Ramon Llull
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Ramon Llull

El mejor libro del mundo

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El mejor libro del mundo

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"Llull es el mayor escritor catalán de todos los tiempos, quizá el único a quien convenga plenamente el calificativo de genio, ése que reservamos para las grandes ocasiones, no más de uno por lengua." Pere GimferrerRamon Llull, de quien 2016 marca el séptimo centenario de su muerte, fue escritor, filósofo, místico, misionero, teólogo autodidacta y viajero y aventurero incansable.Su obra, una de las más fecundas y polifacéticas de toda la Edad Media europea, fue escrita en latín, en catalán y en árabe. El libro de Domínguez Reboiras, uno de nuestros grandes expertos de la obra luliana, acerca al lector actual, con maestría y profundidad, a la vida y al pensamiento —tan azaroso, apasionado y apasionante el uno como la otra— del "gran filósofo de la diferencia", en acertada expresión de Vladimir Jankélévitch.Personaje excepcional, tanto por los avatares de su biografía como por la complejidad y ambición de su trabajo intelectual —no en vano deseaba escribir "el mejor libro del mundo", su Ars magna et generalis—, el mallorquín se nos muestra en estas páginas como un hombre de ideas fecundas, innovadoras y, asimismo, muchas de ellas cercanas al lector de hoy. Prueba de ello su insobornable celebración de la alegría de vivir, de la amistad y del amor, su acérrima defensa del diálogo entre religiones y del uso de la Razón para sustentar con fuerza imbatible la fe de los hombres en Dios.

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Información

Editorial
Arpa
Año
2016
ISBN
9788416601172

RAIMUNDO LULIO EN SICILIA

Cuando Llull, en mayo del año 1312, después de la clausura del Concilio de Vienne, se dirige a la isla de Mallorca lo hace, al parecer, con la firme intención de trasladarse para siempre a Sicilia. El 26 de abril de 1313 redacta su testamento y pocos días después se embarca en dirección a Messina, a donde llega en el mes de mayo de aquel año.1
1 La mejor información sobre la Sicilia de Federico III se encuentra en una excelente monografía de CLIFFORD R. BACKMAN, The Decline and Fall of Medieval Sicily. Politics, religion and economy in the reign of Frederick III, 1296-1337, Cambridge, 1995 (la traducción al italiano está prologada, completada y revisada por el autor con actualización de la bibliografía: Declino e caduta della Sicilia medievale. Politica, religione ed economia nel regno di Federico III d’Aragona (1296-1337). Palermo, 2007). Sobre las relaciones de este rey con Ramon Llull se ha celebrado un congreso en el año 2005 en el que se trataron diversos temas relativos a esta estancia luliana y se analizaron en detalle algunas obras de aquel período: ALESSANDRO MUSCO y MARTA M.M. ROMANO (eds.), Il Mediterráneo del ‘300: Raimondo Lullo e Federico III d’Aragona, re di Sicilia. Omaggio a Fernando Domínguez Reboiras, (Instrumenta patristica et mediaevalia 49. Subsidia lulliana 3), Turnhout, Brepols, 2007.
La corte de Federico, aunque en sentido estricto no fue una corte ambulante, no tuvo, como tantas otras en aquella época, una residencia fija; se estableció preferentemente en Catania y también en Enna, donde aún hoy se conserva el castillo, al parecer residencia preferida. Messina, donde Ramon escribió todas sus obras, era la ciudad más rica y boyante en comercio y la preferida por los cortesanos del rey, muchos de ellos originarios de los países de la Corona de Aragón. Es probable que encontrara allí lo que él más buscaba y que evidentemente tuvo: un escritorio monacal o conventual, probablemente la comunidad franciscana con iglesia y convento que dominaba la ciudad desde lo alto. En la elección de Messina como residencia pudo influir también su relación con Arnaldo de Reixac (Rassaco), arzobispo de Monreale (el eclesiástico más rico e influyente de Sicilia) que tenía allí su residencia. Las posesiones e influencia de la rica archidiócesis llegaban hasta el territorio mesinense.
Durante su estancia en Messina, Ramon Llull escribirá una larga serie de opúsculos de reducidas dimensiones.2 No deja de llamar la atención que un hombre que había iniciado su actividad de escritor con un libro enorme y denso —el Liber de contemplatione in Deum (op. 2) ocupa siete tomos en la edición catalana, con más de un millón de palabras y un total de 2929 páginas— se dedique al final de su vida a escribir entre cinco y seis opúsculos por mes.
2 Las Opera latina messanensia comprenden 37 opúsculos, breves obras, la mayoría no pasa de veinte páginas, editadas por J. STÖHR y publicadas en Palma de Mallorca en 1959 y 1960 en los tomos I y II de las ROL. El editor es también el autor de una tesis doctoral inédita, Die Theologie des seligen Raimundus Lullus nach seinen Spätschriften, Diss. Freiburg i. Br. 1956. Las conferencias del congreso que tuvo lugar en Sicilia en el año 2005 (not. 1) analizan las circunstancias de este viaje, intentan aclarar los motivos y repasan los contenidos de algunas obras escritas durante su estancia en esta isla.
La retahíla de obras sicilianas de Ramon Llull no son, ni mucho menos, muestras de una borrachera senil,3 sino expresión cabal de su pensamiento y complemento necesario de sus proyectos. El anciano Ramon, en el último capítulo de su vida, no cambia lo más mínimo la razón de ser de su vida ni la intención final de sus escritos.4
3 Es interesante observar la perplejidad del estudioso de la obra de Llull ante esta retahíla de opúsculos aparentemente innecesarios. Para muestra, véase el juicio extremadamente negativo de SALVADOR GALMÉS, Dinamisme de Ramon Lull, en: Miscel·lánia lul·liana, Barcelona, 1935, 56-96, aquí p. 93s. y OL, p. 37s.: “[en Messina] la actividad productora de Ramon Llull llega al frenesí, una especie de delirium tremens que apenas puede comprenderse a su edad... Son obrillas cortas de argumento filosófico o teológico, de escaso valor relativo, al fin como última granzón de un árbol viejo y herido de muerte”.
4 Ya en otras ocasiones he escrito sobre las razones que pudieron inducir a Llull a emprender, a sus ochenta años, semejante aventura y las urgencias de su febril actividad literaria: en mi introducción a ROL XV y F. DOMÍNGUEZ REBOIRAS, “Las relaciones de Ramon Llull con la corte siciliana”, en: I francescani e la politica. Atti del Convegno internazionale di studio. Palermo 3-7 Dicembre 2002. A cura di A. MUSCO, Palermo, 2007, Bd. I, S. 365-386, y DEL MISMO, “Il Dio Maggiore: Le raggioni di Raimondo Lullo in Sicilia”, en: A. MUSCO y M.M.M. ROMANO (eds.), Il Mediterráneo…, p. 15-41.

LA CORTE DE FEDERICO III

En la lista de los descendientes de Jaime I que desempeñan un papel decisivo en el entorno político de Ramon Llull parece quedar al margen la figura de su nieto Federico, hijo menor de Pedro III, que gobernaba Sicilia desde agosto de 1291, primero como regente y desde 1296 como rey. No sabemos si Llull conoció personalmente a Federico durante su infancia y adolescencia en la corte de Aragón, antes de su marcha a Sicilia, pero hay indicios de que Llull seguía los pasos de Federico y mostraba un aprecio especial hacia su persona. A través del noble genovés Perceval Spinola recibió Federico un volumen5 que podría haber sido un obsequio de Llull al monarca con motivo de su coronación el 25 de marzo de 1296, tres meses antes de terminar el Liber de articulis fidei, cuya copia se incluye allí. Con el envío de las obras contenidas en aquel códice pretende Llull dar una muestra de su producción científica y, al incluir una obra de devoción mariana, demuestra que conoce bien el carácter sumamente piadoso de Federico III. Este rey pudo haber estado en la mente de Llull como candidato al cargo de comendador de aquella Orden del Espíritu Santo concebida por él como la única orden que habría de sustituir a todas las órdenes militares.6
5 Cf. A. FIDORA, art. cit. p. 186, not. 30.
6 Así lo pretende S. GARCÍAS PALOU, «El candidato de Ramon Llull para el cargo de “Maestro General” de la “Orden militar del Espiritu Santo“», en: EL 16 (1972) 63-77. Véase también A. J. FOREY, «The Military Orders in the Crusading-Proposals of the late-thirteenth and early-fourteenth Centuries», en: Traditio 36 (1980) 317-345, esp. 334ss.
Pero, a pesar de estos indicios, no deja de ser relevante y hasta cierto punto sorprendente la irrupción del rey Federico III en la biografía de Ramon Llull; al final de su vida, cuando ya contaba ochenta años. A la vuelta del Concilio de Vienne da Ramon testimonio de una admiración fervorosa hacia el monarca siciliano. Lo ve como un dechado de virtudes y como aquella persona capaz de apoyar sus proyectos. Llull vuelve a entusiasmarse con la idea de que algún príncipe cristiano pueda poner en práctica sus planes de misión. Después de la clausur del Concilio, Llull se dirige a Montpellier y más tarde a su isla natal, donde acelera los preparativos para trasladarse a Sicilia ilusionado por el apoyo que podría obtener su proyecto por parte del rey Federico y su corte. Llull llegó a esta isla en mayo de 1313 y la abandonó en junio o julio de 1314.
Es importante considerar que ese rey, a quien Llull colma de alabanzas y con quien quiere pasar los últimos años de su vida, estaba en aquel momento enfrentado de una manera abierta con los que durante el Concilio hicieron demostración de poder e influencia en la sociedad cristiana, a saber, el Papa y el rey de Francia. Tanto Clemente V como Felipe el Hermoso apoyaban abiertamente al rey angevino de Nápoles, enemigo declarado del rey siciliano.7 Por aquellas fechas, Federico tampoco estaba en buenas relaciones con su hermano Jaime II de Aragón, con quien Llull siguió manteniendo contactos muy cordiales. Llull sabía muy bien que Federico III se estaba ganando nuevas antipatías a causa de su decidido apoyo a la política italiana del emperador Enrique VII, que se dirigía a Roma para poner en orden sus intereses en Italia y, de paso, hacerse coronar.8 En el conflicto abierto entre el emperador y las pretensiones de la casa de Anjou, Federico, que había tomado partido por Enrique con la decidida oposición del Papa, se disponía en aquellas fechas a atacar al rey de Nápoles por el flanco sur. Las iras del pontífice se habrían de acrecentar aún más a causa del decidido apoyo del rey Federico a los espirituales franciscanos perseguidos por la administración aviñonesa y que fueron a buscar refugio a Sicilia, donde fueron bien recibidos por el rey y sus consejeros.9
7 Es interesante señalar cómo Federico III, profundamente piadoso y respetuoso con la dignidad papal, se pasó casi toda la vida en conflicto con el papado. Sobre la personalidad y el largo reinado de este rey cf. ANTONINO DE STEFANO, Fe derico III d‘Aragona Re di Sicilia (1296-1337), Bologna 21956 y C. R. BACKMAN, op. cit. (not. xx).
8 Cf. G. IRMER, Die Romfahrt Kaiser Heinrichs VII. in Bildercyclus des Codex Balduini Trevirensis, Berlin 1881; W. M. BOWSKY, Henry VII in Italy, the Conflict of Empire and City-State, 1310-1313, Lincoln/Nebraska 1960; F. J. HEYEN (ed.), Kaiser Heinrichs Romfahrt. Die Bilderchronik von Kaiser Heinrich VII und Kurfürst Balduin von Luxemburg 1308-1313, Boppard, 1965 (ed. de bolsillo: München, 1978).
9 Sobre la cuestión de los franciscanos espirituales en el reino de Sicilia bajo Federico III véase FRANCESCO RUSSO, «I Fraticelli in Sicilia nella prima metà del sec. XIV», en: Francescanesimo e cultura in Sicilia (secc. XIII-XVI), Schede Medievali 12-13 (1987) 87-94 y C. R. BACKMAN, op. cit. (not. xx), pp. 216ss. Las tentativas de parte del Papa y de la Orden franciscana para disuadir al rey de conceder asilo y protección a los espirituales recurriendo a la intervención de Jaime II de Aragón no obtuvieron los resultados esperados, pues éstos continuaron llegando a Sicilia (H. FINKE, Acta aragonensia II, Berlin 1908, p. 666-671, III, p. 226). En junio de 1314 Federico comunicó a su hermano que había hecho examinar la cuestión de los espirituales a una comisión de teólogos compuesta por el arzobispo de Monreale, el vicario general del arzobispado de Palermo y otros, los cuales habían llegado a la conclusión de que la vida de los ‘fraticelli’ estaba de acuerdo con el evangelio y que por esta razón se sentía obligado a protegerlos (ibid., III, p. 226). A pesar de esta carta, el rey Jaime no cesó de criticar la presencia de los espirituales en Sicilia (ibid., II, p. 670, ns. 421-2) y logró, al fin, el efecto deseado. En una carta desde Messina (8 de mayo de 1316) Fernando de Ixar, emisario en la corte siciliana, comunicaba a Jaime que Federico había dado orden a todos los espirituales de abandonar Sicilia con destino a Túnez, expresando el mismo mensajero sus dudas de que la orden fuese a ser cumplida (ibid. II, p. 670, n. 423).
A pesar de todo ello, Ramon cree que aquel rey, reñido con todo el mundo, es la persona idónea para promover y llevar a cabo sus planes de reforma. La abierta simpatía que muestra hacia Federico coincide con su regreso del Concilio, que fue para Llull, sin duda alguna, una ocasión única para conocer la sociedad cristiana en su verdadera dimensión y cruda realidad. Allí pudo entablar los más variados contactos y discutir sus propuestas con gran número de personalidades de la vida civil y religiosa europea. Entre la mucha gente que se movía en el Concilio figuraba un nutrido grupo de sicilianos estrechamente unidos a la corte de Federico. Estos pudieron informar a Llull de la austera vida y decidida voluntad de reforma de Federico III.10
10 Llull dice expresamente que aquello que sabe del rey Federico es de oídas “... ipse audiverat de quodam illustrissimo principe vocato Frederico, rege Trinacriae”, Liber de quinque principiis (op. 197), ROL XVI, p. 288. No sería aventurado suponer que las dos obras autobiográficas (op. 189 y 190), sobre todo la última con su abierta crítica al estamento clerical, pudieron llamar la atención de los consejeros de Federico.
En las obras que escribe después del Concilio hace Raimundo referencia constante a las virtudes de ese rey y manifiesta su decisión de trasladarse a Sicilia. Así, en el colofón del ya citado Liber de locutione angelorum (op. 194)11, en el prólogo del Liber participatione christianorum et saracenorum (op. 195)12 y en los explícits del Liber differentiae correlativorum divinarum dignitatum (op. 196)13 y Liber de novo modo demonstrandi (op. 199)14 hace referencia expresa al rey de Trinacria.15 Pero es sobre todo en la recomendación del prólogo del Liber de quinque principiis (op. 197)16 donde se puede observar hasta qué punto Llull quiere ver en Federico un ejemplo singular de virtudes e ideal representante de lo que debe ser un príncipe cristiano. Federico es la representación viva de aquel ideal moral que Llull expuso en su Liber de virtutibus et peccatis (op. 205).17 En la visión luliana de la sociedad interpreta un papel decisivo el príncipe que actúa virtuosamente y cuya acción hace virtuoso a todo su pueblo. Llull parece estar convencido de que ese príncipe virtuoso existe ya en la persona del rey Federico; por eso organiza su vida para trasladarse al país donde gobierna tan buen príncipe de quien espera un masivo apoyo para sus proyectos de misión.
11 “Para alabanza y honor de Dios concluyó Raimundo este libro o arte en Montpellie...

Índice

  1. Prólogo
  2. Nota preliminar sobre el nombre de Ramon Llull y las distintas formas de escribirlo
  3. A modo de introducción
  4. Las fuentes
  5. El marco geopolítico: el Mediterráneo noroccidental
  6. Los años oscuros. Su vida antes de la conversión
  7. Conversión e iluminación
  8. Los primeros escritos. Examen y aprobación en Montpellier
  9. Miramar
  10. En Roma y en París
  11. Revisión del Arte
  12. (Re)conquista de la Tierra Santa
  13. La crisis en Génova y primer viaje misional a África
  14. Nápoles y la curia romana
  15. Segundo viaje a París (1297-1299)
  16. Barcelona y Mallorca
  17. Viaje a Oriente
  18. De Montpellier a África
  19. Llull en Pisa y en Montpellier
  20. Última estancia en París
  21. El Concilio de Vienne
  22. De nuevo en Mallorca
  23. Raimundo Lulio en Sicilia
  24. El último viaje
  25. Epílogo: Homo Viator
  26. Lista de abreviaturas
  27. Breve orientación bibliográfica
  28. Breve apunte cronológico
  29. Catálogo de las obras de Ramon Llull