Cada uno encuentra su solución
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Cada uno encuentra su solución

Amor, deseo y goce

  1. 240 páginas
  2. Spanish
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Cada uno encuentra su solución

Amor, deseo y goce

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"Vamos a trabajar lo irreductible de los tres campos que se juegan en las relaciones entre los sexos: amor, deseo y goce. Campos que nunca se recubren… Exploraremos las diferentes maneras en que hombres y mujeres han buscado –a veces para encontrarse, otras veces para desencontrarse– una solución a lo, que en términos de Lacan podemos nombrar como el 'no hay relación sexual´. "(…). Lacan se refiere a las criaturas 'atrapadas en el amor imposible de domesticar'. Duras mira de frente esta cuestión del amor…y su solución a este problema que Lacan ha nombrado de diferentes maneras a lo largo de su obra… será para nosotros un punto de llegada." "No hay manera de hacer coincidir el objeto de deseo, con el objeto de amor y con el objeto del goce. Ni la familia, ni el matrimonio logran cubrir ese irreductible, ese vacío que se instala ante esa imposibilidad. El analista lacaniano por su parte jamás pretenderá velarlo, al contrario, se encargará de acompañar al analizante en las diferentes soluciones que irá encontrando a lo largo de su análisis y también de su vida para poder vivir con él. Es de esperar que al final cada uno encuentre su solución". Mónica Torres

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Información

Año
2020
ISBN
9789878372211
Categoría
Psicología
Categoría
Psicoanálisis
1

Amor, deseo y goce en la articulación simbólico-imaginaria
Lo irreductible: amor, deseo y goce
Hoy damos comienzo al Curso Avanzado del Instituto Clínico de Buenos Aires que lleva por título “Lo irreductible: amor, deseo y goce”. Les doy, entonces, la bienvenida a todos ustedes.
Vamos a trabajar lo irreductible de los tres campos que se juegan en las relaciones entre los sexos: amor, deseo y goce. Campos que nunca se recubren en tanto ese irreductible nunca se puede borrar. En este curso vamos a trabajar las diferentes maneras en que hombres y mujeres han buscado –a veces para encontrarse, otras veces para desencontrarse– una solución a ese irreductible, que en términos de Lacan podemos nombrar como el “no hay relación sexual”.
No hay manera de hacer coincidir el objeto de deseo, con el objeto de amor y con el objeto del goce. Ni la familia, ni el matrimonio logran cubrir ese irreductible, ese vacío que se instala ante la imposibilidad de recubrir esos tres campos. El analista lacaniano por su parte jamás pretenderá cubrir ese irreductible, al contrario, se encargará de acompañar al analizante en las diferentes soluciones que irá encontrando a lo largo de su análisis y también de su vida para poder vivir con él. Es de esperar que al final cada uno encuentre su solución, que será singular, y que no cubrirá ese irreductible.
Nuestro punto de llegada
Este es un tema que Eric Laurent ha abordado varias veces, la última vez que lo trabajó fue en las anteúltimas jornadas, (1) en su segunda conferencia –las jornadas se titularon “Patología de los lazos familiares y sociales”– desde el sesgo de los lazos de familia y de los de pareja. Vamos a tomar, más avanzado nuestro curso, el seminario Los usos del lapso en el que Eric Laurent y Jacques-Alain Miller se ocupan de algunos autores que de diferentes maneras desarrollan el tratamiento de este irreductible: la no coincidencia entre el objeto de amor, el objeto del deseo y el objeto del goce.
En los últimos capítulos de este seminario, Los usos del lapso, E. Laurent se ocupa de este tema, como lo hace también en un artículo publicado en El Caldero de la Escuela Nº 84 titulado: “Un sofisma del amor cortés”. Lo que él retoma es el escrito de J. Lacan “Homenaje a Marguerite Duras, del rapto de Lol V. Stein”, que es un texto que está publicado en Intervenciones y textos 2. Lacan se refiere allí a las criaturas “atrapadas en el amor imposible de domesticar”. (2) Duras mira de frente esta cuestión del amor como lo imposible de domesticar y su solución al problema de ese irreductible, de ese imposible que Lacan ha nombrado de diferentes maneras a lo largo de su obra, que será para nosotros un punto de llegada. La solución Duras la vamos a trabajar al final de la cursada; lo ubico aquí para enmarcar nuestro recorrido de este año.
En este homenaje, Lacan nombra a dos Marguerite, la ya mencionada Duras y la Marguerite del amor cortés, Marguerite de Navarra, cortesana del siglo XV, autora de El Heptamerón. Texto que relata historias de amor contadas por los cortesanos. En verdad las escribió todas ella, y lo que que ría es que se tratara de historias de amor reales, que eviten la ficción.
En cambio, un rasgo de Duras es que logra tocar lo real en sus novelas, por eso la lectura de éstas a veces se hace difícil. Duras no se ocupa de la ficción ni de la verdad como estructura de ficción, que el primer Lacan privilegia, sino de no velar lo irreductible. Es por esto que en su homenaje Lacan dice de ella: “Evidencia saber sin mí lo que yo enseño”. (3) Es decir sabe del “no hay relación sexual”.
R.S.I. en el primer Lacan
Pero no es por allí por donde vamos a empezar, éste no será nuestro punto de partida.
Vamos a comenzar con el primer Lacan, y por eso esta primera clase se titula “Amor, deseo y goce en la articulación simbólico-imaginaria”. En efecto, es el primer Lacan el que se ocupa de la estructura, de la articulación simbólico-imaginaria. Para ello ustedes tienen en la bibliografía textos de Lacan, de Miller, una novela de Goethe, El joven Werther, que Lacan comenta en el Seminario 1. En este seminario Lacan se ocupa de ubicar las relaciones entre imaginario, simbólico y real a través de los esquemas ópticos y de la utilización de los espejos.
En el curso La experiencia de lo real, Miller trabaja todo un capítulo titulado “Los paradigmas del goce” donde ubica los diferentes paradigmas de la relación entre amor, deseo y goce en la primera enseñanza de Lacan. Miller sitúa en el Seminarios 1 y también en el Seminario 2 el primero de ellos al que llama el paradigma “goce imaginario”. Después, a partir de los Seminarios 5 y 6, Lacan hará hincapié en la conjunción entre significante y goce, por lo tanto todo se torna significante. Se trata del paradigma de “la significantización del goce”. Esto plantea un problema que está presente en varios seminarios de Lacan: si lo simbólico recubre todo el goce, no tendríamos aquí ningún irreductible, goce y deseo podrían superponerse ya que el deseo responde a la lógica del significante.
El primer Lacan tiene la idea del goce como imaginario, siendo lo simbólico lo que se le pone en cruz, poniendo un cierto orden allí. Ese goce imaginario es peligroso dado que es del orden de la alienación.
Como ustedes recordarán, Lacan utiliza los esquemas ópticos para trabajar las relaciones entre imaginario, simbólico y real, y toma el esquema de los dos espejos.
Lo que Lacan quiere demostrar valiéndose de esos esquemas es que de acuerdo a dónde esté situado el ojo del experimentador, aparecerán ciertas imágenes en el espejo y otras no. Por ejemplo, de acuerdo a la posición en la que el experimentador se encuentre va a ver las flores o no en el florero. La posición del ojo del experimentador representa la posición del sujeto en lo simbólico. Es decir, de la posición del sujeto en lo simbólico dependen las relaciones, para ese sujeto, entre lo imaginario y lo real. De esta manera, ya comienza a vislumbrarse el predominio de lo simbólico.
Sin embargo, no olvidemos que la primera aprehensión que el sujeto tiene de su yo se realiza en el espejismo de sí mismo, es decir el sujeto reconoce su yo en el espejo precisamente allí donde no está. El yo nace como alienado desde el vamos, porque el sujeto se reconoce por primera vez justamente allí donde no está, en el espejismo de sí mismo. De entrada, tenemos la imagen inconsistente e incompleta del yo allí donde no está, porque del lado del sujeto, de sus sensaciones propioceptivas, el cuerpo está despedazado.
La posición del sujeto en lo simbólico es lo que determina las relaciones entre lo imaginario y lo real. Lo que va a aparecer de lo real en el experimento, lo que se reflejará de lo real, o sea el juego entre lo imaginario y lo real, dependerá de la posición del sujeto en lo simbólico, como lo demuestra la psicosis. Así tenemos el primer juego entre real, imaginario y simbólico, aunque falten más de veinte años para arribar al seminario R.S.I.
Para este primer momento, el Ideal del yo es la parte, por así decirlo, “buena” del superyó porque es facilitadora de la identificación. Es una instancia emblemática que después en la enseñanza de Lacan ya no tendrá tan buena prensa, pero en el capítulo XI del Seminario 1, Los escritos técnicos de Freud, que se titula justamente “Ideal del yo y yo ideal”, (4) el Ideal del yo es la instancia simbólica de la que depende la estructuración de lo imaginario en el sujeto. Esto nos llevará a distintas soluciones: neurosis, perversión o psicosis.
El esquema de los espejos y la posición del sujeto en lo simbólico está resumida en el esquema L, donde el eje imaginario a–a’ depende de la relación entre el sujeto y el Otro.
Esquema L
La relación entre el sujeto y el Otro es lo que va a determinar la relación entre el yo ideal (imaginario) y el Ideal del yo (simbólico). El yo ideal –lo que el sujeto cree que es– nunca coincide con el Ideal del yo –lo que el sujeto quiere ser–, salvo en dos excepciones: cuando el sujeto está enamorado o cuando está loco, lo que es más o menos lo mismo. El enamoramiento es aquí para Lacan una especie de locura, ya que el amor es un fenómeno que ocurre a nivel imaginario, lo que provoca una subducción, una subordinación de lo simbólico, en la que el Ideal del yo resulta perturbado.
El joven Werther y el apego mortal
Aquí Lacan toma un ejemplo de la literatura que es el joven Werther. (5)
El joven Werther ve por primera vez a su amada Carlota y el amor se desencadena ahí mismo, en la primera visión, como un flechazo. ¿Y qué es lo que ve el joven Werther esa primera vez? Ve a Carlota cuidando a un niño y es ahí –nos dice Lacan– donde comienza el amor narcisista, el amor al propio yo, el apego mortal, amor al propio yo realizado a nivel imaginario.
¿Quién es Goethe cuando escribe El joven Werther? Esta novela de Goethe fue publicada en 1774 y en esa primera publicación no aparece el nombre del autor, el éxito fue inmediato y la novela empezó a ser imitada en Europa. Goethe por entonces tenía 25 años. El libro se publicó en Alemania pero fue en Francia donde encontró su apogeo. Se impuso incluso la moda Werther. Consistía en vestirse como el protagonista de la novela: traje azul y chaleco amarillo. Por la vía de estas identificaciones imaginarias, hubo una oleada de suicidios, más en Francia que en Alemania, ya que esta novela trata de la tragedia del amor romántico.
El Romanticismo, como ustedes sabrán, es un movimiento de ideas que se inició a finales del siglo XVIII y duró hasta la primera mitad del siglo XIX. Se caracteriza por el predominio de la pasión por sobre la razón. Se opone a la actitud espiritual del Clasicismo y también al Iluminismo del Renacimiento. En algún sentido, es para algunos una vuelta a la Edad Media.
En realidad, la novela El joven Werther pertenece más bien a un movimiento anterior al Romanticismo que ha sido conocido como Sturm und Drang que se traduce como “tempestad y pasión”. Es un movimiento pre-romántico que se desarrolla en Alemania durante veinte años, entre 1766 y 1785. Sus protagonistas son siempre jóvenes apasionados que después mueren o se aburguesan o, como Goethe, logran transformarse en famosos. El propio Goethe reconoce que escribir El joven Werther le permitió apartarse de una parte suya, identificada a ese morir de amor. Esta tramitación de eso mortífero le va a permitir al segundo Goethe escribir hasta bastante mayor, siempre dentro del Romanticismo, pero apartado de este movimiento que era casi una condena a muerte, en el que predominaba el goce imaginario.
Este movimiento está protagonizado por jóvenes rebeldes, revolucionarios, apasionados en su lucha contra la tradición del momento. La lucha entre el sentimiento y la razón siempre ha predominado en la cultura alemana, no solo en la literatura sino también en la música y en la filosofía. Los mayores exponentes de esta literatura son Herder, Goethe, Schiller y Hölderlin. Es una reacción contra el Iluminismo. Se encuentra en él una exaltación del genio, de la genialidad individual, que coloca al sujeto contra la norma. Por ejemplo, en la música tenemos a Beethoven, de quien se ha discutido mucho acerca de si era romántico o no. Escribió su música desde el Clasicismo pero su espíritu rebelde lo ubicó siempre contra las normas, contra lo establecido; en su vida misma él fue contra las normas. Su música tiene un carácter fuertemente apasionado, lo que hace que se lo ubique entre el Clasicismo y el Romanticismo; en ruptura, en todo caso, contra el Clasicismo del que provenía. Schubert o Schumann serán situados llanamente como románticos. Pero Beethoven es el que hace la ruptura y va a resaltar la lógica del genio creador por encima de las formas rígidas. El genio creador siempre es ex-nihilo, es decir, surge de la nada, no surge a partir de la formación académica.
Además de El joven Werther el otro exponente de este movimiento es la novela Los bandidos de Schiller. (6) La novela es un elogio a la pasión interna que libera y esclarece aunque muy probablemente lleve a la muerte.
El genio original se rebela contra el orden imperante, ya sea que se trate del amor romántico exaltado o de la lucha por la libertad política. Pero en El joven Werther no se trata de otra cosa que del amor; un amor desesperado que lo va a llevar al suicidio. Ésta es la pasión de Werther, pasión en el sentido de padecer. La posibilidad de escribir esa novela salvó a Goethe de terminar mal, como por otra parte siempre terminan los héroes. Al condenar a su personaje, se salvó él.
Lacan toma El joven Werther como ejemplo del amor en su sentido más imaginario, más narcisista. Y también se pregunta cómo será posible salir de ese plano del amor, aun para un psicoanálisis. Por eso, luego se va a ocupar de un psicoanalista, Michel Balint y su teoría del amor genital. (7) Balint se ocupa de la relación madre-hijo, de lo absoluto de ese amor que pretende restituir la idea de la completud imaginaria. Este amor –amor en espejo, narcisista e imaginario– es el que se da entre el joven Werther y Carlota.
Lacan contra Lacan
Año...

Índice

  1. Portadilla
  2. Legales
  3. Agradecimientos
  4. 1. Amor, deseo y goce en la articulación simbólico-imaginaria
  5. 2. Primera intuición del goce como real
  6. 3. La partición sexuada
  7. 4. Encuentros y desencuentros
  8. 5. De hombres y mujeres
  9. 6.Soluciones masculinas
  10. 7. La solución Duras: el “ser de a tres”
  11. 8. Cada uno encuentra su solución
  12. 9. Fragmentos al borde de lo irreductible
  13. Bibliografía general