El acontecimiento y lo sagrado
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El acontecimiento y lo sagrado

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La filosofía no ha dejado de plantearse, fundamentalmente desde el siglo XX, el problema de cómo pensar la irrupción de la novedad, la posibilidad de crear o de inventar una nueva forma de pensamiento. Se han hecho grandes esfuerzos para pensar la realidad fuera de los límites de las categorías tradicionales, y la noción de acontecimiento ha sido postulada para abordar de otro modo los problemas ontológicos.Por consiguiente, resulta de suma relevancia para la coyuntura filosófica actual preguntarnos: ¿Sabemos qué nombramos con la noción de acontecimiento? ¿Cuál es el alcance de su novedad? ¿Remite el acontecimiento al lado óntico o al lado ontológico de la realidad? ¿Puede ser referido o vinculado con lo sagrado? ¿Es lo sagrado el lugar originario del acontecimiento?Este libro, cuyo hilo conductor gira en torno al acontecimiento y lo sagrado, busca esclarecer estas preguntas desde múltiples perspectivas a fin de aprehender su significado para la compresión de un mundo en que la contingencia se presenta y nos afecta.

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Información

Edición
1
Categoría
Philosophy
PRIMERA PARTE

El acontecimiento, lo sagrado y la hermenéutica
1
EL ORAR COMO ACONTECIMIENTO
Juan Carlos Scannone, sj (2)
La problemática más general del acontecimiento y lo Sagrado no puede prescindir de la relación del acontecimiento con la oración, si ésta consiste en la relación de lo Sagrado —démosle o no el nombre de Dios— con la persona humana y de ésta con aquél. Pues no sólo en las religiones proféticas —como son las abramíticas: judaísmo, cristianismo e Islam— la revelación que las funda es un acontecimiento que parte de Dios y es respondido por el hombre, sino que también la iluminación del budismo, aunque éste no reconozca a dioses o a un Dios personal, es al menos un acontecimiento existencial en la vida de quien la recibe. Por ello se plantea la pregunta sobre el orar como acontecimiento y sus características. (3)
Ahora trataré, en primer lugar, de cómo comenzó a abordarse en la filosofía occidental la problemática del evento (das Ereignis) y de los acontecimientos (1); luego, intentaré ubicar la problemática enunciada en el título de mi exposición, dentro de la fenomenología posheideggeriana, teniendo especialmente en cuenta la tercera reducción fenomenológica —según Jean-Luc Marion— a la donación y la pura forma del llamado que se acepta o se rechaza (2); en un tercer paso, sacaré las conclusiones de lo dicho, a fin de comprender la religión y su acto por antonomasia, la oración, y sus distintos tipos (la oración personal y comunitaria como silencio, como palabra y como culto), en cuanto acontecimiento(s) (3).
1. Nuevo pensamiento y otro comienzo (Franz Rosenzweig, Martin Heidegger)
1.1. Heidegger y el otro comienzo
Según Werner Marx, la tradición filosófica occidental hasta Heidegger pensaba el principio (arché) con los rasgos de la identidad, necesidad, inteligibilidad y eternidad, (4) a los que se puede añadir la universalidad, correspondiendo a lo que el maestro de Friburgo denomina “el primer comienzo”, acaecido en el pensamiento griego. (5) En cambio, él —con su “otro comienzo”— plantea un pensar la diferencia, la gratuidad, la afectabilidad (6) y la novedad histórica. No se niegan los caracteres anteriores, pero se los reinterpreta a partir de estos últimos.
Todos ellos se refieren al Ereignis (evento) que, según Otto Pöggeler y Karl Lehmann, (7) Heidegger toma de la experiencia bíblica y religiosa, como lo parecen indicar cursos que dio antes de publicar Ser y tiempo, sobre todo sobre “Fenomenología de la religión”, (8) sin olvidar su continuidad y ruptura con Hegel y el influjo del último Schelling. Pues el evento no sólo implica novedad fáctica imprevisible y, por ello, gratuidad, sino que, aunque ilumina el pensamiento, afecta integralmente al ser-ahí y lo funda desde su irreductible diferencia con el mismo evento de donación del ser y con el mismo ser aconteciendo (dándose) como tiempo.
Ya que nos interesa el tema de la oración, añadamos que, con respecto a un dios a quien se le pueda rezar, para Heidegger “el evento-apropiador (Er-eignis) transfiere (übereignet) el dios al hombre, en cuanto lo apropia (zueignet) éste al dios”. (9)
El impacto histórico de ese nuevo comienzo en la filosofía y la cultura occidentales fue provocado por Heidegger mediante la inflexión (Kehre) del giro copernicano moderno (kopernikanische Wende) de Kant; pero no se trató sólo de una inversión, ni siquiera de una mera superación, sino de una verdadera novedad acontecida. Así es como, a partir del evento como singulare tantum se planteó luego pensar también los acontecimientos (événements, en plural) gracias a autores como Paul Ricoeur, Claude Romano, Jean-Luc Marion, etc., en la fenomenología y la hermenéutica posheideggerianas, no en último lugar, en la francesa. (10)
1.2. Rosenzweig y el nuevo pensamiento
Con todo, sin ese influjo cultural tan abarcante, ya antes que Heidegger, Franz Rosenzweig, a partir de sus reflexiones sobre el “acaecimiento acaecido” relatado en la Biblia, había introducido el “nuevo pensamiento”, aún más, lo había visto prefigurado en otros autores contemporáneos suyos —entre ellos, el católico Ferdinand Ebner y el, como él mismo, judío Martin Buber— que abrevaban también en la fuente bíblica. (11)
Lo novedoso de ese otro modo de pensar consiste en “necesitar del otro y, por eso, tomar en serio al tiempo” para el diálogo con él; pero no se trata de un tiempo en el que las cosas acaecen, sino del tiempo acaecido y acaeciendo.
Para Rosenzweig, sin el acontecimiento de la creación, la revelación y la redención, Dios, el mundo y el hombre permanecen como tres meras ideas de totalidad (Kant); su realidad aparece sólo en el acaecer de su interrelación fáctica, que se da sin que pierdan su respectiva autonomía, en cuanto son irreductibles entre sí, en una interacción dialógica de la libertad divina y las libertades humanas en la historia, por eso mismo, abierta e imprevisible, como acontecimiento.
1.3. El evento en ambos pensadores
Rosenzweig y Heidegger convergen en que ambos son deudores de Hegel, en cuanto valoran filosóficamente la historia y los procesos históricos, aunque no la conciban —como éste— según una lógica de la necesidad, y más lo son del último Schelling, en su reacción contra aquél mediante su filosofía positiva, existencial. Por lo mismo, también están entre sí de acuerdo tanto en pensar el evento y el ser como evento, como en la importancia que ambos dan al lenguaje, así como en comprender a Dios como Misterio santo que, con todo, se revela como misterio: en palabras del primero: “Deus absconditus, sed tamen non ignotus”. Y, aunque Heidegger se refiere a los presocráticos, asimismo aparece en uno y otro la impronta bíblica. (12)
Su principal divergencia consiste en que este último se refiere al evento en general, formaliza ontológicamente los textos religiosos y bíblicos, y su “último dios” no es el Dios del Antiguo y Nuevo Testamentos. El pensador judío, en cambio, trata de dichos tres eventos bíblicos —en su interrelación mutua— como acontecimientos, los aborda filosóficamente, pero buscando la inteligencia de la fe, y explícitamente se refiere al Dios de la Biblia. Pero ambos inician un nuevo comienzo, revierten y superan la subjetividad trascendental moderna, y plantean un pensamiento otro que la filosofía occidental desde la Grecia clásica.
2. Hacia la reducción a la donación y la pura forma del llamado
No es mi intención presentar ahora la historia de la fenomenología posheideggeriana, ni, en particular, la de Marion —de la que ya he tratado en otros trabajos—, sino recordar brevemente lo que puede ayudarnos para nuestra temática.
Según ese autor (en lo que coincide también Bernhard Welte), Heidegger procede a una segunda reducción fenomenológica, la existencial-ontológica, después de la trascendental de Husserl. (13) Ello le permite plantear una hermenéutica de la facticidad, reconocer la diferencia ontológica como más originaria que la correlación sujeto-objeto/nóesis-nóema, y pensar como ensamblajes del evento tanto la resonancia y el paso al nuevo comienzo como el salto hacia la fundación del ser-ahí, así como también la espera de “los futuros” del pasar del último dios, (14) un dios de quien ya se perciben señas y a quien se le podrá orar y danzar.
Pero, más originariamente que Heidegger, Marion descubre en autores como Michel Henry, Paul Ricoeur y, sobre todo, Emmanuel Lévinas, fenómenos que él llama saturados: el acontecimiento, la obra de arte, la carne, en especial el rostro (ético) del otro y aun el fenómeno doblemente saturado de las teofanías (sobre todo bíblicas) y la revelación. En todos ellos la intuición y, por eso, la donación, sobreabundan no sólo sobre toda intención y concepto, sino también sobre todo horizonte de comprensión y sobre la subjetividad constituyente. Y encuentra en todos ellos la pura forma del llamado. Pero éste —como en la vocación de Mateo pintada por Caravaggio— no se fenomenaliza sino en la respuesta o responsorio con la cual le responde el adonado, en cuanto está siendo en su ser más auténtico. (15)
Acentuemos tres datos fenomenológicos fundamentales para nuestra temática del acontecimiento de la oración: 1) la estructura llamado-respuesta como más originaria —a la que llegamos por la reducción a la donación—, más radical y primera que las reducciones trascendental y existencial-ontológica; 2) la interpretación religiosa de la pura forma del llamado —sobre todo en el fenómeno doblemente saturado de las teofanías y la revelación—; 3) el hecho de que el acontecimiento ético del cara-a-cara frente (coram) al rostro del otro no solamente implique los otros fenómenos saturados —sobre todo el del acontecimiento—, sino que, según Lévinas, Dios, al pasar, en él dejó su huella. (16)
3. La religión como comunicación del Misterio Santo y el acontecer de la oración
3.1. La religión como acontecimiento del llamado y la respuesta
Según la fenomenología descriptiva de la religión y la historia de las religiones, éstas se basan en el acontecimiento de la revelación por la palabra (judaísmo, cristianismo, Islam) o de la iluminación (budismo, religiones orientales), pero en todas ellas hay una prioridad del don de lo alto que le acaece al hombre, sobre la respuesta de éste, siendo ambos acontecimientos. (17) Por eso Ricoeur afirma que, así como la filosofía tiene la estructura pregunta-respuesta, la de la religión es llamado-respuesta, (18) pues de alguna manera la iluminación es también un llamado, aunque no se use la metáfora auditiva sino la visual.
Así es como Karl Rahner, cuando se mueve en la dimensión de una filosofía de la religión, antes de mostrar la noción de Misterio en la teología católica, va a definir a la razón como la facultad del Misterio ya que conoce lo finito, relativo y contingente, a la luz de su apertura infinita al Misterio infinito, absoluto y trascendente. Pues, según su juicio, aquélla “aprehende (ergreift) en tanto anticipa (vorgreift), a través y por encima de su objeto singular abarcado (umgriffenen), lo absoluto no abarcable (Unumgreifbare), ello mismo abarcante (Umgrei...

Índice

  1. Portadilla
  2. Legales
  3. Presentación
  4. Primera parte. El acontecimiento, lo sagrado y la hermenéutica
  5. Segunda parte. El acontecimiento, lo sagrado y la fenomenología
  6. Tercera parte. El acontecimiento, lo sagrado y el sentido.