Cultura, educación y hermenéutica
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Cultura, educación y hermenéutica

Entramados conceptuales y teóricos

Mauricio Beuchot Puente, Claudia Pontón Ramos, Mauricio Beuchot Puente, Claudia Pontón Ramos

  1. 110 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Cultura, educación y hermenéutica

Entramados conceptuales y teóricos

Mauricio Beuchot Puente, Claudia Pontón Ramos, Mauricio Beuchot Puente, Claudia Pontón Ramos

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Información del libro

El presente libro colectivo vincula educación y hermenéutica - la disciplina de la interpretación de la escritura, la oralidad (la conversación) y la acción significativa. En el aula concurren todos los aspectos del hombre, racionales y emocionales, conscientes e inconscientes, y para contemplar todo ese universo es menester la interpretación. Asimismo, la educación tiene que ver con la cultura, pues educar es introducir al individuo a la cultura o introducir ésta al individuo. Así, las múltiples relaciones que se producen en el aula, entre el maestro y los alumnos, son un texto por descifrar. Por eso es fundamental poseer de manera clara el ideal de cultura y la imagen de hombre que se busca plasmar en la acción educativa. La hermenéutica enfocada a la educación permite comprender el paradigma educativo y entender las virtudes humanas que hacen posible su realización.

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Información

Año
2014
ISBN
9786078348480
EN LOS MÁRGENES DE LA HERMENÉUTICA.
CUIDADO DE SÍ, SUJETO, VERDAD Y EDUCACIÓN
Marco Antonio Jiménez
Si se define la espiritualidad como la forma de prácticas que postulan que tal como es el sujeto no es capaz de verdad, pero que ésta tal como es, es capaz de transfigurarlo y salvarlo, diremos que la edad moderna de las relaciones entre sujeto y verdad comienza el día en que postulamos que tal como es el sujeto es capaz de verdad, pero que ésta tal como es, no es capaz de salvarlo.
Michel Foucault
EN LOS MÁRGENES DE LA HERMENÉUTICA
Si consideramos que el lenguaje no dice exactamente lo que dice,1 y que, al contrario de cuanto el lenguaje expresa, no tiene que ver necesariamente con lo que dice, inmediatamente nos formulamos la siguiente pregunta: ¿Y qué es lo que el lenguaje expresa? Podríamos contestar que su constante incapacidad para decir. Dicho de otro modo, la necesidad permanente de hablar, de escribir y pensar son formas del lenguaje que ni se inician ni terminan en él. Cuando el sujeto habla o piensa no está en el lenguaje sino en sus límites. Entonces, ¿cómo es que el sujeto se constituye?
Lo que aquí sostenemos es que la idea del cuidado de sí mismo se localiza en los bordes de la interpretación hermenéutica, es decir, no necesariamente se trata de un modo de comprensión del sujeto que lo conduzca a través de un régimen de analogías infinito, un sistema de espejos dentro de un plan preconcebido para su realización o, en su defecto, en el reconocimiento de algo más que una exterioridad constitutiva del sujeto de carácter metafísico. Suponer, como Foucault lo hace para el Renacimiento, que todo depende de una episteme analógica en donde el hombre se sitúa en el mundo a partir de una constelación eterna de semejanzas y diferencias que lo constituyen significa que, por un lado, todo depende de un orden del discurso o, por otra parte, que existe un modo de eludir o de adecuarse a dicho orden mediante una estrategia metafísica divina.
Más bien, parece ser que se trata de algo que se localiza en los márgenes internos y externos del debate hermenéutico, cuestión que remite a criterios unívocos de cierto logicismo unitarista y que por supuesto también nos dirige a un relativismo donde el exceso de las diferencias conduce a lo mismo. En tal sentido, si la verdad y con ello el sujeto son universales o particulares no estaremos descubriendo el hilo negro de la discusión, aunque si planteamos que la constitución de la subjetividad en esta época transita del gobierno de unos sobre otros a una condición del gobierno de sí mismo como gobierno de los otros, la reflexión que desde Foucault pretendemos nos ofrece una mirada creativa para esta modernidad. No se trata de traer una experiencia de forma mecánica de otros lugares, de otros tiempos y para otros pueblos a la insignificancia que recorre nuestra época contemporánea.
Podríamos intentar fijar un punto en el debate hermenéutico cuando se trasladó la discusión del llamado estructuralismo al pos-estructuralismo, por lo menos ahora no hemos oído hablar de una posición poshermenéutica, quizás porque la idea “pos” ya está incluida en la cuestión hermenéutica que probablemente algunos miraron en la deconstrucción. La propuesta hermenéutica que permite interpretar el cuidado de sí mismo parece más bien trazar el camino hacia una fenomenología, entendida ésta como una forma distinta de imaginar nuestras relaciones en el mundo. No se trata de que toda hermenéutica reconozca una fenomenología crítica que le permita imaginar y por lo tanto instituir sociedades de manera diversa y azarosa, aunque siempre creativa. Hay hermenéuticas que se reconocen dentro de cierta legalidad, pues todos sabemos que si bien en cuanto a la exégesis de un texto es este mismo el que nos impone los límites para su propia interpretación, aunque en un exceso de falta de cordura alguien pudiera interpretar, en extremo, El extranjero como si se tratara de El principito. Sólo quizás a un estructuralista le estaría permitido localizar en los mitemas la lógica universal que pudiera significar de modo equivalente a dichos textos.2
Una lectura hermenéutica que intenta situarse en los confines del pensamiento arriesga su mirada más allá de ciertas fórmulas y busca tensar la experiencia del conocimiento que se constituye en una reflexión analítico-explicativa, que por lo regular suele ofrecer las certezas de la lógica, o en un infinito relacionalismo que tan sólo en apariencia, en esta época, muestra la diferencia. No basta con sentar a la historia en el banquillo de los acusados para interrogarla por medio de un cuestionario ni tampoco observarla con un cuaderno de campo; es decir, la insuficiencia de la investigación busca responder a sus preguntas de modo tautológico, cuando de antemano se sabe la respuesta, o por otra parte está el particularismo individualista y psicológico que con métodos etnográficos muestra series infinitas de aparentes diferencias.
Dicho lo anterior nos planteamos las siguientes interrogantes: ¿Cómo y para qué se constituye la subjetividad en esta modernidad? Si partimos de la idea de que el sujeto se encuentra constituido por un haz de significaciones que lo sobredeterminan bajo la ley de distintos órdenes discursivos, o si pensamos que es en la relación con otros sujetos u objetos donde el hombre aparece a la mirada, siempre dominado o sometido por otros, o incluso si consideramos que el arte de interpretar la subjetividad debe restringirse o partir de una sola experiencia social y particular de la que se desprenden todas las demás, entonces estaremos devolviendo no sólo a la hermenéutica sino al pensamiento un conjunto de representaciones de las diversas manifestaciones de la conciencia; es decir, nos conformaríamos, de nueva cuenta, con depositar la mirada en aquel espejo que siempre nos responderá lo que queremos oír. Ante un mundo de similitudes, analogías, emulaciones, conveniencias y simpatías garantizadas por un plan divino o un progreso científico o un método hermenéutico, un horizonte perfectamente clasificado, matemáticamente ordenado y con un origen preciso, y frente a la reducción de la crítica a un solo movimiento en donde la libertad del hombre es entendida como autonomía de la razón, no queda sino friccionar las categorías del pensamiento heredado para recoger las esquirlas arrojadas por dicho roce.
Por lo que una hermenéutica del cuidado de sí no podría tirar por la borda todo lo anterior, aunque sí está obligada a arriesgar una propia condición e identidad. ¿Cómo se constituye el sujeto? Con relación a sí mismo, con relación a los otros y a la verdad. Hoy sabemos que el cuerpo no sólo como sexualidad es constitutivo del hombre, y también sabemos que los cuerpos por sí solos no se pueden ocupar de los otros cuerpos. ¿Para qué se constituye el sujeto? También ahora se reconoce que no sólo se constituye para expiar una culpa ni tampoco para la contemplación de la máxima verdad o simplemente para su mayor placer y felicidad.
Una hermenéutica del cuidado de sí busca averiguar cómo el gobierno de sí mismo se integra a una práctica de gobierno de los otros, no porque se niegue la existencia de órdenes discursivos, de genealogías o deseos particulares que en su condición de palabra, régimen institucional, apetitos corporales sometan e intenten dominar al hombre... De modo alguno pretendemos desconocer estas condiciones que, por llamarlas de algún modo, son funcionales o estructurales a la naturaleza del hombre. Una hermenéutica en los márgenes del pensamiento no renuncia a la pretensión conjuntista- identitaria3 propia del hacer y pensar de lo humano; sin embargo, no se detiene, no se paraliza ante esa circunstancia e intenta reconocer el carácter autopoiético en las significaciones que la sociedad suele imaginar para recrearse a sí misma en lo particular y en lo universal. En tal sentido y como dice Castoriadis, una sociedad existe en cuanto los hombres que la constituyen son capaces de imaginar que dicha sociedad existe. Como es reconocible el acto de imaginar no se reduce a la proyección de una imagen de algo ni tampoco a una peculiar fantasía, sino a la capacidad del pensamiento como permanente autoalteración y creación del mundo.
CUIDADO DE SÍ, SUJETO Y VERDAD
No debiera parecer extraño que las últimas reflexiones de Foucault estuvieran centradas en la relación entre cuerpo y alma... sin duda, su genealogía cristiano-católica se hizo presente en sus cursos sobre hermenéutica del sujeto. De ahí a que él haga hermenéutica o a que, más bien, se interese por el modo en que ciertos sujetos se interpretan a sí mismos es otra cosa, asunto que por supuesto precisa de cierta reflexión. No deja de ser un tanto paradójico abordar la cuestión de la subjetividad y la verdad con relación al tema del cuidado de sí mismo y luego intentar referirla al campo de la educación. Efectivamente, resulta extraño puesto que las cuestiones de la verdad, la subjetividad y sobre todo la educación son remitidas constantemente al conocimiento, ya sea del mundo, de los otros o de uno mismo como un asunto exclusivo de la conciencia.
“Conócete a ti mismo” es la máxima con la que desde Delfos se ha guiado la filosofía y otras formas de saber sobre lo humano. Es la fórmula que, por excelencia, vincula la relación entre sujeto y verdad. Gnothi seauton, que en modo alguno se refiere a una introspección psicológica o a una especie de autoconocimiento de alguna esencia, o a nuestra salvífica relación con Dios y mucho menos a ciertas condiciones racionales de lo que somos. En suma, no se trata de un precepto moral que nos sitúa frente al bien o el mal, o que permita conocer, a ciencia cierta, mi ser en el mundo.
Conocer, tener conciencia de uno mismo, en el mundo antiguo, tiene que ver con un conjunto de reglas, de rituales relacionados con el propio acto de consultar al oráculo. Ya Foucault en sus últimos cursos impartidos entre el 6 de enero y el 24 de marzo de 1982, recogidos en el libro, Hermenéutica del sujeto, identifica tres preceptos del saber preguntar: El meden agan que significa nada con exceso, que en absoluto habla de lo que hoy entendemos por comportamiento ético o de mesura en el consumo de ciertos productos. El segundo precepto es el de las eggue, y se refiere a las cauciones, es decir, que cuando se consulta a los dioses habremos de tener precaución de no comprometernos con aquello que no podamos cumplir. Y en tercer lugar, el gnothi seauton, el cual implica que se deben examinar bien las preguntas que se quieren hacer, cuántas y cómo interrogar a los dioses. En suma, se trata de prudencia en lo que se pide, en lo que se espera de los dioses, de precaución en los compromisos que se establecen con ellos, y de recordar que quien interroga a los dioses es un mortal y que por lo tanto deberá reconocer sus fuerzas y sus límites.
Todo lo anterior nos hace pensar que el precepto délfico de “Conócete a ti mismo” se vincula con la idea de cuidado de sí mismo y no con una inquietud psíquica o moral como hoy se lo interpreta y mucho menos con la primacía de la conciencia sobre la experiencia. Es decir, se habla de una práctica que, quizás, se pudiera reducir al arte de saber preguntar, muy en consonancia con otra experiencia, la del cuidado de sí.
Veamos, brevemente, siguiendo con Foucault, qué significaba esta noción de epimeleia heautou, del cuidado de sí mismo:
  1. Se trata de ...

Índice

  1. 1ª de forros
  2. Portadillas
  3. Índice
  4. PRÓLOGO
  5. INTRODUCCIÓN
  6. FILOSOFÍA DEL HOMBRE Y EDUCACIÓN
  7. MAURICIO BEUCHOT, HERMENÉUTICA ANALÓGICA Y EDUCACIÓN
  8. HERMENÉUTICA: FORMACIÓN Y EDUCACIÓN
  9. EN LOS MÁRGENES DE LA HERMENÉUTICA. CUIDADO DE SÍ, SUJETO, VERDAD Y EDUCACIÓN
  10. HERMENÉUTICA, METÁFORA Y CONVERSACIÓN
  11. EL PENSAMIENTO DE HABERMAS: UNA LECTURA DESDE LA HERMENÉUTICA EPISTEMOLÓGICA HACIA LO EDUCATIVO COMO OBJETO DE CONOCIMIENTO
  12. CRÍTICA SIN CONDICIÓN
  13. Sobre los coordinadores
  14. 4ª de forros
Estilos de citas para Cultura, educación y hermenéutica

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[author missing]. (2014). Cultura, educación y hermenéutica ([edition unavailable]). Bonilla Artigas Editores. Retrieved from https://www.perlego.com/book/1871965/cultura-educacin-y-hermenutica-entramados-conceptuales-y-tericos-pdf (Original work published 2014)

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[author missing]. (2014) 2014. Cultura, Educación y Hermenéutica. [Edition unavailable]. Bonilla Artigas Editores. https://www.perlego.com/book/1871965/cultura-educacin-y-hermenutica-entramados-conceptuales-y-tericos-pdf.

Harvard Citation

[author missing] (2014) Cultura, educación y hermenéutica. [edition unavailable]. Bonilla Artigas Editores. Available at: https://www.perlego.com/book/1871965/cultura-educacin-y-hermenutica-entramados-conceptuales-y-tericos-pdf (Accessed: 15 October 2022).

MLA 7 Citation

[author missing]. Cultura, Educación y Hermenéutica. [edition unavailable]. Bonilla Artigas Editores, 2014. Web. 15 Oct. 2022.