El ejemplo de la columna Durruti
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El ejemplo de la columna Durruti

De milicianos libertarios a soldados del ejército popular de la República

  1. 224 páginas
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El ejemplo de la columna Durruti

De milicianos libertarios a soldados del ejército popular de la República

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Durante la guerra civil española, de entre las unidades de milicias que se crearon, de forma más o menos espontánea, para combatir la sublevación militar de julio de 1936, la de mayor proyección internacional fue sin duda la columna Durruti. Una formación mayoritariamente anarquista que salió de Barcelona el 24 de julio de 1936 con intención de recuperar Zaragoza para la República. Su carismático jefe era Buenaventura Durruti (quien daría nombre asimismo a un batallón anarquista vasco), un activo luchador y destacado dirigente libertario. Junto a ella se formaron otras de distinto signo ideológico que combatieron en diversos frentes, hasta que el gobierno de la República, cada vez más presionado por los comunistas, creo un Ejército Popular militarizado en el que tuvieron que integrarse dichas milicias. De esta forma, la columna Durruti, acabó siendo la 26 división, y así continuó luchando hasta finalizar la contienda. Esta es su historia, basada de variadas fuentes que va desde memorias de combatientes hasta documentación original procedente de archivos.

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Información

Año
2017
ISBN
9788416809769
Categoría
Historia

EL EJEMPLO DE LA COLUMNA DURRUTI

DE MILICIANOS LIBERTARIOS A SOLDADOS
DEL EJÉRCITO POPULAR DE LA REPÚBLICA

Eladio Romero García







PRESENTACIÓN


El 24 de julio de 1936 partió de Barcelona un número indeterminado de hombres y mujeres (acaso unos dos mil) con la intención de conquistar Zaragoza, una ciudad de la que llegaban alarmantes noticias sobre la represión que los militares rebeldes estaban llevando a cabo contra sus camaradas de la Confederación Nacional del Trabajo (la CNT). Muchos de los integrantes en aquella legión de impulsivos libertarios también habían combatido en las calles barcelonesas durante los días 19 y 20, derrotando a los militares que asimismo se habían rebelado en la capital catalana contra el gobierno del Frente Popular.
La columna que iba a penetrar por tierras aragonesas estaba dirigida por Buenaventura Durruti, el incansable luchador anarquista empeñado en llegar hasta la capital del Ebro e implantar la revolución libertaria allí por donde pasara. De ahí que la unidad que dirigía se conociera de inmediato con el nombre de columna Durruti. Una unidad de milicianos voluntarios que, junto con el Quinto Regimiento comunista creado por aquellas mismas fechas en Madrid, se convertiría en la agrupación de estas características más famosa de toda la guerra civil.
Sin embargo, pronto se produjo el primer aviso de que no todo iba a resultar fácil. El día 28, en los alrededores del pueblo zaragozano de Pina de Ebro una parte de la columna sufrió un ataque aéreo que produjo la desbandada. La guerra que llegaba del cielo atemorizó a numerosos milicianos, que abandonaron la columna para regresar a Barcelona. El avance hacia Zaragoza se frenó, y lo que en principio debía ser una marcha triunfal acabó convirtiéndose en un fracaso militar.
Pero la guerra continuó. Más columnas catalanas se unieron a la de Durruti para combatir en el frente aragonés, a la vez que se intentaba imponer la utopía libertaria colectivista en los pueblos ocupados. A veces, con sangre. Un programa revolucionario que llamó la atención de numerosos extranjeros, que llegaron a Aragón con la intención de contar lo que estaba sucediendo o incluso para unirse a la columna.
Este libro trata de las vicisitudes de aquellos miles de combatientes anarquistas que combatieron toda la guerra, murieron o tuvieron que exiliarse tras la derrota final. Lucharon en Aragón, en Madrid, en Cataluña… El gobierno de la república les obligó a militarizarse y convertirse en una unidad denominada 26 división del Ejército Popular, aunque parece ser que nunca se perdió del todo el inicial espíritu libertario que les había unido. Cuando eso sucedió, allá por mayo de 1937, Durruti llevaba ya seis meses muerto. Había caído desplomado en Madrid por una bala sobre la que todavía hoy desconocemos de qué arma surgió.
Conocemos el final de esta historia: la amarga derrota de 1939 en tierras catalanas, después de una rápida retirada, casi una desbandada, por tierras aragonesas en marzo del año anterior. La mayoría de los combatientes pasaron a Francia, donde fueron tratados como individuos extremamente peligrosos y encerrados en campos de internamiento. Algunos tuvieron luego la fortuna de llegar a Hispanoamérica, aunque su mayor parte vivió la ocupación alemana e incluso la muerte en el campo de exterminio austriaco de Mauthausen-Gusen.
Los que sobrevivieron contaron muchas cosas, que sirven de base a este libro, donde por primera vez se aborda de forma completa y exhaustiva la historia de la columna Durruti y de su heredera la 26 división, de sus protagonistas y de sus vivencias. Para su elaboración se han utilizado todo tipo de fuentes, desde memorias a recuerdos, artículos de prensa, documentos originales obtenidos en archivos, fotografías e incluso reportajes cinematográficos. No cabe duda de que la columna alcanzó en su momento una enorme resonancia mediática, en muchas ocasiones polémica, tanto en España como en el extranjero, sobre todo debido al conocidísimo apellido del hombre que en un principio la dirigió. Gracias a ello, a todas esas manifestaciones informativas conservadas, hemos podido redactar este trabajo.



CAPÍTULO 1. EL REVOLUCIONARIO DURRUTI


Los comienzos
El protagonista de este libro no es Buenaventura Durruti Dumange, sino el conjunto de milicianos y soldados que formaron parte, durante la guerra civil, de la columna que llevó su nombre, luego transformada en la denominada 26 división del Ejército Popular de la República.
Sin embargo, no hay duda de que el alma que dirigió dicha columna, hasta su muerte el 20 de noviembre de 1936 en Madrid, fue Durruti, un hombre que hizo de sus ideales libertarios la guía que dirigió prácticamente toda su vida, hasta el extremo de convertirse en uno de los revolucionarios más afamados tanto en Europa como en Sudamérica entre 1917 y 1936. Después de su fallecimiento, su figura se convertiría además en un mito, exaltado por sus correligionarios y a la vez denostado por sus múltiples enemigos, tanto de un bando como de otro. De ahí que, antes de pasar a narrar lo acontecido en la columna que llevó su apellido, ofrezcamos algunas pinceladas de su peculiar trayectoria revolucionaria.
Durruti nació el 14 de julio de 1896 en León, segundo de los ocho hijos de Santiago Durruti y Anastasia Domínguez. Influido por un maestro de taller socialista llamado Melchor Martínez y por su propio padre, seguidor de esa misma ideología, en abril de 1913 se afilió a la Unión de Metalúrgicos del sindicato UGT (la Unión General de Trabajadores, de filiación socialista). Cabe señalar que desde tres años atrás trabajaba como aprendiz en el taller del citado Martínez.
Empleado aquel año en la compañía minera Anglo-Hispana como montador de lavaderos de carbón en Matallana de Torío, a unos 30 kilómetros al norte de León, no tardó en verse involucrado en un conflicto provocado por los mineros, que exigían la destitución de uno de los ingenieros por su actitud claramente contraria a sus intereses. Los mineros, con el apoyo de Durruti y los demás mecánicos, consiguieron que el ingeniero fuera despedido. Sin embargo, al regresar Durruti a León, se encontró con la noticia de que la Guardia Civil había empezado a interesarse por él.
En 1914, el padre de Durruti le consigue un nuevo trabajo como mecánico ajustador en la Compañía de Ferrocarriles del Norte, empresa en la que su progenitor trabajó hasta caer enfermo. En Asturias se encontraba Durruti cuando, en 1917, estalló la gran huelga revolucionaria promovida por la UGT y secundada por el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo (en adelante, la CNT). Buenaventura desplegó durante la huelga una gran actividad, contribuyendo a la quema de locomotoras y al levantamiento del tendido de las vías, lo que significó su expulsión de la UGT, poco proclive a este tipo de acciones, y, obviamente, el despido de la compañía. Junto con un amigo leonés llamado Antonio Rodríguez (cuyo verdadero nombre era Gregorio Martínez Gazán), apodado El Toto, se dirigió en primer lugar hacia Gijón, donde contactó con la CNT, y, posteriormente huyó a Francia, ya que además de por saboteador era buscado por desertor. Había comenzado su vida como activista revolucionario perseguido por las autoridades.
El 1 de enero de 1919 Durruti cruzó clandestinamente la frontera y se dirigió de nuevo a Asturias, donde debería realizar una misión encomendada por la CNT. Una vez cumplida la misión, parece ser que estuvo en La Robla, a 25 kilómetros al norte de León, implicado en un grave conflicto laboral, dirigiéndose poco después a Valladolid, donde permaneció unos tres meses. Más tarde, y cuando se encaminaba hacia Galicia con el fin de participar en diversas acciones, fue detenido por la Guardia Civil y enviado a La Coruña. Allí le identificaron como desertor y le trasladaron a San Sebastián, siendo sometido a consejo de guerra y encarcelado. Sin embargo,...

Índice

  1. Portada
  2. SINOPSIS
  3. PRESENTACIÓN
  4. AUTOR
  5. LEGAL