Dalí esencial
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Dalí esencial

El gran provocador del siglo XX

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Dalí esencial

El gran provocador del siglo XX

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Los años pasan y Dalí se agranda. No sólo por lo que respecta a su periodo más emblemático, el surrealista, que por sí sólo le valdría para figurar en el Olimpo de los pintores, sino por encarnar antes que nadie al artista contemporáneo en sus relaciones con los medios.Su producción artística es un catálogo multidiscipinar (pintura, dibujo, ilustración, escritura, escultura, teatro, happenings, cine, fotografía, joyas, diseño...) y su vida un guión trepidante de Hollywood con Gala de coprotagonista y fructíferos periodos en París, Nueva York o Italia.Sólo el Empordà lo arraiga a sus orígenes, al cual le debe mucha inspiración y al cual ha devuelto un enorme impacto benéfico: su teatro-museo de Figueres, completado con el castillo de Púbol y la casa-museo de Portlligat, figura entre los más visitados en España.

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Información

Año
2019
ISBN
9788416372539
Categoría
Art
Capítulo 1
La creación del personaje
“En el ámbito familiar, los hermanos Dalí eran conocidos también por su mal genio, sus ataques de rabia y por los arrebatos de su temperamento atramuntanat. Por poca cosa podían estallar en gritos enfurecidos, que daban miedo pero que duraban poco”. Lo explica Lali Bas Dalí en el libro Els Dalí. Uns atramuntanats en referencia al médico Rafael Dalí (su abuelo) y al notario Salvador Dalí, su hermano y padre del pintor Salvador Dalí Domènech.
No puede entenderse la personalidad del artista Salvador Dalí sin tener en cuenta sus antecedentes familiares. La desbordante personalidad y el fuerte carácter de su padre contrastaban con la sensibilidad de las mujeres de la familia. Nació en el seno de una familia bien situada económicamente, instalada en Figueres, capital de la dinámica comarca ampurdanesa, y se movía en un entorno a caballo entre la burguesía liberal y la intelectualidad progresista de la ciudad.
El apellido Dalí tiene profundas raíces en Cadaqués, donde llegó en 1817 Pere Dalí, un herrero del pueblo de Llers, cercano a Figueres. Uno de sus hijos, Salvador, se casará con Francisca Viñas, y tendrán dos hijos, siendo el menor Galo Dalí, que nace en 1849 y a quien en los registros municipales se le asigna el oficio de fabricante de tapones. Vivían en la calle del Call, y trabajaba con ellos como cocinera una mujer de Roses llamada Teresa Cusí Marcó, viuda de un pescador con quien había tenido una hija, de nombre Catalina. A Teresa la llamaban L’avellanaire, porque su madre vendía avellanas. Se enamoró de Galo, ocho años menor que ella, y tuvieron tres hijos: Anna, que murió al año, Salvador –padre del pintor– y Rafael.
Por causas no del todo conocidas, la familia se trasladó a Barcelona hacia 1881. Con el dinero ahorrado Galo invirtió en bolsa y las cosas le empezaron a ir mal. En 1886, a los 37 años, se suicidó lanzándose desde un balcón interior de un tercer piso en la rambla Catalunya. Un hecho que fue escondido por la familia hasta el punto de que fue enterrado con oficio religioso. Dos años antes, Catalina Berta, su hijastra, se había casado con el abogado Josep Maria Serraclara y tras este trágico suceso la pareja acogió a Teresa y a los dos hijos pequeños en su casa de Barcelona. Los detalles de esta historia y del suicidio fueron revelados por Ian Gibson en su muy completa biografía La vida desaforada de Salvador Dalí. Gibson plantea que este suicidio inspiró a Narcís Oller para su novela La febre d’or, donde el personaje central es un carpintero convertido en jugador de bolsa que se llama Gil Foix y sufre alucinaciones mentales.
Los Dalí arrastraban unos genes paranoicos, caracterizados por fuertes arranques de intransigencia y cierta dosis de violencia, que llevaron al abuelo Galo al suicidio. También el tío Rafael intentó quitarse la vida al menos dos veces sin éxito. Algo de eso debía temer el propio Dalí cuando afirmaba repetidamente que sin Gala hubiese acabado por enloquecer. Y no parece que la tramontana ampurdanesa fuera precisamente la causa.
El notario republicano federal
Salvador Dalí Cusí (1872-1950) estudió en la facultad de Derecho de Barcelona, donde se hizo gran amigo de Pepito Pichot Gironés, uno de los pocos hermanos de esa saga que no se dedicó a las actividades artísticas. En abril de 1900 logró una plaza vacante de notario que había en Figueres, y en la elección de destino influyó Pepito Pichot, que se había casado ese mismo año con Angeleta Gironès, hermana de su madre, instalado también en la capital ampurdanesa. Salvador Dalí se casó pocos meses después con Felipa Domènech Ferrés (1874-1921), hija de un importador de mercería. Felipa tenía dos hermanos: Anselm, fundador de la Asociación Wagneriana de Barcelona y propietario de la librería Verdaguer, frente al Gran Teatre del Liceu, y Catalina, sombrerera.
El matrimonio Dalí-Domènech tuvo un primer hijo, Salvador, que nació el 12 de octubre de 1901 y falleció a los 21 meses. El 11 de mayo de 1904 vino al mundo otro hijo al que pusieron el mismo nombre: Salvador Dalí Domènech. Y en 1908 lo hará su hermana Anna Maria. Felipa Domènech falleció en Barcelona en 1921 tras una rápida enfermedad, y para evitar habladurías, Salvador Dalí padre se casó con su cuñada Catalina Domènech, que ya vivía en la misma casa. Catalina tenía un carácter aún más débil que su hermana y se mantuvo siempre en un segundo plano, sin entrar en las discusiones familiares ni adquirir ningún protagonismo. Con los dos hijos ejerció más como tía que como madrastra.
El hermano menor del padre era Rafael (1874-1957) y se dedicó a la medicina. Se casó con Conchita Pascual y tuvieron una única hija, Montserrat. Rafael era también un personaje singular, habitual de las tertulias del Ateneu Barcelonès, y se cuenta que le gustaba explicar historias subidas de tono o escatológicas. Se distinguía por su corpulencia, llegó a pesar 130 kilos. Los dos hermanos eran anticlericales. Salvador perteneció a una logia masónica y aun así, para satisfacer a su esposa, hizo bautizar a su hijo Salvador en la iglesia de Sant Pere de Figueres, donde unos años después realizó también la primera comunión.
La testarudez del padre Dalí, demostrada en varios enfrentamientos con el hijo, quedó patente en distintos momentos en los que no tuvo empacho en arriesgar su carrera para defender valores que creía por encima de los intereses personales. Aún en Barcelona, apoyó a su amigo y compañero de estudios Pere Corominas en el proceso de Montjuïc, donde estuvo implicado como supuesto ideólogo en el estallido de una bomba en una procesión del Corpus en Barcelona. En 1909 cuando la sociedad recreativa el Liceo Figuerense, el club más aristocrático de Figueres, decide no admitir al joven médico Luis López Murray por ser hijo de un pastor protestante, el padre Dalí escribe hasta tres artículos en el periódico El Ampurdanés, de talante republicano federal, para defender la libertad religiosa y atacar la intolerancia como una reminiscencia del pasado. Le responderá por dos veces uno de los patricios locales, Carles Fages de Perramón, con un curioso argumento: “Si la cuestión es de religión, los que no tienen no deberían darle voto a ella, pues no les interesa, y dejar que lo resuelvan, según la respectiva conciencia, los que las profesan”.
Su compromiso ciudadano se manifestó en donaciones para distintas causas y en la firma en manifiestos como el que en 1906 formuló en contra del traslado de la colonia penal de África al castillo de Sant Ferran de Figueres. A lo largo de su vida publicó sólo una decena de artículos o cartas en la prensa, la mitad de las cuales en 1906. En “Una opinión sobre el terrorismo” afirmaba que la causa última del terrorismo está en la injusticia derivada del proceso de Montjuïc al no haberse aceptado una revisión. En el artículo “Desde Cadaqués” lamentaba, a raíz de la salida de España del compositor Enric Morera, que tantos catalanes tengan que emigrar para triunfar: “Aquí como en el resto de España los artistas y los sabios no pueden vivir (…). Y de Guimerà, qué diremos, no obstante el homenaje que ha recibido del pueblo, habría muerto de hambre si hubiera tenido que vivir únicamente de sus obras. (…) Morera emigra y los catalanes esperaremos su muerte para levantarle, tan pronto como ocurra, un lujoso monumento. Es lo que pasa siempre, porque aquí los hombres que valen los queremos muertos, vivos parece como si nos molestasen”.
Los Dalí vivían en la calle Monturiol de Figueres, en el entresuelo de la casa del centro de la imagen, que daba al jardín que se entrevé tras la reja. | Autor desconocido / Archivo JPM
La casa natal
Tras obtener la plaza de notario en Figueres en junio de 1900, Salvador Dalí i Cusí abrió despacho en los bajos de una casa acabada de construir en el n.º 6 de la calle Monturiol (hoy n.º 20). El 29 de diciembre de ese año se casa con Felipa Domènech, y se instalan de inmediato en el entresuelo de la misma casa. El primer hijo, Salvador, nace 9 meses y 14 días después de la boda. Falleció al cabo de 22 meses de un catarro gastroenterítico e infeccioso que se complicó. Tras 9 meses y 11 días nace su segundo hijo, el 11 de mayo de 1904, a las 8.45 de la mañana, al que impondrán también el nombre de Salvador. La desolación no les había impedido concebir otro hijo inmediatamente después de la muerte del primero, “como si de esta forma quisiesen resucitarlo”, escribió Carlos Rojas en su agudo estudio El mundo mítico y mágico de Salvador Dalí.
Salvador Dalí tejió una leyenda alrededor de su hermano muerto considerando que siempre fue visto por sus padres como el niño perfecto. Su fotografía en un lugar destacado de la alcoba, junto con una reproducción del Cristo de Velázquez, era un referente de lo que él no lograba ser. Para hacerlo más creíble, en Vida secreta falsificó su historia: le atribuyó 7 años en el momento de su muerte, dijo que se le parecía como un hermano gemelo y que falleció de meningitis tres años antes de su nacimiento. En 1963 pintó Retrato de mi hermano muerto, con rostro de adolescente. Según su versión, el primer Salvador tenía un velo de tristeza en sus negros ojos y un gran talento. “Yo, en cambio, era mucho menos inteligente, pero lo reflejaba todo”. Nada dice en cambio de que esa situación lo convirtió en un niño consentido y superprotegido.
El hermano difunto constituye el primer eslabón de la mitología daliniana: “Todas las excentricidades que he cometido, todas las incoherentes exhibiciones proceden de la trágica obsesión de mi vida. Siempre quise probarme que yo existía y no era mi hermano muerto. Como en el mito de Cástor y Pólux, matando a mi hermano he ganado mi propia inmortalidad”. También Vincent van Gogh tuvo un hermano con su mismo nombre fallecido prematuramente. De pequeño tenía que pasar cerca de su tumba, camino de la escuela. Pero en ambos casos parece dudoso por su escasa edad que llegaran a marcar tan decisivamente a las familias como afirmaban ambos pintores.
Dalí solía decir que nació en la calle de los genios. En la misma donde vino al mundo Narcís Monturiol, uno de los inventores del submarino, que le dio nombre, y el poeta Carles Fages de Climent, además del historiador Alexandre Deulofeu, que vivió en la misma calle la mayor parte de su vida. Pero el entorno más influyente estaba en su propia casa. En el segundo piso se instalaron a partir de 1910 la abuela Maria Anna Domènech, a quien siempre tuvo en gran estima porque supo apreciar su vena artística, y Catalina, hermana de la madre, que se casó con el padre de Dalí al quedarse este viudo. Otros inquilinos conocidos fueron los Subias, aunque estuvieron poco tiempo. Antonio Subias vino a Figueres para ejercer de profesor del instituto; su hijo Joan, fue amigo de Dalí y gran experto en arte, y otra hija, Pilar, se casó con el filósofo Joaquim Xirau. Los Dalí se relacionaron especialmente con la familia Matas, que vivían en el primer piso, encima del suyo. Se trataba de un matrimonio llegado de Argentina, con dos hijas, Ursulita y Toña, “criaturas fascinantes con el cabello y el acento argentino de los ángeles”, según Dalí. Úrsula Matas conoció a Eugeni d’Ors durante una fiesta veraniega en Llavaneres y es uno de los personajes en los que este se inspira para el retrato de La Ben Plantada. Dalí recordaba las veladas en casa de las Matas y a Ursulita, “arquetipo de la belleza del 1900”. En su Vida secreta publica una foto de ella y recuerda que le acompañó de pequeño en su primera visita a...

Índice

  1. Índice
  2. Introducción
  3. Capítulo 1
  4. Capítulo 2
  5. Capítulo 3
  6. Capítulo 4
  7. Capítulo 5
  8. Capítulo 6
  9. Capítulo 7
  10. Anexo
  11. La exposición imposible
  12. Epílogo
  13. Sobre el autor
  14. Sobre el libro
  15. Créditos