Miller nombró a esos cursos antes de ser publicados, “La orientación lacaniana” título que no se debe a una cuestión formal, sino que pone el acento sobre una orientación que él afirma en forma contundente, es la que propone Lacan al final de su enseñanza: “la orientación a lo real”.
1. Lo real
¿QUÉ ES LO REAL?
Para circunscribir, bordear, de qué se trata lo real en la experiencia analítica este trabajo se centrará en el último curso que Miller lleva adelante hasta el momento, “El ser y el Uno”, curso inédito del 2011.
En la primera clase de ese curso va a plantear que la pregunta que le servirá de hilo de su reflexión durante todo el año será: “¿Qué es al fin de cuentas lo real?”. Para responder a esta pregunta se servirá de la continuidad de la enseñanza de Lacan en su Seminario.
ANFIBOLOGÍAS DE LO REAL
Miller afirma que debemos inscribir un capítulo cuyo título sería: “Las anfibologías de lo real”, en tanto el término real no quiere decir siempre lo mismo, ni Lacan ni nosotros le asignamos un mismo uso a ese término, hay equívocos que hay que circunscribir.
Anfibología es un término que proviene del latín, y que remite a amphibolos, ambiguo; logia deriva del griego logos, razón o principio racional del universo (discurso que da razón a las cosas). Anfibología según el Diccionario de la Real Academia Española, quiere decir “doble sentido, vicio de la palabra, cláusula o manera de hablar a que puede darse más de una interpretación”. Otro uso en retórica del término es: “empleo voluntario de voces o cláusulas con doble sentido”.
Lacan en el Seminario 24, refiere que no hay verdad sobre lo real. Dice: “No hay verdad sobre lo real, puesto que lo real se perfila como excluyendo el sentido. Sería todavía demasiado decir que hay lo real, porque decirlo, es suponer un sentido”.
En “El ser y el Uno” Miller realiza su propia anfibología de lo real, desplegando sintéticamente algunas respuestas posibles que fue dando durante sus cursos a la pregunta: “¿qué es lo real?”. Son cuatro oportunidades en que se realiza directamente esa pregunta.
La primera oportunidad en la que lo hace es su primer curso “Las respuestas de lo real”. Toma su título de una frase de Lacan de L’ Etourdit: “A lo que el discurso analítico concierne, escribe, es al sujeto que, como efecto de significación, es respuesta de lo real”. Miller realiza un tratamiento del concepto de real, en sí mismo. Hace un recorrido en Lacan por el concepto de sujeto, que va de lo que llama sujeto del sentido, al sujeto como respuesta de lo real. Elucida las diferencias que Lacan establece entre el lenguaje y la palabra. Recuerda que para Lacan en un principio el sujeto se realiza en la palabra, llena los huecos de la historia, en la intersubjetividad con el analista, para luego desentenderse de ello y sostener una continuidad entre palabra y lenguaje al dar cuenta del concepto de significante como lo más elemental del lenguaje. En este viraje dilucida que el sujeto más que ser sujeto de sentido es efecto, es respuesta de la estructura y como tal es hablado, no habla. Plantea ya a esta altura, que a nivel de la fenomenología de la experiencia analítica al hacer hablar vía la asociación libre se supone que todo lo que dice un analizante no es azaroso, tiene una causa, hay una sobredeterminación que reduce a la estructura como tal. Dice Miller: “Es sorprendente, para quien ha balbuceado el estatuto del lenguaje del sujeto, verlo situado por Lacan en un nivel de dimensión, muy diferente, la dimensión de lo real”.
El real en juego que Miller dilucida es el real de la estructura, que se reduce a la elementalidad de la cadena significante en su materialidad. Es causa, y produce como efecto el sujeto del inconsciente como efecto de significación. “Lo real como imposible de decir solo se puede cercar cuando se lo quiere tomar por la fenomenología de la experiencia, es un real que habla”.
La segunda oportunidad es en La experiencia de lo real en la clínica psicoanalítica. Allí destaca que Lacan, apunta al final de su enseñanza a la noción de un real que no sería ni significante ni significado, es decir no sería semblante, buscando un vector, un concepto más allá del inconsciente. Para ello Miller propone un nuevo algoritmo para abordar lo real, complementario al algoritmo que Lacan recrea de Saussure en “La instancia de la letra…”, al clásico significante sobre significado:
formula uno nuevo: real sobre semblante,
se trata de la barra que plantea Lacan entre lo Real como predominante y todo lo que puede producir sentido, y articularse como significante.
Miller afirma:
“Lacan establece en su última enseñanza que allí donde el analizante busca la verdad, se encuentra con lo real, y que la decepción de la verdad es correlativa de un acceso a lo real, donde ciertamente se trata menos de que él encuentra lo real que que lo real lo alcanza a él”.
Podemos concluir que Miller piensa aquí a lo real como obstáculo en la clínica. Relee parte de la historia del psicoanálisis desde allí. Plantea que términos como los de resistencia, y transferencia negativa tan trabajados por los postfreudianos son modos en que estos analistas intentaron arreglárselas con la experiencia de lo real, de la mala manera. Frente a la insistencia del deseo del analista, que apunta a la ganancia de un saber y la resolución sintomática, lo que surge es la resistencia de la inercia pulsional.
Dice Miller:
“Lo real como tal, lo que designa la palabra real, parece del orden de eso de lo que uno no puede servirse, lo que no es instrumento. Creo que esta brecha entre lo real como tal y el instrumento hace que para nosotros, llevados por el uso de Lacan, la relación subjetiva con lo real sea más bien un embrollo”. Y más adelante añade: “lo real aparece a nuestro uso como obstáculo, hasta como estorbo, antes que como instrumento”.
La tercera oportunidad en que la pregunta acerca de qué es lo real, se vuelve apremiante, es en El ultimísimo Lacan. Allí, sirviéndose de la afirmación lacaniana del Seminario 23: “en la medida en que Freud hizo verdaderamente un descubrimiento puede decirse que lo real es mi respuesta sintomática”, Miller plantea que el descubrimiento freudiano del inconsciente se constituyó en un traumatismo, y que la respuesta de Lacan frente a eso es la invención de lo real. La búsqueda de Miller siguiendo los pasos de Lacan, es ir más allá del inconsciente. Tomando el texto “Prefacio a la edición inglesa del Seminario XI” como referencia de lectura de esa ultimísima enseñanza, muestra como la orientación de Lacan es la de un inconsciente al ras del sentido, o un inconsciente bordeando el sinsentido. Miller se dedica a explicar a analizar la primera frase de ese texto reiteradamente: “cuando el espacio de un lapsus ya no tiene ningún alcance de sentido solo entonces uno está seguro de estar en el inconsciente”. Uno podría preguntarse de que inconsciente habla, dado que el inconsciente freudiano es un inconsciente ligado a la asociación libre y como tal a la articulación S1-S2. No se trataría de ese inconsciente al que podemos llamar transferencial, sino del inconsciente que podemos llamar el nuestro, el lacaniano, el inconsciente real.
Lo que guía a Lacan en este último tramo de su enseñanza es otra perspectiva del inconsciente que lo hace, un real. Es el inconsciente “exterior” de alguna manera a la máquina significante, al sujeto supuesto saber. Un inconsciente que in-existe o no tiene existencia en tanto no está inscripto en lo simbólico. Para este ultimísimo Lacan todo lo que pueda cobrar sentido es semblante, y como tal es sospechoso, con lo cual –aunque sea contradictorio– se hace imperioso para la práctica, plantear qué es lo real como idea, y operar con ella. Dice Miller: “De ahí la necesidad de definir la idea de real como lo que comporta la exclusión de todo semblante”.
Miller nos enseña que a lo real solo lo podemos aprender un poco. ¿Cómo? Mediante la desconexión de lo que produce sentido, mediante la disyunción del S1 y el S2, el acceso a lo real lo encontramos en el Uno, residuo de esta desconexión. Es en esta dirección que Miller toma la frase de Lacan del Seminario 24: “Pese a todo, hay que agarrarse en alguna parte, y esta lógica del uno es lo que nos queda como ex-sistencia”. Lo real exige la lógica del Uno, pero la paradoja es que en la medida en que el Uno tenga todavía un sentido, lo real exige la exclusión del Uno. Es lo que dibuja el callejón sin salida, lo imposible de la ultimísima enseñanza, sin embargo es lo que hace posible el uso de la herramienta significante, para luego deshacerse de ese uso. Por eso hay una juntura y a la vez una disyunción entre práctica y real.
La ultima ocasión en que se hace esa pregunta directamente es en “El ser y el Uno”. Allí busca el origen de esa pregunta en la historia abreviada de la filosofía, señalando que Lacan toma la diferenciación que realiza Hegel entre Realität y Wirklichkeit, diferenciación sutil que tiene el idioma alemán para dar cuenta de lo real. Diferenciación que utiliza Freud, y que no tiene uso en la lengua española ni francesa. Lo real tal como lo plantea Hegel es real efectivo o de hecho (wirklichkeit), la palabra proviene de wirken que es actuar, activo o efectivo y wirkung que quiere decir efecto, con lo cual la etimología habla de un real en tanto causa, produciendo acciones, efectos concretos. Se trataría entonces de un real que produce efectos y que sería deducido por la vía de la razón.
El real que se remite a la causa como wirklich, es lo que Lacan concibió en sus inicios como estructura de lo simbólico. En esta anfibología que desarrollamos, lo real como wirklich, es un real sometido a leyes, las leyes de estructura, la metáfora y la metonimia, que posibilitan establecer un logos de lo real.
Sin embargo hay otra dimensión de lo real que excede esa faceta wirklich, y que la podemos pensar como das Real, la de lo real sin ley, que aquí Miller llama lo real que siempre vuelve al mismo lugar, real ligado a un estatuto del cuerpo que excede la dialéctica.
Respecto a este punto el del cuerpo, Miller responde a la pregunta, de una manera eminentemente práctica y clínica. Dice: “El drama de la enseñanza de Lacan -quizás también el drama de quien lleva adelante la práctica del psicoanálisis, reside en el desenganche de lo verdadero y de lo real, en aquello que de lo Real viene a quedar aislado, que escapa a la potencia de lo Wirklich”. Lacan define a lo real que vuelve siempre al mismo lugar, como lo real no dialéctico, que conlleva un carácter rebelde, y como tal queda excluido de la estructura simbólica y de una práctica sostenida solo en lo que se dice. La dimensión de lo real que vuelve siempre al mismo lugar, se pone en evidencia en la enseñanza de Lacan ...