Modelando el crecimiento de ciudades medias
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Modelando el crecimiento de ciudades medias

Hacia un desarrollo urbano sustentable

  1. 316 páginas
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Modelando el crecimiento de ciudades medias

Hacia un desarrollo urbano sustentable

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Información del libro

Las aproximaciones para estudiar el fenómeno urbano son esencialmente disciplinarias y reduccionistas, siendo necesario sustituirlas por modelos y principios que correspondan de mejor manera con los enfoques de la sustentabilidad. Una forma de acercarse a la comprensión más holística del fenómeno urbano, consiste en la identificación, clasificación y explicación de sus patrones y procesos en el tiempo y el espacio. En este contexto se estudia la dinámica espaciotemporal del crecimiento urbano de dos ciudades medias chilenas, Chillán y Los Ángeles, ubicadas en la VIII región del Biobío, mediante un modelo prospectivo del cambio uso de suelo que integra sistemas de información geográfica (SIG), percepción remota y técnicas de simulación espacial. Con los resultados del modelo se realiza una evaluación ambiental de los impactos en la intensidad de la isla de calor urbana, cambios en el coeficiente de escorrentía superficial y la estimación de pérdida de suelo agrícola entre 1978-2048. Este enfoque propuesto, con un fuerte énfasis metodológico y aplicado, permite plantear desafíos a un público interesado en el desarrollo de la disciplina geográfica, el urbanismo y las ciencias ambientales, así como igualmente dar orientaciones a la política pública de modo de lograr ciudades más sustentables.

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Información

Editorial
Ediciones UC
Año
2014
ISBN
9789561426627

Capítulo uno:
El problema ambiental de la urbanización

1.1.Dimensión global de la urbanización

Entre los problemas ambientales de mayor significado a nivel mundial, se encuentran los causados por la acelerada urbanización4 y por la falta de información científica para la gestión eficiente de este proceso (Naciones Unidas, 2001). La tendencia de los ecosistemas urbanos es a concentrar espacialmente cada vez más población y actividades económicas, con el consiguiente impacto sobre el medioambiente y calidad de vida.
Desde un ámbito global, la población ha vivido históricamente en el medio rural; sin embargo, la tendencia demográfica actual y futura es a vivir en el medio urbano. Los principales factores que guían el actual proceso de crecimiento urbano son la mayor movilidad espacial de la población, en busca de mejores oportunidades de empleo y servicios; las altas tasas de crecimiento vegetativo, la dinámica socioespacial que aumenta las distancias entre los habitantes urbanos y entre estos y los centros de comercios y servicios, entre otros. A ello contribuye el flujo continuo y creciente de capitales internacionales que tienden a localizarse en regiones productoras de materias primas y en las ciudades que les sirven de centro geográfico de operación. Además, se deben sumar los objetivos de la economía de mercado, que fomentan la urbanización como forma de aumentar la eficiencia de los procesos de producción y consumo de bienes y servicios.
A fines de la década pasada por primera vez el porcentaje de población urbana mundial superó a la población rural, y se proyecta que este llegará a 60,2% el año 2030 (Naciones Unidas, 2012a). Sin embargo, este crecimiento no ha sido ni será espacialmente homogéneo, ya que actualmente los países desarrollados cobijan a tres cuartas partes de población urbana (Naciones Unidas, 2002a). Es importante destacar asimismo, que el aporte de los países desarrollados a la población total es menor en relación al resto del mundo y que a futuro se estima que estos últimos experimentarán un crecimiento demográfico cada vez más lento. En consecuencia, la mayor contribución a la población urbana provendrá de los países subdesarrollados y en vías de desarrollo. Por otro lado, tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados se observa una tendencia al crecimiento espacial de las superficies urbanizadas5, a pesar del estancamiento o reducción del crecimiento demográfico. Este proceso de expansión espacial de las instalaciones urbanas comienza a generalizarse también en el Tercer Mundo, especialmente en los países en vías de desarrollo, donde las ciudades requieren espacios cada vez más amplios para su crecimiento.
El proceso de urbanización mundial también presenta diferencias en cuanto al tamaño de las ciudades que participan en él. El número de megaciudades sobre 10 millones de habitantes ha crecido de 2 a 23, entre 1970 y 2011, y se proyecta que aumente a 37 para el 2025, aunque una mayor proporción de población vive en ciudades bajo los 500.000 habitantes. Naciones Unidas estima que el 2011, el 50,9% de la población mundial vivía en este último tipo de ciudades, respecto al 9,9% que lo hacía en las megaciudades6. Para el año 2025, se espera que 42,4% de la población mundial vivirá en ciudades medias y pequeñas, y 13,6% lo haga en megaciudades (Naciones Unidas, 2012a). De todas formas, son las grandes ciudades, sobre el millón de personas, las que han centrado la atención de los investigadores por su acelerado crecimiento, impactos ambientales y transformaciones asociadas a la globalización.
De los hechos anteriores, surgen las primeras problemáticas a escala global; por un lado, la tendencia mundial de urbanización observada requerirá cada vez más recursos y energía del medioambiente para el funcionamiento de pueblos y ciudades, y a su vez, mayores esfuerzos para reducir la contaminación y los problemas ambientales asociados, en especial en las regiones menos desarrolladas. Por otro lado, las evidencias indican que las ciudades de menor tamaño (medias o menores) serán las más importantes en esta dinámica. Justamente son este tipo de ciudades medias las que poseen menos documentación ambiental para su eficiente gestión (Naciones Unidas, 2001).
Las principales herramientas para afrontar los desequilibrios mencionados anteriormente provienen de las iniciativas internacionales a través de programas y políticas dirigidas a la ciudad como unidad estratégica de actuación. El nuevo paradigma ambiental, que enfatiza las políticas de desarrollo urbano sustentable, ha sido ampliamente aceptado por los organismos internacionales en sus principios y lineamientos globales. Sin embargo, en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, al momento de aplicar programas específicos en el ámbito local, por ejemplo en las ciudades medias, no se exhiben muchos logros concretos. No obstante, los importantes avances en la búsqueda de políticas y acuerdos internacionales de instituciones y agencias mundiales, en algún momento deberán tomar cuerpo en nuestra sociedad.
En el ámbito nacional, los principales instrumentos articuladores del crecimiento urbano están comprendidos en el actual sistema de planificación urbana, que descansa de manera importante en los principios de la economía de libre mercado, adoptados por el gobierno militar, en la década de 1970, en la Ley General de Urbanismo y Construcciones (de Vivienda y Urbanismo, 1976) y Ordenanza respectiva, en la Ley de Bases Generales de Medio Ambiente (Ministerio Secretaría General de la Presidencia, 1994; 2010) y en la reciente Política Nacional de Desarrollo Urbano (Ministerio de Vivienda y Urbanismo, 2014a).
Con todo, los principales hitos que han marcado la evolución de la política internacional de protección ambiental urbana, así como también la situación nacional en materia de planificación territorial, se sintetizan a continuación.

1.1.1.Políticas internacionales de desarrollo urbano sustentable

La principal referencia en materia de política internacional ambiental ha sido sin duda, la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, que tuvo lugar en Estocolmo, en 1972, en donde se realizó la primera declaración global sobre las relaciones entre medioambiente y desarrollo. En este encuentro se cuestionó que el crecimiento económico fuera un fin en sí mismo, y se sentaron las bases para futuras reflexiones ambientales, dentro de las que destaca el Informe Brundtland, elaborado en 1987, que acuña el adjetivo sostenible para acompañar al sustantivo desarrollo, tema que se profundizará más adelante.
Otros aportes como la publicación del libro Primavera silenciosa (Carson, 1962), de Rachel Carson, y el informe Los límites del crecimiento (Meadows et al., 1972), de Donella Meadows y otros miembros del Club de Roma, ya habían dado sendas señales de alerta respecto al impacto humano sobre el medioambiente.
En el contexto urbano, el punto de partida más importante es la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (UNCED, por su sigla en inglés), denominada también Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992. El principal balance de dicho encuentro fue el compromiso de los 178 países firmantes para la consecución de un modelo de desarrollo sustentable, que se plasmó en un programa de acción llamado Agenda 21. Si bien el mencionado programa no posee un peso legal para los países firmantes, son numerosas las acciones mundiales que se han llevado a cabo bajo este enfoque. Para supervisar y dar cuenta de la realización de los acuerdos a escala local, nacional, regional e internacional se creó la Comisión para el Desarrollo Sostenible (CDS) (Castro, 2002).
La aplicación de este programa al entorno urbano se denomina Agenda Local 21, y se realiza a través del capítulo 28, dedicado a las autoridades locales. La Agenda Local 21 promueve la coordinación entre ciudades, para que cada comunidad desarrolle de forma consensuada su agenda específica y genere información necesaria para formular las mejores estrategias para una política económica, social y ecológica sustentable.
Para evaluar los progresos de la Cumbre de la Tierra, la Asamblea General de las Naciones Unidas acordó una revisión penta-anual, la primera de las cuales se realizó en la ciudad de Johannesburgo, Sudáfrica, entre el 26 de agosto y 4 de septiembre de 2002, concluyendo en la necesidad de erradicar la pobreza, cambiar los patrones de producción y consumo, y proteger y manejar los recursos naturales que son la base del desarrollo económico y social (Sachs, 2002). En el encuentro de Johannesburgo, donde asistieron 191 países, se reafirmó la importancia de las autoridades locales en la implementación de las Agendas 21 y de las iniciativas asociadas, así como la necesidad de la interacción de estas con otras autoridades y otras instancias de gobierno. Dentro de las iniciativas regionales propuestas para Latinoamérica y el Caribe se promovió, entre otras acciones concretas, alcanzar ciudades sustentables y disminuir la pobreza en la región (Naciones Unidas, 2002b).
Entre el 20 y 22 de junio de 2012 se realizó la Conferencia de Desarrollo Sustentable, Río + 20, en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil. En ella los Estados miembros lanzaron un documento con medidas prácticas que permitan alcanzar los objetivos de desarrollo sustentable basada en los llamados “Objetivos de desarrollo del milenio”7. La Conferencia también adoptó decisiones a futuro sobre una serie de temas, tales como la energía, la seguridad alimentaria, los océanos y las ciudades. Respecto a este último se compromete a promover un enfoque integrado de planificación y la construcción de ciudades y asentamientos urbanos sostenibles, incluyendo la participación de múltiples interesados, y reconociendo que las administraciones municipales pueden desempeñar una importante función al establecer una visión de ciudades sostenibles (Naciones Unidas, 2012b).
A partir del espíritu de estos encuentros, se han realizado otros importantes aportes internacionales para proponer y aplicar estrategias de desarrollo urbano sustentable, dentro de los cuales destacan: Iniciativas Ambientales Locales (ICLEI), establecido en 1990; Iniciativas Locales por el Medio Ambiente Urbano (LIFE), del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas desde 1992; la Conferencia de Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos, Hábitat II, realizada en Estambul en 1996; la Campaña de Ciudades para la Protección de Clima, ligada al proyecto ICLEI; el Proyecto de Ciudades Sustentables de la Organización Mundial de la Salud (OMS); el Programa Urbano de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE); y las políticas de desarrollo urbano del Banco Mundial, entre otras (Castro, 2002).
Dentro de los principales objetivos que persiguen dichos programas, se pueden mencionar: establecer asentamientos sostenibles, proveer asistencia directa a los proyectos locales de desarrollo sustentable, mejorar las condiciones de la vivienda, financiar redes internacionales de ciudades para difundir experiencias y promover Agendas Locales 21, mejorar la calidad del aire y aumentar la habitabilidad urbana, y desarrollar indicadores de sustentabilidad urbana (Castro, 2002).
En este contexto, la Unión Europea es un importante referente en la adopción de políticas de desarrollo urbano sustentable. Varios documentos y programas de política medioambiental europea, incorporan el aspecto urbano como un elemento central en su accionar, como por ejemplo: el Libro Verde sobre Medio Ambiente Urbano, el Libro Blanco sobre Crecimiento, Competitividad y Empleo, Europa 2000+, el Libro Verde Una red para los ciudadanos, el Libro Verde Política futura de lucha contra el ruido, el Informe de Ciudades Sostenibles, el Programa Piloto Urbano, entre otros (Castro, 2002). Las políticas y planes implementados resaltan a la planificación urbana como la herramienta más útil para alcanzar la sostenibilidad de las ciudades. En este sentido, se destaca el proyecto Murbandy / Moland (Monitoring Urban Dynamics / Monitoring Land Use Change), desarrollado por la Agencia Ambiental Europea y la Dirección General del Joint Research Centre, cuyos propósitos son medir y evaluar la dinámica de crecimiento urbano. Para ello se creó una base de datos de uso del suelo de varias ciudades y áreas urbanas dentro de Europa, que permitió generar un atlas urbano, y luego se desarrolló un conjunto de indicadores que dan cuenta de los avances hacia la sustentabilidad (Pereira y European Environment Agency, 2002). En esta línea destaca el proyecto Urban Atlas de la Agencia Ambiental Europea que provee de datos de uso / cobertura de suelo para zonas urbanas de más de 100.000 habitantes.
Asimismo, destaca los compromisos de Aalborg para ciudades europeas, los cuales están diseñados para reforzar los esfuerzos locales en materia de sostenibilidad y para revitalizar la Agenda Local 21. Otra valiosa iniciativa de la Comisión Europea es el premio de Capital Verde Europeo a las ciudades pioneras en adoptar medidas hacia estilos de vida más saludables y sostenibles8.
Un elemento transversal a dichas políticas tanto en esta región como a escala mundial, es el empleo de indicadores medioambientales y de sustentabilidad urbana, los que gozan de gran popularidad entre las instituciones internacionales dedicadas a la gestión urbana. Sin embargo, estos indicadores son también objeto de múltiples críticas, especialmente en cuanto a su efectividad concreta para contribuir a alcanzar un desarrollo sustentable urbano y respecto a su fundamentación científica.
Las principales limitaciones que se plantean sobre el uso de indicadores son: ambigüedad entre el indicador y el fenómeno a medir, escasez de datos estadísticos, heterogeneidad de fuentes estadísticas, dificultad práctica para incluir indicadores subjetivos o de percepción, problema de escala a...

Índice

  1. Portada
  2. Créditos
  3. Portadilla
  4. Prólogo
  5. Foreword
  6. Introducción
  7. Capítulo uno: El problema ambiental de la urbanización
  8. Capítulo dos: Evolución del crecimiento urbano de Chillán y Los Ángeles
  9. Capítulo tres: Modelación del crecimiento de Chillán y Los Ángeles
  10. Capítulo cuatro: Evaluación ambiental del impacto de Chillán y Los Ángeles
  11. Capítulo cinco: ¿Son sustentables los patrones de crecimiento urbano de las ciudades medias?
  12. Capítulo seis: Desafíos para la sustentabilidad urbana
  13. Anexo
  14. Bibliografía