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Toda la vida preguntando
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Información del libro
Los autores de la mejor literatura del siglo XX desfilan por las páginas de este libro. Premios Nobel, escritores controvertidos, amados, heterodoxos, muchas de las grandes voces que han conformado la memoria literaria de nuestro tiempo se muestran en las entrevistas que Juan Cruz ha realizado a lo largo de su vida.Un libro de entrevistas irrepetibles para quienes quieran asomarse a las grandes firmas de la literatura. Una lección de periodismo.
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Información
Categoría
LiteratureCategoría
European Literary CriticismJosé Luis Sampedro
La edad inversa
1999 El peso de la fama, veinte personajes hablan de los riesgos de la popularidad, El País Aguilar
La primera vez que escuché hablar de él fue en los años sesenta, y de él hablaba un queridísimo amigo suyo, el médico y político tinerfeño Alberto de Armas. Le nombraba tanto, y hablaba con tanta admiración de su novela Congreso en Estocolmo, que fue difícil luego asociar la personalidad de este novelista a la existencia paralela y real de otro José Luis Sampedro, economista, alto consejero de las altas finanzas españolas, experto en desarrollos y subdesarrollos.
Pero la simbiosis existía: los dos Sampedro eran él mismo, y un día una fotografía me dio la clave: se ve a Sampedro, vestido de pajarita, con las manos apresadas a la espalda, asistiendo a una reunión económica de alto copete, como catedrático y como asesor; ese Sampedro solemne tiene en los ojos el aire distraído del otro Sampedro, y probablemente en esa mirada estaba el Sampedro del que con tanto entusiasmo como energía amistosa me habló en mis primeros años de periodista el inolvidable Alberto de Armas. Mucho tiempo después, cuando ya este personaje tímido y respetuoso, pero comprometido y radical, progresista, había publicado algunos de sus grandes éxitos literarios, como Octubre, octubre y La sonrisa etrusca, le conocí, justamente en la habitación de hospital donde aquel médico y político amigo nuestro se recuperaba de una operación ocular. Él era un acompañante, un amigo; lo que ha sido siempre; la fama, la inevitable notoriedad que le ha dado el éxito, no le han cambiado la mirada, así que ha seguido cumpliendo años como si tuviera siempre una edad inversa, el tiempo que le ha mantenido joven.
Juan Cruz. Explícame cómo era tu relación con las personas que admirabas.
José Luis Sampedro. A esto podría uno remontarse muy lejos. Sin hablar de la familia porque mi padre me influyó mucho, hay un franciscano, en Tánger, en el colegio al que fui hasta los trece años, un hombre tolerante y comprensivo. Hablaba en Tánger de los musulmanes y de los judíos de una manera que otros no hablaban. Y este hombre, que posiblemente no sabía mucho de literatura española aunque nos daba literatura española, lo hacía con sensibilidad. Recuerdo su sonrisa y algo quedó porque muchos años después, cuando yo ya era conocido como profesor de economía y esas cosas, recibí una carta suya desde Santiago, él era gallego, una carta cariñosa. No puedo concretar aquello, no era muy racional, quizá lo que más apreciaba de él era su diferencia con otros congéneres suyos, diría yo. Luego, ya a mis dieciocho años, estoy en Santander, tengo mi primer trabajo, soy funcionario de aduanas, y un poco indirectamente conozco a una persona excepcional, absolutamente importante para mí. Esa persona se llama Estanislao de Abarca, es lo que llamaríamos hoy un patricio, un burgués ilustrado, era un hombre de la burguesía santanderina, de posición, pero sin la ostentación de ahora. Este hombre tocaba el violín francamente bien, yo le he oído tocar una sonata con José Cubiles al piano, naturalmente no estaba a la altura de Cubiles pero tocaba bien, y a este hombre le debo muchas cosas porque después de empezada la guerra y yo todavía sin movilizar, en la segunda mitad de 1936, me refugiaba en su casa de las salvajadas, de la barbarie, de todo lo que trae una guerra. Él vivía solo en un piso grande, se había quedado viudo, no tuvo hijos, y tenía una pasión por la música extraordinaria. En el salón de su casa, que no era grandioso ni ostentoso, había una copia del busto de Unamuno hecho por Victorio Macho, autógrafos de Beethoven, de Chopin, de Schubert, de Schumann, y lo mejor que había entonces como reproducción de sonido, una gramola que operaba con agujas de madera de fibra que había que afilar cada vez. Este hombre me descubrió dos cosas, no la música porque en casa mi padre ya hacía música con instrumento de púa y teníamos una pianola y oíamos música, pero sí la música intimista de lo que podía parecerse a un salón del XVIII, porque a veces se reunían en aquel saloncito amigos suyos de la casa y cinco o seis personas de verdadera calidad, un pintor estupendo... Me acerqué tanto a esta persona que acabó siendo mi padrino de boda. Murió pronto, pero esta persona fue para mí el descubrimiento de un mundo que no conocía. Luego, en la Universidad, tuve un maestro importante, Valentín Andrés Álvarez, que me distinguió con su afecto, le conocí como alumno y lueg...
Índice
- En pos de la verdad
- Lo que hacía ese muchacho
- Julio Caro Baroja
- Pablo Neruda
- Susan Sontag
- Juan Rulfo
- María Zambrano
- Umberto Eco
- Gabriel García Márquez
- Antonio Muñoz Molina
- Juan Carlos Onetti
- José Saramago
- José Luis Sampedro
- Emilio Lledó
- Francisco Ayala
- Günter Grass
- John Berger
- Mario Vargas Llosa
- Fernando Vallejo
- Carlos Fuentes
- Orhan Pamuk
- Zadie Smith
- Javier Marías
- Doris Lessing
- Miguel Delibes
- Imre Kertész
- J. K. Rowling
- Mario Benedetti
- George Steiner
- Amin Maalouf
- Jean-Marie Gustave Le Clézio
- Elena Poniatowska
- Última cita con Günter Grass
- Créditos fotográficos