Manifiesto arquitectónico paso a paso
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Manifiesto arquitectónico paso a paso

Un ensayo sobre la arquitectura contemporánea a través de las iglesias

  1. 282 páginas
  2. Spanish
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Manifiesto arquitectónico paso a paso

Un ensayo sobre la arquitectura contemporánea a través de las iglesias

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Información del libro

El patrimonio arquitectónico moderno está escondido en cada barrio de Madrid. Convivimos con la buena arquitectura y la mayor parte de las veces no somos conscientes de ello, principalmente por no tener el conocimiento necesario para identificarla. Este Manifiesto arquitectónico paso a paso es un ensayo sobre la arquitectura contemporánea para entender cómo son los distintos proyectos que tenemos alrededor. A través de un paseo por la ciudad de Madrid nos encontramos con diferentes iglesias, hitos urbanos que han ido evolucionando con las necesidades físicas y espirituales del desarrollo mismo de la ciudad.

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Información

Año
2020
ISBN
9788418261435

1. Nueva posición en la ciudad

«Uno arroja una piedra al agua: la arena se arremolina y vuelve a asentarse. La perturbación fue necesaria, y la piedra ha encontrado su sitio. Sin embargo, el estanque ya no es el mismo que antes. Los edificios son aceptados en su entorno cuando poseen múltiples maneras de hablar desde el sentimiento y la razón».
Peter Zumthor, Pensar la arquitectura
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Parroquia de Nuestra Señora de la Luz (Madrid).
En este capítulo se quiere destacar la importancia que la aproximación al lugar tiene a la hora de proyectar y de cómo cada una de las decisiones que se adopta a lo largo del proceso se apoya en la correcta implantación del edificio. El cumplimiento de los requerimientos litúrgicos no se manifiesta únicamente en la disposición interior de cada uno de los elementos necesarios para la celebración, sino que acompaña todas las operaciones del proceso.
Se estudia la relación del edificio con el entorno, y el cambio que supone pasar de una situación destacada y dominante sobre el entorno a una integración más articulada en el tejido urbano y social. Todas las decisiones que se van adoptando a lo largo del proceso proyectual son consecuencia, y a la vez se apoyan en, esta apropiación del lugar, al tiempo que refuerzan dicha implantación.
Los cambios en la sociedad han provocado que las iglesias dejen de ser el centro jerárquico del entorno en el que se sitúan. Los nuevos templos ya no tienen una posición de privilegio alrededor de la cual se organizan la ciudad o el barrio. El modo de entender la ciudad se ha visto modificado, y de la ciudad tradicional, o de ensanche decimonónico, se ha evolucionado a un nuevo tipo de estructura urbana, o mejor dicho a varios modelos según avanzaban las décadas. En todos ellos la ubicación del templo se realiza una vez completada la mayor parte de la trama, y su presencia no es determinante a la hora de dotar de carácter al entorno.
Una de las consecuencias de este cambio de jerarquía es el hecho de que el templo ya no podrá disponerse libremente en el solar, sino que estará condicionado por las restricciones que le imponga el entorno. Por tanto, será más complicado que pueda orientarse según establece la tradición. La ordenación de la trama urbana será la que determine la dirección que adopta el eje principal del templo. Se pierde así uno de los componentes simbólicos de la construcción de las iglesias y su relación con la tradición. La disposición tradicional de los templos católicos establecía que la nave principal se orientara en el eje este-oeste, con el presbiterio al este y los pies de la nave al oeste, siguiendo el ciclo solar. Pero es cierto que, como señala el arquitecto Ignacio Vicens, el cambio de la sociedad rural a la sociedad urbana hace que los habitantes de la ciudad ya no tengan tan presente en su vida cotidiana el ciclo solar. El cambio en la configuración interna del templo hace que la asamblea ya no se dirija en procesión hacia el fondo del espacio, y por tanto no sea necesario establecer una organización del conjunto de acuerdo con la posición de los puntos cardinales. La forma de entrar en el templo queda configurada desde esta decisión.
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En el acto de defensa de mi tesis, Ángel Cordero, miembro del tribunal, recordó que uno de los mapas más bonitos de Roma es La Pianta Grande di Roma de Giambattista Nolli. En él se representa la ciudad de Roma con gran detalle, y una de sus aportaciones más valiosas es la decisión de dibujar las plantas bajas de los edificios públicos. Así nos quedan claramente señalados en la trama urbana y al mismo tiempo nos permite ver cómo se integran con el espacio público, cómo es la relación que tiene su estructura interna con la configuración de la ciudad. Las imágenes que acompañan este capítulo son una interpretación modesta de este plano.
Este primer paseo es uno de mis favoritos, por varias razones. Permite reconocer la evolución de la arquitectura religiosa española desde el final de la guerra hasta los primeros años 70. Empieza y termina con Miguel Fisac, uno de los arquitectos que más trabajaron en la tipología sacra en España y que proyectó varias obras maestras, cada una distinta de la anterior: cuando entendía que había perfeccionado un modelo comenzaba de cero. Más adelante pasaremos por dos de sus realizaciones en Madrid, en este paseo podremos conocer su primera obra y una de las últimas. Otro de los motivos es que este recorrido incluye una de mis iglesias preferidas, la parroquia de Nuestra Señora de la Luz de José Luis Fernández del Amo. Será una primera aproximación, nos detendremos con más atención en otra visita. Y el tercer motivo es que este paseo nos permite conocer, al mismo tiempo que contemplamos las iglesias que son el punto de interés del libro, dos de los mejores edificios que se construyeron en España en la segunda mitad del siglo XX. ¿Cuáles? Los veremos más adelante, aunque si te fijas en el plano podrás intuir cuáles son.

Iglesia del Espíritu Santo. Miguel Fisac (1942-48)
c/ Serrano, 125. Madrid.

Empezamos este camino en la colina de los Chopos, en uno de los tramos más tranquilos de la calle Serrano, cuando abandona el ensanche del marqués de Salamanca y se aproxima a la colonia de El Viso.
La Residencia de Estudiantes fue un importante centro de actividad antes de la Guerral Civil. Julio Caro Baroja señalaba que se había convertido en el primer centro cultural del país. Por sus instalaciones pasaron personalidades internacionales tan importantes como Albert Einstein o Le Corbusier, el arquitecto que revolucionó la disciplina a partir de los años 20, y fue punto de encuentro de los principales intelectuales españoles de la época. Los pabellones en los que se alojaba la residencia se habían construido de forma discontinua entre 1913 y 1926. Pero no contaba con unas instalaciones capaces de alojar de forma digna toda la actividad que estaba generando. En 1933 se inauguró el Auditórium proyectado por Carlos Arniches y Martín Do-mínguez, arquitectos responsables junto a Eduardo Torroja del Hipódromo de la Zarzuela.
Como imagen de alguna de las propuestas más comprometidas con la II República, la Residencia de Estudiantes sufrió una importante transformación. Se crea el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, que aprovechará alguno de los edificios de la Residencia, y el resto de las sedes se construirá en el entorno. El Auditórium fue derribado para construir la capilla, en una intervención simbólica: el nuevo complejo se inicia con la construcción de un templo. Un joven Miguel Fisac, enfrentado a la primera obra de su carrera, se mostró displicente ante la obra de Arniches y Domínguez y construyó sobre el arranque de los muros la iglesia en la que estamos. La fachada de ladrillo no señala el carácter religioso del edificio más allá de la escala. Los elementos simbólicos, como el gran hueco circular a modo de rosetón o el frontón que remata el cuerpo central, aparecen estilizados, tratados con una sutileza destacable en unos años en los que la arquitectura oficial apostaba por otra monumentalidad, emparentada con los edificios del pasado. Se podía apreciar la divergencia entre la línea tradicionalista del Régimen y la familia vinculada en sus orígenes al Opus Dei y que sería conocida posteriormente «los tecnócratas».
La entrada se produce a través de una puerta enmarcada en piedra, pero sin la monumentalidad propia de un templo. Una hornacina plana y una arquería rehundidas en el paño de ladrillo de la fachada son otros de los elementos que dotan de carácter a la fachada. Esto puede tener su explicación en que originalmente estaba concebido como capilla para el CSIC, no como parroquia para el barrio. No existe un espacio previo al ingreso al templo que permita que los asistentes a las celebraciones puedan esperar y relacionarse antes y después de las misas, aunque cuenta con la ventaja de situarse en un tramo de acera de gran anchura, sin otros edificios próximos que interfieran con él. Esta situación, rodeado de construcciones que se conciben como elementos aislados, permite que desde el norte se pueda apreciar el tambor que se sitúa sobre el altar, y un pequeño campanario sobre una de las entradas laterales, casi el único elemento que denota con claridad su uso.
Tras pasar por un pequeño atrio, angosto y sin más luz que la que entra por la puerta, nada especial, accedemos al interior. No nos vamos a detener mucho en su análisis, solo un esbozo. Nos encontramos con un templo de una única nave, rematada con bóvedas de ladrillo y un presbiterio cilíndrico al fondo del espacio rematado con una cúpula iluminada con ventanas abiertas en su perímetro. Destaca el contraste entre la penumbra de la nave con la luminosidad del presbiterio. Un gran arco separa ambos espacios. Se trata de una forma de llamar la atención sobre la importancia de la celebración. Todo el interés se pone en destacar ese espacio. En contraste con el exterior, el interior muestra revestimientos de mármol que tratan de enriquecer el acabado material de un ámbito destinado a la celebración de la misa.
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Implantación urbana de la iglesia del Espíritu Santo.
La dirección norte-sur de la calle Serrano permite que el templo esté alineado en la dirección este-oeste, pero la posición de la entrada, al este de la parcela, hace que el templo no esté orientado de la forma tradicional. Para lograr esto habría que haber colocado la entrada del templo en el interior de la parcela, con la cabecera en la fachada a la calle. Esto habría complicado el funcionamiento de la capilla.
La relativa depuración estilística del exterior, influenciada por la interpretación de la modernidad de maestros nórdicos como Asplund, contrasta con una imagen más tradicional al interior, que se resiste a prescindir de la ornamentación clásica. La falta de medios hizo que se emplearan materiales modestos y modos de construcción tradicionales, una restricción que dio lugar a alguno de los mejores aciertos del arquitecto en este proyecto. Se trata, en todo caso, de un edificio que abre un camino, la búsqueda de la modernidad en la arquitectura española a través de la incorporación de algunos elementos de la arquitectura popular, propia de alguno de los mejores arquitectos de la época. Un templo que muestra que se puede construir arquitectura religiosa de líneas sencillas e integrada sin estridencias en la trama de la ciudad.
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Fachadas de la capilla del Espíritu Santo y de la iglesia de San Agustín.

Iglesia de San Agustín. Luis Moya Blanco (1946-50)
c/ Joaquín Costa, 10. Madrid.

Continuamos el camino por la calle Serrano por la misma acera en la que nos encontrábamos, cruzamos Vitrubio, la glorieta de la República Argentina y seguimos hacia Joaquín Costa. Pasada la curva de la calle nos encontramos con la iglesia de San Agustín, una peculiar anomalía dentro de la arquitectura española de la época, propia de Luis Moya, otro rara avis. A diferencia del tramo de la calle Serrano del que venimos, la calle Joaquín Costa tiene un tráfico constante, y las aceras no son tan amplias (aunque sí igual de tranquilas, no discurren apenas peatones por ellas). Esto hace que la visión que tengamos del templo sea parcial; al no poder apreciar la fachada de un modo frontal, nos tenemos que cambiar al otro lado de la calle para poder verla en su totalidad.
La primera diferencia que nos encontramos con la iglesia del Espíritu Santo es el acceso al templo. Ese tramo de la calle está en pendiente y Luis Moya decidió que la iglesia se situara en un podio por encima del nivel de la vía urbana. En el semisótano se localiza la cripta, con acceso independiente por la calle lateral. Así que la entrada al templo se eleva y se retranquea hacia el interior de la parcela. Se consigue de esta manera un espacio previo, al que se accede por tres tramos de escaleras, que forma un ámbito de relación para los fieles y queda diferenciado de la vía pública. Es un espacio reducido, pero suficiente para preparar al fiel para ingresar en el templo. El templo se ubica en un solar que quedaba libre dentro de la trama urbana; no puede preparar el entorno a su alrededor para aparecer del mejor modo, sino que tiene que encajar en la trama existente y buscar los mecanismos que le permitan señalar su posición y permitir el acceso a su interior.
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Implantación urbana de la iglesia de San Agustín.
Al contrario que en la iglesia de Fisac, la fachada principal que proyecta Luis Moya para este templo muestra todo un repertorio de lenguaje clásico, interpretaciones de las arquitecturas de Roma, el Renacimiento y el Barroco. Moya empleaba todos estos elemen...

Índice

  1. Portada
  2. Créditos
  3. Título y autor
  4. Dedicatoria
  5. Cita
  6. Prólogo. Por Eduardo Delgado Orusco
  7. Consideraciones previas
  8. Manifiesto arquitectónico
  9. 1. Nueva posición en la ciudad
  10. 2. La estructura del lugar de celebración
  11. 3. La imagen del templo
  12. 4. El lugar de relación
  13. 5. El espacio estereotómico
  14. 6. La liturgia como programa sacro
  15. 7. La luz como mecanismo de revelación
  16. 8. Del espacio táctil al espacio luminoso
  17. 9. Los nuevos medios de significado
  18. 10. Coda
  19. Índice onomástico
  20. Índice de obras
  21. Mecenas
  22. Contraportada
  23. Otros títulos publicados