Historias del Heavy Metal
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Historias del Heavy Metal

  1. 248 páginas
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Historias del Heavy Metal

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De la afición por lo infernal al consumo de drogas y alcohol a raudales, el campo del metal está sembrado de excesos y vidas licenciosas. La imaginación de estos muchachos, a la hora de vivir al límite no tiene precio. Cualquier cosa con tal de salir de la monotonía y convertirse en una estrella de la música.Ese particular descenso a los infiernos de grupos como Metallica, Black Sabbath, Judas Priest, Motörhead y otros más, así como de alguno de sus componentes queda retratado en las páginas de este libro de forma amena y divertida por quien pasa por ser uno de los periodistas musicales de mayor proyección. El autor ha sabido elevar la anécdota, la curiosidad y la nota a pie de página a historia principal de uno de los géneros musicales que mayor trascendencia ha tenido en los últimos cincuenta años.• Ronnie James Dio: Feo, bajito y genial.• Alice Cooper, "una linda y dulce niñita escondiendo un hacha a su espalda".• Great White: La banda con peor suerte del mundo.• Motörhead y un funeral vikingo.• Manowar: mitología nórdica y épica motera.

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Información

Editorial
Ma Non Troppo
Año
2019
ISBN
9788499175799

XIII. THRASH METAL

El hermanito hiperactivo
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Decía Andrew O’Neill en su jocosa Historia del Heavy Metal (2018) que el thrash venía a ser el hermano pequeño adolescente e hiperactivo del heavy metal tras meterse una sobredosis de azúcar en forma de refrescos y caramelos. No es mala definición, la verdad. Frente a la deriva que a principios de los ochenta estaba tomando el heavy en Estados Unidos, una nueva hornada de criajos amamantados a medias por el hardcore y la NWOBHM aceleraron los tempos y abusaron del palm mute para crear un nuevo estilo feroz y agresivo pero a la vez tremendamente técnico. Testament, Sodom, Destruction, Overkill, Exodus, Tankard, Whiplash, Kreator, Nuclear Assault… nombres que ayudaron a forjar un género en el cual, no obstante, cuatro nombres destacan por encima del resto. De ellos y sus circunstancias van las siguientes páginas.

METALLICA

Metallica son un coloso, tal vez la única banda de heavy metal que puede compararse, a nivel mediático, con nombres como U2, Michael Jackson y demás fenómenos de masas. Niña de los ojos de los metalheads adolescentes en los ochenta, garantes de las esencias de un género que ellos mismos ayudaron a crear, el bombazo que supuso el black album en 1991 les sacó del circuito de la tachuela para ponerles en boca de todo el mundo. Y vender lo que no está escrito, claro.
Por desgracia tras Load (1996) y ReLoad (1997) su carrera a nivel discográfico entró en los dos miles en una deriva de la que todavía no se han recuperado. Poca producción, mediocre en el mejor de los casos, y una actitud dispersa y errática, plasmada en ese monumento a la miseria que es el –imprescindible– documental Some Kind of Monster (2004). Una leyenda en activo, en cualquier caso, que nos ha dejado momentos memorables.

Felaciones sonrientes

Hubo un tiempo, hoy lejano, en que Metallica no parecían jubilados de Florida recién salidos de pulverizar la visa en alguna tienda de Louis Vuitton. Allá por los ochenta Hettfield y compañía eran apenas unos mozalbetes granujas de lacia melena surfeando la ola de la fama y, por ende, disfrutando de los excesos que esta siempre ha comportado en el indulgente mundo del heavy metal. Poco aficionados a las drogas duras, eran conocidos eso sí por pegarle al alpiste como si no hubiera mañana y, aunque la escena thrash que ayudaron a crear no era ni mucho menos tan hedonista como la del sleaze angelino, groupies y sexo chungo estaban también a la orden del día en las giras.
Y para esas ocasiones en que faltaba tiempo para un polvo más o menos duradero, el entorno de la banda ideó un simpático sistema para identificar y dar acceso a las chicas dispuestas a practicar una rápida y eficiente felación a los muchachos. Según contaba Thomas «Root Cheese« Bright, roadie del grupo en aquellos tiempos en una entrevista con Paul Vee para motelsign. com: «Teníamos estos pases sonrientes. Eran pases de backstage que tenían una carita con una sonrisa. Cuando una chica llevaba uno de esos quería decir que la chupaba. Eso es lo que significaba oficialmente. Para cada show teníamos pequeños pases laminados que entregábamos a la prensa, a gente de la ciudad, invitados de la banda, al equipo y a la gente de la compañía de discos. Y luego, específicamente, teníamos esos pases de color rosa que tenían una cara sonriente impresa. Esos eran para las chicas dispuestas a chupar pollas. El mánager de producción y el de la gira estaban a cargo de la caja que contenía estos pases y yo tenía una llave de esa caja, así que ya sabes, tomé parte en esto».
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No es de extrañar que Thomas acabara con el apodo de «the fisherman», dedicándose a la pesca de secano con tanta devoción, ni que sus servicios fueran agradecidos –aunque no explícitamente– en el interior de varios discos de la banda.

El asesino de Corpus Christi

El cuatro de junio de 1986 Metallica, en gira como teloneros de Ozzy Osbourne, recalaron en la ciudad de Corpus Christi, Texas, para verse asediados por una nube de periodistas que distaban bastante de la habitual prensa especializada. «Nos despertó una llamada de nuestro mánager –recordaba Lars– para advertirnos de que se había montado una movida bastante seria. Nos dijeron que en una cadena local estaban montando mucho follón porque al parecer un chaval se había tomado un ácido y luego había empezado a matar gente con sus colegas. Y que lo único que recordaba un testigo era que, cuando le disparó a alguien a quemarropa, citó una de nuestras letras, la de ‘No Remorse’».
Una versión un tanto parcial la del batería. Lo que había ocurrido es que dos años antes, el 12 de agosto de 1984, un criajo de dieciocho años – Troy Albert Kunkle– su novia y dos amigos habían viajado desde San Antonio hasta Corpus Chisti, a la que llegaron finos de birras y LSD. Con un revólver en la guantera y ganas de acción, se dedicaron a buscar una víctima a la que robar. Tras descartar varios viandantes, vieron a un hombre – Stephen Wayne Horton– caminando por una carretera, y le convencieron de que subiera al coche para acercarle a su destino. Una vez dentro le apuntaron con el arma y le pidieron la cartera. Horton se negó y Kunkle terminó matándolo de un tiro en la nuca. No tardaron en ser todos arrestados pero en la instrucción posterior, así como en el juicio, se hizo mención por parte de los testigos del hecho de que Kunkle, tras disparar, había pronunciado las palabras «another day, another death, another sorrow, another breath» que todo fan de Metallica reconocerá al instante. Los fiscales también recordaron que en un momento dado, durante el juicio, se puso a hacer air guitar mientras los abogados discutían si la canción de Metallica podía ser admitida como prueba. Kunkle fue condenado a muerte (sería ejecutado finalmente en enero de 2005) y sus compinches a penas entre treinta años y la perpetua.
Uno de esos sórdidos casos en los que un artista desearía poder renegar de ciertos –y supuestos– fans. «Aquello nos dio publicidad –concluía el batería– pero de la que no queríamos.»

El as de picas

La noche del 26 de septiembre de 1986, Metallica viajaba por una carretera sueca en Kronoberg County de camino a su próximo concierto en el marco del Damage Inc. Tour, presentando Master of Puppets (1986). Al parecer algunas de las literas en el bus de gira no eran lo que se dice muy cómodas, por lo que Cliff Burton y Kirk Hammett decidieron jugarse a las cartas quién podría elegir cama.
El bajista sacó el as de picas y eligió la litera que Hammett había estado ocupando hasta entonces. En el conocido programa Behind the Music del canal VH1, el guitarra recordaba que dijo: «Está bien, coge mi litera. Yo dormiré delante, puede que sea mejor de todos modos». En aquel momento la fortuna estaba echada: el as de picas le había salvado la vida a Kirk y había sellado el destino de Cliff con una absurda sentencia de muerte.
A primera hora de la mañana, poco antes de las siete, el autobús empezó a dar bruscos bandazos, se salió de la carretera y volcó de lado. Burton, durmiendo en la litera de arriba, salió lanzado a través de la ventana, con tan mala fortuna que el vehículo fue a caer encima de él, falleciendo en el mismo lugar del accidente.
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El conductor alegó que había perdido el control tras patinar sobre una placa de hielo negro, extremo que James Hettfield puso en duda pues minutos después del fatal desenlace recorrió a pie un buen tramo de la carretera y no encontró rastro alguno de hielo. Durante tiempo pendió sobre el conductor la sospecha del alcohol y las drogas, o de haberse quedado dormido al volante, pero una eventual investigación lo dejó libre de cargos. Lo único claro respecto a aquella mañana es que privó al heavy metal de uno de sus integrantes más talentosos, con tan solo veinticuatro años; un bajista único con intereses e influencias musicales de lo más amplio y dispar.
Tras el funeral –en el que sonó el tema «Orion» de Metallica– su cadáver fue incinerado y sus cenizas esparcidas en Maxwell’s Ranch, una inmensa y pintoresca extensión de casi dos millones de acres situada en Nuevo México. Su memoria sería honrada por numerosos artistas: entre otros, Dave Mustaine escribió «In My Darkest Hour» tras enterarse de lo sucedido, incluyendo el homenaje en su álbum So Far, So Good... So What! (1988), mientras que Anthrax le dedicaron su siguiente trabajo Among the Living (1987).

Se busca bajista

La vacante dejada por Burton llevó a numerosas audiciones en busca de sustituto. Tras una de esas pruebas, Lars, Kirk y James fueron con uno de los aspirantes, Jason Newsted –hasta entonces bajista en Flotsam & Jetsam–, al Tommy’s Joint, su lugar favorito para comer algo y tomar unas copas en la Bay Area. Según cuentan, en un momento dado los tres miembros de la banda improvisaron una reunión del más alto nivel…en los aseos del local. Allí, en medio de los urinarios, decidieron que Jason era el elegido. De vuelta a la mesa, parece que fue Ulrich el encargado de darle la noticia con un irónico «¿quieres un empleo?». Y cuentan también que el grito de afirmación de Newsted se escuchó en varias calles a la redonda. Al menos, en esta versión. Porque hay otra completamente distinta, según la cual dos días después de la audición, Metallica le llamó para comunicarle su decisión, un encuentro en el que también estuvieron presentes los padres de Cliff Burton. En un momento de gran emotividad, después de que la banda diera la noticia a Newsted, la madre de Burton lo abrazó con fuerza y le dijo: «Tú eres el elegido. Por favor, cuídate».
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Como en los viejos libros de Elige tu Propia Aventura, siéntanse libres para quedarse con la versión que más gracia les haga.
Pero fuera de un modo u otro, de lo que no se libró, durante un tiempo, fue de ser considerado «el nuevo» y tener que aguantar coñas del resto del grupo, que se referían a menudo a él como Jason Newkid. En las sesiones de firmas, Jason solía firmar con su nombre y el apodo Bassface debajo; no pocas veces Lars o James le tachaban la B para dejarlo en un cachondo assface.
El primer show de Jason con Metallica tuvo lugar en Reseda, California, el 8 de noviembre de 1986, al tiempo que la banda construía un estudio de bajo presupuesto en el garaje de la casa de Lars para que el bajista se compenetrara musicalmente con sus nuevos compañeros. Y ya que estaban, aprovecharon para grabar su particular homenaje a la New Wave of British Heavy Metal que tanto les había marcado en la forma de The $5.98 EP: Garage Days Re–Revisited (1987).
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Conciertos secretos

Una práctica habitual en Metallica ha sido ofrecer de vez en cuando algún concierto de esos llamados «secretos», bolos en lugares de pequeño aforo, anunciados casi el mismo día. Normalmente son shows de precalentamiento antes de iniciar una gira, o actuar en un festival y para tal efecto suelen rebautizarse con nombres sacados de su propia mitología, caso de The Frayed Ends, The Four Horsemen, Damage Brain o Damage, Inc. entre otros. De igual modo el repertorio no suele ser el habitual sino que se basa tanto en versiones como en relecturas de su cancionero en versión bufa: «Dickplash», «Drink And Destroy» o incluso «She Can Destroy»
Pero sin ser del todo secreto, uno de los mejores conciertos podríamos decir, privados de Hettfield & Co tuvo lugar el 14 de diciembre de 1995 en el Whiskey a Go Go de Los Angeles. En diez días iba a ser el cincuenta cumpleaños de Lemmy, y a tal efecto se organizó una –anticipada– fiesta en su honor… con Metallica como invitados especiales. Pero una ocasión tal requería una puesta en escena igualmente especial, así que la banda se disfrazó (melena oscura, gafas negras, tattoos…) a imagen del líder de Motörhead y se presentaron en escena como The Lemmys, repasando algunos clásicos del repertorio del homenajeado: «Overkill», «Damage Case», «Stone Dead Forever», «Too Late, To...

Índice

  1. Cubierta
  2. Título
  3. Índex
  4. Introducción
  5. I. BLACK SABBATH, Mapledurham, Stonehenge y otras historias de fantasmas
  6. II AC/DC, Satanismo, mujeres enormes y asesinos en serie
  7. III. JUDAS PRIEST, Toda fe necesita sacerdotes
  8. IV. MOTÖRHEAD, uno y trino
  9. V. NOMBRES METÁLICOS, ¿Cómo nos vamos a llamar?
  10. VI. NEW WAVE OF BRITISH HEAVY METAL, Los cimientos de todo un género
  11. VII. BRUCE DICKINSON, El pluriempleo como hobby
  12. VIII. OZZY OSBOURNE, Diario de un lunático
  13. IX. DEF LEPPARD, Billetes por las orejas
  14. X. MASCOTAS, Sin un bicho no eres nadie
  15. XI. SCORPIONS, El aguijón centroeuropeo
  16. XII. RONNIE JAMES DIO, Feo, bajito y genial
  17. XIII. THRASH METAL, El hermanito hiperactivo
  18. XIV. ACE FREHLEY, El juerguista enmascarado
  19. XV. ANTIGUOS ALUMNOS, Abueletes, experimentos e Historia Natural
  20. XVI. HAIR METAL, Hollywood, Babilonia
  21. XVII. MANOWAR, El maravilloso mundo de los récords
  22. XVIII. BLACK METAL, Arde Noruega
  23. XIX. QUÉ LEJOS QUEDAN LOS NOVENTA, Sobreviviendo al grunge
  24. XX. CENSURA Y FILANTROPÍA, Los Quince Asquerosos y demás paradojas
  25. XXI. METAL EXTREMO, Forzando los límites
  26. XXII. ANEXOS
  27. Respuestas cuestionario
  28. Bibliografía
  29. Webgrafía
  30. Playlist