El ministerio pastoral
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El ministerio pastoral

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El ministerio pastoral

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Información del libro

De los ricos tesoros de los escritos del Espíritu de Profecía, los compiladores reunieron una selección de consejos inspirados que se aplican más directamente a la vida y el trabajo del pastor de la iglesia local. Los lectores deben buscar los principios centrales hallados en su consejo, y luego aplicar esos principios en forma práctica a su propia época, cultura y lugar. Querido pastor, que su experiencia cristiana se profundice y su ministerio se fortalezca al estudiar desde los primeros capítulos, los cuales presentan la relación personal del pastor con Cristo, hasta el capítulo final, el cual hace un resumen de las lecciones del ministerio de Jesús, el Pastor Modelo.

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Información

Año
2020
ISBN
9789877981421

Sección I: Crecimiento y trabajo

Capítulo 1

Devociones personales

Debemos tener un ministerio convertido.–La eficiencia y el poder del ministro verdaderamente convertido haría temblar a los hipócritas de Sión y atemorizaría a los pecadores. El estandarte de la verdad y la santidad está desapareciendo en el polvo. Si quienes tocan las notas solemnes de amonestación para este tiempo reconocieran su responsabilidad para con Dios, verían la necesidad de orar fervientemente. Cuando las ciudades eran silenciadas en el sueño de medianoche, cuando cada hombre se había marchado a su propia casa, Cristo, nuestro ejemplo, se retiraba al Monte de los Olivos y allí, entre las sombras de los árboles, pasaba la noche entera en oración. El Ser que no tuvo ninguna mancha de pecado –fuente inagotable de toda bendición, cuya voz fue escuchada en la cuarta velada de la noche con bendición celestial por sus aterrorizados discípulos en el tormentoso mar; y cuyas palabras podían reclamar a los muertos de sus tumbas– fue el que suplicó con gran clamor y lágrimas. Oró no sólo por sí mismo, sino por aquellos a quienes vino a salvar. Al llegar a ser el suplicante, buscando de las manos de su Padre nuevas fuerzas y regresando renovado y revigorizado como el sustituto del hombre, se identificó a sí mismo con la humanidad sufrida y le dio un ejemplo de la necesidad de orar.–T 4:528.
O el ministro se convierte diariamente, o nunca podrá revelar la verdad tal como es en Jesús.–No me es posible describir la impresión hecha en mi mente cuando me doy cuenta que muchos, aun entre los hermanos que enseñan la Palabra, no son convertidos diariamente. Cristo está listo a impartir sabiduría y gracia; pero los que tienen puestos importantes de responsabilidad no pueden guiar a otros por los caminos correctos a menos que sean convertidos diariamente. Si ellos confían en su propia supuesta sabiduría, conducirán mal a otros que miran hacia ellos creyendo que estos ministros entienden el sagrado ministerio que se les ha confiado. Los que aceptan cargos de responsabilidad necesitan estar alertas, y mediante humilde oración ser santificados, refinados y purificados. A menos que sientan su verdadera condición, y a menos que lleguen a ser como Cristo, nunca podrán revelar la verdad como es en Cristo.–Carta 64, 1906 (PC 43).
Los ministros no convertidos diariamente hacen cosas imprudentes y sin sabiduría.–Algunos ministros que están conectados con responsabilidades sagradas han perdido toda comprensión de lo que significa velar por las almas como quienes deberán dar cuenta de ellas. Hacen cosas imprudentes, sin sabiduría. No tienen discernimiento para ver lo que sus movimientos poco sabios están haciendo, porque no están convertidos diariamente. Es triste perder la confianza en hombres en quienes debemos tenerla. Las preciosas almas por quienes Cristo murió no deben ser dejadas para ser el blanco de las asechanzas y tentaciones de Satanás.–MR 19:212.
No predicar hasta no saber lo que Cristo significa realmente para uno.–¿Tendrán cuidado mis hermanos de que ninguna gloria sea dada a los hombres? ¿Reconocerán que es Cristo quien realiza la obra en el corazón humano y no ellos mismos? ¿Rogarán mis hermanos ministros, solos en presencia de Dios, en oración secreta, que su presencia y poder los acompañe? No se atrevan a predicar un solo sermón más a menos que sepan, por experiencia propia, lo que Cristo es para ustedes. Con corazón santificado por la fe en la justicia de Cristo pueden predicar a Jesús, pueden exaltar al resucitado Salvador ante vuestros oyentes; con corazón subyugado y enternecido por el amor de Jesús pueden decir: “Este es el Corderos de Dios, que quita el pecado del mundo” [Juan 1:28].–TM 154, 155.
Mientras más se asocie con el Maestro, mucho más se asemejará a él.–Mientras más se asocie el ministro de Cristo con su Maestro, a través de la contemplación de su vida y carácter, mientras más cercano esté de él, más se asemejará a él y mejor calificado estará para enseñar sus verdades. Cada rasgo de la vida del gran Ejemplo debe ser estudiado con cuidado, y mantener una conversación íntima con él a través de la oración de viva fe. Así el carácter humano defectuoso será transformado a la imagen de su glorioso carácter. Así el maestro de la verdad estará preparado para llevar las almas a Cristo.–SP 3:244.
Rendir nuestro yo a la voluntad de Dios no es algo fácil de alcanzar.–La batalla en contra del yo es la batalla más grande que se ha librado. No es fácil rendir el yo, someter todo a la voluntad de Dios y revestirse de humildad, ni poseer ese amor puro, apacible y fácil de tratar, lleno de ternura y buenos frutos. Sin embargo es [nuestro] privilegio y [nuestro] deber el ser perfectos vencedores aquí. El alma debe ser sometida a Dios antes de poder ser renovada en el conocimiento y la santidad verdadera. La vida santa y el carácter de Cristo son un ejemplo fiel. Su confianza en su Padre celestial era ilimitada. Su obediencia y sumisión eran sin reserva y perfectas. Él vino no para ser servido, sino para servir a otros. Él vino no para hacer su propia voluntad, sino la voluntad del Ser que lo envió. En todo se sometió al Ser que juzga justamente. De los labios del Salvador del mundo se escucharon estas palabras: “No puedo yo hacer nada por mí mismo” [Juan 5:30].–T 6:106, 107.
El Señor no puede trabajar con los autosuficientes.–¿Esperan los pastores del rebaño que Dios trabaje en ellos? Por la luz que Dios me ha dado yo sé que quizá se habría hecho 20 veces más de lo que se ha hecho, si los obreros hubiesen buscado a Dios para obtener fuerza y apoyo en vez de depender tanto del hombre. Hay necesidad de hombres de fe en este tiempo, que no sean simplemente predicadores, sino ministros para el pueblo de Dios. Queremos hombres que caminen con Dios diariamente, que tengan una conexión viva con el Cielo. El Señor no puede trabajar con los que son autosuficientes se exaltan a sí mismos. El yo debe ser escondido en Jesús. Si pudiéramos ver los profundos movimientos del Espíritu de Dios, tendríamos la verdad como es en Cristo. La eficacia de un discurso depende de la aplicación de la verdad al corazón por el Espíritu de Dios. Cuando Elías buscó a Dios en la montaña, sopló un fuego devorador; pero Dios no estaba en la llama. Se levantó una tempestad, estalló el trueno y centelleó el relámpago; más Dios no estaba en medio de ellos. Entonces se oyó una pequeña y queda voz, y el profeta se cubrió la cabeza ante la presencia del Señor. Es la pequeña y queda voz del Espíritu de Dios la que tiene el poder de convencer y convertir el alma de los hombres.–RH, 18 de junio de 1889.
Las personas están mucho más adelantadas que muchos ministros.–Los ministros deben buscar una preparación cabal antes de entrar a la obra de ayudar a otros, porque las personas están más adelantadas que muchos ministros. Ellos deben luchar incansablemente en oración hasta que el Señor los bendiga. Cuando el amor de Dios esté ardiendo en el altar de su corazón, ellos no predicarán para exhibir su propia inteligencia sino para presentar a Cristo, quien quita los pecados del mundo.–RH, 15 de agosto de 1882.
Los ministros aprenden a vivir sin el Espíritu de Dios.–La razón por la que vemos tan poca manifestación del Espíritu de Dios es porque los ministros aprenden a vivir sin él. Les falta la gracia de Dios, les falta tolerancia y paciencia, les falta un espíritu de consagración y sacrificio; y esta es la única razón por la que muchos están dudando las evidencias de la Palabra de Dios. El problema no tiene nada que ver con la Palabra de Dios, sino con ellos mismos. Les falta la gracia de Dios; les falta devoción, piedad personal y santidad. Esto los lleva a ser inestables y los arroja al campo de batalla de Satanás. Vi que no importa cuán arduamente hayan abogado por la verdad; cuán santos aparenten ser; cuando comienzan a expresar su incredulidad en cuanto a algunas de las Escrituras, aseverando que ellas son las causantes de su duda en cuanto a la inspiración de la Biblia, deberíamos tenerles miedo; pues Dios está muy lejos de ellos.–T 1:383, 384.
Observar celosamente las horas de oración, el estudio de la Biblia y el examen de conciencia.–En el gran conflicto que vamos a tener que afrontar, el que quiera mantenerse fiel a Cristo deberá penetrar más hondo que las opiniones y doctrinas de los hombres. Mi mensaje a los predicadores jóvenes y ancianos es este: Observen celosamente sus horas de oración, estudio de la Biblia y examen de conciencia. Pongan aparte una porción de cada día para estudiar las Escrituras y comulgar con Dios. Así obtendrán fuerza espiritual y crecerán en el favor de Dios. Sólo él puede darnos aspiraciones nobles; él sólo puede moldear el carácter según la semejanza divina. Acérquense a él en oración ferviente y él llenará vuestro corazón de propósitos elevados y santos, y de profundos y fervientes anhelos de pureza y claridad de pensamiento.–OE 105.

Estudio de la Biblia

Es un pecado, para los que intentan enseñar la Palabra, descuidar el estudio de la Biblia.–Los predicadores que quieran trabajar eficazmente para la salvación de las almas deben ser a la vez estudiantes de la Biblia y hombres de oración. Es un pecado para los que intentan enseñar la Palabra a otros, descuidar su estudio. ¿No son acaso poderosas las verdades que ellos presentan? Deben entonces presentarlas hábilmente. Sus ideas deben ser presentadas con claridad y fuerza. Entre todos los hombres que viven sobre la faz de la Tierra, los que proclaman el mensaje para este tiempo deben ser los que mejor comprendan la Biblia y quienes conozcan cabalmente las evidencias de su fe. El que no posea el conocimiento de la Palabra de vida no tiene derecho a intentar instruir a otros en el camino al Cielo.–OE 262.
Los ministros jóvenes deben estudiar las Escrituras por sí mismos.–Invito a los jóvenes que están entrando a la Obra como ministros a que presten atención a lo que escuchan. Tengan cuidado en cómo se oponen a las verdades preciosas de las cuales tienen tan poco conocimiento. Escudriñen las Escrituras por ustedes mismos. Tienen un muy limitado conocimiento de ustedes mismos. Conozcan por ustedes mismos cuál es la Verdad. No tomen las palabras de cualquier hombre, los prejuicios de cualquier hombre, los argumentos ni teorías de cualquier hombre. Esto ha sido hecho por ministros en perjuicio de su experiencia, y los ha dejado novicios, cuando deberían ser sabios en cuanto a las Escrituras y el poder de Dios. Tomen sus Biblias, humíllense, lloren, ayunen y oren ante el Señor, como lo hizo Natanael, buscando conocer la verdad. El ojo divino de Jesús vio a Natanael orando, y contestó su oración.–EGW 88 141.
La verdad bíblica no experimentada en el alma del ministro es rechazada por los oyentes como un error.–Tenemos un ministerio diminuto y defectuoso. A menos que Cristo more en los hombres que predican la verdad, ellos rebajarán las normas morales y cristianas en dondequiera que sean tolerados. Se les da un ejemplo: Cristo. “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena obra” [2 Tim. 3:16, NVI]. En la Biblia tenemos el consejo infalible de Dios. Sus enseñanzas, ejecutadas en forma práctica, capacitarán al hombre para cualquier puesto de responsabilidad. Es la voz de Dios hablando cada día al alma. Con cuánto cuidado debe el joven estudiar la Palabra de Dios y atesorar sus sentimientos en el corazón, para que sus preceptos gobiernen completamente la conducta. Nuestros ministros jóvenes, y los que han estado predicando por algún tiempo, muestran una marcada deficiencia en la comprensión de las Escrituras. La obra del Espíritu Santo es iluminar el entendimiento oscuro, derretir el corazón de piedra, egoísta, subyugar al transgresor rebelde y salvarlo de las influencias corruptoras del mundo. La oración de Cristo por sus discípulos fue: “Santifícalos con la verdad: tu palabra es la verdad” [Juan 17:17, VM]. La espada del Espíritu, la cual es la Palabra de Dios, penetra el corazón del pecador y lo hace pedazos [cf. Heb. 4:12]. Cuando la teoría de la verdad es repetida sin sentir su sagrada influencia en el alma del que habla, no tiene fuerza sobre los oyentes sino que es rechazada como un error, siendo el orador responsable por la pérdida de esas almas.–T 4:441.

Oración

Grandes resultados acompañan la labor de los ministros que oran.–Sea presto en la oración. Usted es sabor de vida para vida, o de muerte para muerte. Usted ocupa un puesto tremendamente responsable. Yo lo insto a redimir el tiempo. Acérquese a Dios en súplica, y será como un árbol plantado junto a arroyos de agua, cuyas hojas están siempre verdes y cuyo fruto aparece a su tiempo. Ministros de Cristo, necesitan poder divino, el cual Dios está dispuesto a conceder sin límite, cuando se lo pidan. Solamente vayan a Dios y acepten su Palabra, y permitan que sus obras sean sostenidas por una fe viva en sus promesas. Dios no exige de ustedes oraciones elocuentes y razonamientos lógicos; sino sólo un corazón humilde y contrito, deseoso y listo para aprender de él. El ministro que ora, que tiene una fe viva, manifestará obras correspondientes y grandes resultados acompañarán su trabajo, a pesar de los obstáculos combinados de la Tierra y el infierno.–RH, 8 de agosto de 1878.
Ningún trabajo para la iglesia debe tomar precedencia sobre la comunión con Dios.–En nuestra obra no hay nada más necesario que los resultados prácticos de la comunión con Dios. Debemos demostrar por nuestra vida diaria que tenemos paz y reposo en el Salvador. Su paz, abrigada en el corazón, resplandecerá en el rostro. Dará a la voz una fuerza persuasiva. La comunión con Dios ennoblecerá el carácter y la vida. Los hombres sabrán que hemos estado con Jesús, así como lo supieron de los primeros discípulos. Esto impartirá al obrero un poder que ninguna otra cosa le podría dar. Y no debe permitir que se lo prive de este poder. La comunión con Dios a través de la oración y el estudio de su Palabra no debe ser descuidado, pues aquí está la fuente de su fuerza. Ningún trabajo para la iglesia debe tomar precedencia ante la comunión con Dios.–OE 526, 527.
Las oraciones de los ministros no son escuchadas si se aferran a la iniquidad.–Dios nos ha escogido del mundo para que seamos un pueblo peculiar y santo. Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Los obreros de Dios deben ser hombres de oración, diligentes estudiantes de las Escrituras, que tengan hambre y sed de justicia, con el fin de que sean una luz y fortaleza para otros. Nuestro Dios es un Dios celoso; y requiere que le adoremos en espíritu y en verdad, en la hermosura de su santidad. El salmista dice: “Si yo en mi corazón hubiera visto iniquidad, el Señor no me habría escuchado” [Sal. 66:18, BJ]. Como obreros, debemos prestar atención a nuestros caminos. Si el salmista no podía ser oído si en su corazón hubiese mirado a la iniquidad, ¿cómo pueden ser oídas las oraciones de los ministros hoy mientras conservan la iniquidad? Hay peligros a los cuales estamos continuamente expuestos. Es el plan estudiado de Satanás hacer que los obreros sean débiles en la oración, débiles en poder y débiles en su influencia ante el mundo debido a sus defectos de carácter; defectos que en ninguna forma armonizan con la verdad.–RH, 10 de noviembre de 1885.
Las dudas destruyen el ministerio.–Algunos no tienden naturalmente a la devoción, y por lo tanto debieran fomentar y cultivar el hábito de examinar detalladamente su propia vida y motivos, y debieran fomentar de un modo especial el amor por los ejercicios religiosos y la oración secreta. Frecuentemente se los escucha hablar de dudas y descreimiento, y se espacian en las tremendas luchas que han tenido que librar con sentimientos ateos. Se detienen en las influencias desalentadoras que afectan de tal modo su fe, esperanza y valor en relación con la verdad y el éxito final de la obra y la causa a la que están entregados, que la duda se transforma en una virtud especial. A veces parece que realmente se complacieran en insistir en la posición del infiel y fortalecer su descreimiento con cada caso que puedan encontrar como excusa de sus tinieblas. A los tales les diría: Sería mejor que bajaran y dejaran los muros de Sión hasta que lleguen a ser hombres convertidos y buenos cristianos. Antes que tomen la responsabilidad de ser ministros, Dios requiere que se separen del amor por este mundo. La recompensa de los que continúan en esta posición dudosa será la que reciban los temerosos e incrédulos.–TI 2:455, 456.
Cristo unió la oración con el trabajo.–Cuando el pastor está sobrecargado de trabajo, con frecuencia tiene su tiempo tan ocupado que a duras penas encuentra la ocasión de examinarse a sí mismo para ver si está en la fe. Tiene poquísimo tiempo para meditar y orar. Cristo unió en su ministerio la oración con el trabajo. Dedicó noches enteras a la oración. Los ministros deben buscar a Dios para recibir su Espíritu Santo, con el fin de presentar correctamente la verdad.–Ev 71.

Meditación

Casi todos descuidan examinar su propia vida.–Me fue mostrado que muchos corren el gran peligro d...

Índice

  1. Tapa
  2. Clave de abreviaturas
  3. Aclaraciones
  4. Prefacio
  5. Sección I: Crecimiento y trabajo
  6. Sección II: Relaciones del pastor
  7. Sección III: Evangelismo y crecimiento de la iglesia
  8. Sección IV: Entrenamiento de laicos
  9. Sección V: Adoración y servicios especiales
  10. Sección VI: Cuidado y solicitud pastoral
  11. Sección VII: Organización y administración