Testimonios de los años de la guerra: un diplomático mexicano eN Nicaragua y El Salvador, 1978-1981
Mónica Toussaint
introducción
El objetivo de este trabajo consiste en analizar el testimonio del embajador Gustavo Iruegas, recabado a través de una serie de entrevistas realizadas a lo largo de 2007, con la finalidad de comprender el pensamiento y el sentido de las acciones de un personaje que tuvo un papel protagónico en la diplomacia mexicana de la segunda mitad del siglo xx. En particular, interesa señalar las aportaciones del testimonio de Iruegas para la mejor comprensión de la historia centroamericana, así como de la política exterior de México hacia la región. Dicho testimonio ha sido recogido en el libro de mi autoría intitulado Diplomacia en tiempos de guerra. Memorias del embajador Gustavo Iruegas, publicado en 2013 por el Instituto Mora, La Jornada y el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la unam.
En 2006, cuando la Secretaría de Relaciones Exteriores (sre) impulsó un proyecto para realizar una serie de libros de historia oral de la diplomacia mexicana, no incluyeron a Gustavo Iruegas, pues el gobierno panista de entonces lo consideraba muy a la izquierda del espectro político. Esa especie de veto me llevó a contactarlo directamente y proponerle hacer las entrevistas para elaborar un libro acerca de su historia de vida. En ese momento él ya había salido de la sre, había tenido un fuerte diferendo con el canciller Luis Ernesto Derbez, y meses más tarde iniciaría su colaboración con Andrés Manuel López Obrador. En cierto sentido, su postura de defensa de la institución ya había terminado.
En diciembre de ese mismo año asistí a una mesa redonda sobre Cuba organizada en la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Uno de los participantes era Gustavo Iruegas y, al terminar el evento, me acerqué a saludarlo. Fue entonces cuando le pregunté si estaría dispuesto a que yo lo entrevistara con la finalidad de hacer el libro en cuestión. La idea era recoger su testimonio acerca de las distintas etapas de su carrera diplomática y, al mismo tiempo, reconstruir una parte de la historia de la diplomacia mexicana durante la segunda mitad del siglo xx. De especial interés para mí resultaba su labor como encargado de negocios en las representaciones diplomáticas mexicanas en El Salvador y Nicaragua a fines de los años setenta y principios de los ochenta, época significativa en la construcción de una diplomacia activa hacia la región.
De inmediato me respondió que sí y, generosamente, estuvo dispuesto a recibirme en su casa para realizar las entrevistas al comenzar el siguiente año. Durante varios meses, entre abril y agosto de 2007, me reuní con él casi todas las semanas. Lo primero que hizo fue darme su hoja de servicios y, a partir de ella, establecimos los temas en torno a los cuales conversaríamos. Además, en una de las primeras sesiones, me dijo que él ya había empezado a escribir sus memorias y me entregó los archivos electrónicos relativos a sus primeros años, su ingreso a la sre y una parte de su misión en Cuba. Quedamos de vernos todos los miércoles a las seis de la tarde y empezamos a platicar acerca de su experiencia como diplomático.
En total se realizaron doce sesiones, las cuales correspondieron a más de 40 horas de grabación. Además, es necesario destacar la sesión dedicada a entrevistar a Susie, esposa y compañera de vida de Gustavo. La plática con Susie se centró en la manera en que ella colaboró a atender a los cientos de asilados en la embajada de México en Nicaragua a finales de 1978 y principios de 1979, así como su experiencia durante los primeros años de la guerra en El Salvador. La decisión de incluir en el libro un capítulo con el testimonio de la esposa de Gustavo Iruegas fue algo que causó asombro y no les gustó a algunos de los diplomáticos mexicanos, por considerar que ellos eran los protagonistas y no sus esposas. Sin embargo, el capítulo se justificaba porque Susie tuvo un papel muy relevante, ya que no fue una esposa de embajador que se dedicara a hacer recepciones, sino que tenía a su cargo el alimentar a 400 asilados, además de participar en una misión para llevar armas a los guerrilleros o en otra para entregar un millón de dólares a los sandinistas. A diferencia de los miembros de la comunidad diplomática, los académicos consideraron muy pertinente este capítulo.
Desde luego, para la realización de las entrevistas, además de mi conocimiento de la historia de la región centroamericana y de la política exterior de México hacia los países que la integran, realicé una labor previa de consulta acuciosa de la documentación relativa a la carrera diplomática de Iruegas, localizada en el Acervo Histórico Diplomático de la sre. Asimismo, con el fin de precisar una serie de temas y aspectos de la gestión de Iruegas dentro del Servicio Exterior Mexicano (sem), tuve también acceso a algunos documentos del Archivo Particular del entrevistado. Por ello, aunque el relato no está basado en dicho material, las referencias correspondientes a los documentos consultados aparecen en notas de pie de página a lo largo del texto, pues se trata de una rica documentación que confirma y complementa lo narrado por Iruegas. De manera paralela y con el fin de que la conversación pudiera ser más fructífera, leí también muchos de los artículos que publicó en el diario La Jornada durante los años de su retiro.
Una vez concluidas las entrevistas acordé con Gustavo que, en cuanto tuviera listas las transcripciones, nos volveríamos a ver para que él las revisara y decidiéramos en conjunto qué cosas quedarían en el libro, aclaráramos dudas y abundáramos en aspectos que hubieran quedado pendientes. Por ello, a mediados de 2008 le mandé un correo electrónico pidiéndole una cita para conversar sobre algunos temas que consideraba que podríamos enriquecer. Sin embargo, me respondió diciéndome que estaba por salir de viaje a Cuba para realizar un tratamiento médico pero que, a su regreso, podríamos encontrarnos. Esto no pudo ser así. Iruegas ya no regresó a México y murió en La Habana el 22 de octubre de ese mismo año.
A partir de entonces, decidí retomar la labor de transcripción y redacción del libro, no sólo por el interés tan grande que podría tener para los estudiosos de la historia de Centroamérica y de la política exterior mexicana, sino como parte de un compromiso moral para con él y su familia de dar a conocer el testimonio de un hombre íntegro, comprometido con las causas sociales y que tanto aportó al desarrollo de la política exterior mexicana a lo largo de más de tres décadas. Por desgracia, Gustavo ya no pudo leer las transcripciones y menos aún la versión final del texto. Pero su testimonio fue tan claro y contundente, que no tuve dificultad para reconstruir la narración y darle la coherencia necesaria.
Así, a través de un ejercicio de historia oral, se construyó el objeto de investigación para elaborar la historia de vida de Gustavo Iruegas. Al igual que otros libros de historia oral de la diplomacia mexicana, se presentó un relato en primera persona en el que narra su vida, tanto personal como profesional. En el texto se retomaron sólo las palabras de Gustavo y no se incluyó un análisis de la entrevista propiamente dicha. Concebido como un ejercicio de testimonio asistido, se tuvo mucho cuidado en dejar fuera los temas o asuntos que Gustavo señaló de manera expresa que no quería que aparecieran en el libro. Por lo demás, se incluyó el testimonio completo de Iruegas, quien desde la primera sesión dijo: “Susie, ahora sí lo vamos a contar todo”.
El testimonio de Gustavo Iruegas fue fundamental para reconstruir su historia de vida, desde su infancia y juventud, pasando por 30 años de carrera diplomática, hasta el momento de su retiro, en el que desarrolló actividades como articulista en el diario La Jornada, y como profesor en la Universidad Iberoamericana (uia) y en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam, además de tener una destacada participación como secretario de Relaciones Exteriores del gobierno legítimo de Andrés Manuel López Obrador.
A partir de su ingreso al sem, en 1965, Iruegas estuvo adscrito a diversas embajadas y organismos internacionales, y ocupó también algunos cargos dentro de la sre: la embajada de México en Cuba, la embajada de México en Argentina, la Delegación Permanente de la Organización de los Estados Americanos (oea) en Washington, la embajada de México en Brasil y la embajada de México en El Salvador, a mediados de los años setenta....