El perdón sana nuestras heridas y nos trae la paz
170. Todos cometemos errores en la vida y todos debemos pedir perdón
Todos. Todos cometemos errores en la vida. Y todos debemos pedir perdón por estos errores y hacer un camino de reinserción, para no cometerlos más… Y cuando vamos a pedir perdón al Señor de nuestros pecados, de nuestros errores, él nos perdona siempre, no se cansa nunca de perdonar. Nos dice: «Desanda este camino, porque no te hará bien ir por aquí». Y nos ayuda. Esta es la reinserción, el camino que todos debemos hacer.
Discurso a los reclusos
Centro penitenciario (Isernia), 5 de julio de 2014
171. La paz es fruto del perdón
Esta paz es el fruto de la victoria del amor de Dios sobre el mal, es el fruto del perdón. Y es justamente así: la verdadera paz, la paz profunda, viene de tener experiencia de la misericordia de Dios.
Regina Coeli
Plaza de San Pedro, Octava de Pascua
7 de abril de 2013
172. Podemos decir muchos «perdón» al día
Acusar al otro para no decir «disculpa», «perdón» es una historia antigua. Es un instinto que está en el origen de muchos desastres. Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir perdón. «Perdona si hoy levanté la voz»; «perdona si pasé sin saludar»; «perdona si llegué tarde», «si esta semana estuve muy silencioso», «si hablé demasiado sin nunca escuchar»; «perdona si me olvidé»; «perdona, estaba enfadado y me la tomé contigo». Podemos decir muchos «perdón» al día. También así crece una familia cristiana.
Discurso a las parejas de novios
que se preparan para el matrimonio
Plaza de san Pedro, 14 de febrero de 2014
173. No acabar jamás una jornada sin pedirse perdón
Todos sabemos que no existe la familia perfecta, y tampoco el marido perfecto, o la esposa perfecta. No hablemos de la suegra perfecta... Existimos nosotros, pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: no acabar jamás una jornada sin pedirse perdón, sin que la paz vuelva a nuestra casa, a nuestra familia. Es habitual reñir entre esposos, porque siempre hay algo, hemos reñido. Tal vez os habéis enfadado, tal vez voló un plato, pero por favor recordad esto: no terminar jamás una jornada sin hacer las paces.
Discurso a las parejas de novios
que se preparan para el matrimonio
Plaza de san Pedro, 14 de febrero de 2014
174. Permiso, gracias, perdón
Recordemos las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: permiso, gracias, perdón. Cuando en una familia no se es entrometido y se pide «permiso», cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir «gracias», y cuando en una familia uno se da cuenta que hizo algo malo y sabe pedir «perdón», en esa familia hay paz y hay alegría. Recordemos estas tres palabras. Pero las podemos repetir todos juntos: permiso, gracias, perdón.
Fiesta de la Sagrada Familia
Ángelus, Plaza de San Pedro
29 de diciembre de 2013
175. Con el perdón el corazón se renueva y rejuvenece
El amor de Jesucristo dura para siempre, jamás tendrá fin porque es la vida misma de Dios. Este amor vence el pecado y dona la fuerza de volver a levantarse y recomenzar, porque con el perdón el corazón se renueva y rejuvenece. Todos lo sabemos: nuestro Padre no se cansa jamás de amar y sus ojos no se cansan de mirar el camino que conduce a casa, para ver si regresa el hijo que se marchó y se perdió.
Homilía de la celebración de la penitencia Basílica vaticana, 28 de marzo de 2014
176. Podemos gloriarnos solo de nuestros pecados
Como lo hizo san Pablo, también nosotros podemos hablar de aquello en lo que nos gloriamos. Pero podemos gloriarnos por nuestra parte solo de nuestros pecados. No tenemos otras cosas en las que podamos gloriarnos: esta es nuestra miseria. Sin embargo, gracias a la misericordia de Dios, nos gloriamos en Cristo crucificado. Y por ello no existe un cristianismo sin cruz, y no existe una cruz sin Jesucristo.
Homilía de la misa matutina
Casa Santa Marta, 8 de abril de 2014
177. No aprender de los propios pecados
Quien rechaza la profecía de los hermanos, descalifica a quien lo cuestione, destaca constantemente los errores ajenos y se obsesiona por la apariencia; ha replegado la referencia del corazón al horizonte cerrado de su inmanencia y sus intereses y, como consecuencia de esto, no aprende de sus pecados ni está auténticamente abierto al perdón. Es una tremenda corrupción con apariencia de bien.
Evangelii Gaudium, 97
178. El perdón de Dios es más fuerte que cualquier pecado
Esto, para la fe cristiana, lo ratifica el hecho de que Jesús ha resucitado: no para salir vencedor sobre quien lo había rechazado, sino para confirmar que el amor de Dios es más fuerte que la muerte, que el perdón de Dios es más fuerte que cualquier pecado, y que vale la pena gastar la propia vida, hasta el final, para dar testimonio de este inmenso don.
Carta a Eugenio Scalfari
del Periódico «La Repubblica»
4 de septiembre de 2013
179. El perdón es el instrumento para alcanzar la serenidad del corazón
Estamos llamados a vivir de misericordia, porque a nosotros en primer lugar se nos ha aplicado misericordia. El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón.
Mi...