Radiografía de bolsillo del independentismo catalán
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Radiografía de bolsillo del independentismo catalán

Las razones que mueven a los independentistas hacia los extremos

  1. 105 páginas
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Radiografía de bolsillo del independentismo catalán

Las razones que mueven a los independentistas hacia los extremos

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En Cataluña la gente está cambiando, se lee enRadiografía de bolsillo del independentismo catalán. Formas de ser o de comportarse que fueron habituales están sufriendo una sorprendente mutación: se extiende un andaringrávido, la mirada oblicua y esa insólita práctica de oír con una solo oreja.El objeto de este libro es analizar con brevedad y con argumentos sencillos las razones que mueven a los independentistas extremos. ¿Cuáles son las causas primeras de la aversión profunda de muestran hacia los demás españoles?¿Cuál es la razón real por la que quieren separarse? ¿Qué intenso impulso los lleva a situarse fuera de la ley, de su propio Estatut y Constitución? ¿Cuáles son las razones históricas del permanente agravio que parecen soportar?Y, por otra parte: ¿es el independentismo un movimiento de izquierdas? ¿De dónde obtienen las sumas de dinero, al parecer inagotable, con las que costean tantas y tan diversas actividades? Y ¿cómo se puede salir de este laberinto?

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Información

II
Recorriendo pasadizos
Pero veamos ya los flashes que nos ha preparado nuestro radiólogo de cabecera, el conspicuo Doctor Torracollons. La mentalidad del independentista extremo —tal vez un 20 por ciento de la población catalana— muestra algunos rasgos característicos. A veces estos rasgos son aplicables a los catalanes en general, y en ese caso procuraré advertirlo. El orden de exposición no significa nada. Pueden ser tan indicativas las primeras placas radiográficas como las últimas, y algunos huesos aparecen repetidos porque son vistos desde ángulos distintos.
1. VISCERALIDAD. A la pregunta ¿por qué quieres separarte? muchos independentistas contestan: es un sentimiento. Esta es la respuesta más ambigua, pero también la más expresiva. Se trata de algo visceral, que se resiste a ser explicado con palabras. No sienten, estos catalanes, empatía hacia ciertas formas de ser o de pensar castellanas o andaluzas, con las que suele identificarse lo español. Aquí se mezclan cuestiones que se refieren a la manera de ver el mundo con otras aparentemente menores, como las de mera estética. Hay que reconocer que, por ejemplo, muchas cadenas de televisión españolas emiten programas de una estética estridente que marca diferencias con la televisión catalana. La imagen que transmiten esos programas es la de un país algo asilvestrado, con el que muchos catalanes no se identifican. Decía el historiador catalán Joan B. Culla en un artículo escrito en 2013: Contra los reiterados epítetos de «fenicios», «semitas» o, directamente, «judíos», era más perspicaz don Miguel de Unamuno cuando, hace un siglo, apostrofaba a los catalanes: «Levantinos, os pierde la estética». Pese a tantos tópicos y chistes sobre los catalanes y la pela, los agravios que una gran parte de nuestra sociedad ha ido acumulando con respecto al sistema de poder español son, en su mayoría, de carácter simbólico, o moral, o —dicho a la manera de Unamuno— estético; no se sitúan en el terreno del dinero, sino en los ámbitos del reconocimiento, del respeto, de la dignidad. Aquí se muestra con claridad esa sensación de humillación y el consiguiente resentimiento de los que hemos hablado. Estas quejas en las que aparece una vez tras otra la palabra agravio se repiten en multitud de voces del separatismo. Hoy algunos medios parecen dispuestos a vengar esa humillación, y dedican buena parte de su tiempo a resaltar rasgos vulgares de lo español, los exageran y los presentan como si fueran patrimonio de todos los que hablan castellano. La idea que se trata de transmitir es simple: ellos son zafios y atrasados, nosotros somos cultos y civilizados. Mejores, vaya. Esta propaganda, que se difunde a diario, es una lluvia pertinaz que acaba calando entre la población con la idea de engrosar, poco a poco, las filas separatistas (ampliar la base, le llaman). Pocas veces, en esas emisoras, se habla o se entrevista a artistas o intelectuales prominentes de habla castellana. Su presencia se dosifica lo justo para poder decir que no se les veta. Otro detalle a destacar es que estos programas corren a cargo de excelentes profesionales que sin duda perciben honorarios a tono. La calidad profesional es alta, pero la ética dudosa: tanto por su estrategia como por el oscuro origen de su costeo: todo indica que desde el caso Banca Catalana se previó que el procés iba a generar muchos gastos, y la recaudación del tres per cent durante décadas acumuló cantidades mil millonarias que reposan en algún sitio. Este dinero procede, en último término, de los bolsillos de todos los catalanes —separatistas o no— y sirve para financiar actividades encaminadas al gran objetivo.
2. XENOFOBIA. Esta es una característica muy común entre separatistas extremos. Ellos lo niegan, pero me limitaré a un caso significativo y que elimina cualquier duda: las declaraciones de dos presidents de la Generalitat —Pujol, hablando de los andaluces y Torra hablando de los españoles. Ambas son conocidas, han quedado escritas, y cualquiera puede consultar los textos originales[1]. Pero, me dirán ustedes, ¡esta xenofobia es solo achacable a dos personas y además esas palabras las dijeron hace tiempo! Cierto; pero el hecho notable no es ese, sino este otro: durante todo este tiempo no he visto ni oído a un solo separatista que reprochara a estos dos mandatarios haber escrito esas palabras, o que les exigiera una rectificación o, lo que hubiera sido del todo pertinente, una inmediata dimisión de sus cargos. Esto es lo de verdad significativo. Sus votantes no se lo reprochan y la razón es clara: comparten sin rechistar esa xenofobia, similar a la que exhiben los partidos de extrema derecha en Francia o en Italia. Hoy muchos separatistas solo usan la palabra charnego en privado. En público la evitan porque les avergüenza que siga vigente y, curiosamente, suelen aplicar ese calificativo a las personas de extracción social baja. Esta xenofobia se ve impulsada a diario, de forma taimada, por algunos medios y pone en evidencia el resentimiento de cuyos orígenes hemos hablado. Pero sembrar vientos es cosa fácil y sabemos cómo acaba. Es cierto que existe una catalanofobia igualmente estúpida desde los ultra del otro lado. Ambos se realimentan, y esto dificulta la solución. ¿No sería más útil aplicarse a conocer y divulgar las virtudes ajenas?
3. FABULACIÓN. El movimiento nacional-secesionista tiene muchos puntos en común con los populismos europeos. Le gusta fabricar una épica y, como aquellos, se ha definido a sí mismo con eslóganes fabuladores. Tal vez el principal es el dret a decidir. La consigna es ingeniosa (¿quién va a discutir una cosa así?, se dijeron), pero solo sirve para creyentes, porque tiene dos puntos débiles muy visibles. El primero es que la frase no está acabada: decidir ¿quién y qué? La respuesta, que se escamotea a sabiendas, se da por entendida: dret del poble de Catalunya a decidir la independencia. Hoy la consigna ha derivado hacia dret d’autodeterminació. Pero, como es sabido, no existe tal derecho: ni en la Constitución española ni en la de ningún país europeo. Ni siquiera se contempla que una región celebre un referéndum para votar sobre la secesión. Pero los separatistas se han adjudicado ese derecho dando muestras de una prepotencia que casa mal con la democracia. En una manifestación separatista celebrada en Madrid en mayo de 2019 las consignas eran: la autodeterminación no es delito, seguida de democracia es decidir. Ambas afirmaciones son falsas, como bien sabe cualquier colegial que tenga nociones básicas de lo que significa la palabra democracia: la autodeterminación es delito, y la democracia es muchas más cosas que emitir un voto: por ejemplo, respetar las normas acordadas. Algunos toman a Escocia como ejemplo. Pero es un caso muy diferente y lo saben: primero, porque Escocia era ya independiente antes de unirse y, segundo, porque en el Reino Unido no existe una Constitución. En Alemania, una similar pretensión bávara fue despachada por la presidenta con cinco palabras, nuestra Constitución no lo permite, y nadie osó replicar. Pero los separatistas —defendella y no enmendalla con castizo empeño— sostienen que ellos sí disfrutan ese derecho. El segundo punto flaco es que se arrogan la representación del poble de Catalunya cuando apenas suman la mitad. Desprecian a la otra mitad. Solo ellos son el poble de Catalunya. Duele decirlo, pero esto recuerda otros tiempos (España, una). Y usan otra fabulación sorprendente: el eslogan esto va de democracia. Hablan de democracia, pero los partidos separatistas son los únicos que no han tenido reparo en transgredir su regla básica, la Constitución. Otra consigna repetida es: tenim el mandat democràtic i claríssim del poble de Catalunya per anar a la independència. Son palabras textuales que reiteran una y otra vez, como un mantra, en los medios afines. El día 28 de enero de 2016, fue entrevistada la señora Marta Rovira, a la sazón secretaria general de Esquerra Republicana de Catalunya. La entrevista duró 22 minutos y Rovira repitió esa consigna, palabra por palabra, 20 veces. Hablaba de mandato clarísimo cuando en votos se había dado casi un empate, el resultado menos claro.
4. COMEDIA. Parecen, los separatistas, disfrutar de una tendencia a componer la realidad a su manera; y esta realidad figurada viene a menudo acompañada de una representación escénica. Así ocurrió en el Parlament el 27 de octubre de 2017 con la proclamación de la República de Catalunya. Votaron, la aprobaron, y cantaron Els Segadors con ojos húmedos. Poco importaba que la mitad del hemiciclo estuviera vacío; poco importaba la aprobación, pocos días antes (6 y 7 de septiembre) de leyes contrarias a la Constitución y a su propio Estatut. Acto seguido la proclama fue anulada; pero daba igual, con la representación era suficiente y se abrazaron emocionados. Era ya de noche. Se suponía que la ciudad sería una fiesta bulliciosa. Pero no. En silencio y cabizbajos, se recogieron. La función había terminado. Las calles, y hasta la plaza Sant Jaume, aparecían desiertas mientras...

Índice

  1. Portada
  2. Titulo
  3. De lo breve
  4. I. A las puertas del laberinto
  5. II. Recorriendo pasadizos
  6. III. Buscando la salida
  7. Notas