los soldados llevan cinturones militares, escudos y armas, pero rara vez yelmos o armaduras corporales. Los principales ejemplos son los relieves de la Cancillería del periodo flavio (Fig. 2), así como la Anaglypha Traiani, el relieve Chatsworth de época de Adriano, todos ellos en Roma, y los paneles en los arcos de Trajano en Pozzuoli y Benevento.7
Esta convención artística exenta de armaduras pervivió hasta finales del Imperio, aunque la representación de soldados en guerra cambió de forma radical a partir de la construcción de la Columna de Trajano en Roma (113 d. C.). Por primera vez en la capital, un monumento mostraba un gran número de soldados en armadura con un equipo militar propio de la época. Un friso de 200 m de longitud recorre en espiral el eje de la columna en sentido antihorario, y cuenta con 2640 figuras humanas esculpidas a mitad del tamaño natural (Lám. 8c) que componen una sucesión de escenas que relatan, de forma aproximada, las dos Guerras Dacias de Trajano (101-2 y 105-6 d. C.). Las imágenes muestran tropas de ciudadanos romanos con el primer ejemplo indiscutible de lorica segmentata documentado en el arte, infantería y caballería auxiliar vistiendo cotas de malla, tropas irregulares y los diferentes tipos étnicos de enemigos. Entre estos últimos se halla la caballería sármata, prácticamente los únicos bárbaros con armadura que aparecen en el arte romano. Se establec...

Índice

  1. Cubierta
  2. Título
  3. Créditos
  4. Índice
  5. Agradecimientos
  6. Prólogo e Introducción
  7. Mapa y lista de topónimos
  8. 1 Las evidencias iconográficas
  9. 2 Las evidencias arqueológicas
  10. 3 Las evidencias textuales
  11. 4 El periodo republicano
  12. 5 De augusto a adriano
  13. 6 La revolución de los antoninos
  14. 7 El ejército en crisis
  15. 8 El dominado
  16. 9 Producción y tecnología
  17. 10 Estudio del equipamiento militar
  18. Bibliografía
  19. Comentarios a las láminas