Juan Vázquez de Coronado

Conquistador y fundador de Costa Rica

Carlos Meléndez

• Editorial: Editorial Costa Rica
• Año: 2016
• ISBN:
  9789930519585
• Categoría: History
• Categoría: Latin American & Caribbean History

En el campo de la historiografía costarricense y centroamericana, Carlos Meléndez Chaverri se consolidó como investigador riguroso y gran conocedor de nuestro pasado, también como autor prolífico de libros y artículos en los que se evidencia su vocación de difundir entre la gente común el conocimiento histórico. La obra Juan Vázquez de Coronado. Conquistador y fundador de Costa Rica resultó premiada en el concurso patrocinado por el Instituto Costarricense de Cultura Hispánica y, a raíz de su primera edición en 1966, recibió el Premio Aquileo J. Echeverría en Historia, correspondiente a ese año.

Capítulo cuarto

El pensamiento político
de Vázquez de Coronado

Creemos que pocas personas, en Costa Rica, han proyectado su pensamiento y acción hacia el futuro en forma tan destacada como lo hizo Juan Vázquez de Coronado. Este, más que Juan de Cavallón, puede ser calificado como el verdadero estructurador de nuestra nacionalidad, el auténtico Padre de la institucionalidad costarricense.

Por eso estimamos de importancia adentrarnos a conocer su pensamiento político a través de su obra en Costa Rica. ¿En qué consistió su aporte real y efectivo? ¿Hasta dónde tenemos razón para llamarle auténtico fundador de nuestro país? Eso es lo que nos proponemos desarrollar en el presente capítulo, analizando los aspectos que hemos considerado fundamentales para el esclarecimiento de su ideario y tomando como base lo que la documentación histórica nos brinda.

Procuraremos, sobre todo, extraer de la acción del conquistador los fundamentos teóricos de su praxis. Sabido es que en las empresas de conquista, el impulso teórico hubo de ser refrenado por los requerimientos prácticos; las necesidades de enfrentarse a un medio en cierta forma hostil determinaron el imperativo de una acción que obedecía al pensamiento claro y preciso de quien la realizaba.

La conquista americana tuvo un hondo contenido ideológico y la de Costa Rica, por tanto, no estuvo ausente de tales fines. Es más, la nuestra se realiza después de un fuerte vendaval ideológico en el que se había ya discutido a fondo sobre la gran cuestión del derecho natural. Teólogos y juristas de la época habían polemizado abundantemente y sin duda influido sobre la política colonizadora de España, hasta contribuir a darle una dimensión distinta, obra en mucho de espíritus como el de fray Bartolomé de las Casas.[126] Fruto de estas inquietudes fueron las llamadas Leyes Nuevas, que como verdadero monumento del “New Deal” hispánico se erigen en 1542. Estas y las nuevas reglamentaciones que vienen en 1556 son el mejor testimonio de la nueva mentalidad colonizadora.

1. Concepto misional de su empresa

Es indudable que después de casi ocho siglos de luchas contra los musulmanes, los españoles, impregnados del ideal de la religión, se sintieron providencialmente escogidos para defender el cristianismo ante la amenaza de los herejes, o para extenderlo hacia nuevos horizontes. La proeza de la conquista americana contribuyó más fuertemente a arraigar ese ideario en que “prevalecen universalidad, espiritualidad, tradición y autoridad y fe en las obras”.[127]

España se entrega, pues, a la causa del catolicismo y el Estado asume la responsabilidad de su expansión, pensando firmemente en la idea de la unidad religiosa como fundamento de la unidad política.

Este ideal misional dominó la vida española durante largos siglos y sus grandes empresas y aventuras no pueden explicarse sin este condimento de la espiritualidad del peninsular.[128]

La autodeterminación individual, el gusto por la acción directa, resultados de la experiencia española adquirida en la Reconquista, fueron factores que también facilitaron la empresa americana. Unidos sus antepasados, y ahora ellos mismos, en la conquista, en comunes aventuras y peligros, en mutuos intereses y sentimientos, fácilmente pudieron contribuir a la realización de las grandes tareas a las que tuvieron que enfrentarse.

Así, para comprender la realidad espiritual que animaba a Vázquez de Coronado, es preciso que busquemos los hilos de su palabra y acción, para poder llegar hasta su propio pensamiento. Un episodio de la conquista de Costa Rica nos lleva a vislumbrar un poco ese ideario que buscamos. Llega nuestro Capitán a Cartago en abril de 1564, a librar a sus compañeros de armas del asedio a que los indígenas los tenían sometidos. El hecho era sorpresivo, ya que era tierra que habían dejado tiempo atrás en paz. Los que le habían brindado amistad, lo reciben con lanzas; algunos de sus compañeros habían perecido en manos de los naturales; los vecinos de la ciudad desmayan y piensan que lo mejor es abandonar la tierra. Tal es el ánimo que impera en esos momentos.

Antes de llegar a Cartago, quienes lo acompañaban dudaron entre seguir adelante y encarar la realidad, que se sospechaba sería la muerte de los pobladores de la ciudad, o desistir de la empresa. Es entonces cuando Vázquez de Coronado les recuerda a sus compañeros de armas que no deben ceder, por el servicio que están prestando a Dios y a Su Majestad el Rey con tales sacrificios. Al proseguir su discurso, les dice que no olviden que son

“(…) españoles y hijos de nobles padres, que mostrasen su virtud en el acto que la muerte de los sobredichos [soldados] representaba, e que no desmayasen, pues de la nación Española era propio acometer hechos que excediese a todo género de grandeza”.[129]

¿Cómo era posible que ellos, siendo como eran españoles, hijos de nobles que habían adquirido sus blasones luchando reciamente por Dios y por el Rey, iban a desanimarse ante tales dificultades que podían poner de manifiesto que eran indignos de sus antepasados? ¿España, tierra de valientes y de hombres que por tanto no sabían lo que era ceder ni un ápice en cualquier empeño, por más grande que este pareciera, iba a retroceder ahora ante el embate de un grupo de indios del valle del Guarco? No, dice el capitán; avanzaremos y demostraremos que no somos nosotros hijos indignos de tales padres.

Con ello pudieron llegar a la ciudad y liberarla del asedio en que se hallaba.

Así como el jefe debe compartir todas las alegrías y los sinsabores de sus subalternos, en la misma oportunidad y para que entendiesen que él quería ser el primero en los trabajos y necesidades, les pidió que escogieran dentro de ellos a dos personas de su entera confianza para

“(…) que con sus poderes fuesen a las provincias de Nicaragua e Guatemala, que no solamente vendiessen sus bienes y haziendas, joyas y adereces de su mujer, pero aun si fuese necesario, sus hijos empeñasen”.[130]

También les expresó que estaba seguro de que tan pronto llegase a oídos de la Audiencia la situación en que se hallaban, aquella, que hasta el momento no había proveído cosa alguna en favor de los conquistadores de Costa Rica, lo haría de inmediato, sabiendo y conociendo las necesidades por las que pasaban.

Esta glosa que hemos hecho a la alocución de Vázquez de Coronado a sus compañeros refleja vivamente los afanes e ideales del grupo conquistador, “enfatizándolos” en algunos aspectos para que sean mejor comprendidos. Ponen sin duda muy en alto las nobles y edificantes miras del capitán de conquista.

Hay otro episodio, cronológicamente anterior y semejante en cierta forma al primero, que nos reafirma algunas de las ideas expresadas: cuando se hallaba Vázquez de Coronado en camino de iniciar su expedición a la mar del Norte, la gente de Antonio Pereira que debía esperarle en Turucaca, despobló la ciudad que había fundado y se movilizó con el propósito de desamparar la tierra porque se hallaban pobres y sentían que su sacrificio era en vano. Una vez llegado el Alcalde mayor, a todos juntos habló para destacar la importancia de la empresa, que no desmayasen, y

“(…) con amorosas palabras rogó, poniéndoles por delante el servicio de Su Magestad, que se animasen a pasar delante con sus servicios, que estaba presto de les socorrer y amparar e ayudar de lo que necesidad tienen, para hacer la dicha jornada, cuyo ruego y presencia fue tan importante que los dichos soldados le ofrescieron sus ánimos nuevamente al servicio de Su Magestad, protestando seguirle hasta consumar la obra”.[131]

Queda aquí clara la idea de que la empresa que se realizaba no iba en perjuicio o beneficio del capitán conquistador, sino del Rey y su imperio y consecuentemente de la fe, porque el sometimiento de los naturales debía ser la etapa inicial de la obra evangelizadora.

Es, pues, en el momento de la adversidad, de la auténtica angustia que se vive en ciertas etapas de la conquista, cuando se refleja en forma brillante el temple humano del futuro Adelantado de Costa Rica, y la ética, llamémosla auténticamente hispánica, de su conducta.

Pensamos que al reconstruir estos episodios del pasado histórico de nuestro país, no resulta vana la reflexión sobre la manera de ser de Vázquez de Coronado, en quien la tenacidad y el valor están sobre la ambición y los intereses personales. Existe en él una ardiente sujeción a los principios fundamentales de su España heroica, que le llevan a un querer construir más que a un deseo de acomodarse sobre algo que ha sido dado o adquirido sin esfuerzo.

Es en este querer afirmarse en el que los españoles se nos muestran fieles a su nacionalidad y creadores de una modalidad enteramente nueva en nuestro medio, que necesariamente devendría en la formación de la nacionalidad costarricense.

2. Idea de unidad territorial

Como se...

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