Comentario al Nuevo Testamento Vol. 5
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Comentario al Nuevo Testamento Vol. 5

Juan I

  1. 320 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Comentario al Nuevo Testamento Vol. 5

Juan I

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Información del libro

William Barclay fue pastor de la Iglesia de Escocia y profesor de N.T. en la Universidad de Glasgow. Es conocido y apreciado internacionalmente como maestro en el arte de la exposición bíblica. Entre sus más de sesenta obras la que ha alcanzado mayor difusión y reconocimiento en muchos países y lenguas es, sin duda, el Comentario al Nuevo Testamento, que presentamos en esta nueva edición española actualizada. Los 17 volúmenes que componen este comentario han sido libro de texto obligado para los estudiantes de la mayoría de seminarios en numerosos países durante años.

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Información

Año
2012
ISBN
9788482677217
PRESENTACIÓN
El estar dedicado este comentario al libro del Nuevo Testamento que es el gran favorito de la mayoría, nos hace más exigentes; pero William Barclay, una vez más, cumple y supera ampliamente todas nuestras expectaciones.
Con la claridad y la naturalidad a que nos tiene acostumbrados, aquí también bucea en las profundidades de los sentidos ocultos bajo la superficie, y se remonta, como sobre alas de águila, para describirnos panoramas alucinantes que no se pueden vislumbrar con la vista de la razón a secas. Nos introduce en escenas y escenarios: el pradillo herboso cerca de Betsaida Julias en el que se ha reunido una expectante, cansada y hambrienta muchedumbre; el Atrio de los Gentiles del templo de Jerusalén, con su tráfago mercantil que dificulta el recogimiento de sinceros buscadores de Dios; el Huerto de Get­semaní, a la luz de la luna llena de la Pascua, repentinamente invadido por todo un cuerpo de ejército que busca a un Carpintero; la orilla del Mar de Galilea al amanecer, en la que el Resucitado espera, con el desayuno dispuesto en el fuego, el retorno de unos pescadores agotados después de una noche de infructuoso faenar... Y nos presenta a personajes que no pueden parecernos más vivos ni más reales: Andrés, que llevaba a Jesús a todos los que podía; la marginada Samaritana, liberada para enfrentarse consigo misma y con la vida; Pedro, impetuoso y seguro de sí mismo, que sufre un fracaso y lo supera, y tantos otros que comparten con nosotros sus luchas, y su supremo descubrimiento.
Al lado de personajes notables de la historia universal o de la de la Iglesia aparecen figuras insignificantes para los historiadores, que nos transmiten ejemplos conmovedores, como el chico o el mecánico que dieron su vida en la guerra para comunicar un mensaje o restablecer una comunicación; o la niña del suburbio que se preguntaba si le molestaría a Dios que cogiera algunas de Sus margaritas; o los niños gitanos visitando reverentes una catedral inglesa; o los escolares escoceses que echaban de menos a Jesús un día de tormenta... O historias tan conmovedoras como la de la pareja enamorada de O’Henry, o la del jefe amerindio y el misionero.
Desarrolla magistralmente los grandes temas joaninos, como: La Palabra, en sus trasfondos hebreo y griego; el nuevo nacimiento; la relación entre el amor y la obediencia; la unidad de la Iglesia; la oración en el nombre de Jesús, y la persona y la obra del Espíritu Santo. Presta la debida atención a los títulos de Jesucristo tan característicos del Evangelio de Juan: El Buen Pastor; el Cordero de Dios; la Luz del mundo; el Camino, la Verdad y la Vida, etc., etc.; y a la enseñanza acerca de la deidad, preexistencia y omnisciencia de Cristo, así como de Su humanidad: Su majestad, autoridad, honestidad, simpatía, independencia, intrepidez, etc.
Nos aclara circunstancias históricas y costumbristas como la enemistad secular entre judíos y samaritanos; el sentido y el ritual de las fiestas judías; la gran hazaña de ingeniería del túnel de Siloé; la importancia de los pastores en la historia de Israel; el carácter del agua en la antigüedad; cómo se celebraban las bodas, y cómo se organizaban los duelos, etc., etc.
No faltan toques de humor, como la semblanza de «los fariseos acardenalados» de la Misná, o de «los ministros funerarios» de Spurgeon. Explica frases como «entrar y salir», «el canto del gallo», «estar en el seno de alguien»; y otras más misteriosas, como «Yo dije: ¡Sois dioses!»; y nos ilumina detalles pictóricos que se nos podrían pasar desapercibidos, como que los panecillos del chico eran de cebada; y saca deducciones que hacen comprender mejor los hechos, como la colocación de los comensales en la Última Cena.
«Detrás de este evangelio —escribe Barclay al final de la Introducción— está toda la iglesia de Éfeso, toda la comunión de los santos, el último de los apóstoles, el Espíritu Santo y el mismo Cristo Resucitado.»
Alberto Araujo
INTRODUCCIÓN AL EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN
EL EVANGELIO DE LA MIRADA DE ÁGUILA
Para muchos cristianos, El Evangelio según san Juan es el libro más precioso del Nuevo Testamento. Es el libro en el que, por encima de todo, alimentan sus mentes, edifican sus cora­zones y descansan sus almas. A menudo encontramos en las vidrieras de colores y sitios así a los evangelistas repre­sentados simbólicamente con las figuras de los cuatro seres vivientes que vio el autor del Apocalipsis alrededor del trono de Dios (Apocalipsis 4:7). Los símbolos se distribuyen de diversas maneras entre los evangelistas; pero lo más corriente es asig­nar el hombre a Marcos, porque es el más sencillo y natural y humano de los evangelios; el león representa a Mateo, porque es el que vio a Jesús específicamente como el Mesías y el León de la tribu de Judá; el becerro corresponde a Lucas, porque es el animal del servicio y del sacrificio, y Lucas vio a Jesús como el gran Siervo de los hombres y el Sacrificio universal por toda la humanidad, y el águila representa a Juan, porque es el único animal que puede mirar directamente al Sol sin deslumbrarse, y Juan tiene la mirada más penetrante de todos los autores del Nuevo Testamento para escrutar las verdades y los misterios eternos y la misma naturaleza de Dios. Muchos se encuentran más cerca de Dios y de Jesucristo en Juan que en ningún otro libro del mundo.
EL EVANGELIO QUE ES DIFERENTE
Pero no tenemos más que leer el Cuarto Evangelio de corrido para darnos cuenta de que es distinto de los otros tres. Omite muchas cosas que los otros incluyen. Por ejemplo: no nos relata el nacimiento de Jesús, ni el bautismo, ni las ten­taciones; no hace referencia a la Última Cena, ni a Getsemaní, ni a la Ascensión. No nos dice ni una palabra de la curación de personas que estuvieran poseídas por demonios o espíritus malos. Y, probablemente lo más sorprendente: no contiene ninguna de las parábolas que contó Jesús y que son una parte tan preciosa de los otros tres evangelios. En ellos Jesús usa, o bien esas historias maravillosas, o breves frases epigra­má­ticas y gráficas que se quedan en la memoria. Pero el Cuarto Evangelio nos conserva discursos de Jesús que ocupan a veces capítulos enteros, y que son exposiciones razonadas y desa­rro­lladas, muy diferentes de los dichos jugosos e inolvidables de los otros tres evangelios.
Todavía más sorprendente es que el relato que nos hace el Cuarto Evangelio de los hechos de la vida y el ministerio de Jesús es a menudo distinto del de los otros tres.
(i) Juan hace un relato distinto del principio del ministerio de Jesús. En los otros tres evangelios se deja bien claro que Jesús no surgió como predicador hasta después que metieron a Juan el Bautista en la cárcel. «Después que Juan fue en­carcelado, Jesús vino a Galilea predicando el Evangelio del Reino de Dios» (Marcos 1:14; Lucas 3:18ss; Mateo 4:12). Pero en Juan hay un período considerable de tiempo durante el cual el ministerio de Jesús coincide con la actividad de Juan el Bautista (Juan 3:22-30, 4:1-2).
(ii) Juan presenta un escenario distinto del ministerio de Jesús. En los otros tres evangelios, el principal escenario del ministerio es Galilea, y Jesús no llega a Jerusalén hasta la última semana de Su vida. En Juan el principal escenario es Jerusalén y Judea, con ciertas retiradas ocasionales a Galilea (Juan 2:1-13; 4:35—5:1; 6:1—7:14). En Juan, Jesús está en Jerusalén en una Pascua, que es cuando purifica el templo según Juan (2:13); está en Jerusalén otra vez en una fiesta de la que no se nos da el nombre (Juan 7:2, 10); está allí en la Fiesta de la Dedicación, en invierno (Juan 10:22). Más aún, según el Cuarto Evangelio Jesús ya no se marchó de Jerusalén desde aquella fiesta; desde el capítulo 10 se queda en Jerusalén todo el tiempo, que puede querer decir meses, desde la Fiesta de la Dedicación en invierno hasta la Pascua en la primavera, cuando Le crucificaron.
En esta cuestión lo más probable es que Juan esté en lo cierto. Los otros evangelios nos presentan a Jesús ha­cien­do duelo por Jerusalén cuando llega a ella la última semana: «Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que Dios te envía, ¡cuántas veces he querido reunir tus hijos como junta sus pollitos la gallina debajo de sus alas! Pero no quisiste...» (Mateo 23:37=Lucas 13:34). Está claro que Jesús no podría haber dicho eso si no hubiera hecho repetidas visitas a Jerusalén y le hubiera dirigido Su invitación repetidas veces. Era imposible que dijera eso en Su primera visita. En esto no cabe duda de que Juan está en lo cierto.
De hecho, fue esta diferencia de escenario lo que le sugirió a Eusebio una de las primeras explicaciones de las diferencias entre el Cuarto y los otros tres evangelios. Dijo que en su tiempo (hacia el 300 d.C.) muchos investigadores mantenían la siguiente opinión. Mateo predicó al principio al pueblo hebreo. Llegó el momento en que tuvo que marcharse para ir a otras naciones. Antes de irse escribió su relato de la vida de Jesús en hebreo, «y así compensó por la falta de su presencia a los que tuvo que dejar.» Después que Marcos y Lucas publicaron sus evangelios, Juan seguía predicando oralmente la historia de Jesús. «Por último se puso a escribir por la si­guiente razón: los tres evangelios ya mencionados estaban en las manos de todos y en las suyas también, y dicen que él los aceptaba totalmente y daba testimonio de su fiabilidad; pero faltaba en ellos el relato de lo que Jesús había hecho al principio de Su ministerio... Así es que dicen que Juan, cuando le pidieron que lo hiciera por esta razón, puso en su evangelio el relato del período que habían omitido los evangelistas anteriores, y de los hechos del Salvador durante ese tiempo; es decir, de lo que hizo antes de que metieran en la cárcel a Juan el Bautista... Por tanto Juan refiere los hechos de Jesús de antes de que el Bautista fuera encarcelado; pero los otros tres evangelistas tratan de lo que sucedió después de ese tiempo... El Evangelio según Juan contiene los primeros hechos de Cristo, mientras que los otros hacen un relato de la última parte de Su vida» (Eusebio, Historia Eclesiástica 5:24).
Así que, según Eusebio, no hay la menor contradicción entre el Cuarto Evangelio y los otros tres; las diferencias se deben al hecho de que el Cuarto Evangelio está describiendo, por lo menos en los primeros capítulos, el ministerio en Jeru­salén que precedió al ministerio de Galilea, y que tuvo lugar cuando Juan el Bautista...

Índice

  1. Portada
  2. Portada interior
  3. Créditos
  4. Índice
  5. Presentación
  6. La oscurida hostil (1:5)
  7. Hijos de Dios (1:12-13)
  8. El Cordero de Dios (1:29-31)
  9. La nueva euforia (2:1-11)
  10. Nacer de nuevo (3:1-6) (conclusión)
  11. Derribando barreras (4:1-9)
  12. El alimento más nutritivo (4:31-34)
  13. La impotencia humana y el poder de Cristo (5:1-9)
  14. Aceptación quiere decir vida (5:24)
  15. Los panes y los peces (6:1-13)
  16. El pan de la vida (6:35-40)
  17. Veredictos sobre Jesús (7:10-13) (conclusión)