Prólogo
Émile Durkheim (1858-1917) fue, junto con Karl Marx y Max Weber, uno de los grandes sociólogos clásicos. Su influjo en diferentes campos de la Sociología ha sido enorme. Ha sido el principal promotor de la institucionalización de la Sociología en Francia y quien ha puesto en marcha un modelo de sociología histórica, el análisis genético. Fue también Durkheim el iniciador de la sociología del conocimiento con su trabajo sobre Las formas elementales de la vida religiosa en el que, a la hora de explicar el origen de las ideas, rompió con las categorías a priori kantianas y con la teoría de la formación de las ideas defendida por los empiristas ingleses. Para Durkheim las categorías de pensamiento tienen un origen social. Su propuesta de sociología del conocimiento ha sido desarrollada posteriormente, entre otros, por Michel Foucault en Las palabras y las cosas, y por Norbert Elias en El proceso de la civilización y en otros trabajos.
Centralidad de la cuestión social |
Los estudios sociológicos de Émile Durkheim no solo han sido innovadores en trabajos como La división social del trabajo, y La evolución pedagógica en Francia, en los que recurrió al análisis genético, es decir, cuando trató de dar cuenta de los procesos en el contexto histórico-social en el que surgieron, y cómo se transformaron con el paso del tiempo, sino también en otras investigaciones como El suicidio y Las formas elementales de la vida religiosa, de modo que los campos de estudio que abordó sociológicamente cobraron nuevas dimensiones.
Más que referirme en general a “la obra” durkheimiana, intentaré explicar la importancia de un libro como La evolución pedagógica en Francia en el contexto en el que surgió, algo que ya señala Maurice Halbwachs en la Introducción que realizó para la primera edición francesa de este libro. Y es que esta primera edición del curso de Durkheim se produjo en un contexto que, como veremos, presenta a su vez algunas analogías con el momento en el que se publicó por primera vez el libro en España, en la Colección Genealogía del Poder de Ediciones La Piqueta en 1982.
Figura 1. Émile Durkheim, 1858-1917.
El momento histórico en el que vivió Émile Durkheim fue una época de fuertes cambios en la sociedad francesa y en general en toda Europa. Tras la Guerra Franco-Prusiana y la Comuna de París se iniciaba en Francia la III República. Los debates que surgieron en ese momento entre las distintas fuerzas políticas y sociales sobre el modelo de sociedad a construir iban en paralelo con toda la obra de Durkheim, que intentaba responder a los problemas de su tiempo. Uno de los debates de fondo era cómo situarse respecto a la cuestión social, es decir, cómo resolver el problema de las grandes desigualdades existentes entre las clases sociales. Para Durkheim la cuestión social no se podía reducir únicamente a la cuestión obrera, sino que era mucho más amplia, pues afectaba a toda la sociedad. En este sentido consideraba que era preciso situarse tanto en relación con el liberalismo económico, que afirmaba la centralidad del mercado y el culto al individuo, como en relación al marxismo revolucionario, que consideraba primordial la lucha de clases y la transición hacia el comunismo. Entre ambas posiciones en pugna Durkheim adoptó una postura propia, crítica a la vez con el liberalismo y con el marxismo, y al hacerlo se convirtió en uno de los principales adalides del Estado social europeo, de modo que la sociología durkheimiana está estrechamente vinculada con un proyecto de sociedad eminentemente socialdemócrata.
La publicación de La división social del trabajo, que previamente presentó como tesis doctoral, no se entiende al margen del debate en torno a los modelos de sociedad. En este libro, y en otras obras suyas, elaboró todo un sistema de pensamiento que se basa en conceptos tales como solidaridad, anomia, división forzada del trabajo, individualismo egoísta, etc., conceptos que han pasado a formar parte del fondo común de conocimiento en las Ciencias Sociales. Durkheim, frente al liberalismo económico, y frente al marxismo, sitúa en el centro de su sistema de pensamiento al individuo en sociedad, analiza por tanto los hechos sociales sin desvincularlos de las relaciones sociales. De ahí su preocupación por los síntomas de disgregación social que percibió en su tiempo, y su especial interés por la integración social y por todo aquello que ayudase a hacer sociedad, es decir, a intensificar la cohesión social.
Frente al liberalismo económico y al marxismo no consideraba rasgos negativos de las sociedades modernas la creciente división social del trabajo o el proceso de individualización, aunque reconocía que en estas sociedades se manifiesta la anomia, el debilitamiento de un sistema de normas y vínculos compartidos, que puede afectar a la cohesión social, una situación que a su juicio podía ser corregida si se adoptaban medidas alternativas. El Estado democrático debe promover los derechos individuales y al tiempo contribuir a la redistribución de la riqueza. Al formular la ley de la solidaridad social contribuyó a legitimar el Estado social que dista de ser, como tantas veces se afirma sin fundamento, una reacción capitalista destinada a servir de dique a la Revolución rusa.
Durkheim cuestiona el individualismo egoísta y la división forzada del trabajo, efectos del liberalismo económico. Y se plantea cómo luchar contra la anomia que se manifiesta con especial virulencia en el campo de las relaciones de producción, dado que el contrato de trabajo está sometido a la imposición unilateral de normas contractuales por parte de los patronos.
¿Cómo romper con la división forzada del trabajo? El Estado social y democrático de derecho debe procurar que no se produzcan abusos por parte de los patronos, y favorecer que los trabajadores comprendan el proceso completo del trabajo que realizan. La sociedad debe abrir cauces a través de los cuales los trabajadores sean conscientes de la importancia de su participación en el bienestar social a través de las tareas que llevan a cabo. Por último, afirma que sería conveniente que existiese una correspondencia entre los puestos de trabajo y las capacidades de los trabajadores, así como su cualificación profesional.
Durkheim intervino en el debate que se suscitó en torno a la igualdad de oportunidades y consideró que esa igualdad es muy difícil que se produzca en sociedades en las que existen las “leyes de la herencia”. Llegó incluso a plantear que debían desaparecer las trasmisiones de bienes directas de padres a hijos, al igual que desapareció la transmisión por herencia de los oficios, pues de lo contrario existe un punto de partida desigual entre los hijos de los poseedores de grandes fortunas y los hijos de los trabajadores sin recursos, aunque sin duda era consciente de las dificultades que tal proyecto entrañaba y de las controversias a las que de hecho dio lugar.
Otra de las causas de la anomia puede estar vinculada a la posibilidad de que el Estado se convierta en un Estado con excesivo poder que impida que los individuos y los grupos participen en la toma de decisiones, en la gestión de la vida pública, un Estado que ahogue la vida de la sociedad civil. En este sentido consideró que era necesaria la formación de “grupos secundarios”, asociaciones de todo tipo (culturales, recreativas, deportivas, profesionales, etc.), que podrían surgir tanto de las instituciones públicas como privadas, con el fin de dinamizar la vida social y promover la cohesión social. El Estado debía apoyar estas mediaciones y contribuir así a erradicar la anomia social existente. También en este caso encontró no pocas resistencias y malentendidos.
El equipo de L’Année Sociologique y la edición de La evolución pedagógica en Francia |
Para comprender las producciones sociológicas de Émile Durkheim hay que tener además en cuenta que se inscriben en un proyecto más amplio en el que contó con todo un equipo de investigación que sentó las bases de la llamada escuela durkheimiana. La mayor parte de los miembros de su equipo de investigación eran jóvenes agregados, profesores de los Institutos de Segunda Enseñanza. Esta escuela de Sociología contó con apoyos en la administración y en la política, en donde destacó la sinergia de su compañero de estudios y amigo, el socialista Jean Jaurès. Para dar a conocer sus ...