Viaje por Rusia
eBook - ePub

Viaje por Rusia

  1. 136 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

En el invierno de 1858, Théophile Gautier, "el poeta impecable, el perfecto mago de las letras francesas y maestro y amigo" de Charles Baudelaire, se desprende de la "nostalgia azur" que siente por el Mediterráneo y se lanza al "vértigo del Norte", a la gran Rusia.En pleno invierno, habiendo superado ya el trayecto que cruza Alemania, Gautier enlaza San Petersburgo con Moscú, dando lugar a las primeras muestras de la irresistible belleza de sus descripciones. Su visión pictórica -colorista y plástica- alcanza desde las extensas llanuras colmadas de nieve hasta la tregua que representan los salones de las estaciones de tren, con sus amplias cristaleras y plantas tropicales, puntos de encuentro en los que confluyen milagrosamente las distintas Rusias que conforman el imperio. Y así llegamos a Moscú, y así sentimos nosotros, los lectores, la fascinación y el desafío descriptivo que supuso para Gautier recorrer sus plazas y sus catedrales, y ante todo, el Kremlin.La historia nos cuenta que Gautier no pudo o no supo adaptarse de nuevo a París. La llamada del "vértigo del Norte" le devuelve a Rusia en verano, y si antes la recorrió en ferrocarril, ahora es el río Volga quien le acompaña en su periplo. Si antes el murmullo del diablo del viaje le incitaba a visitar el Kremlin, ahora le guía hacia Nizhni-Nóvgorod, ciudad que albergaba en esos tiempos una importante feria que reunía toda clase de razas y dialectos; persas, siberianos, tártaros de Manchuria, armenios, a la espera de los chinos.

Preguntas frecuentes

Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
Sí, puedes acceder a Viaje por Rusia de Théophile Gautier, Sonia Mansberger en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Personal Development y Travel. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
Laertes
Año
2012
ISBN
9788475848761
Edición
1
Categoría
Travel

VIAJE POR RUSIA

Théophile Gautier
Prefacio de Roberto Mansberger
Traducción de Sonia Mansberger
logo%20laertes%20bo

Prefacio

En Théophile Gautier (Tarbes, 1811-París, 1872) podemos seguir el itinerario de las letras francesas (y, en gran parte, de las europeas) desde el Romanticismo exaltado de 1830 hasta el impecable Parnasianismo de 1866. Desde la Joven Europa hasta la aparición de «lo moderno». Gautier es la literatura de ese núcleo central del siglo xix que las convulsiones revolucionarias de 1848 dividen en dos mitades: la idealista y la positivista. Él mismo siguió una trayectoria vital y literaria que lo llevaría de la provocación antiburguesa (su famoso chaleco rojo en el tumultuoso estreno el 9 de marzo de 1830 del Hernani de Victor Hugo—, y su resonante prólogo, manifiesto de 1835 contra la «imbécil hipocresía burguesa» —en Mademoiselle de Maupin con declaraciones tales como «todo lo útil es feo») hasta su nombramiento como bibliotecario personal de la princesa Mathilde Bonaparte, hermana de Napoleón III. Lo que no le abandonó nunca fue una vida llena de agobios económicos y de los avatares de una azorosa existencia.
Hijo de un funcionario con destino en Tarbes, la localidad pirenaica cuyos caminos conducen a esa España que tanto le subyugaría, ya a los tres años lo hallamos en París, adonde se traslada su familia. En el instituto tiene como condiscípulo a Gérard de Nerval, el mágico poeta y narrador cuya amistad perduraría hasta la trágica muerte de este en 1855 y comparte con él su gusto por lo fantástico y siniestro a la manera de Hoffmann. Sin embargo, en un principio se había inclinado por la pintura, había sido alumno del pintor Rioult, frecuentado los talleres de los artistas y sentido una extraordinaria devoción por Delacroix, cuya paleta le fascina. Esta devoción no le abandonará nunca y se reflejará en el colorismo de sus escritos y en su teoría de la «transposición del arte».
En 1829 conoce a Victor Hugo, lo que decide su entrega a la poesía, asiste al mencionado estreno de Hernani y forma parte de los cenáculos literarios que florecen a partir de la Revolución de Julio de 1830. Francia vive en pleno Romanticismo. Gautier participa en cuerpo y alma: bohemia, dandysmo, amores, experimentación de «paraísos artificiales» y una gran actividad literaria que ya no le abandonará en lo sucesivo: la poesía, la crítica literaria, la novela, el relato fantástico, el libro de viajes.
La publicación en 1833 de Les Jeunes-France, en que retrata con un humor lleno de graciosa fantasía, el mundo de la bohemia, de la que se aparta (aunque jamás del todo), indica su paulatina ruptura con el Romanticismo puro para aportar a las letras francesas una serie de innovaciones que lo convierten en guía y heraldo de las nuevas estéticas. Refiriéndose a él, años más tarde dirá nuestra Pardo Bazán que «en la plenitud de su talento se erigió en jefe de la escuela cismática del arte». El aludido prólogo a Mademoiselle de Maupin difundió la nueva doctrina de «el arte por el arte», que ya había sido introducida en Francia por Victor Cousin en el campo de la filosofía en la segunda década del siglo xix.
En 1836 Gautier publica La muerte enamorada, relato vampírico, y, al decir de Baudelaire, su obra maestra. En ella anticipa el «satanismo» refinado del Decadentismo Fin-de-Siècle. Además el texto practica ya lo que, más adelante, los Goncourt llamarán «escritura artista», escritura que caracterizará a parnasianos, simbolistas y decadentistas. Es precisamente Gautier con los famosos versos de su breve composición «L’art», que abre su colección de poemas Enaux et Camées, quien en 1852 consagra el parnasianismo. Baudelaire lo sabe y le dedicará sus Flores del mal con las siguientes palabras: «Al poeta impecable, al perfecto mago de las letras francesas, a mi muy querido y muy venerado maestro y amigo Théophile Gautier». Y es Gautier, a su vez, quien en 1868 redactará la extraordinaria «Notice» para la edición póstuma de Las flores del mal, que contiene la bellísima descripción del concepto «decadencia» como época y estilo.
Diez años antes, el innovador escritor, con Le roman de la momie, se adelanta a la aparición de la novela arqueológica, que sustituye en la época positivista a la novela histórica romántica, y cuyo máximo exponente será la Salambó (Salammbô) de Flaubert.
En 1863 su novela burlesca y barroca, Le capitaine Fracasse, obra por la que es más recordado como narrador, nos muestra otra faceta de la multiple creatividad del escritor y finalmente, están sus relatos de viaje, que responden a su obsesión por «reunir algún dinero y partir». Gautier es ciertamente romántico por la predilección por España que había despertado en él la lectura de los Contes d’Espagne, de Alfred de Musset y Les orientales, de Victor Hugo; es clásico por Italia, siguiendo a Goethe y a Stendhal. Pero, sin dejar de ser apasionado, su mirada exacta olvida su yo: «soy un hombre —escribe— para quien existe el mundo exterior» y con una precisión inigualable practica el culto a la realidad pura; así van surgiendo sus espléndidos libros, Viaje por España y Viaje a Italia, sus recuerdos e impresiones de Argelia, de Constantinopla, de Egipto (excursión en parte fallida por los acontecimientos de 1848). La «nostalgia del azur», su pasión por el Mediterráneo lo subyuga. Pero bruscamente siente el «vértigo del Norte», la atracción de lo desconocido y lejano, y en el invierno de 1858 a 1859 emprende viaje a Rusia. Curiosamente en esas mismas fechas también, aunque por razones diferentes, Alejandro Dumas sale para el exótico país. El autor de Los tres mosqueteros lo hace antes y llega hasta el Cáucaso. Coinciden ambos en San Petersburgo y Moscú pero no se encuentran. Darán a la luz sendos relatos paralelos pero bien distintos. Además, Gautier, tras una no fácil readaptación a la vida parisiense, según confiesa, y llevado por un irresistible deseo de volver al país de los zares, regresa a él. Esta segunda vez, en verano. El resultado es un relato en dos partes: «El invierno en Rusia» y «El verano en Rusia», que se agrupan bajo el título de Viaje por Rusia.
El autor califica su libro de esquisses de voyage, es decir «apuntes» o «esbozos» de viaje, poniendo así de manifiesto más que una visión pintoresca, una visión pictórica, colorista, plástica, como no podía ser menos en un primer parnasiano y enamorado de Delacroix. Gautier anota con precisión impecable, por emplear la expresión de Baudelaire, cuanto se presenta a su retina; practica el culto a la realidad pura, lo que dará lugar a nuevos modelos de descripción. En pos de este objetivo está, sin duda, ese constante (y, a veces, desconcertante) uso del «nosotros», que no es el plural de modestia (nada más lejos de él) ni el académico, sino la renuncia al «yo» sentimental y romántico. El Voyage en Russie salió en 1867 en dos tomos publicados por la prestigiosa editorial Charpentier, de París. El primero es un relato que lleva al viajero a través de Alemania (Berlín, Hamburgo, Schleswig y Lübeck) hasta San Petersburgo en pleno invierno, lo que da lugar a brillantes descripciones. El segundo, es el viaje desde la nueva capital imperial a la antigua capital imperial, Moscú. Es aquí donde tomamos el texto para, tras el regreso del poeta a Francia, encontrarlo en su viaje de Tver a Nizhni-Nóvgorod por el Volga. Ahora es «el verano en Rusia». De tal contraste es de donde surge el exótico encanto de estas hermosas páginas.
Roberto Mansberger Amorós
Nota.- Se ha considerado necesario aclarar en nota a pie de página algunas referencias poco comprensibles para el lector español de hoy. (R. M. A.)

I. El invierno en Rusia


Moscú
Apuntes de viaje

Aunque la vida en San Petersburgo resultaba agradable, nos espoleaba el deseo de ver la verdadera capital rusa, la gran ciudad moscovita, empresa que el ferrocarril hacía fácil.
Estábamos lo bastante aclimatados como para no temer un viaje a veinte grados bajo cero. Habiéndose presentado la ocasión de ir a Moscú en agradable compañía, nos dispusimos afrontar su blanco manto de hielo y nos endosamos la típica ropa de invierno: pelliza de visón, gorro de piel de castor, botas forradas que subían por encima de las rodillas. Un trineo se hizo cargo de nuestro equipaje, otro recibió a nuestra persona debidamente empaquetada y pronto estábamos en la inmensa estación a la espera de la salida del tren, la cual estaba señalada a las doce del día; pero los ferrocarriles rusos no alardean como los nuestros de puntualidad cronométrica. Si algún personaje importante debe formar parte del tren, la locomotora modera su impaciencia algunos minutos, un cuarto de hora si hace falta, para que le dé tiempo a llegar. A los viajeros los acompañan familiares y amigos; y la separación, cuando suena la última campanada, no tiene lugar sin antes un montón de apretones de mano, abrazos y palabras tiernas, a menudo entrecortadas por las lágrimas.
Incluso a veces todo el grupo saca billetes, sube al vagón y acompaña al que se va hasta la próxima estación, para volver en el primer convoy.
Nos gusta esta costumbre y la encontramos conmovedora; se quiere disfrutar un poco más del objeto querido y se retrasa lo más posible el doloroso momento de la separación. Un pintor observaría en esta circunstancia, en los rostros de los mujiks, poco agraciados por cierto, expresiones de una simplicidad patética. Madres, mujeres, cuyos hijos o maridos se iban tal vez por mucho tiempo, recordaban con su dolor sencillo y profundo, a las santas mujeres de ojos enrojecidos y labios fruncidos conteniendo el llanto que los artistas de la Edad Media colocaban en los viacrucis. Hemos visto en diversos países no pocos patios de postas, no pocos muelles de embarque, no pocas estaciones de tren, pero en ningún sitio despedidas tan tiernas y tan desoladas como en Rusia.
El acondicionamiento de un tren en un país donde el termómetro desciende en invierno más de una vez hasta los treinta o treinta y dos grados Réaumur por debajo del cero, no puede ser igual al de climas templados. El agua caliente de los manguitos de latón que se emplean en Francia se congelaría enseguida bajo los pies de los viajeros, quienes tendrían por estufillas un bloque de hielo. El aire, colándose a través de los intersticios de las portezuelas y de las ventanillas, introduciría gripes, pleuresías y catarros. Varios vagones soldados juntamente y que se comunican por puertas que se abren y cierran a voluntad del viajero, forman una especie de departamento precedido de una antecámara con water-closet y cuarto de aseo en donde se amontonan los equipajes pequeños; esta antecámara da a una plataforma rodeada por una barandilla, a la que se accede por una escalera, más cómoda, sin duda, que los estribos de ...

Índice

  1. VIAJE POR RUSIA