EL SISTEMA SOLAR
¿Cuántas veces hemos visto el ejemplo que supuestamente probaría la teoría del espacio-tiempo de Einstein?, ¿ese en el que se extiende una tela que simbolizaría al espacio, se pone una esfera de mucho peso simulando al Sol en el medio para que la tela se hunda, posteriormente se arroja una de menor peso de manera que esta gira alrededor formando elipses y luego se pregona que así se comportan los planetas alrededor del Sol? Ellos no consideran lo que sucede después, cuando la esfera de menor tamaño tras algunos giros termina cayendo y chocando con la esfera de mayor peso que se encuentra en el centro. De acuerdo a este razonamiento, ¿cómo se explica además que nuestra Luna se aleja 3 centímetros al año de la Tierra?, ¿no debería acercarse por la supuesta deformación del espacio-tiempo?
De tener estos objetos la influencia que le otorga la fuerza de la gravedad planetaria, esta atraería supuestamente con mayor fuerza a los objetos de mayor masa y con menor fuerza a los de menor masa. Si esta lógica se diera en el sistema solar, los planetas de mayor masa estarían más cerca del sol y los planetas de menor masa estarían alejados del Sol pero esto no es así; de igual modo ocurriría con el orden de las lunas de Júpiter, Saturno, Urano o Neptuno, las cuales se ubicarían de mayor a menor, pero esto no sucede.
Se dice que la Tierra tiene un campo magnético que proviene del núcleo de hierro que está en su interior sumado al efecto dinamo que le da la rotación del planeta, pero no consideramos que el hierro, por efecto del calor en el interior de nuestro planeta, se sublima al estado gaseoso e incluso se transforma al estado plasma. Existe, pues, en el fondo de nuestro planeta, según nuestra teoría, un núcleo compuesto de plasma de alta densidad que perciben nuestros instrumentos como algo sólido.
Obviamente no podemos aceptar la idea de un núcleo de hierro para explicar el campo magnético del Sol, dado que, como todos sabemos, cuando se presentan elementos pesados como el hierro en la fusión nuclear que hay en el interior de una estrella, esta se destruye. Entonces, ¿por qué el Sol y Júpiter tienen un poderoso campo magnético si no tienen un núcleo de hierro como el que atribuimos a nuestro planeta?
En el caso de nuestro sistema solar, según nuestra teoría, cuando la chispa electrostática «rompió» el espacio, creó un APDE que atrajo los átomos de hidrógeno, haciéndolos colisionar y provocando asimismo la fusión nuclear que creó al Sol. Como ya lo hemos mostrado en el capítulo anterior, con esta explosión envió al espacio inmensas esferas de plasma a diferentes distancias del Sol, estas se aglomeraron en formas esféricas de diversos tamaños que al enfriarse formaron los planetas y sus satélites.
De acuerdo a nuestra teoría, todos los planetas nacieron del Sol y fueron esferas de plasma que se siguen enfriando, de tal manera que los planetas sólidos y algunas de las lunas o satélites que poseen algunos planetas del sistema solar, dado su pequeño tamaño, han experimentado un paso más acelerado al estado sólido, mientras que planetas de mayor tamaño, como Júpiter o Saturno, apenas han pasado del estado plasma al estado gaseoso.
El núcleo de los planetas del sistema solar es plasma denso «vivo», esta es la misteriosa fuente de calor que está en el centro de los planetas; cuando una de sus capas externas pasa a estado líquido, es denominado magma y es expulsado por los diversos volcanes activos del sistema solar.
De esta colosal explosión inicial que formó al Sol también salieron atomizados, como es de esperar, billones de fragmentos de menor tamaño que viajaron muy lejos y se condensaron en una nube esférica de «pequeños» fragmentos de plasma que, después de enfriarse por millones de años, se solidificaron transformándose en asteroides, cometas, etc., que forman la nube de Oort.
Como prueba adicional de este desarrollo de la materia en el espacio está la datación de los meteoritos que han llegado a nuestro planeta y que en algún momento formaron parte de este evento. La edad de estos fragmentos ha sido datada en 4500 millones de años, si tenemos en cuenta que su enfriamiento pudo haber sido de 70 millones de años para alcanzar el estado sólido de la materia, coincidiría con la edad del Sol, que se estima en 4570 millones de años, o la de la Tierra, que se estima en 4550 millones de años, pero en el caso de nuestro planeta debemos tener en cuenta el movimiento de las capas tectónicas, que reciclan la corteza terrestre, pues unas capas se hunden bajo las otras, deshaciendo en el magma la roca para salir reciclada quizás algún día en una erupción volcánica. Esto demuestra que el Sol y los planetas se crearon en el mismo suceso, lo que confirma nuestra teoría, correspondiendo la diferencia en tiempo de estos eventos al tiempo estimado en que se demoró el plasma en enfriarse o solidificarse.
Existen en el cosmos, según nuestra teoría, ocho etapas, fases o planetas que se dan en el transcurso de millones de años:
1. Planeta de plasma: Es la etapa inicial de todo planeta cuando por acción de la estrella que lo creó salió disparado al espacio y adquirió una forma esférica que gira de acuerdo a los campos electromagnéticos propios y de su estrella progenitora. Se percibe inicialmente como una pequeña estrella y probablemente es la explicación a muchos de los sistemas de estrellas múltiples.
2. Planeta gaseoso con corazón de plasma: Entonces el planeta, dependiendo de su tamaño, antigüedad y distancia con su estrella progenitora, enfría inicialmente su capa externa, que alcanza el estado gaseoso, pero su centro contiene aún plasma, cuyos electrones, protones y neutrones están ionizados, lo que sumado a la elevada rotación del planeta genera el rozamiento entre los dos estados de la materia y provoca una gran intensidad del campo magnético, como ejemplo en nuestro sistema solar esta Júpiter, que posee 4,28 gauss, cuyo campo supera incluso al del Sol (2 gauss). Quizás el calor existente en el Sol debilita su influencia magnética.
3. Planeta gaseoso: Por efecto del enfriamiento el volumen del planeta disminuye, al igual que la esfera en el corazón de plasma al pasar al estado gaseoso, como sucede en Saturno, el cual posee un disminuido campo magnético (Ver siguiente imagen).
Imagen 15. Representamos en diversas tonalidades de color, los diversos estados de la materia que presentan los planetas en el universo.
4. Planeta líquido con corazón de gas: El planeta gaseoso al enfriarse convierte su superficie externa al estado líquido, que puede presentar incluso su superficie externa visible en una capa de hielo sobre la cual comenzará a actuar de manera especial la denominada gravedad. A este tipo de planeta podrían pertenecer probablemente Urano o Neptuno.
5. Planeta líquido: El planeta eleva considerablemente su temperatura interior de magma, derritiendo la capa superficial de hielo y generando una atmosfera, como ocurre en Venus, que de no tener esas densas nubes lo veríamos como una esfera de «fuego». Sin embargo, la superficie de Venus está pasando del estado líquido al sólido.
6. Planeta sólido con corazón de magma: El enfriamiento paulatino del magma hace que la cáscara o superficie del planeta se solidifique, como sucede en nuestro planeta con la corteza terrestre. Sin embargo, el núcleo del planeta está lleno de magma, «plasma líquido», y dependiendo del grosor de esta capa externa puede llegar el planeta a disminuir su campo electromagnético. No se descarta que una capa superficial de gases forme una atmosfera, igual que en Marte, Venus, la Tierra o Plutón.
7. Planeta sólido: Es el punto final de todo planeta y asteroide, del exterior al interior se solidifica en su totalidad, incrementando su masa y siendo el planeta entonces un macroasteroide de roca y metal. No se descarta que su superficie exterior, de acuerdo al lugar que transite en el cosmos, pueda llegar a acumular una capa de hielo o conservar una fría atmosfera superficial. Este planeta puede ser desintegrado por el choque con otro de iguales características, con un enorme cometa o un inmenso asteroide en el ángulo adecuado, formándose así una nube de...